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domingo, 25 de febrero de 2018

Casella. Obras para Chelo y Piano. Andrea Favalessa - Chelo. Maria Semeraro - Piano. 2013.


Queridos amigos, dejamos en la tarde de este precioso domingo de febrero un disco verdaderamente apropiado para él. 

Hace no muchos días comentábamos por correo con un buen amigo de este espacio y persona de amplísimos conocimientos musicales, lo bellísima que resultaba la música del compositor que hoy traemos por vez primera a Sentidos.

Se trata del compositor italiano Alfredo Casella. Un músico de profundas raíces familiares musicales y de sólida formación en el entorno parisino efervescente de primeros de siglo XX. Casella inició sus estudios profesionales a la joven edad de 13 años en el conservatorio de París (en 1896) estudiando piano con Louis Diémer y composición musical con Gabriel Fauré, en una clase en la que Enesco y Ravel eran sus ayudantes.

Durante este período parisino conoció a Claude Debussy, Manuel de Falla e Igor Stravinsky y también tuvo contacto con Busoni, Mahler, y Richard Strauss. Una verdadera pléyade de geniales músicos, clásicos y renovadores, investigadores de nuevas líneas musicales y otros rompedores con las tradiciones. Durante esta etapa Casella es más admirador del romanticismo profundo de Mahler y Strauss que de las ideas impresionistas de Debussy. 

De aquella etapa datan algunas de sus obras más bonitas como es el caso de la Primera Sonata para Chelo y Piano o de su Primera Sinfonía, obra sensacional, de enormes amplitudes, ecos musicales variadísimos y resonancias muy actuales.

Casella forma parte de la «generazione dell'ottanta» (generación de los 80), una generación de compositores nacidos alrededor de 1880 —la primera generación posterior a Puccini que, además de Casella, incluye a Alfano, Gian Francesco Malipiero, Pizzetti, y Respighi— que se centraban sobre todo en las obras orquestales e instrumentales, dejando el género operístico en manos de Puccini y sus seguidores, en el que fueron verdaderos especialistas.


Los miembros de esta generación se convertirán a la muerte de Puccini en 1924 en las figuras dominantes de la música italiana, y también tendrán su correlato en la literatura y pintura italianas. Casella fue quizás el “más internacional” en cuanto a influencias estilísticas de la generación de los 80, en parte a su temprana formación musical en París y al círculo en que vivió y trabajó allí, y aunque compuso algunas letras de ópera se inclinó más por el desarrollo de la música orquestal en muy diversas formas, sinfonías, poemas, partitas, ballet, obras de cámara, y muchas otras variantes musicales. 

La Primera Sonata data de de los años 1906 y 1907 y al igual que sus otras composiciones juveniles, revela varias influencias estilísticas. En ella encontramos indicios de Debussy, de Mahler y de Strauss y también como influencias de lo que Casella había aprendido de Fauré. Sin embargo, incluso en estos primeros trabajos, la propia personalidad del compositor se muestra claramente en la búsqueda de lo que era nuevo y terreno inexplorado hasta ahora. La obra está dedicada al gran Pau Casals y en ella podemos gozar de un verdadero festín musical por su variedad de estilos sabiamente unidos, sus preciosas líneas melódicas, su sentido de urgencia y tensión musical, su serena belleza, la enorme expresividad que imprime a ambos instrumentos y su preciosa combinación de serenidad, radiante luminosidad y emociones contrastadas.

La Segunda Sonata es ya una obra de un Casella más maduro, 1926, en el que ya se aprecia un cambio en el enfoque de la composición. Destaca en esta obra su interés general en un estilo que definió como "barroco en su monumentalidad". Es una obra que con sus cuatro movimientos es más extensa que la anterior y en la que una dinámica basada en contrastes profundos entre pasajes apasionados y vigorosos, y otros en los que la atmósfera es silenciosamente íntima, consigue entusiasmar al oyente e implicarlo en el devenir de la música. En esta Segunda Sonata los cambios rítmicos y de dinámica instrumental están más marcados pero sigue teniendo esa unidad formal en la belleza sonora y en la capacidad de explorar sentidos rara vez escuchados.


En la Tarantella, compuesta en 1929 junto al Notturno para Violín y Piano, podemos admirar de nuevo la misma energía rítmica. El Notturno fue transcrito por Luigi Silva en 1931 desde su original para Violín y Piano y finalmente revisado por Casella para violonchelo y orquesta en 1934. Dos pequeñas piezas en las que las dinámicas son excepcionalmente tratadas y en las que sale a relucir esa capacidad extraordinaria de Casella de mostrar las caras opuestas de las sensaciones musicales: lo dionisiaco, optimista y efervescente junto a lo melancólico, oscuro y trágico.


Espero que disfruten de este disco, de esta primera aproximación al mundo musical de este gran genio del pasado siglo XX. En el disco que dejamos las sonatas para violonchelo y las pequeñas piezas Tarantella y Notturno reciben un trato apasionado y convincente de dos jóvenes músicos italianos, Andrea Favalessa y Maria Semeraro, músicos capaces de poner de manifiesto la belleza intrínseca de esta maravillosas obras.

Una música verdaderamente para disfrutar.


Casella
Obras para Chelo y Piano

Sonata nº 1
Sonata nº 2
Notturno
Tarantella

Andrea Favalessa, Chelo (Carlo Lovari de 1884)
Maria Semeraro, Piano (Steinway & Sons, modelo D-274)

Grabación:

Studio Bartók, Bernareggio, Italia, 23 al 25 de mayo de 2013