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lunes, 1 de febrero de 2016

Sibelius. Sinfonía nº 2. Berlioz. Marcha Rákóczy. Szell. Cleveland Orchestra. 1970.


Queridos amigos comenzamos febrero con la entrega del segundo disco que complementa la anterior entrada con el primer disco de Mozart. Se trata de la excepcional, maravillosa, sorprendente y soberbia grabación en directo de la Segunda Sinfonía de Sibelius realizada por Szell al frente de su Cleveland Orchestra en su último concierto grabado en vida ofrecido en Tokio el 22 de mayo de 1970. El concierto se integra dentro de la gira final que realizó la orquesta en mayo de 1970 y en la que el amestro alternó en la dirección con otro grande, Pierre Boulez.

La primera entrega dos dejaba un Mozart extraordinario, sutil, brillante, ligero sin decir leve, grácil quizá sea más apropiado. La pueden ver aquí: Mozart. Sinfonía nº 40. Weber. Obertura Oberon. Szell. Cleveland Orchestra. 1970.

En esta ocasión el disco nos deja dos piezas maravillosas. Una vibrante Marcha Rákóczy de Berlioz, intensa, poderosa e inmensa. Y por otro lado el plato fuerte del disco, ni más ni menos que la Segunda Sinfonía de Sibelius de la mano de quién sea quizá el maestro que haya dejado la más imponente grabación de la misma en su ya mítica y legendaria recreación al frente de la Concertgebouw: George Szell. Esa grabación les recomiendo encarecidamente la escuchen. Pueden revisarla aquí: Sibelius-Concertgebouw-Szell.


En este disco Szell nos deja una interpretación sublime, llena de pasión y fuerza, analítica, no pasional pero tampoco fría de esta hermosa obra sibeliana. Ya lo decíamos en la anterior entrada, quizá no sea el más apasionado, el más elegante o el de más belleza sonora pero Szell nos traza un recorrido por esta sinfonía en el que no dejamos de asombrarnos con cada frase, detalle o matiz instrumental

Y asistimos ensimismados a un recorrido mágico cargado de emociones a cada paso que nos hace dar el maestro y en el que disfrutamos de un desarrollo perfecto de la obra, sin excesos ni grandilocuencias, repleto de colores nuevos, de timbres sutiles y pulcros, de fraseos irrepetibles, de sonidos nacidos de una comprensión profunda y seria de los entresijos de esta difícil obra sinfónica. 

Szell juega de forma mágica con los ritmos, las transiciones, los silencios, las interacciones entre los atriles. Juvenil, fresco, con chispa, intensidad o incluso ferocidad pero sin perder jamás la elegancia. 

Y algo más, un orquesta que conocía a la perfección, moldeada por él mismo durante sus años de titular, 24 añitos ni más ni menos, de sonido perfecto, articulación modélica, ritmo genial, respiraciones, articulaciones y fraseos únicos. Esa connivencia maestro y orquesta es algo único.


Szell. Tokio. 22 de mayo de 1970.


Un verdadero placer recorrer el universo sonoro de la misma de la mano de este genio de la dirección. 

Un disco irrepetible, testimonio final de una gran maestro al que el cáncer se llevó poco más de dos meses después. Un testimonio excepcional de una carrera excepcional.


Szell. Tokio. 22 de mayo de 1970. Final del Concierto.



Sibelius
Sinfonía nº 2
Berlioz
Marcha Rákóczy

Szell
Cleveland Orchestra

Grabación:

Bunka Kaikan, Tokio, 22 de mayo de 1970