Mis queridos amigos, volvemos de nuevo a la actividad tras un descanso relativamente amplio de verano del que no puedo decir más que cosas positivas. Tranquilidad, temas familiares bien encauzados, compañía de familia y amigos y alguna que otra escapadita por pura diversión. Un buen descanso veraniego.
Y como ya viene siendo habitual llegamos un poquito tarde para rendir un sencillo homenaje que en este caso será doble a las figuras de dos grandes músicos de los que celebramos a finales de agosto sus nacimientos. Hablamos de nuestro "mágico francés" Debussy y de nuestro incomparable e irresistible americano Bernstein nacidos respectivamente un 22 y un 25 de agosto de hace ya unos cuantos años, muchos años, pero que persisten en nuestra vida actual por su trabajo musical y su personalidad incomparable.
Claude Debussy es persona de amplia formación musical y cultural, un luchador permanente por su libertad expresiva, un innovador que en cada obra plantea nuevos retos y nuevos descubrimientos y sorpresas musicales.
En El Preludio a la Siesta de un Fauno nos encontramos con el Debussy que revoluciona tanto la sensibilidad como la propia concepción musical. Obra inspirada por el poema de Mallarmé y concebida inicialmente como un tríptico por las piezas Preludio, Interludio y Paráfrasis queda en su forma definitiva reducida al Preludio sobre el final del verano de 1894. Impresionante obra caracterizada por la finura y dosificación de timbres; la llamativa ligereza y transparencia en la escritura, bellísima, de metales y maderas; la sensual magia de las relaciones flauta y arpa consigue un ambiente global de marcada sensualidad, voluptuosidad y serenidad y junto a ese precioso tempo fluctuante logra la sensación casi real de ritmo poético, un ritmo bellísimamente acompañado de una escritura continuada, con las preciosas suspensiones y pausas, sus encadenamientos y respiraciones que entrelazadas en su conjunto dan la cohesión formal a la obra.
La obra se estrenó el 22 de diciembre de 1894 en uno de los conciertos de la Société Nationale de Musique. Obtuvo el rechazo global de la crítica especializada. En 1912, el bailarín ruso Vaslav Nijinski, con el patrocinio del empresario de ballets, Serguéi Diáguilev, lo bajo la batuta de Gustave Doret interpretó por primera vez en versión para ballet.
Bernstein nos acerca en esta interpretación al aspecto más formal de la obra con una interpretación muy matizada y detallista llena de preciosismo y belleza aunque desde mi punto de vista un pelín alejada de la magia de la misma.
La Mer es una maravillosa obra en forma de tríptico musical de apabullante riqueza sonora tal que asombra a la crítica presente en el estreno el 15 de octubre de 1905 bajo la dirección de Camille Chevillard. Y sorprende por su avanzado planteamiento que abre camino a la entrada de la música contemporánea. Uso de variados modos y escalas, contrastes sorprendentes de sonoridades, sin jerarquías establecidas, con presencia de una evolución continuada de la temática y la creación de un tempo musical totalmente autónomo y de preciosa fluctuación la hacen ser la obra más representativa de su estilo "impresionista". En sus tres piezas asistimos a una mágica elaboración de la obra en base al tempo, timbres y ritmos. Sobre ellos construye Debussy una de sus obras más bellas, llenas de magnetismo y poesía, de sonoridades mágicas.
Y es en La Mer donde me resulta particularmente genial la dirección de Bernstein creando ese universo sonoro intangible de forma verdaderamente prodigiosa. Realmente bueno, incisivo, delicado, capataz único de unos tempos y ritmos a los que impulsa a erigirse en los motores de la obra. Excepcional.
Images se organiza como tríptico musical en sus tres piezas, Gigues (1909-1912), Iberia (1905-1908) y Rondes de Printemps (1905-1909) en el orden elegido por el compositor para la edición e interpretación de concierto (desconozco el motivo del cambio ofrecido en la interpretación por Bernstein todo sea dicho). Images avanza un paso más en lo ofrecido en La Mer y vaticina ya a Jeux de 1912. Evolución constante de ideas musicales, fraccionamiento de motivos, timbres maravillosos como impulsores de la creación estructural de la obra. Una obra que nos deja en Gigues sorprendidos por su pasmosa belleza, su refinamiento y su sutileza; que con Iberia nos ilumina con su extraordinaria sutileza y limpieza melódica, por su colorido y su ritmo extraordinario y que con Rondes de Printemps nos maravilla con sus sutiles deformaciones, su acidez y brillantez orquestal, su fogosidad a modo de una representación preciosa de la belleza, la frescura y la felicidad.
Compuesta entre 1905 y 1912 sus estrenos parciales fueron:
20 de febrero de 1910:
Iberia, París, Orquesta de Conciertos de Colonia, dirección de Gabriel Pierné.
2 de marzo de 1910:
Rondes de printemps, París, Sala Gaveau, Orquesta de Conciertos Durand, Claude Debussy como director.
26 de enero de 1913:
obra completa, París, Orquesta de Conciertos de Colonia, Claude Debussy en la dirección.
Y como hacía con La Mer, Bernstein vuelve a brillar de manera sobresaliente en la recreación de esta bellísima partitura. Vital, seductor, capaz de extraer sonidos realmente envolventes y embelesadores, con sabio manejo de los registros instrumentales, pulcro recreador de la melodía y servidor de una orquestación absolutamente brillante y soberbia. Genial y sencillo.
Espero queridos amigos que puedan saborear estas tres preciosas obras de arte del maestro Debussy. Hay interpretaciones más apasionadas, más puntillosas, más melosas, más de mucho...pero este lectura de Bernstein y sus músicos italianos merece la pena. Es su visión de un compositor, como él, rompedor y creador de nuevas vías expresivas al que quiere poner su matiz particular.
Que lo degusten con cariño.
Seguiremos prontito con nuevas cosas.
Debussy
La Mer
Images pour orchestre
Prélude à l'après midi d'un faune
Bernstein
Orchestra dell'Accademia Nazionale di Santa Cecilia
Grabación:
15 de junio de 1989, Roma, Accademia di Santa Cecilia (live)