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lunes, 25 de febrero de 2013

Bruckner. Sinfonía nº 7. Mozart. Sinfonía nº 33. Jochum. Concertgebouw Orchestra Amsterdam. 1986.


Queridos amigos, sin otro deseo que satisfacer el ansia bruckneriana que se palpa en estos últimos meses en este nuestro espacio y para satisfacción de todos los amantes de la música de nuestro bien querido y estimado Bruckner les quiero dejar esta tarde un doble disco de una categoría asombrosa. La excepcional interpretación realizada por el ya anciano maestro Jochum al frente de su muy querida y estima Orquesta del Concertgebouw, una de sus últimas grabaciones comercializadas al menos hasta la fecha de hoy, seguida por la ya célebre y realmente genial Quinta con la misma orquesta grabada en Amsterdam que les recomiendo escuchen (Bruckner-Quinta Sinfonía-Jochum-Amsterdam).

El disco nos ofrece además la oportunidad de escuchar un Mozart muy en la línea del maestro, clásico, de trazada clara, precioso en su ejecución, fresco y de líneas suaves bien marcadas y expuestas y aunque nos centremos fundamentalmente en la obra de Bruckner, les recomiendo encarecidamente que escuchen esta interpretación sublime y clásica en todas sus líneas de la obra mozartiana.

Poco vamos a poder añadir a las virtudes ya reseñadas en las diferentes entradas que hemos dedicado a la música de Bruckner y a las interpretaciones de Jochum. Este no es más que un nuevo ejemplo de cómo ofrecer belleza musical, de claridad conceptual en la ejecución de una obra, de amor por la música que se interpreta. Y es realmente asombroso como este concepto ha variado muy poco en el devenir de los años, muy poco. Tan sólo perfeccionar detalles, pulir matices, ofrecer nuevos timbres y colores, dibujar nuevos sonidos en el espacio, degustarse en la recreación de una música realmente amada.

Jochum expone la Séptima de Bruckner con su claridad habitual, desentrañando toda la compleja estructura de la obra y ofreciéndola limpia de complejidades que pueden ensombrecer su discurso. Las armonías, los colores, la paleta tímbrica de la maravillosa orquesta se ponen al servicio de algo superior, la presentación de una música sencillamente bella, de estructura compleja y a la par delicada en sus trazos que en manos del maestro resulta aún más bella de lo habitual. Es realmente increíble lo bellísima que suena la orquesta holandesa. Y no debe ser sólo por su enorme calidad, que es por todos conocida, hay algo más. Hay regusto en la ejecución, hay profundo conocimiento de lo que se va a interpretar, dónde se está interpretando y quién les está guiando en esa interpretación.

¡Asombrosas cuerdas llenas de calidez y a la par sedosas y sutiles, impresionantes y bellas maderas de preciosa claridad y sonoridad, metales nobles y poderosos con una intensidad y fuerza justas, con brillo y presencia! Fraseo elegante del director que hace mecer los sonidos que emergen de los atriles de esa orquesta realmente divina, se percibe alegría en la ejecución, libertad expresiva, integración perfecta con las ideas de su director. Se percibe vida, mucha vida, un deseo intenso de exponerla, de dar al público un adiós con amor profundo, de entregarle una música que no se desea finalice pero que de una u otra forma ha de hacerlo. Hay alma, amor, sensaciones, sentimientos, profundidad, gusto, un gusto pleno por lo que se está dando.


Toda ella es un puro placer, nada especial a destacar, quizá eso sea lo más increíble de la ejecución, la escucha fácil y sencilla que se puede hacer de ella sin que llegue a producirte cansancio o pesadez. Disfrutas a cada minuto de mágicos sonidos y te sumerges en un precioso mundo sonoro que te llena desde el inicio. Y una vez sumergido en él no deseas más que seguir buceando en esa corriente de belleza, armonía, sensibilidad, monumentalidad y espacialidad tan particular de la música de Bruckner. Una verdadera delicia, una delicia que desearías no terminara jamás.

Les deseo de todo corazón que disfruten de la hermosura de este doble disco, testimonio del arte de uno de los más grandes directores del pasado siglo, realmente grande.

Gracias querido Eugen. Gracias por darnos este ejemplo de una música del alma, para el alma y desde tu alma. Es un bellísimo testimonio, sí señor. Y así lo refleja tu cara querido maestro. Es parte de mi adiós, un adiós feliz, he cumplido mi tarea, con corazón, entrega y amor profundo en lo que he realizado.


Si quieren disfrutar un poquito más con el concierto en imágenes vean:


Gracias Javier por tu comentario.

Bruckner
Sinfonía nº 7

Mozart
Sinfonía nº 33

Eugen Jochum
Concertgebouw Orchestra Amsterdam

Grabación, 17 de septiembre de 1986, Tokio, Showa Women's University, Hitomi Memorial Hall
Versión de 1885 con algunas modificaciones de Bruckner en la Edición de Albert Gutmann









Homenaje a Wolfgang Sawallisch. 26/08/1923 - 22/02/2013. Schubert. Ave María. Misa D 950. Orquesta Estatal de Dresde. 1972.


Queridos amigos, no quería dejar pasar más el tiempo para dedicar este hermoso disco a la memoria de uno de los grandes directores del pasado siglo XX, un verdadero Kapellmeister de la gran tradición europea de la dirección orquestal, un maestro que nos dejó el pasado día 22 de febrero del presente 2013.

En su honor, este hermoso disco de uno de los compositores de los que dejó mejor testimonio y una misa más que apropiada a este momento de tristeza para todos los amantes de la música.

Descansa en paz querido Sawallisch. Tu labor jamás será olvidada. Tus años al frente de la Orquesta Sinfónica de Viena, la Ópera Estatal de Baviera, la Suisse Romande o la Philadelphia Orchestra quedará para los anales de la historia.

No te olvidaremos querido Sawalisch.







Franz Schubert
Ave María
Misa en mi bemol mayor D950
Wolfgang Savallisch
Orquesta Estatal de Dresden
Coro de la Radio de Leipzig, director Horst Neumann

Ave María
Elly Ameling, soprano
Dalton Baldwin, piano

Misa D950
Helen Donath, soprano
Ingeborg Springer, alto
Hans-Joachim Rotzsch, tenor
Theo Adam, bajo
Christoph Albrecht, órgano