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martes, 19 de noviembre de 2013

Felicidades Maestro Ormandy. 18 de noviembre de 1899. Brahms. Sinfonía nº 4. Strauss. Don Juan. Webern. Im Sommerwind. Dmitri Kabalevsky. Obertura Colas Breugnon. Rachmaninov. Sinfonía nº 2. Sibelius. Lemminkäinen's Return. Ormandy. Philadelphia Orchestra. Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. 1967. 1959. 1963. 1965. 1973. 1978.


Mis queridos amigos, esta noche es especial. Una noche en la que sencillamente quiero rendir homenaje, un humilde pero sentido homenajes, a uno de los más grandes directores del pasado siglo XX y de la historia de la música en general: Eugene Ormandy.

Un señor músico que me enseñó a apreciar la belleza del sonido, a disfrutar con la inmediatez de sus interpretaciones, a gozar del placer sencillo de una audición fresca, viva y dinámica. Un director dotado de un extraordinario sentido del equilibrio musical, de un talento innato para la transmisión de sensaciones a través de sus recreaciones musicales. Recreaciones siempre vívidas, impactantes, llenas de energía, de fuerza y de vitalidad sin dejar de lado la precisión, la extraordinaria atención al detalle instrumental para lograr un conjunto empastado, unificado, de una sóla voz.

Educado en esa fuente extraordinaria de músicos que fue el conservatorio de Budapest, Ormandy emigró muy joven a EEUU donde tras sus trabajos iniciales como violinista, su paso por la dirección de la Capitol Theater Orchestra (agrupación dedicada a poner música a as películas mudas) y su enorme trabajo en la Orquesta Sinfónica de Minneapolis en la que permaneció hasta 1936 pasa a ocupar el puesto de director, de la Orquesta de Filadelfia, en principio compartiendo tarea con otro de los grandes, Leopold Stokowski, y posteriormente nombrado único director titular de la misma hasta el año 1980. 44 años de dedicación a una formación a la que, si bien gozaba ya de un peculiar y preciso sonido "Stokowski", dotó de su peculiar forma de interpretar la música: precisión, viveza, franqueza, agilidad, sencillez, calidez y brillantez. Con "su" orquesta ya había comenzado a trabajar desde 1930 en que dirigió los conciertos de verano de la Orquesta y al año siguiente, 1931, tuvo la oportunidad de reemplazar en tres ocasiones al director italiano Arturo Toscanini al frente de la citada agrupación hasta que poco después pasa como decíamos a acompañar a Stokowski en las tareas de la agrupación.


Ormandy fue gran director sinfónico, un elegante, preciso y sensible acompañante en los conciertos con solista. Logró mantener estrecha colaboración con artistas de la talla de los pianistas Arthur Rubinstein, Emil Gilels, Van Cliburn, Robert Casadesus y Rudolf Serkin; los violinistas David Oistrakh, Isaac Stern y Itzhak Perlman y los violonchelistas Leonard Rose y Emanuel Feuermann, entre otros muchos. Siempre les conducía con finura, saber estar, decisión, plasticidad y adaptabilidad al concepto musical propio de cada uno de ellos sin dejar de tener en mente la obra interpretada.

Director franco e impulsivo, combinaba virtuosismo y perfeccionismo en sus recreaciones musicales y siempre las dotaba de un impulso enormemente atractivo, un impulso que se siente en sus grabaciones de inmediato. Y en la muestra que se recogen en este doble disco podemos admirar muchas de estas virtudes.


Un Brahms desprovisto de exceso de peso, ligero y fresco, de interpretación perfecta, fascinante y profundo. Nunca en el sentido de los grandes maestros germanos, franceses o austriacos pero muy en la línea de los "compatriotas" europeos exiliados en USA. Un Brahms lírica, relativamente ligero, bien articulado con enorme flexibilidad y dotado de un intenso poder de convencimiento.

Un Strauss realmente para quitarse el sombrero, extraordinario, de dinámica intensísima, con una tensión asombrosa, de enorme expresividad y por supuesto de una brillantez musical realmente incomparable (no dejen de apreciar la maravillosa dirección que Ormandy hace a los extraordinarios músicos bávaros).


Igualmente podemos decir que incomparable y bellísima resulta la preciosa obra, llena de matices postrománticos e impresionistas de un Webern desconocido, maestro extraordinario que crea una orquestación de enorme poder de seducción en una obra de "fácil" audición (hablamos de Webern). Realmente impresionante, bella, riquísima de matices, sonoridades y colores. Una verdadera maravilla. 

Igualmente sensacional se nos deja la oportunidad de escuchar esa pequeña obertura del maestro Kabalevsky, obra espectacular, impresionante, sencillamente bella que en la época tuvo escasa repercusión quitando las interpretaciones locales y las de los maestros Toscanini o Reiner.

Y finaliza esta pequeña recopilación de obras con dos verdaderas joyas. La preciosa, sublime y mágica recreación de la partitura completa sin revisiones de la Segunda Sinfonía de Rachmaninov, un tesoro, una verdadera caja de sorpresas, una interpretación llena de poder, de enorme capacidad de seducción, pasión a raudales, magia y sensibilidad.

Mismos calificativos y palabras podemos hacer extensivas a la maravillosa recreación de la pequeña obra de Sibelius, un compositor por el que Ormandy, al igual que por Rachmaninov sentía pasión y debilidad. Una interpretación sibeliana fantástica, bellísima, preciosa.

Mis queridos amigos, poco más puedo añadirles para que puedan valorar este doble disco. Disfruten de él, es una maravilla, un tesoro que nos muestra una mínima parte del arte del gran maestro Ormandy. Ese maestro que me enseñó a disfrutar de la música sin prejuicios, con libertad de espíritu y con sencillez y humildad. A disfrutar por el mero placer de escuchar algo bello y directamente tocado desde y para el corazón. Realmente creo que van a disfrutar enormemente.

Muchas gracias maestro Ormandy. Permanecerá siempre en mis recuerdos como alguien que dotó a la música de vida y que hizo la misma más placentera.



Great Conductors - Ormandy

CD 1

Brahms, Sinfonía nº 4, Philadelphia Orchestra. Grabación, Town Hall, Philadelhia, 25 de octubre de 1967.

Strauss, Don Juan, Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. Grabación en vivo en la Kongressaal, Deutsches Museum, Munich, 12 de junio de 1959.

Webern, Im Sommerwind, Idilio para gran orquesta, Philadelphia Orchestra. Primera grabación mundial realizada en Town Hall, Philadelhia, 17 de febrero de 1963.

CD2

Dmitri Kabalevsky, Obertura Colas Breugnon, Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. Grabación en vivo en el Studio P1 de la Radio de Baviera, Munich, 15 de noviembre de 1965.

Rachmaninov, Sinfonía nº 2, Philadelphia Orchestra. Grabación, Scottish Rite Cathedral, Philadelphia, 18 y 19 de diciembre de 1973.

Sibelius, Lemminkäinen's Return, Philadelphia Orchestra. Grabación, The Old Met, Philadelphia, 20 de febrero de 1978.








CD 1



CD 2