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martes, 22 de noviembre de 2011

Día de Santa Cecilia. Beethoven. Sinfonía nº 3. Oberturas Leonor nº 3 y Fidelio. Eugen Jochum. Concertgebouw Orchestra Amsterdam. 1969. 1969. 1968.


Queridos amigos, para celebrar este día tan grato a los amantes de la Música en general, queremos rendir homenaje a su patrona, Santa Cecilia (aprovechamos para hacer extensivo el homenaje a los poetas e invidentes así como a todos aquellos nacidos en Mar del Plata, Albi y Omaha).


Muchas opciones son posibles para un día tan señalado. Finalmente me he decidido por un disco verdaderamente maravilloso, una pequeña joya discográfica y una muestra de un arte directorial y una comprensión de la música de Beethoven extraordinaria. 

El disco corresponde a una preciosa interpretación llevada a cabo por el maestro Jochum con una de sus orquestas preferidas, la sensacional e increíblemente precisa y bella Concertgebouw de Amsterdam (verdadero prodigio de orquesta).

Dentro de las grabaciones del propio Jochum de esta obra, magna y suprema, de Beethoven, es quizá la más equilibrada y hermosa. Un verdadero ejemplo de musicalidad, vitalidad, precisión, belleza y soberbia construcción musical.

Grabación de muy buena calidad sonora y de una calidad excepcional en su aspecto interpretativo. Una orquesta insuperable, exquisita y de una sonoridad encantadora. Una dirección viva, con alma, con amor y con sentimiento.

Una, que no es poco, aproximación extraordinaria. Para paladear y degustar.

Que disfruten de ella. Sinceramente creo que lo van a hacer y que sentirán un conjunto de emociones sencillamente difíciles de traducir en palabras.

Mi enorme agradecimiento a nuestro amigo Wenceslao que me proporcionó los escaneos del libreto interior.



Beethoven
Sinfonía nº 3
Oberturas Leonor nº 3 y Fidelio
Eugen Jochum
Concertgebouw Orchestra Amsterdam
Grabaciones: 
28 y 29 de mayo de 1969 (Sinfonía)
Diciembre de 1969 (Leonor III)
29 de noviembre al 4 de diciembre de 1968 (Fidelio)






Visitar también la Integral por Jochum y la Concertgebouw Orchestra.


domingo, 20 de noviembre de 2011

Tchaikovsky. Sinfonía nº 6. Temirkanov. Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. 1992.


Queridos amigos finalizamos hoy el recorrido por el conjunto de discos grabados por Temirkanov y la Filarmónica de San Petersburgo dedicados a la trilogía final de sinfonías de Tchaikovsky. Y lo hacemos con una excepcional aproximación, musical y espiritual, a la enigmática y sorprendente sinfonía nº 6.

La Sinfonía nº 6 de Tchaikovsky fue esbozada inicialmente por el compositor en otoño de 1892 en el marco de un sentimiento y un deseo de ser una obra programática cuyo fondo sería la vida. De estos primeros esbozos musicales una gran parte fueron aprovechados para su Tercer Concierto para Piano y el resto desechados (en algunas publicaciones se han presentado como Séptima Sinfonía). 

Después de esta primera aproximación compositiva, Tchaikovsky remodela su obra y aprovecha nuevas ideas que le van llenando el alma. En la etapa de su viaje a Odessa reelabora la obra asignando un programa, programa que debe ser una incógnita incluso para los futuros oyentes de la misma. El propio Tchaikovsky indica que la obra estará llena de ideas y sentimientos íntimos y personales y que durante su composición mental no son pocas las ocasiones en que las lágrimas asoman por sus mejillas. Su final no será un final alegre y vivo sino un adagio lento, muy lento, un apagar progresivo de los sentimiento y de la música. La composición progresó de forma muy rápida y sin grandes problemas para Tchaikovsky y pudo finalizar su orquestación en el verano de 1893.


El estreno tuvo lugar en San Petersburgo, el 28 de octubre de 1893, de la mano del propio compositor y no tuvo un éxito remarcable, más bien incluso tuvo indiferencia por premio. Poco después, enfermo de cólera, fallecía. Muchos proyectos quedaron en su corazón y en su mente, proyectos que lamentablemente no pudieron verse materializados. La Sexta Sinfonía fue el testamento del maestro, su despedida. Un adiós sin la alegría y la energía vital, sin los platillos y bombos que fueron los finales alegres, festivos y dorados en sus otras sinfonías. Su ausencia, desconcertó al público, lo dejó desorientado. No era lo que se esperaba. Su mensaje era más profundo de lo que se podía imaginar al atónito espectador del estreno. En la obra estaba encerrada toda el alma y todo el sentimiento de un ser humano profundamente sensible, quizá demasiado sensible para lo que tuvo que experimentar en su vida. Una obra llena de sentimiento profundamente trágico y conmovedor, llena de tristeza y rebeldía, de emoción profunda y melancolía sin par. Una segunda interpretación, bajo la dirección de Eduard Nápravník, tuvo lugar veinte días después en un concierto en memoria del maestro. En esta segunda interpretación la admiración por la composición fue mucho mayor y cierto es que en la primera interpretación los propios músicos mostraron poco interés por la obra.

Su título Patética es una referencia directa a Emoción, a Pasión, a Expresión de Sentimiento y es el habitualmente usado en lugar del inicialmente previsto por el compositor de Sinfonía con Programa. Programa oculto y no desvelado que en cualquier caso deja traslucir mucho de los sentimiento previamente expuestos en sus dos sinfonías anteriores; el destino, la vida y la muerte. Los últimos años de la vida de Tchaikovsky estuvieron marcados por la neurosis, dueña de la mente del compositor, ansioso por escapar de una realidad que le atenazaba para evadirse en un mundo de belleza inalcanzable, de imágenes nostálgicas y de retornos a un pasado glorioso. Los lazos entre la obra, llena de desesperación y tristeza, y la fragilidad del personaje, marcado por la infelicidad producto de su condición homosexual e hipocondriaca, son fáciles de establecer. Y la obra expresa de manera sencillamente inigualable esa condición y ese deseo del compositor.


En el desarrollo de la obra podemos deleitarnos desde su primer movimiento con esa maravillosa introducción lenta y parca en instrumentación pasando por la hermosísima citación del Requiem ortodoxo y siguiendo con su final de cuerdas tocadas con pizzicato y por encima los vientos, primero metales y luego maderas, que acaban en un "muriendo" espectacularmente profundo; un segundo movimiento de falso vals absolutamente impresionante y bellísimamente elaborado; un tercer movimiento que debería ser la culminación de cualquier obra sinfónica del momento, con un oboe precioso y unos diálogos de cuerdas y vientos sencillamente soberbios, se nos presenta como una marcha alegre, un scherzo melódico que culmina con el motivo principal en su final y nos conduce a un cuarto movimiento, una sorpresa compositiva extraordinaria, una sencilla muestra del arte melódico del compositor que nos hace recrear en nuestra mente y en nuestro corazón una de las músicas más bellas jamás escritas con esos violines encantadores y ese fagot descendiendo notas de forma maravillosa y sorprendentemente bella, un movimiento cargado de expresividad, de belleza, de profundidad de energía sabiamente manejada, una energía que quizá sólo Tchaikovsky ha sabido manejar de forma tan sublime como para tocar la fibra emocional de las personas de una manera tan delicada como directa. Un movimiento que en su devenir nos lleva a lo más profundo del sentimiento humano, un movimiento por el que vamos transitando de la serenidad a la desesperación y a la rendición, una rendición tan sencillamente humana como insondable y profunda, una rendición pausada y tan profundamente expresiva como la que todos desearíamos tener en nuestro final. Una obra de arte de la expresividad emocional.

Temirkanov y sus músicos logran una traducción hermosísima de la música de Tchaikovsky, desde mi punto de vista una de las más bellas que haya escuchado junto a la bellísima y completamente diferente traducción de Bernstein con DG y la Filarmónica de New York. Y lo es no sólo ya por la belleza y claridad de los instrumentistas y de la orquesta, sino fundamentalmente por el carácter que se imprime a la música. Un música tocada con alma humana, con enorme profundidad y comprensión de su sentido más íntimo. La belleza de la interpretación es fantástica, quizá de estas tres últimas interpretaciones de Temirkanov, la más conseguida, la que más íntimamente se relaciona con el alma de la obra. Sus tempos no son lentos ni solemnemente retardados, creo que tienen la vivacidad justa y necesaria así como la intensidad emocional adecuada a cada uno de ellos y a su significado emocional particular. La calidad de la orquesta rusa es digna de mención, tiene una precisión técnica soberbia y una belleza sonora maravillosa, una sonoridad que en algunos momentos llega a ser verdaderamente impactante (un tercer movimiento, por ejemplo, bello y absolutamente maravilloso, increíble) y de una fuerza arrolladora.


Espero que disfruten de esta obra y de esta presiosa y conmovedora interpretación de Temirkanov y sus músicos de San Petersburgo. Merece la pena dejarse llevar por la pasión de los sentimientos humanos, darnos un baño de sensibilidad y de emociones que pocas veces podemos disfrutar como se hace con esta hermosísima obra. Vamos a deleitarnos el oído, el corazón y el alma con una de las música más bellas jamás compuestas. Que los disfruten queridos amigos.


Tchaikovsky
Sinfonía nº 6

Temirkanov
Orquesta Filarmónica de San Petersburgo

Grabaciones
8, 9 y 11 de abril de 1992 (junto a las Sinfonías nº 4 y nº 5)
Gran Sala de la Filarmónica, San Petersburgo










Visitar también Sinfonías nº 4 y nº 5



viernes, 11 de noviembre de 2011

Shostakovich. Sinfonía nº 13 "Babi-Yar". Shchedrin. Concierto nº 2 para Orquesta. Temirkanov. State Academy Symphony Orchestra of USSR. USSR State Symphony Orchestra. 1983. 1976.


Queridos amigos, en atención a la petición de nuestro compañero Appassionato dejamos hoy esta hermosísima grabación de la Sinfonía nº 13 de Shostakovich dirigida por el maestro Temirkanov al frente de la State Academy Symphony Orchestra of USSR.

La preciosa, aunque de difícil audición, Sinfonía nº 13 de Shostakovich es un monumento musical que inicia una etapa compositiva del autor más centrada en los aspectos profundos de los sentimientos y de los conflictos humanos. Debe su nombre a un tétrico lugar a las afueras de Kiev en el que fueron asesinado miles de judíos a manos de los nazis, fundamentalmente en los días 29 y 30 de septiembre de 1941. En el mismo lugar acontecieron también diversas masacres de poblaciones rusas, rumanos, ucranianos, gitanos de diversas nacionalidades, etc. En total se estima que el número de víctimas oscila entre 100000 a 150000 personas. Una verdadera atrocidad.


Monumento sinfónico contra el antisemitismo, no sólo de ideología nazi sino también estalinista, la obra fue compuesta en 1962 y orquestada para bajo solista, coro masculino y gran orquesta, usando poemas de Yevgeny Yevtushenko, poeta socialmente comprometido y hasta entonces sin demasiados problemas (con el estreno de la sinfonía los dirigentes comunistas obligaron a Yevgeny Yevtushenko a cambiar detalles del texto de su poema como por ejemplo las referencias a la política antisemita del gobierno). Está dividida en cinco movimientos a lo largo de los que se exponen y a la par se denuncian diferentes aspectos del estilo de vida soviético. Fue estrenada el 18 de diciembre de 1962 de la mano de Kirill Kondrashin (después de que Mravinsky se negara a ser el director del estreno lo que originó un alejamiento del compositor) al frente de la Orquesta Filarmónica de Moscú y con los miembros del Coro del Estado Republicano y del Gnessin Institute siendo el solista Vitali Gromadsky.

La obra amén de sus vinculaciones y avatares políticos es bellísima. Dura, musicalmente digamos que "poco agradable" pero de una enorme intensidad de espíritu y cargada de matices emotivos. Con referencias musicales propias y de Bartok o Mahler, en su devenir se puede admirar la excepcional composición instrumental de Shostakovich con unos pasajes de tuba, de flauta, de fagot, o de metales excepcionalmente bellos sin dejar de citar la preciosa partitura vocal y coral. Toda la obra está marcada por el tono satírico y burlesco pero sin abandonar su sentimiento profundo de tristeza y de acritud.


Temirkanov realiza una aproximación excelsa. Llena de matices y técnicamente sensacional, se ve arropado por la magnífica voz del bajo Georgy Seleznev con una dicción perfecta y una modulación de gestos y de matices sensacionales. La Orquesta resulta aplastantemente bella, increíble en sus prestaciones técnicas, no deja de sorprender con la calidad individual de sus solistas y por la sensacional y bellísima sensación sonora y emotiva que deja tras la escucha de la obra.

El disco se complementa con una preciosa obra de Shchedrin, un precioso Concierto para Orquesta nº 2, obra encargada por Leonard Bernstein para la celebración del 125 aniversario de la Orquesta Filarmónica de New York. Una obra inquietante y profunda, con enorme color instrumental, con fuerza, garra e impulsividad, de gran lucimiento orquestal y de una belleza sonora espectacular.



Que disfruten del disco.
Estimado Appassionato, espero que te guste.



Shostakovich*
Sinfonía nº 13, Babi-Yar
State Academy Symphony Orchestra of USSR

Shchedrin**
Concierto para Orquesta nº 2
USSR State Symphony Orchestra

Temirkanov
Georgy Seleznev, bajo

Grabaciones
16 de junio de 1983*
25 de febrero de 1976**





lunes, 7 de noviembre de 2011

Shostakovich. Sinfonía nº 10. Tchaikovsky. Melodrama de la Suite La Doncella de Nieve. Rimsky-Korsakov. La Legenda de la Invisible Ciudad de Kitezh. Evgeny Svetlanov. USSR State Symphony Orchestra. 1968.


Queridos amigos. Tras una pequeña avería informática del equipo con la consiguiente reinstalación (como decía en un comentario al amigo Jose, las cosas de Windows) volvemos a retomar la actividad. Y no he podido resistir la tentación de saltarme un poquito el orden que tenía pensado, continuar con la Sexta de Tchaikovsky y Temirkanov, ante el encuentro maravilloso que he tenido el placer de disfrutar en este maravilloso testimonio discográfico que dejamos hoy. 

Es una de esas ocasiones en las que un disco te cautiva desde su primer minuto (y en esta ocasión con más intensidad aún por detalles extramusicales que a continuación comentaremos). Un disco excepcional, soberbio, creo que irrepetible, una verdadera joya musical e histórica. Pocas veces una primera audición de un disco me ha impactado tanto como la de este registro.

Estamos en Londres, en los PROMS del año 1968. Lugar, el Royal Albert Hall; fecha el 21 de agosto de 1968, el día posterior a la invasión de Checoslovaquia, en la noche del 20 al 21 del citado mes, por el ejército soviético y algunos de sus aliados del Pacto de Varsovia. La orquesta, la excecpcional USSR State Symphony Orchestra, fundada en su día por el maestro Gauk, y embajadora de la Unión Soviética por aquellos años. Las obras programadas, ironías del destino, de los compositores Dvorak y Shostakovich. Su director el excepcional maestro Svetlanov y Rostropovich al chelo.

La situación es de una tensión enorme, se palpa a flor de piel. Dos culturas completamente diferentes, dos músicos de países, que no ideas, enfrentados. Los comisarios políticos en el escenario, tras la orquesta, atentos a "lo que pueda pasar" en una además actuación que se retransmitía en directo. Los miembros de la orquesta desconcertados y atónitos ante lo que ha sucedido el día anterior y ante la reacción del público al que se muestran, sencillamente como músicos. El concierto tiene tintes dramáticos, la reacción inicial de cierta parte del público es airada frente a la orquesta con gritos de "volved a casa" que se contraponen a aquellos otros que les indican silencio e intentan hacerlos callar. Se inician intentos de sabotear la representación, con conatos de protestas airadas. La primera parte del concierto que incluye también la Obertura de Russian y Ludmilla junto a la obra de Dvorak, se desarrolla en este ambiente agrio y tenso. 

Tras el descanso, comienza la segunda parte del concierto con la misma tensión que en la primera. Y esa tensión queda reflejada en esta grabación, en ese minuto inicial de la obra de Shostakovich, minuto absolutamente conmovedor y estremecedor, impactante, donde se escuchan los gritos enfrentados del público y se inicia, sin atender a los mismos, la ejecución de la obra por un Svetlanov que a lo largo del desarrollo de la misma se va "inflamando" y llenando de una energía vitalista enorme. Un Svetlanov que se deja llevar por las circunstancias emocionales del momento por la magia del directo y en este caso de un directo cargado con una emoción y un sentimiento que tuvieron que ser demoledores.


Y quizá por todas estas circunstancias, surge una magia especial en la interpretación. Magia que emana en primer lugar de un director excepcional, que expresa todos los matices de la excepcional obra de Shostakovich con una energía y una pasión desbordada. Un Svetlanov que está magistral, con una dirección fina, matizada, atenta a los detalles emotivos de la obra, electrizante en muchos de sus pasajes (¡qué maravilloso segundo movimiento!), con una intensidad y una pujanza pocas veces vista.

Y los músicos de esa excepcional agrupación que es la USSR State Symphony Orchestra no dejan atrás a su director. Están soberbios, maravillosos. Unas maderas sencillamente espectaculares y bellísimas; unos metales que dan un punto de intensidad único; unas cuerdas que parecen estar movidas por una energía superior por un impulso fuera de lo común. 

En su movimiento final, sencillamente se desborda toda la energía acumulada. El movimiento se desarrolla con una dinámica única, creciente, maravillosa. Es la explosión final del público la que da aún más valor a una interpretación irrepetible y la que hace ver el valor de la música. Lo que se inicia con una tensión que corta el ambiente termina con una demostración de fervor y de alegría emocional que no puede más que explotar. La música por encima de cualquier otro condicionante o de cualquiera otra circunstancia ajena a la misma. La música como belleza, sentimiento y emoción.

El disco se completa con tres piezas adicionales que fueron interpretadas en los días sucesivos, 22 y 23 de agosto, en otros conciertos ofrecidos en el mismo escenario. Un Tchaikovsky conmovedor y bellísimo y un Rimsky pleno de fervor, de pasión y de vitalidad.

Sencillamente un disco excepcional, una joya discográfica, una maravilla emocional que creo hay que escuchar. Un tributo al arte, al arte por el arte, un homenaje a la pasión y a la entrega, por encima de cualquier cosa, de unos profesionales que están más allá de cualquier condicionante exterior. Una muestra de un Svetlanov (uno de los más grandes e impulsivos de los directores de su país y de su generación) y de una USSR Symphony Orchestra en un momento de gracia suprema.



Que lo disfruten. Verdaderamente estoy convencido que será un disco que les va a gustar y que van a sentir la misma emoción que yo he tenido el placer de experimentar con su audición.

Shostakovich
Sinfonía nº 10
Tchaikovsky*
Melodrama de la Suite La Doncella de Nieve
Rimsky-Korsakov**
The Legend of the Invisible City of Kitezh
Svetlanov
USSR State Symphony Orchestra
Conciertos BBC PROMS de 1968
Royal Albert Hall, 21, 22* y 30 de agosto de 1968**









martes, 1 de noviembre de 2011

Tchaikovsky. Sinfonía nº 5. Temirkanov. Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. 1992.


Queridos amigos, continuamos en el día de hoy con la entrega de una maravillosa, pausada e intensa entrega de la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, de nuevo de la mano de Temirkanov y la fantástica Orquesta Filarmónica de San Petersburgo.

En la entrega anterior correspondiente a la cuarta Sinfonía, dejaba entrever mi pasión por el maestro ruso. En esta ocasión y en la siguiente (la Sexta) no puedo más que aseverar la afirmación realizada. Me parece un músico excepcional, increíble, apasionante.

La Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, creo no caer en desatino alguno si lo comento, es una de las obras sinfónicas más bellas, apasionantes, emotivas y directas al corazón que jamás se hayan escrito. Un conjunto impresionantemente bello de armonías y temas melódicos genialmente estructurados por el maestro ruso e integrados en un marco global soberbio de belleza y de formas compositivas únicas; independientemente de las posibles críticas de los más técnicos y entendidos, una obra de arte.

Compuesta por Tchaikovsky tras el periodo dramático de su existencia en el que tuvo lugar su fracasado matrimonio de conveniencia con su alumna Antonia Milioukova, es la segunda de sus tres grandes sinfonías finales, esa trilogía sinfónica maravillosa que muestra a un ser humano de poderosos sentimientos sentimentales y sexuales permanentemente contrariados, a un hombre extremadamente delicado e hipersensible, fácilmente vulnerable a los ataques de un destino insospechado que se ceba en su ser, pero a la par un hombre de gran coraje y persistencia, un gran luchador. 


Al igual que en la Sinfonía nº 4 del maestro, el tema de la fatalidad del destino es representado en su Quinta Sinfonía. Si bien es algo menos aparente, mejor dicho, algo menos dramático y quizá más dulcificado, el tema persigue el devenir de la obra musical, permanente, persistente y siniestro. 

Que su primer movimiento, algo que calificaría como descomunalmente bello en la historia de la música, manifieste cierta reasignación del maestro ante ese Destino insondable, no quita valor emocional al mismo, es más, es una forma de superación humana y sentimental del hecho problemático traducida en una música intensísima, plácidamente emotiva, como un mar embravecido con olas de un ritmo machaconamente continuado, un ir y venir de sentimientos permanente. Aceptación, resignación, espiritualidad. Sus maravillosas maderas iniciales, esos clarinetes soberbios, sus fagotes acompañándolos posteriormente y sus cuerdas sedosas y briosas son ejemplos únicos de expresión de lucha, serenidad y ansia de paz. 

Todo este juego de sentimientos enfrentados, tiene su continuidad en un segundo movimiento excepcional. Un movimiento lleno de contrastes, mucho más intenso y vivo que el primer movimiento, está repleto de tensión emocional creciente, una tensión maravillosa, bellísima, dolorosamente percibida y sentida. Una tensión que rompe finalmente esa Providencia que se presentaba en el primer movimiento, finalizando en un sutil y bellísimo cara a cara entre Destino y Amor, entre Resignación y Destino. Es un movimiento repleto de matices sentimentales encontrados, de una tensión adorablemente mantenida por el maestro. Una pequeña joya musical.

El tercer movimiento está inspirado en el ballet, en su dulzura y danzabilidad, en su elegancia y belleza. Quizá como forma de escape de sus tensiones acumuladas, Tchaikovsky puede expresar a través de los gestos y guiños musicales del ballet todos sus sentimientos encontrados y plasmar de forma franca su sensualidad, su dulzura, su nostalgia, su amor. Pero todo ello finalmente es roto de nuevo por la Providencia, esa fatalidad que corta toda posible huida y todo escape. ¡Ilusión finalmente, sólo ilusión!

La obra finaliza en uno de los movimientos más intensos y bellos jamás escritos para una sinfonía. Este cuarto movimiento con sus temas principales desarrollados soberbiamente y principalmente por ese fantástico tema de la Providencia absorbiendo toda la energía vital del mismo, desde su inicio explosivo pasando por su desarrollo hasta su final creciente y triunfal. Ese tema es tan genial y bello que es imposible resistirse a su poder, a su fuerza a su valor emocional. Y el colorido, algo exagerado según muchos, los timbres orquestales, los detalles finísimos en los instrumentos y el genial acompañamiento instrumental de los metales hacen de este final un todo pleno de energía vital, energía que te llena, energía que no quieres dejar escapar, que deseas no acabe. Es la más pura expresión de la emoción contenida en toda la obra. Un momento irrepetible, intensísimo y bellísimo.


Temirkanov y sus músicos de San Petersburgo realizan una de las más bellas interpretaciones que haya escuchado. Su técnica y la de la orquesta es excelsa. Los músicos logran unas cotas de belleza y de calidad realmente altas, sus cuerdas son manejadas a la necesidad expresiva del momento; sus metales resultan el punto justo de intensos para no sobrepasar el límite de lo excesivo; sus maderas dan unos puntos de belleza sensacionales. 

Temirkanov transita a los largo de la obra por su esencia emocional, se empapa de sentimiento, de sensibilidad, de sensualidad y de lucha, rabia y determinación. Exprime los tiempos de cada movimiento para poder extraer todo el jugo posible de la partitura y de las calidades de su orquesta. Sencillamente pienso que ambos están geniales, persuasivos, conmovedores y plenamente inmersos en la lucha de Tchaikovsky. 

Un monumento de interpretación que merece la pena conocer y paladear.

Tchaikovsky
Sinfonía nº 5

Temirkanov
Orquesta Filarmónica de San Petersburgo

Grabaciones
8, 9 y 11 de abril de 1992 (junto a las Sinfonías nº 4 y nº 6)
Gran Sala de la Filarmónica, San Petersburgo 









Visitar también Sinfonías nº 4 y nº 6