Queridos amigos, dejamos esta noche una pequeña joya musical del maestro Celibidache. Una aproximación en vivo y extraordinaria a la bellísima Sinfonía nº 4 de Tchaikovsky.
La música de Tchaikovsky siempre ha sido plato de buen gusto para el genio de Celibidache. Quizá, al menos desde mi punto de vista, sus últimas aproximaciones recogidas en la Edición Oficial de EMI pecan de un exceso de "pesadez" o dicho de otra manera, los tempos del último Celibidache que tan excepcionalmente se armonizan con la música de Bruckner o incluso Brahms o Beethoven, resultan algo menos adaptados a la música de Tchaikovsky. Esto no quiere decir que esas interpretaciones recogidas en EMI no sean maravillas sonoras, pero para mi gusto no encajan tan bien, como otras, con la elección de la dinámica y el ritmo que les impone Celi.
Esta primera entrega de varios conciertos en vivo de Celibidache interpretando a Tchaikovsky tienen algo más de frescura, de dinamismo, de vida interna, de intensidad dramática y emotiva. Y mantienen el altísimo nivel de la Münchner Philharmoniker tanto en su belleza sonora, en su calidad técnica y en su perfecta conjunción con la visión musical del maestro rumano.
Se percibe de inmediato la nobleza, la intensidad, la pasión, el dramatismo, la emoción y la profundidad de la música. El manejo del total de la orquesta es asombroso, detalladado, sublime en sus dinámicas, excepcional en la agrupación de cuerdas, sensacionales, riquísimo en el colorido, perfecto en las dinámicas y en los timbres y coloridos. Una verdadera maravilla de aproximación a una música extraordinariamente viva, exultante, de impaciente serenidad.
Ya indicábamos en anteriores entradas dedicadas a esta obra que en la época compositiva de la Cuarta Sinfonía, de 1877 a 1878, el compositor atravesaba una grave crisis emocional y nerviosa a consecuencia de un matrimonio forzado como si fuera una obligación moral. A la par descubre una vía compositiva absolutamente libre y ansiada por él mismo gracias a la generosidad económica y al apoyo anímico de su mecenas Nadejda von Meck. A ella dedicó la obra estrenada públicamente en Moscú el 22 de febrero de 1878 bajo la dirección de N. Rubinstein. Que la obra refleje en su recorrido los diversos estados anímicos del compositor, pasados y presentes y sus anhelos futuros no es nada extraño.
Lo maravilloso, que no extraño, es la sensacional forma de reflejar la música de esta genial obra que tiene Celibidache. Es de una grandeza inconmensurable, de una altura soberbia, de una calidad musical enorme. No sólo percibimos belleza sonora sino que asistimos a un devenir maravilloso de la obra, llevado con un firme pulso nada vacilante pero muy bien modulado, en un juego de maestría en el arte de "conducir" la música hacia el destino deseado. Absolutamente soberbio.
Espero que disfruten de este hermosísimo y singular disco. Es una verdadera joya musical, un regalo para los sentidos, la pasión, el corazón y el alma.
Tchaikovsky
Sinfonía nº 4
Celibidache
Münchner Philharmoniker
Munich, 1988, (posiblemente la fecha exacta es 30 de septiembre de 1988)
(En la carátula de contenido que va en el archivo la fecha es errónea y tiene además algunos fallos de edición ya que consultada la discografía, la correcta es la modificada y aquí presentada en esta entrada, 30 de septiembre de 1988)
Visitar también la Sinfonía nº 5 del mismo CD aquí.
Visitar el Concierto para Piano nº 1 con Barenboim aquí.