Queridos amigos, quisiera dejar esta noche un disco que acabo de volver a escuchar tras un tiempo, demasiado largo, sin hacerlo. Y sinceramente me ha vuelto a emocionar como pocas grabaciones lo logran hacer.
Una absolutamente impactante interpretación de la Sinfonía nº 6 de Tchaikovsky complementada (o viceversa) con dos fragmentos mágicos y maravillosos del Tristán e Isolda de Wagner. Ambas interpretaciones en las increíbles manos de Furtwängler que dirige a una espectacularmente bella, y soberbia en su ejecución, Filarmónica de Berlín.
No asociamos generalmente a Furtwängler con el genio de Tchaikovsky, pero es esta una ocasión única para apreciar que el arte musical tiene mucho de magia e inspiración.
Y magia, encanto e inspiración se dejan apreciar desde la escucha de los primeros compases de la obra de Tchaikovsky. Es asombroso cómo se puede llegar a profundizar tanto en la emoción contenida en unas notas musicales y a traducir esas notas en sentimiento puro. Desde el inicio hasta el final de la obra, todo fluye de una forma tan bella, armoniosa, delicadamente matizada, intensa y profunda que es imposible resistirse a su encanto. Si esta obra de Tchaikovsky es una verdadera obra de arte y un ejemplo de sentimiento humano profundo, es esta una de sus mayores maneras de apreciarlo. Absolutamente genial e irresistible. Sencillamente impresionante y majestuosa. Dulce y amarga, impulsiva y dinámica, sobrecogedora y recogida, humana, sencillamente humana. Bellísima.
Y, queridos amigos, todo lo anteriormente comentado es aplicable a la interpretación de los dos fragmentos musicales de la Muerte de Amor de Wagner. Unos fragmentos que rezuman belleza, que resultan conmovedores e irresistibles en su atractivo musical y sonoro. Varias veces he comentado en este nuestro espacio que no soy un conocedor profundo de la obra de Wagner y que en general mi pasión por ella no es apreciable, seguro que por mi incapacidad de apreciar todo su valor musical y toda la importancia de su valor teatral y dramático. Pero debo reconocer que Tristán e Isolda me lleva al éxtasis. Y en la interpretación de estos dos pequeños fragmentos de la mano de Furtwängler, el éxtasis es máximo. Contiene tnto amor, tanta pasión, tanta belleza y tanto sentimiento que no puedo contener mi admiración y mi profundo sentimiento de amor por ellas.
Quisiera destacar la increíble prestación que ofrece la Orquesta Filarmónica de Berlín. Maravillosa, portentosa en su conjunto, instrumentalmente perfecta, con una capacidad adaptativa a cada momento del devenir musical digna de admiración. Que no es la perfecta orquesta actual o de los años de Karajan o Abbado, sí, seguramente. Pero no le hace falta esa perfección para lograr que su ejecución sea tan brillante y tan musicalmente bella. Y la grabación ¡del año 1938! es espectacular. Creo sinceramente que ofrece un ejemplo único de lo que es belleza sonora, emotividad, sensibilidad y técnica al servicio del sentimiento a través de la música.
Espero que disfruten de este hermosísimo disco, para mí, uno de los más bellos ejemplos de lo que la música puede llegar a lograr transmitir a tu alma y a tu corazón si es puesta en juego de una manera tan "humana" como es este caso.
Un homenaje más a uno de los más grandes genios de la dirección: Furtwängler, simplemente un maestro al servicio del objetivo de la música.
Tchaikovsky, Sinfonía nº 6
Wagner, Tristan und Isolde y Prelude to Act I, Liebestod
Furtwängler
Orquesta Filarmónica de Berlín
Grabaciones
Tchaikovsky, del 25 al 27 de octubre y noviembre de 1938, Berlín
Wagner, 11 de febrero de 1938, Berlín