Queridos amigos dejamos esta noche el primer disco de una serie de cuatro dedicados a las grabaciones de juventud de Leonard Bernstein que realizó para la casa RCA Victor (Radio Corporation of America). Unas grabaciones sencillamente geniales y que como todas los trabajos de juventud pecan o destacan según quieran mirarlo por su arrojo, desparpajo, valentía, vitalidad y sencilla vitalidad.
El primer disco es el que se dedica, quizá no podía ser de otro modo, a obras de Copland, su muy amado Copland, y del propio Bernstein, con obras unas intimistas y otras bulliciosas y frescas en ambos casos. Testimonio de la admiración de Bernstein por su maestro y mentor Copland y acierto de los jefes de la RCA al elegir las piezas de un joven talento, que ya no sólo promesa, de la dirección y composición musical norteamericana.
Bernstein era por los años de estas grabaciones una figura de enorme prestigio en los ámbitos musicales norteamericanos habiendo tenido lugar ya su famoso estreno como director al frente de la Filarmónica de New York, el estreno de su Primera Sinfonía por parte de Reiner en Pittsburgh y el estreno de su musical On the Town en Broadway. Todo ello con menos de 30 años. Graduado en Harvard, estudiante del Instituto Curtis de Filadelfia (obtuvo el único sobresaliente que concedió en la vida Reiner), asistente al Music Center de Berkshire en Tanglewood, la escuela de verano de la Sinfónica de Boston, donde fue colaborador estrecho de Koussevitsky y posteriormente en 1942 su asistente. Una carrera llena de éxitos, no cabe duda. Éxitos que arrancan unos años atrás y que siempre fueron estimados por Lenny y agradecidos a la gran persona y figura de la música norteamericana: Aaron Copland.
Su conocimiento fue una casualidad, en algunas biografías se habla de casualidad buscada. Bernstein adoraba desde su adolescencia la música de piano de Copland y en particular sus Variaciones. Conocía la obra al dedillo, la amaba y la tenía en una estima altísima amén de dominarla técnicamente a la perfección. Un 14 de noviembre de 1937, el día del cumpleaños de Copland, Bernstein acudió a una representación en New York de un ballet por parte de Anna Sokolow. Con 19 años la casualidad quiso que estuviera sentado junto a un señor llamado Copland. Un amigo los presentó tan sencilla como naturalmente: Copland este es el Sr. Bernstein; Lenny este es el Sr. Copland. Terminada la representación Copland invita a su recién conocido a su fiesta privada de cumpleaños. La ocasión era que ni pintada. Lenny, de manera natural se acerca, ya en la fiesta, a un piano y con naturalidad, alegría y algo de locura propia de la edad, toca las Variaciones de Copland de forma tal que se forja en ese mismo momento una amistad que permaneció hasta la muerte de ambos músicos (justamente en 1990 los dos). Para Lenny el 14 de noviembre de 1937 fue siempre una fecha mágica (varios años después otro 14 de noviembre en esta ocasión de 1943 Lenny subía al podio de la Filarmónica de New York).
Muchas cosas unían a ambos, personales, humanas, filosóficas y musicales. Pero siempre por encima de todas ellas estuvo la verdadera amistad personal, amistad íntima y profunda, libre de todo interés. Eran años duros para Copland y años de locura y bulliciosos pensamientos para Lenny. Durante los años iniciales de las décadas de los 40, 50 y 60 ambos mantuvieron una relación profesional de intensidad. Lenny era quien normalmente leía en primer lugar las composiciones de Copland, este por su parte orientaba la futura carrera de compositor de Lenny. Ambos trabajaron juntos en numerosas piezas, Billy the Kid, The Outdoor Overture, la Tercera Sinfonía de Copland, sus piezas para piano, su sonata para piano, etc. Ambos lucharon por aclarar el futuro de Lenny en su carrera musical y si bien nuestro querido Mitropoulos tiró un poquito más, la tarea de Copland quedará para siempre en la mente de compositor de Lenny.
Al igual que sucedió con Copland, aquellos años de juventud de Lenny tuvieron influencia profunda en lo musical y en lo humano, en su ser más íntimo. El conocimiento de Reiner, la emotiva relación con los Koussevitsky, la profundísima relación personal y musical con William Schuman, la amistad con el escritor, músico y aventurero Paul Bowles, alumno de Copland, la cómplice relación con su hermana Shirley, la bellísima referencia a Alfred Eisner, amigo de Lenny y compañero de habitación en Harvard fallecido de cáncer con 23 años, etc. todos ellos están reflejados de forma directa y desde el corazón sencillo de un joven en sus preciosas piezas Siete Aniversarios. Pequeñas piezas musicales al piano que reflejan su respeto por todos y cada uno de ellos, las sensaciones que esas relaciones le producían, el deseo de rendirles un pequeño homenaje. Piezas breves pero intensas y frescas, muy personales y bonitas.
Y qué refleja este disco en general. Pues la maestría de un joven músico, apasionado, ardiente en deseos de triunfar, arrollador, impetuoso, de ideas clarísimas en su concepción musical, con una capacidad expresiva de unas obras que amaba, bien por haberlas escrito o por haberlas visto nacer.
La esencia de la música americana de Copland en su vertiente expresiva y pictórica de la suite de Billy the Kid o la energía intensa de su Sonata para Piano, difícil e incomprendida obra. En ambos casos la intuición musical de Lenny le permite realizar una exposición fantástica, quizá de mayor intensidad que sus grabaciones posteriores de CBS (aún contando con su mejor calidad técnica) porque se interpretan desde la fuerza y el convencimiento que da la juventud.
Por otro lado nos quedamos con la bella simplicidad de unas piezas para piano de un Lenny que aún se debatía en una lucha durísima en cuanto a su futuro, intérprete o compositor, pero que en esa simplicidad nos deja testimonio de su sentimiento juvenil de cariño, admiración, respeto y agradecimiento a las personas que son destinatarias de las mismas. Y no olvidemos que tenemos una interpretación absolutamente genial y maravillosa de las danzas de On the Town, frescas, muy americanas, vivaces, puro ritmo y sentido del genio americano. Sorprendentes.
Un disco realmente histórico y precioso. Para disfrutar con alegría y corazón abierto. Un Lenny en sus inicios que nos muestra que allí estaba el germen de lo que más tarde sería: un enorme músico. uno de los mayores genios de la música del pasado siglo XX.
Bernstein, The Early Years I
Copland
Billy the Kid
Piano Sonata
Bernstein
Seven Anniversaries
On the Town
Leonard Bernstein, director y piano
Billy the Kid, RCA Victor Symphony Orchestra, 21 y 23 de junio de 1949
Bernstein, piano, Sonata de Copland, 22 de enero de 1947
Bernstein, piano, Seven Anniversaries, 17 de septiembre de 1947
On the Town, "On the Town Orchestra, 3 de febrero de 1945
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