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jueves, 17 de agosto de 2017

Bruckner. Sinfonía nº 8. Klemperer. New Philharmonia Orchestra. 1970.


Queridos amigo seguimos con las grabaciones de las sinfonías brucknerianas por el maestro Klemperer.

En el día de hoy la penúltima del ciclo, la fabulosa Octava ofrecida por el maestro a finales del año 1970 al frente de la New Philharmonia Orchestra en una muestra más del sensacional discurso bruckneriano del que era capaz Klemperer, un discurso acerado, bruñido, duro sin que falte en muchos momentos la pasión incluso la sensación de ofrecer algo más divino que humano.

Una magnífica recreación especialmente intensa en los dos movimientos centrales y que destaca en general por un magnífico uso de los instrumentos solistas, un sedoso manejos de las maderas (importantísimas en esta versión de 1890), un pulso verdaderamente arrollador, un manejo de cuerdas en bloques con una intensidad sensacional y una pulsión interna arrolladora.

Sensacional interpretación de una sensacional obra.



Bruckner
Sinfonía nº 8

Otto Klemperer
Philharmonia Orchestra
Versión de 1890, Edición Nowak de 1955

Grabación: 28 y 30 de octubre y 2 al 4, 10, 11 y 14 de noviembre de 1970, Kingsway Hall, Londres










10 comentarios:

  1. Le perdonamos a Klemperer el corte que hace en el último movimiento.

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    1. Se lo perdonamos querido Sergio. Es uno de los finales de esta versión más corto que he escuchado pero compensa el global de la interpretación. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias por este maravilloso regalo.

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  3. Thx Julio Salvador. Kindest regards Cri

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  4. Muchísimas gracias, me he aficionado muchísimo a Bruckner gracias a tí, veamos, mejor dicho oigamos a Klemeperer, por el momento Celibidache ha sido mi sorpresa mayúscula, el director que me ha hecho amarlo, pero la verdad no he oido ninguna interpretación desde este blog que me haya defraudado ¡Todo lo contrario! un fuerte abrazo
    Eduardo

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    1. Muchas gracias querido amigo. Bruckner es una verdadera joya. Todas y cada una de las interpretaciones que escuches tienen algo diferente y maravilloso. Eso sí...¡Celibidache es Celibidache!
      Un fuerte abrazo querido Eduardo.

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