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miércoles, 20 de julio de 2011

J. S. Bach. Variaciones Goldberg BWV 988. Fugas BWV 883 y 878. Glenn Gould. 1955. 1957.


Queridos amigos, dejamos esta noche un disco absolutamente maravilloso, un disco legendario dentro de las grabaciones discográficas. La aproximación deliciosa de Glenn Gould a las preciosas Variaciones Goldberg de J. S. Bach realizadas en el año 1955.

Grandes cosas se han dicho de esta grabación y también cosas negativas. No entro en esas controversias que jamás alcanzaría a aclarar, más aún tratándose de un arte tan particular como es la música en el que cada persona tiene una apreciación del mismo muy particular y perfectamente válida. Para mi gusto es un disco encantador, bellísimo, lleno de alma, de belleza, de poesía musical, de sorpresas deliciosas.

El disco presentado es el primero de una larga serie de grabaciones realizadas por Gould para el sello Columbia. Gould había realizado su presentación americana en enero de 1955 en Washington y en New York. Un joven pianista de 22 años, de gran fama en su Canadá natal, realizaba su presentación con un programa digamos que poco habitual (Gibbons, Sweelinck, Bach, Webern, Beethoven y Berg). Para una gran parte de la crítica norteamericana esta presentación pasó desapercibida oportunidad que aprovechó el excepcional director del Departamento de Clásica de la Columbia, David Oppenheim, que por casualidad e invitado por un amigo asistió al concierto de ese "hombre que al piano produce un efecto casi hipnótico". Fue el inicio de una colaboración mantenida por muchísimos años y con excepcionales frutos artísticos; un fichaje estrella.


Gould eligió para su primera grabación Las Variaciones Goldberg una obra que no agradaba en demasía al productor Oppenheim y que era escasamente abordada tanto por los pianistas como por los clavecinistas de la época. Finalmente el típico carácter de Gould se impuso y las sesiones de grabación tuvieron lugar entre el 10 y el 16 de junio del año 1955. El inicio de una relación comercial y artística excepcional, con altibajos, muchas controversias y sobre todo mucho, mucho arte en el trabajo resultante.

Las grabaciones se realizaban en una antigua iglesia presbiteriana, los estudio Columbia de la 30th Street de New York. Gould entró en los estudios de una guisa y con una serie de abalorios personales que no hicieron sino asentar la opinión sobre el carácter extravagante del pianista. Las mismas excentricidades fueron hábilmente publicitadas por Columbia para comenzar a generar el mito Gould. Un mito que era pura realidad. Un mito que nació antes de la presentación del disco, disco por otra parte originalmente publicado con una excepcional colección de fotografías de Gould, una para cada una de las variaciones (una portada sensacional). Ni que decir tiene que en su salida comercial el disco tuvo un éxito impresionante.

Los motivos son en parte los ya expuestos, una sensacional obra de publicidad abierta y subliminal por parte de Columbia y por otro y principalmente por la calidad soberbia de la música que interpretaba Gould. Una forma de interpretar diferente a lo anteriormente escuchado, enormemente temperamental e impulsiva, su escaso legato, su escaso uso del pedal, su forma cristalina, limpia y brillante de aproximarse al gran músico entre los grandes, Bach,.

Las interpretaciones de Gould, gustan o te repelen. Si te gustan te embelesan y te atrapan en su belleza, en su virtuosismo claro y cristalino, en su interiorismo y en su profundidad interpretativa. Sus sonidos son tan hermosos que no puedes más que cerrar tus ojos y dejar que esas precisas, ágiles y frescas notas te invadan y se apoderen de tu corazón, de tu pensamiento, de tu alma, de todos tus sentidos.

Yo soy uno de esos oyentes que desde su escucha inicial me embeleso con ella. Me lleva a un estado de profunda paz y alegría; a un estado en el que me encuentro sencillamente bien, maravillosamente sumido en un estado de amor y profundamente relajado. Enamorado de la música, del mundo, de las personas. Es mi bálsamo espiritual, mi preciosa sábana de sonidos en la que dejo caer mis lágrimas de alegría y con la que me envuelvo a modo de capa protectora con la que me aislo de todo lo feo y negativo del mundo. Es mi pequeño disco de cabecera. En el CD se acoplan con dos Fugas del Clave bien Temperado que son sencillamente prodigiosas.


Espero que disfruten de este maravilloso y soberbio disco de un genio de la música y del piano: Glenn Gould. Un hombre apasionante, un músico de excepción.


J. S. Bach
Variaciones Goldberg

Glenn Gould

Grabación de 1955. 10, 14 y 16 de junio de 1955, 30th Street Studio, New York
El Clave bien Temperado, Fuga BWV 883 y 878
Grabaciones del 29 al 31 de julio y 1 de agosto de 1957, 30th Street Studio, New York











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