Mis queridos amigos, esta noche estaba prevista otra entrada diferente. Dudaba entre las Sonatas para Violín y Piano de Bach y la Gran Misa de Difuntos de Berlioz. Pero visto el comentario, siempre certeros comentarios, de nuestro amigo Jose no puedo más que cambiar ese plan previsto y homenajear a su bien amado, y creo que amado por todos, Tchaikovsky. Mi querido Jose tu admiración por el gran compositor ruso es realmente admirable y sabes que compartimos buenos ratos de charla con él, menos de los que quisiera, pero buenos. Tu recordatorio del estreno de la impresionante obra que esta noche dejamos no puede por más que ser atendido como bien merece y mereces. Más adelante volveremos a la disquisición entre Bach y Berlioz y habrá lugar para ambas.
Tal día como hoy de 1893 la última sinfonía de Tchaikovsky, escrita entre febrero y finales de agosto de 1893, fue interpretada por vez primera con el propio compositor en la dirección en la Sociedad Musical Rusa de San Petersburgo justo nueve días antes de su muerte. Y realmente se merece este pequeño recordatorio.
Rebuscando en las cajas, como siempre en caótico desorden, encontré hace no mucho el disco de Ormandy y el Primer Concierto para Piano de Tchaikovsky y junto a él otros dos pequeños tesoros: Así habló Zarathustra y esta sencilla pero vital y directa Sexta Sinfonía de Tchaikovsly. Y ahí andaba entre los archivos ya preparados cuando el momento ha surgido hoy para procesarla y poder dejarla para gusto de todos los amigos de este espacio.
Y no tomen el calificativo de sencilla como algo despectivo, todo lo contrario. Es una aproximación muy en los tiempos de Mravinski aunque el maestro Ormandy adorna su recreación con algo menos de dureza confiriendo a su "Sexta" una pátina melancólica realmente sobrecogedora en su movimiento final y se recrea en la natural belleza de los motivos de Tchaikovsky para dejarnos una interpretación rápida, muy pulida, limpia que no seca, matizada en sus detalles e impecablemente traducida por los músicos de la Philadelphia Orchestra.
La obra se escucha de manera fácil y de una sóla vez, sin poder dejar de seguirla por su bello pulso impuesto, por las verdaderas maravillas que se escuchan en las cuerdas y maderas de esa fabulosa orquesta y por el devenir sabiamente plasmado en las indicaciones de Ormandy. Un devenir que tiene su culminación en un maravilloso segundo movimiento y en un no menos formidable, quizá menos angustioso que otros, pero formidable y con una indescriptible sensación de "finalidad" del último movimiento.
Una joya que espero sepan apreciar y que puedan disfrutar. Con todo el cariño para nuestro amigo Jose y por supuesto para todos los amantes de la buena música y en particular del maestro Tchaikovsky.
Tchaikovsky
Sinfonía nº 6
Eugene Ormandy
Philadelphia Orchestra
Grabación, Philadelphia, 10 de abril de 1960