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miércoles, 22 de agosto de 2012

Brahms Sinfonía nº 1. Beethoven. Obertura Leonore nº 3. Strauss. Danza de los Siete Velos. Karajan. Concertgebouw Orchestra. 1943.


Queridos amigos, precioso disco que proponemos esta tarde. Un maravilloso ejemplo de dirección orquestal y un registro con todo el sabor, que es mucho y muy bueno, de las grabaciones antiguas (me encanta el refrito de este disco).

Karajan dirige a una soberbia Orquesta del Concertgebouw en una interpretación que calificaría de genial de la Primera Sinfonía de Brahms., quizá la más bonita de todas cuantas grabó. Nos encontramos ante el maestro Karajan joven, impetuoso, técnicamente perfecto, con un cuidado de detalles ya prodigioso y que realiza un trabajo con la orquesta holandesa digno de admiración. 

Ya desde los primeros compases apreciamos que vamos a escuchar un Brahms denso y tenso, muy profundo, poderoso pero sin perder ese punto de belleza romántica que tan grata hace la música de Brahms. Un inicio de una enorme tensión, dicho en una frase larga, muy larga, de una belleza monumental que toca lo más profundo de tu corazón y que te conmueve de manera inmediata y aún más al escuchar el violín y esas formidables maderas holandesas. Con esto ya sería suficiente para gozar con esta música. Pero es sólo el principio. 

La sinfonía es desarrollada de una forma lineal, manteniendo la tensión emocional en toda su duración; con claridad de texturas, ritmo, emotividad y sensualidad, sin altibajos. Las agrupaciones e intervenciones de los instrumentos están perfectamente calculadas y matizadas sumergiéndolas Karajan en un todo de una magnitud y grandeza espectacular. 

Su segundo movimiento es maravilloso, de una delicadeza y sensibilidad extremadamente bellas. Hay tal suavidad en la ejecución que es un verdadero placer escuchar como se inicia y deleitarse con el embriagador sonido de los oboes y la profunda tersura de las cuerdas del Concertgebouw. Y volvemos a decir lo mismo, sin empalagos, simplemente traduciendo la música con un arte que es capaz de sacar a relucir toda la belleza que contiene sin recrearse en exceso en los matices más "dulces" de la misma. Escuchen la delicada sonoridad de la masa orquestal de cuerdas del Concertgebouw y apreciarán la enorme calidad de esta orquesta y si no se emocionan con el sólo de violín y trompa de su parte media y final, difícilmente lo harán con otra cosa (maravilloso, maravilloso violín).

El tercer movimiento arrancando de forma suave se va transformando de manera progresiva en un manantial de belleza sonora. Sigue sorprendiéndome la genial forma de Karajan de trazar el movimiento, con fraseo largo, continuado, sin perder el pulso rítmico ni la lógica entre sus partes. Es soberbio cómo enlaza los dos temas iniciales, cómo va dotando al movimiento de energía, creciendo, aumentando la intensidad y el ritmo y sabiendo frenarlo en su justo momento para enlazar de nuevo con las frases iniciales dichas en las maderas y cuerdas de manera portentosa. La manera de Brahms de convertir el típico movimiento alegre de los scherzos tradicionales en este maravilloso movimiento transicional, delicado y conmovedor, como un intermedio o preludio del final, no deja de sorprenderme.

Como tampoco lo hace, creo que a nadie le sorprenderá, la enorme fuerza, energía, tensión y belleza del inicio del cuarto movimiento, uno de los pasajes musicales más bellos jamás escritos. Poco puedo decir sobre esta conmovedora música pero me lanzo para indicarles que sencillamente lo que nos da el maestro Karajan tiene la dosis justa de emotividad, profundidad, tensión para dejarnos sin palabras. La manera en que maneja la larga introducción del movimiento es soberbia, dejando respirar a la trompa y la cuerda; el manejo de los metales y de la creciente velocidad del mismo, su forma de volver a decelerar la orquesta para destacar la masa orquestal de cuerdas repitiendo el motivo del inicio es sensacional. Karajan maneja perfectamente un bisturí musical finísimo para diseccionar los diferentes motivos enlazados y repetitivos que integran este movimiento y en cierto modo es como un gran futbolista repartiendo acá y allá la música, dando juego pero sin perder de vista el objetivo final, en este caso la suma belleza del arte musical: el sentimiento. ¿Consigue finalizar la intervención? ¿Consigue su gol musical? Sinceramente: sí.


El disco se completa con otras dos de las cinco piezas que Karajan grabó en Holanda con la Concertgebouw. 

La sutilísima y sensual pieza de Richard Strauss Danza de los Siete Velos es un ejemplo increíble de la capacidad técnica de Karajan  para extraer un sonido espectacular, un color orquestal deslumbrante, un equilibrio rítmico sorprendente y un carácter seductor sin par de esta música sorprendente.

La Obertura Leonore nº 3 de Beethoven nos vuelve a ofrecer la posibilidad de apreciar al maestro refinado, altivo y poderoso como el propio Beethoven. Una verdadera delicia escuchar esta obertura musical con su ímpetu, su profunda energía interna, sus bellísimos sonidos y su expresividad, una música compacta y poderosa, vital y enérgica manejada con sabiduría para destacar de ella todo su valor. Francamente intensa y arrebatadora.


Espero que disfruten de este precioso disco. Es un verdadero ejemplo de una forma de hacer música impresionante. Y que me disculpen los amantes del sonido puro: da igual qué calidad técnica de sonido tenga, que no es mala, da igual que esos refritos aparezcan aquí y allá, que el nivel sonoro pueda subir o bajar. Es una gozada para el oído.


Brahms
Sinfonía nº 1

Beethoven
Obertura Leonore nº 3

Strauss
Danza de los Siete Velos

Karajan
Concertgebouw Orchestra Amsterdam

Grabaciones
Concergebouw, Amsterdam del 6 al 17 de septiembre de 1943