Mis queridos amigos, esta noche estaba rebuscando entre los archivos guardados, mal guardados por cierto por un ya preocupante problema de orden, algunas grabaciones de los conciertos para violín de Tchaikovsky y Sibelius. Y alguna sorpresa apareció. Una grabación preciosa de Maazel con el violinista Julian Rachlin del concierto de Sibelius con la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh (próximamente lo dejaremos aquí, merece la pena) y dos discos con el mismo par de obras, ambos conciertos de los maestros Tchaikovsky y Sibelius dirigidos por Ormandy a su Orquesta de Philadelphia y a dos grandes genios del instrumento solista: Stern y Oistrakh. Cada uno de estos dos últimos discos son verdaderas joyas, auténticos tesoros fonográficos, maravillosos.
Había que elegir uno y la decisión no ha sido por valor artístico, sencillamente no encontraba los escaneados del disco con Stern. Así que la opción libre era la que dejamos esta noche. Una opción repito absolutamente válida, una grabación soberbia, una interpretación de una contundencia sonora, de un brillo orquestal, de una compenetración en los partícipes de la grabación digna de ser considerada como algo único.
Oistrakh es considerado por muchos como uno de los mayores violinistas del pasado siglo XX, un verdadero "monstruo" de la interpretación, un músico con una capacidad de plasmar las notas de la obra en un monumento sonoro cuando pasan por sus manos. Un hombre de personalidad que irradiaba placer por la música, que era capaz de transmitir ese placer a la orquesta, al director y al mismo público. Y en el caso de estos registros de finales del año 1959 se unen todas esas virtudes a la presencia de un Eugene Ormandy espectacular y una Orquesta de Philadelphia sublime para ofrecernos una de las que quizá pueda considerarse mejores interpretaciones de ambos conciertos.
Un Sibelius realmente magistral, pleno de encanto, de fina sonoridad que deja embelesado tu corazón. Un concierto que quizá como pocos muestra una forma de conjunción perfecta entre obra sinfónica y solista. Sibelius retirado ya a su casa de Järvenpää compone el concierto y lo dedica al joven violinista Ferenc Vecsey en su versión definitiva de 1905. La unión solista orquesta es quizá uno de los aspectos más destacables de esta hermosa obra, obra con la sonoridad propia de Sibelius, inconfundible sonoridad, y un violín dulce, refinado, rítmico, alegre y suavemente melancólico. Su segundo movimiento es de una enorme belleza, precioso y su final, una verdadera música de excepcional intensidad.
En conjunto tenemos por un lado a un David Oistrakh refinadísimo, de técnica absolutamente impecable, lleno de energía y de sentimiento; de otro una Philadelphia Orchestra indiscutible motor del desarrollo de la obra y de otro lado, pieza maestra de todo el conjunto un excepcional Ormandy, realmente preciso, delicado, fiel acompañante de ambas partes, solista y orquestal, pletórico de fuerza y lleno de maestría.
Un Sibelius memorable formado en la unión artística de tres entidades de una altura musical irrepetible.
En cuanto al concierto de Tchaikovsky se le podrían aplicar las mismas palabras anteriormente escritas. Uno de los conciertos más bellos jamás escritos, un concierto de la mano de un Tchaikovsky en su forma más pura, ciertamente europeo pero en su fondo plenamente eslavo, con una composición llena de color, con emociones por todos los pequeños detalles de su partitura, sin contención ni miedo, una composición para el alma, para el disfrute del corazón. Un concierto estrenado por el violinista Adolph Brodsky (que no era el destinatario inicial del mismo, Auer, que lo rechazó inicialmente por complejo), con poco éxito y bastantes críticas (sobre todo por parte de Hanslick), en Viena en 1881. Su valor lo ha encumbrado a lo más alto de la bella montaña de las bellezas insondables.
En esta grabación de nuevo nos encontramos a una Oistrakh pletórico, lleno de carga emotiva, dominador de una técnica excepcional que es capaz de transformar su primer movimiento en algo realmente impactante y de construir una Canzonetta realmente magistral y bellísima así como de conducirnos por un movimiento final electrizante, cargado de intensidad, realmente vertiginoso y sin que ello lleve a tener sensación de urgencia o prisa, con cada pasaje sabiamente expuesto y llevado por unas manos que trabajan desde una mente ágil y precisa y de un corazón que las impulsa desde su amor por esta preciosa obra.
Una interpretación plena de brillantez sonora, de hermoso melodismo y quizá hasta en su punto de rusticidad. Ambos músicos nos hacen vivir un viaje asombroso por la enorme variedad de detalles y matices que Tchaikovsky deja expresar en su obra; vivimos la alegría y el fervor y sentimos la pasión y el dramatismo; nos dejamos llevar por la vitalidad rítmica y la impulsiva energía de su final tanto como disfrutamos de su portentoso lirismo y cambiante ánimo de su primer movimiento. Majestuoso, brillante e irrepetible actuación del maestro que de nuevo tiene a su lado a una Philadelphia Orchestra en manos de uno de los más grandes directores del pasado siglo. Un Ormandy que amaba la música de Tchaikovsky y que en su estilo preciso, pulcro y brillante siempre supo ponerle una pizca de sabor canela.
Que disfruten mis queridos amigos de estas dos verdaderas obras de arte. Monumentos no sólo de técnica interpretativa sino de verdadero amor y emotividad musical. Calidad sonora del registro realmente maravillosa y sorprendente.
Tchaikovsky
Sibelius
Conciertos para Violín
Eugene Ormandy
David Oistrakh, violín
Philadelphia Orchestra
Grabaciones:
Tchaikovsky, Broadwood Hotel, Philadelphia, 24 de diciembre de 1959
Sibelius, Broadwood Hotel, Philadelphia, 26 de diciembre de 1959
Muchísimas gracias mi querido Amigo Julio. Un abrazo en la distancia.
ResponderEliminarIgualmente querido amigo Marco. Espero que puedas disfrutar de esta hermosura.
EliminarMuchas gracias una vez más Julio¡¡¡¡¡. Que bien que podamos disfrutar de estas grandes interpretaciones gracias a tu generosidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido Ángel, me alegro, me alegro. Sinceramente joyas como esta no merecen menos que su conocimiento y disfrute general. Es un disco realmente soberbio. A gozar de él.
EliminarMuchas gracias por compartir estas fantásticas grabaciones!
ResponderEliminarQuerido amigo, me alegra leer su comentario. Creo que es la primera vez que contactamos. Me alegro muchísimo por ello y por que pueda disfrutar de la belleza incandescente de estas grabaciones.
EliminarUn fuerte abrazo.
¡Impresionantes ambos conciertos! Creo que el de Tchaikovsky no lo había escuchado antes. El de Sibelius lo conozco por la interpretación de Mutter con Previn en la dirección; pero, francamente, y sin desmerecer a Anne-Sophie, me quedo con esta de Oistrakh que, tan amable como siempre, nos ofreces, Julio Salvador.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido Esteban me alegra enormemente tu comentario. Este disco en concreto es una verdadera maravilla. Hay muchas grabaciones de ambos concierto, muchas hermosísimas grabaciones y cada uno tiene sus preferencias que como siempre digo es lo bello de este arte. ¡Qué vamos a decir de Anne-Sophie, esa excepcional violinista estimadísima por el gran maestro Karajan! Todo adjetivos positivos y calificaciones de valor. Me puede pasar algo parecido con Gil Saham otro genio del violín, cuyo concierto es de una calidad altísima. Todos son geniales y verdaderas obras de arte. Me ocurre con esta grabación y otras de la época que en ellas encuentro algo más allá de la insuperable técnica de los jóvenes violinistas. El alma de esta música. Quizá sea una barbaridad pero existe y se refleja.
EliminarQue disfrutes de la experiencia.
Julio, debo decir que tu blog es una especie de sueño hecho realidad. Vivo en Argentina y poder acceder a toda esta música tan hermosa que suele ser cara (y acá muchas veces imposible de encontrar) es una maravilla. Me encantaría tener más espacio en mi computadora para poder bajarlo todo. ¿Los cds son todos tuyos? Debes de tener una colección inmensa (otro de mis sueños, éste aún sin cumplir). En breve escucharé estas dos maravillas de conciertos, no puedo esperar. Demás está decir que la calidad de las interpretaciones que nos presentas (y la calidad con la que grabas y catalogas los archivos) es digna de admiración. Muchísimas gracias y un gran saludo desde el otro lado del «charco», como solemos decirle al Océano Atlántico...
ResponderEliminarMarco Rep
Siento profundamente esta respuesta tan tardía querido Marco. Se agradece muchísimo el comentario. Han existido momentos en los que por diversos motivos he estado apartado del espacio y de los comentarios. Me agrada muchísimo saber que se contribuye a la difusión de estos tesoros.
EliminarMUCHAS, MUCHAS, GRACIAS. ES UNA GRABACIÓN FENOMENAL. GRACIAS
ResponderEliminarDe nuevo disculpas por el retraso en comentar su apreciación. Muchas gracias querido Ivera.
EliminarPodrias resubirlo amigo Julio Salvador, mil gracias.
ResponderEliminarPor supuesto querido Benny.
EliminarActualizada la entrada/Update entry: Tchaikovsky. Sibelius. Conciertos para Violín. Eugene Ormandy. Philadelphia Orchestra. David Oistrakh. 1959.
ResponderEliminarInvalorable, efectivamente. Muchas gracias por la publicación, Julio!
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