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domingo, 4 de septiembre de 2011

Bruckner. Sinfonía nº 4. Karl Böhm. Orquesta Filarmónica de Viena. 1973. ¡Felicidades Maestro Bruckner!


Queridos amigos, hoy celebramos el cumpleaños del querido maestro Bruckner. Y como pequeño homenaje dejamos este precioso disco del maestro Böhm interpretando de una forma encantadora y muy sincera la preciosa Sinfonía nº 4.

Un disco clásico entre las grabaciones de las obras de Bruckner esta aproximación del maestro de  Graz siempre me ha parecido de una enorme belleza, de una emotividad algo distante que no fría y fundamentalmente de una claridad de detalles y de una calidad musical, en lo interpretativo, a cargo de la Filarmónica de Viena sin par, sencillamente única.


La interpretación de esta obra está llena de detalles musicales bellísimos. Su devenir es sencillamente precioso, sin cabalgadas alocadas que no llevan a punto alguno más que a un aumento sin sentido de la intensidad sonora; desmenuzado en los más pequeños detalles por la genial batuta de Böhm que logra extraer de todo el conjunto de la orquesta un empaste, una unidad y un sonido increíblemente bello así como de todos y cada uno de los solistas de la misma un virtuosismo y unos matices sonoros espectaculares. Es como si realizara una disección artística de la obra, una disección de artesano no una autopsia sino una taxidermia preciosa y llena de vida.

La maestría de Böhm, formado en las fuentes clásica de la dirección, y su dominio de la obra de Mozart o Strauss está intachablemente traspasada a la lectura de la obra de Bruckner. La traduce como un todo musical con un sentido humano y espiritual. La sutileza de la composición instrumental de Bruckner está fantásticamente expuesta, mostrada en sus más bellos detalles que son maravillosamente revelados con una magia, una claridad y una belleza sonora espectacular. Un ejemplo de claridad de ideas y de sentido que podemos apreciar en su máximo esplendor en el genial último movimiento, pleno de belleza, de sentimiento, de detalle, de claridad, de impulsividad mantenida, de perfección sonora.


La Orquesta Filarmónica de Viena de nuevo nos brinda una demostración de calidad orquestal, instrumental y técnica y nos seduce con su sonoridad exquisita. Un instrumento que en manos de "su director" se entrega a la interpretación de la obra bruckneriana sin remilgos, con corazón y alma. Nos deja en los oídos su exquisitez sonora, única e inigualable, su calidad y su belleza sensual y emotiva. Una verdadera maravilla.

Les dejo este bello disco con el ánimo convencido de que disfrutarán de esta bellísima música y de la maravillosa aproximación del maestro Böhm. Un gran disco.

Bruckner
Sinfonía nº 4
Karl Böhm
Orquesta Filarmónica de Viena
Grabación: Viena, 19 de noviembre de 1973
Versión de 1886 (sobre la versión de 1878/80), Edición Leopold Nowak de 1953








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domingo, 28 de agosto de 2011

J. S. Bach. Conciertos para Piano y Orquesta nº 1 al nº 5 y nº 7. Glenn Gould. Leonard Bernstein. Vladimir Golschmann. Orquesta Sinfónica Columbia. 1957 al 1969.


Queridos amigos tras unos días apartado del blog por motivos de descanso, unas pequeñas vacaciones tras la primera semana de reincorporación al trabajo, volvemos para dejar esta entrada, creo que muy bella, dedicada al genial Gould y a su interpretación de los Conciertos para Piano de su amado Bach.

Es un disco para saborear, disfrutar y paladear. Un disco para poder relajarse e introducirse de pleno en un mundo de sensaciones placenteras y maravillosas. Sensibilidad, paz, sosiego, relajación, libertad emocional y sentimiento puro.

El Concierto para Piano nº 1 era una de las obras preferidas de Gould, un caballo de batalla en sus giras (poco numerosas) europeas donde lo interpretó en Rusia, Salzburgo, Berlín y Lucerna. Fue el concierto que acoplado al Concierto nº 2 de Beethoven formó el primer disco de conciertos grabado por Gould y presentado por la Columbia con el acompañamiento en la dirección de Bernstein y la Columbia Symphony Orchestra. 

Columbia estaba encantada con los resultados del disco y deseosa de realizar cuanto antes posible una integral de los mismos. El camino hacia la misma se retoma un año después en 1958 con un disco que reunió dos nuevas grabaciones de Gould: el Concierto nº 1 de Beethoven y el nº 5 de Bach. Pero llegados a este punto Gould se "aparta" del proyecto hasta el año 1967 en el que retoma las grabaciones de los conciertos de Bach.

En los comentarios del CD se intenta abordar este tema del retraso temporal en el proyecto y se abordan algunos aspectos que se pudieran considerar significativos.

Por un lado el propio Gould manifiesta que su intención fundamental era contar con la Filarmónica de New York para realizar las grabaciones. El propio Gould había comenzado a intervenir activamente, a principios de los años sesenta, en las grabaciones de sus discos en el aspecto técnico de las mezclas, las ediciones y las cuestiones propias de las sesiones de grabación. Y su meticulosidad con respecto a los resultados finales comenzaba a ser "legendaria". Las sesiones de grabación hubieran sido demasiado numerosas para que económicamente hubieran sido rentables y posibles. Sin embargo no parece ser este el motivo fundamental del retraso pues la Columbia hubiera podido conseguir lo necesario y lo que hubiera necesitado Gould para grabar cuanto y como quisiera. Era su estrella y eran sus orquestas.


La elección del director es otro punto que se aborda en los comentarios del disco. Vladimir Golschmann era uno de los directores preferidos de Gould y Golschmann apreciaba y deseaba trabajar junto a Gould. Era un maestro de sólida formación, un maestro además de tradición. Adoraba trabajar en estudio con Gould, su compenetración era perfecta y la meticulosidad de Gould no exacerbaba los ánimos del maestro Golschmann que siempre se encontraba dispuesto a matizar detalles, pulir imperfecciones y además a la hora de la creación musical facilitaba siempre seguir la dirección marcada por la idea musical de Gould. Su muerte en 1972 fue quizá uno de los motivos principales que impidieron culminar un proyecto que hubiera sido maravilloso. Gould no quiso, o no pudo, decidirse a contar con otro director para culminar el proyecto. Quedó pendiente grabar el Concierto nº 6 y realizar un nueva grabación estéreo del nº 1 previamente grabado con Bernstein (la idea de realizar a distancia y en partes separadas la grabación de este último junto a Karajan no se llevó finalmente a cabo).


Finalmente se aporta la idea global del concepto musical de Gould acerca de las obras concertantes para orquesta y piano. Poco a poco Gould se fue apartando de la participación en grabaciones de conciertos. No quería participar en "la competición piano-orquesta" que según sus ideas representaban los conciertos. Sus ideas puritanas que parten de su educación infantil y familiar posiblemente le ayudaron a su retirada definitiva de la vida pública. La lucha entre el placer del solista famoso y su moral particular que le impedía ser partícipe de esa actividad contraria a su concepción no se resolvió hasta su retirada. 

Amén de todas estas apreciaciones sobre el devenir de estas grabaciones, queda indicar que son una verdadera maravilla musical. Uno de los discos más bellos que he tenido el placer de escuchar.

Reconozco nuevamente que el piano de Gould me fascina. Me atrapó en su día con las Variaciones y fue una prisión permanente. No puedo entrar a valorar las diferencias técnicas, interpretativas o de forma con otros pianistas. No puedo y además no sabría hacerlo. Es más no me ha gustado nunca, y con los años menos, la comparativa o la valoración. Considero que cualquier artista tiene valor por el simple hecho de tener la capacidad de expresar algo a través de su arte. ¿Cómo voy a decir yo tal o cual cosa sobre la idea de una persona o la forma de expresarla? 

Gould tiene un algo que fascina o te desagrada. A mí, me fascina. Y uno de los ejemplos más bonitos de esa fascinación es este conjunto de conciertos de Bach que, preciosos ya por ellos mismos, se engalanan además con un piano poseedor de una sonoridad muy particular y se embellecen con el concepto musical de un gran artista. El Concierto nº 1 siempre me ha producido un placer indescriptible. El nº 3 es una verdadera maravilla. El nº 5 es de una profundidad espiritual enorme. En resumen todos ellos son obras de arte capaces de transformar tu ánimo y llegar a tu corazón de forma tan directa y sencilla que resulta extraordinario que se pueda lograr esa transformación sentimental y anímica con la escucha de esta música.

El piano resuena de forma permanente en tu cabeza, se introduce en ti de forma profunda, no deja de conmoverte, tus oídos están permanentemente maravillados por todos y cada uno de los sonidos que percibe. La belleza del conjunto orquestal es tan sublime como la del propio instrumento solista, no está de lado, está con él. Es mágica y emocionalmente única.

La sensibilidad de Gould en la interpretación de las obras me ha parecido siempre excepcional, fuera de lo común, maravillosa, íntima, profunda y verdaderamente sentida. En estos conciertos hay momentos en que la pulsación de muchas de las notas por los dedos de Gould desencadenan automáticamente en mí corazón un sentimiento tan profundo de emoción que hace aflorar en mis mejillas unas lagrimillas de alegría y de serenidad intensa e íntima que no puedo controlar. 

Les recomiendo encarecidamente su escucha. Se deleitarán con una música excepcionalmente bella en las manos de un verdadero genio de la interpretación del piano. Esencia pura de placer musical y de belleza. Expresión de arte sublime en la forma de una música maravillosa.


J. S. Bach
Conciertos para Piano nº 1, nº 2, nº 3, nº 4, nº 5 y nº 7 (BWV 1052-1056 y 1058)

Glenn Gould
Orquesta sinfónica Columbia
Vladimir Golschmann
Leonard Bernstein (nº 1)

Grabaciones: 
nº 1 - 30th Street Studio, New York City, 11 y 30 de abril de 1957
nº 2 - 30th Street Studio, New York City, 10 y 12 de febrero de 1969
nº 3 - 30th Street Studio, New York City, 2 de mayo de 1967
nº 4 - 30th Street Studio, New York City, 11 y 12 de febrero de 1969
nº 5 - 30th Street Studio, New York City, 1 de mayo de 1958
nº 7 - 30th Street Studio, New York City, 4 de mayo de 1967












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domingo, 21 de agosto de 2011

Enrique Granados. Danzas Españolas. Versión Orquestal de Rafael Ferrer. Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Salvador Brotons. 2000.


Queridos amigos, hace no muchos días, celebrando el aniversario del nacimiento del magnífico compositor español Enrique Granados, dejamos una maravillosa entrada de parte de su obra pianística entre la que destacaba las Doce Danzas Españolas interpretadas magistralmente por la exímia Alicia de Larrocha.

Sin pretender ser pesado, no he podido resistir la tentación de mostrar esta noche el precioso disco que dejamos. Una interpretación maravillosa de la buenísima adaptación orquestal de las Doce Danzas Españolas realizadas por Rafael Ferrer y que son traducidas bajo la maravillosa batuta de Salvador Brotons por los músicos de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña.


Las Doce Danzas Españolas, una de las músicas más populares de Granados, tienen una traducción hermosísima en esta aproximación orquestal, se mantienen sin amaneramientos regionalistas, se traslada la esencia de la música original de piano a las enormes posibilidades tímbricas y coloristas de la orquesta y sigue siendo una sencillamente música poética y viva. Sus orígenes pianísticos datan según las fuentes de su estancia en París y su vuelta a Barcelona cuando vieron la forma definitiva. Hablamos de un periodo de años entre 1883 y 1890. 


Obras con una inspiración en temas nacionales que no nacionalistas tienen amplia base en temas populares y una también amplia cobertura por un lenguaje romántico y europeo. Si bien muchos críticos no las consideran una gran obra, lo cierto y verdad es que su facil musicalidad, su expresividad directa y limpia, su elegancia y su magnífica finura y belleza las hacen piezas maravillosas de música.

El resumen más o menos aceptado de las danzas es el que sigue:

  • Danza I, dedicada a su esposa. Danza muy castiza y de aires de bolero.
  • Danza II, dedicada a Julián Martí, con un cierto aire exótico, arabesco.
  • Danza III, dedicada a Joaquín Vancells, con un tono semejante a las tonadillas.
  • Danza IV, villanesca, algo más tradicional, dedicada a T. Tasso padre de una alumna.
  • Danza V, dedicada a Alfredo García Fariá, mezcla estupenda de aire melancólico y sosegado.
  • Danza VI, dedicada a D. Murillo a modo de rondalla.
  • Danza VII, en homenaje a César Cui con un estilizado aire de jota.
  • Danza VIII, (Asturiana o Sardana) es de una rítmica preciosa.
  • Danza IX, preciosa, con un maravilloso juego rítmico.
  • Danza X, dedicada a la Infanta Doña Isabel de Borbón, con un precioso y lejano recuerdo a la guitarra.
  • Danza XI, oriental en sus aires.
  • Danza XII, con aires de bolero que cierra cíclicamente el conjunto de la composición.

La versión ofrecida por la estupenda Orquesta Sinfónica de Barcelona es excepcional. Con gran detalle en la interpretación de los diíciles matices de la música, no pierde un ápice de valor al compararla con la versión original del piano. Sencillamente es un placer su audición. La calidad de la música de Granados es tan alta que el disfrute de la misma está asegurado. Si además le añadimos la preciosa adaptación del profesor Ferrer que no "desencaja" las piezas ni les quita su orientación y espíritu pianístico, podemos disfrutar de una manera extraordinaria de una de las músicas más bellas, sencillas y directas al corazón que se hayan escrito. A todo ello contribuye una dirección precisa, fresca, minuciosa, intensa y profunda de Brotons.


Espero que así lo puedan apreciar. 
Merece muy mucho la pena disfrutar de este festín musical, de esta gran música que alegra el alma, los corazones y los sentidos.


Enrique Granados
Danzas Españolas
Versión Orquestal de Rafael Ferrer
Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña
Salvador Brotons
Grabaciones: Centro Cultural de Sant Cugat del Vallés, Barcelona, 5 al 9 de septiembre de 2000





Visitar también Versión para Piano de Alicia de Larrocha aquí.

sábado, 20 de agosto de 2011

Schumann. Sinfonías nº 2 y nº 4. George Szell. Cleveland Orchestra. 1952. 1947.


Queridos amigos, dejamos esta noche otro disco maravilloso. Nueva aproximación del gran George Szell a su querido Schumann, interpretando dos de sus más queridas obras sinfónicas, las soberbias y excepcionales Sinfonías nº 2 y nº 4.

Para situarnos, estamos en la época de su primer año como Director Musical y Director Titular de la Cleveland Orchestra, en la temporada 1946/1947. Las exigencias casi fanáticas y disparatadas de Szell fueron aceptadas, al fin, por el Consejo de Administración de la Orquesta. Era la elección perfecta para volver a llevar a la Cleveland Orchestra a lo más alto del nivel musical americano y mundial. Era además una orquesta en la que Szell tenía el ojo puesto: un instrumento de calidad, con tradición y esencia, aunque "tenía un pero" y este era que necesitaba orden y disciplina. Habían pasado por años muy duros durante la Segunda Guerra Mundial, con numerosos cambios en la plantilla y llenos de un sinfín de ida y venidas de directores de medio nivel que no habían logrado mantener a la orquesta en lo más alto. También fue parte de la estrategia de Szell de "desequilibrar" a sus posibles adversarios, previos y futuros, que optaban al codiciado puesto. 

En estas circunstancias y temporalidad se desarrollan las grabaciones aquí presentadas, una de ellas justo en esa temporada y la otra pocos años después. Y con uno de sus compositores preferidos: Schumann.


El disco presenta una soberbia aproximación de Szell a una Sinfonía nº 4 particularmente estimada por el maestro. La grabación se realiza en los inicios de la época citada y con la nueva forma de trabajar de Szell con la orquesta. Sesiones preparatorias consistentes en ensayos extenuantes y repetitivos hasta alcanzar la perfección para la presentación en concierto y a continuación sesión de grabación. El método fue productivo en cantidad y en calidad. Gracias a él comenzó a forjarse la nueva leyenda de la Cleveland Orchestra, la más europea de las orquestas de Norteamérica. El disco presentado por Columbia en mono tuvo un éxito enorme. Posteriormente Szell grabaría en dos ocasiones más con Cleveland la obra, en ambas ocasiones en estéreo, concretamente en los años 1955 y 1960 (esta última fue la edición elegida para la famosísima Integral de EPIC-Columbia).

Esta primera aproximación de 1947 es una verdadera maravilla. Es notable como se aprecian muy pocas diferencias en el planteamiento de Szell si se compara con sus aproximaciones futuras. Precisión, sequedad que no frialdad, manejo excelente de las cuerdas de la orquesta, metales y maderas meticulosamente preparados y presentados, dinamismo absolutamente increíble, brillantez orquestal extraordinaria, tímbrica y colorido excepcionales, energía y vitalidad a flor de piel. La toma mono es de una calidad soberbia y se puede disfrutar de forma fantástica de una obra preciosa y maravillosamente interpretada.


Pasan unos años y concretamente en 1952, Szell decide llevar al disco otra de sus preferidas Sinfonías de Schumann: la Segunda. El registro se realiza de nuevo en mono para Columbia y resulta una grabación exquisita, brillante, hermosísima, plena de vitalidad, musicalidad, hermosura, ternura, belleza, fuerza, impulso y energía. 

Con un manejo extraordinario de todos los atriles y de todo el conjunto orquestal logra una intensísima interpretación de esta bella Segunda Sinfonía. Llena de matices sabiamente expuestos a la luz, destaca el calor humano de la obra, su combinación perfecta de fuego y calma, su turbulencia anímica perfectamente puesta de manifiesto sin que llegue a arremolinarse en nuestros oídos, sus temperamentos cambiantes finamente desarrollados y matizados. Todo ello logrado además con un rigor orquestal sin par, con una orquesta sensacional en su respuesta individual y de conjunto, de una sonoridad bellísima, compactada, muy equilibrada, contenida y lanzada según la necesidad del espíritu musical de Schumann. Una verdadera maravilla de interpretación.


Les dejo con todo el cariño este precioso disco del gran Szell, con la bellísima música de Schumann. Un disco fuente de belleza musical y ejemplo maravilloso de cómo un músico que veneraba a otro músico se entrega a la música del segundo para recrearla con amor, pasión y belleza. Que lo disfruten.


Schumann
Sinfonías nº 2 y nº 4
George Szell
Cleveland Orchestra
Grabaciones: 
Sinfonía nº 2, 28 de noviembre de 1952
Sinfonía nº 4, 26 de noviembre de 1947
Severance Hall, Cleveland, Ohio










viernes, 19 de agosto de 2011

Tchaikovsky. Sinfonía nº 4. Celibidache. Münchner Philharmoniker. 1988.


Queridos amigos, dejamos esta noche una pequeña joya musical del maestro Celibidache. Una aproximación en vivo y extraordinaria a la bellísima Sinfonía nº 4 de Tchaikovsky.

La música de Tchaikovsky siempre ha sido plato de buen gusto para el genio de Celibidache. Quizá, al menos desde mi punto de vista, sus últimas aproximaciones recogidas en la Edición Oficial de EMI pecan de un exceso de "pesadez" o dicho de otra manera, los tempos del último Celibidache que tan excepcionalmente se armonizan con la música de Bruckner o  incluso Brahms o Beethoven, resultan algo menos adaptados a la música de Tchaikovsky. Esto no quiere decir que esas interpretaciones recogidas en EMI no sean maravillas sonoras, pero para mi gusto no encajan tan bien, como otras, con la elección de la dinámica y el ritmo que les impone Celi.

Esta primera entrega de varios conciertos en vivo de Celibidache interpretando a Tchaikovsky tienen algo más de frescura, de dinamismo, de vida interna, de intensidad dramática y emotiva. Y mantienen el altísimo nivel de la Münchner Philharmoniker tanto en su belleza sonora, en su calidad técnica y en su perfecta conjunción con la visión musical del maestro rumano. 


Se percibe de inmediato la nobleza, la intensidad, la pasión, el dramatismo, la emoción y la profundidad de la música. El manejo del total de la orquesta es asombroso, detalladado, sublime en sus dinámicas, excepcional en la agrupación de cuerdas, sensacionales, riquísimo en el colorido, perfecto en las dinámicas y en los timbres y coloridos. Una verdadera maravilla de aproximación a una música extraordinariamente viva, exultante, de impaciente serenidad.

Ya indicábamos en anteriores entradas dedicadas a esta obra que en la época compositiva de la Cuarta Sinfonía, de 1877 a 1878, el compositor atravesaba una grave crisis emocional y nerviosa a consecuencia de un matrimonio forzado como si fuera una obligación moral. A la par descubre una vía compositiva absolutamente libre y ansiada por él mismo gracias a la generosidad económica y al apoyo anímico de su mecenas Nadejda von Meck. A ella dedicó la obra estrenada públicamente en Moscú el 22 de febrero de 1878 bajo la dirección de N. Rubinstein. Que la obra refleje en su recorrido los diversos estados anímicos del compositor, pasados y presentes y sus anhelos futuros no es nada extraño.


Lo maravilloso, que no extraño, es la sensacional forma de reflejar la música de esta genial obra que tiene Celibidache. Es de una grandeza inconmensurable, de una altura soberbia, de una calidad musical enorme. No sólo percibimos belleza sonora sino que asistimos a un devenir maravilloso de la obra, llevado con un firme pulso nada vacilante pero muy bien modulado, en un juego de maestría en el arte de "conducir" la música hacia el destino deseado. Absolutamente soberbio.

Espero que disfruten de este hermosísimo y singular disco. Es una verdadera joya musical, un regalo para los sentidos, la pasión, el corazón y el alma.


Tchaikovsky
Sinfonía nº 4

Celibidache
Münchner Philharmoniker

Munich, 1988, (posiblemente la fecha exacta es 30 de septiembre de 1988)
(En la carátula de contenido que va en el archivo la fecha es errónea y tiene además algunos fallos de edición ya que consultada la discografía, la correcta es la modificada y aquí presentada en esta entrada, 30 de septiembre de 1988)







Visitar también la Sinfonía nº 5 del mismo CD aquí.
Visitar el Concierto para Piano nº 1 con Barenboim aquí.