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sábado, 11 de septiembre de 2010

Encuentro



Desconocida eras, tan sólo una lejana voz envuelta en tristeza y pena.

El pesar y el llanto permanentes eran en ti
cuando siempre decías que merecerlos no podía ser justo,
que tanto sufrir y llorar, mella en tu corazón hicieron, en tu corazón y en tu vida
antes de felicidad llena.

Dejaste de ser desconocida, y aunque a la vuelta de ese breve encuentro,
con tu tristeza y pena quedaste,
no vi pero intuí una leve sonrisa en tu cara,
una chispa de alegría en tu corazón sentí que hizo saltar en el mío la emoción.

¡Eras guapa morena! de tez pálida, rostro fino y delicado, apenado sí,
pero aún con chispa de vida,
vida en esos ojos miel que entre lágrimas dejaban ver un alma buena,
y un deseo de amar y ser amada tan profundo como nunca vi.

¿Se cumplió el sueño? Yo creo que sí, que la sonrisa fue puesta de nuevo en ti,
tus ojos brillaron, sin lágrimas,
tu corazón regaló amor y fue llenado de amor,
pasajero amor, pero amor profundo.

Tan sólo por eso mereció la pena, el encuentro y la despedida,
cruel despedida necesaria para ti.
Sé que eres libre, sonríes, vives, y amas; a otro, pero amas.
Lo merecías morena guapa.

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