Mis queridos amigos, quisiera compartir con todos ustedes uno de los más impresionantes testimonios musicales y artísticos del maestro Karajan. Una de esas grabaciones que parecen estar impulsadas por la fuerza motriz de una magia celestial que con su energía impulsa y anima el devenir de ese instante totalmente soberbio en el que se representa una función y que la llena de una impronta especial de majestuosidad, sentimiento, profundidad y humanidad que no siempre es posible lograr.
No sé si el maestro Karajan esa noche estaba impulsado por esa fuerza sobrenatural pero desde luego sí sé que la impresión que produce con su ejecución es de tan alta intensidad que no me queda más que admitirlo. Quizá un Karajan pletórico, dominador de todo el panorama musical europeo (Scala, Salzburgo, Viena, Londres, Berlín; Karajan imponía su criterio en todos esos escenarios) en lo más alto de los estamentos de poder y de capacidad de decisión musical de Europa y en uno de los momentos más brillantes de sus habilidades y capacidades directoriales (que eran ya excepcionales) hagan el resto sin poder olvidar decirles que hasta su decisión sobre le elección del escenario para la interpretación de una obra compleja, no operística sino coral, el maravilloso Felsenreitschule (la Escuela de Equitación de la Roca) ya el año anterior usado por el no menos mágico y único Mitropoulos en la representación de una obra de calado similar, la Gran Misa de Difuntos de Berlioz, y años atrás como escenario operístico, colabora un poquito más en la preciosa recreación de la magna obra de Brahms.
Precisamente esta elección de escenario levantó muchas críticas en su momento, pero mis queridos amigos parece que los resultados dan la razón a nuestro amado Karajan. Esa sonoridad cerrada, esa atmósfera angustiosa, ese marco cuasi siniestro y dramático acompañan a una sonoridad profunda, realmente intensa y poderosa, una sonoridad en la que los pasajes corales y los momentos de intensa serenidad pueden encontrar una vía expresiva realmente única e incomparable. Realmente acongoja su escucha, e impresiona y te llega a lo más profundo de tu corazón, llevándote ese bello mensaje de carga emocional, ese espíritu reconfortante y esa paz serena del Réquiem de Brahms.
E impresionante resulta también un coro absolutamente increíble, el Singverein der Gesellschaft der Musikfreunde Wien, dirigido por ese mago que fue Reinhold Schmid, un coro de amplios registros, dominador de los timbres, de colores imposibles de numerar, con capacidad de mantener tensión y dulzura, poder y relajación, ataques soberbios y pianos inaudibles. Y añadir un poquito más: una Filarmónica de Viena, que pese a sus más y menos en esos años con la presencia del todopoderoso Karajan, no deja de ser una orquesta incomparable en belleza sonora, en unidad de bloques, en sonido y pericia individual. Una joya de orquesta.
Y dos joyas más mis queridos amigos. Lisa della Casa, soprano de belleza que impresiona y de voz que seduce, de timbre caluroso, que es capaz de dejarnos sin aliento en su manejo de las partes pujantes y en las casi piadosas. Una voz maravillosa que sencillamente es un ángel colocado en el lugar apropiado para dar ese punto de inflexión a la obra de Brahms. Y nuestro bien recordado Dietrich Fischer-Dieskau, barítono, quizá el mejor barítono de toda la historia, que parece profeta en su canto del mensaje de resurrección y que con su declamación perfecta nos lanza el mensaje brahmsiano de la angustia del destino. Quizá pocas veces se hayan unido semejantes transmisores de la verdad de una música como en esta mágica velada dirigida por la mano realmente portentosa de Herbert von Karajan.
En definitiva queridos amigos, les animo a deleitarse con esta hermosa música de Brahms, una música más allá de creencias particulares, una música humana, sencillamente humana. Y no se van a sentir defraudados. Están escuchando tras artistas irrepetibles y dos conjuntos musicales únicos en la historia. Y todos ellos nos dan el más bello mensajes de esperanza que puedan escuchar en una bellísima aceptación de una transición al más allá sin más que serenidad y esperanza.
Brahms
Ein deutsches Requiem
Herbert von Karajan
Orquesta Filarmónica de Viena
Singverein der Gesellschaft der Musikfreunde Wien, Dir. Reinhold Schmid
Lisa della Casa, soprano
Dietrich Fischer-Dieskau, barítono
Grabación
ORF, Festival de Salzburgo, Felsenreitschule, 22 de agosto de 1957
I. Selig sind, die da leid tragen - Ziemlich langsam
II. Denn alles Fleisch es ist wie Gras - Langsam, marschmässig
III. Herr, lehre doch mich, das ein Ende mit mir haben mus - Andante moderato
IV. Wie lieblich sind deine Wohnungen, Herr Zebaoth - Mäsig bewegt
V. Ihr habt nun Traurigkeit - Langsam
VI. Denn wir haben hie keine bleibende Statt - Moderato
VII. Selig sind die Toten, die in dem Herren sterben - Feierlich