Mis queridos amigos, esta noche me apetecía escuchar algo de música de Stravinski. Ciertamente lo hago casi siempre sobre sus grandes composiciones de ballets, las dos representadas en este hermoso disco y The Firebird.
Había escuchado hace un par de días las tres obras en las formidables recreaciones de Leonard Bernstein con la Filarmónica de New York y en el día de ayer el presente CD de Pierre Monteux. Ambos intérpretes nos dejan aproximaciones de una belleza sobrecogedora pero hoy me decanté por dejar el disco de Monteux. Varias razones. La primera es un disco realmente bellísimo, preciosista, colorista, pictórico, sugerente. La segunda, de Monteux, un enorme maestro del que no tengo abundante discografía, habíamos dejado en Sentidos pocos testimonios. Las interpretaciones de Bernstein y de Boulez esperarán un poquito y podremos dar el merecido valor a este disco del maestro francés.
He escuchado, aunque no lo poseo, un disco con la Sinfónica de Boston que me resultó realmente soberbio. Este con los músicos de la orquesta parisina no le va a la zaga pero nos presenta la música de Stravinsky en tarro de esencia pura, como si se hubiera conservado la música desde su primera recreación hasta la fecha de la grabación en un baño de aceite que la preserva de novedades, modificaciones estilísticas y manías de la edad. Hay una fidelidad enorme a la esencia de las primeras interpretaciones como queriendo remarcar el valor de lo que aquellas supusieron.
Monteux aprovechando la belleza particular de la orquesta francesa nos devuelve un Stravinsky totalmente original, vivo, vitalista, luminoso; en ocasiones teatral y en ocasiones violento pero siempre luminoso, clarificado y genialmente expuesto, con detalles incesantes en su devenir, juegos maravillosos de sonoridades y ritmos impresionantes.
Quizá la orquesta francesa no alcance el nivel de la americana pero su disposicion instrumental, su tímbrica, su tradición, su esencia, se deja vislumbrar bajo las preciosas notas stravinskianas. Una verdadera delicia, un logro monumental de un maestro que estrenó ambas obras y que pudo vivir el éxito de Petrushka y aguantó el temporal con la Consagración. Obras que permanecieron unidas por siempre a Monteux, que las trató siempre con el mayor de los respetos y que las recreó siempre tras minucioso trabajo de preparación previo.
Sonido realmente bueno, con encanto, que nos permitirá saborear dos piezas ya universales del repertorio sinfónico algo que le debemos en una parte muy importante al amor que por ellas sentía el maestro parisino.
Espero que disfruten de esta maravillosa y siempre sorprendente música de Stravinsky en unas interpretaciones de rancio sabor, de pulcritud extrema, de claridad y de expresividad manifiesta.
Stravinsky
Petrushka (1911)*
La Consagración
Pierre Monteux
Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París
Julius Katchen, piano*
Grabaciones:
Petrushka (1911), La Consagración, París, Salle Wagram, 6-7 y 9-10 de noviembre de 1956
PD: para Petrushka en el disco se indica 1957 y para La Consagración en alguna discografía se indica diciembre de 1954. De la discografía consultada la más real me parece la que les dejo, pero si alguien conoce on exactitud las fechas se agradecería.