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martes, 24 de septiembre de 2013

Feliz Cumpleaños mi querido Maestro Gould. Brahms. Concierto para Piano nº 1. Leonard Bernstein. Orquesta Filarmónica de New York. 1962.


Mis queridos amigos hoy quisiera celebrar con todos vosotros el cumpleaños de un enorme artista, un músico que me ha hecho disfrutar como pocos de la música, del piano en particular, de Bach y un poquito más allá de sus concepciones acerca del acto musical en sí mismo. 

Y que mejor manera de hacerlo que con este disco, un disco ya histórico en la fonografía, un disco del que mucho se ha hablado y que en su momento levantó muchas controversias. Hoy con el paso de los años se ve en la distancia como un acto musical más, poco habitual entonces, pero que no pasa de ser el reflejo de un momento histórico curioso y ejemplo de la bondad de la música al hermanar personalidades, puntos de vista, ideas y concepciones dispares permitiendo que a través de ella se pueda lanzar una visión armonizada de un acto cualquiera, en este caso un acto interpretativo musical.

Muchas críticas generó en su momento la alocución previa al concierto de Bernstein, generalmente críticas torticeras y malintencionadas que no supieron entender el valor del fenómeno musical al que asistieron. Qué cosa más bella el acoplamiento, el respeto, el placer de colaborar, la capacidad de adaptación de dos personalidades, intensas personalidades, musicales cuyo fin final fue ofrecer al público lo que consideraron era un deber por la fuerza, la variedad de matices, las elecciones de fraseo, las articulaciones y los detalles que un pianista quiso "imponer" (en el mejor sentido positivo de esta palabra) en la total creencia que era la idea adecuada al momento interpretativo que ofrecería. Y qué enorme gesto de personalidad el de Lenny al adaptar su también intensa personalidad y su concepción de la obra a una exploración nueva que se le ofrecía por alguien a quien respetaba y admiraba y del que siempre aprendía.


Un verdadero manjar musical, con todas las reservas que se puedan encontrar en una interpretación realmente poco "ortodoxa" del magno concierto brahmsiano, una delicia que permite apreciar el arte inconmensurable de un pianista como pocos han existido y el de un director que pese a todas las críticas supo hacer una "Música" adecuada a cada momento. Y en aquel momento que deberíamos escuchar sin reparos previos, con alma abierta y oídos nuevos, en aquel momento había fascinación por la aproximación novedosa de Gould, había expectación por sentir las ideas que aportaría Gould a su Brahms, porque como el propio Lenny decía cada interpretación de Gould era un momento que emanaba frescura, que convencía poderosamente y del que se aprendía más y más cuanto más te acercabas a él.


Y en este Gould nos vamos a encontrar con un Brahms que se calificó por mucho tiempo de lento pero un Brahms espectacular, realmente de una técnica insuperable, de una enorme fuerza imaginativa, pleno de detalles líricos y encantadores, intuitivo y fresco, enmarcado todo él por una idea de unidad global de la interpretación impulsada desde el piano. Una concepción que es fielmente seguida por una batuta plegada a la idea y a la intención innovadora de Gould y que sabiamente conduce a la orquesta por los caminos pensados en la mente siempre inquieta de Gould. Hay tempis lentos pero intensos y sabiamente puestos de manifiesto en beneficio del desarrollo global, hay seguridad, intensidad y pasión, hay matización técnica y colorido precioso.


Espero que puedan disfrutar de este precioso disco que encierra un maravilloso concierto, espero que aprecien el talento de Lenny y de la Orquesta de New York y espero de todo corazón que disfruten de ese piano tan bello, particular y sincero de Gould.

Felicidades Glenn. 
Seguirás siendo por siempre un genio.



Brahms
Concierto Piano nº 1
Leonard Bernstein
Glenn Gould
Orquesta Filarmónica de New York
Grabación, Carnegie Hall, 6 de abril de 1962, grabación de la emisión de radio de la Orquesta Filarmónica de New York











sábado, 21 de septiembre de 2013

Beethoven. Sinfonía nº 9. Ode an die Freiheit "Libertad". Bernstein. Varias Orquestas y Coros. 25 de diciembre de 1989.


Mis queridos amigos hoy la entrada va a ser muy cortita.

Sencillamente tenía el placer de escuchar el precioso disco con la grabación de un momento histórico y musical ojalá irrepetible que no es sino la soberbia grabación de la Novena Sinfonía de Beethoven en manos de mi querido Bernstein con ocasión de las celebraciones por la caída del muro de Berlín. 

Tenía ganas de Beethoven, tenía ganas de sentir pasión, belleza, fuerza, emoción, energía.

Tenía ganas de vida.

El Muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Bernstein aceptó el hermoso ofrecimiento de Justus Frantz para dar dos conciertos a ambos lados del muro con la Novena Sinfonía de Beethoven como obra elegida.


Se interpretaron con instrumentistas y cantantes de varios países diferentes que formaron parte de los dos bandos enfrentados en la II Guerra Mundial y en los sucesivos años de postguerra (manía muy propia del ser humano esta de establecer diferencias y separaciones). A los miembros de la Orquesta de la Radio de Baviera se le sumaron miembros de la Staatskapelle Dresden, la Orquesta del Teatro Kirov de Leningrado, la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Nueva York y la Orquesta de París. Los coros eran los de la Radio de Baviera, la Radio de Berlín DDR y el Coro de Niños de la Filarmónica de Dresde. Los solistas eran June Anderson (soprano, americana), Sarah Walker (mezzo, británica), Klaus König (tenor, alemán) y Jan-Hendrik Rootering (bajo, holandés).

El primero de los dos conciertos, que se celebró en Berlín del Oeste, terminó a la medianoche 23 de diciembre, en el mismo momento que el Muro de Berlín se convirtió en algo permanente y totalmente abierto, y el segundo tuvo lugar dos días después, en la mañana de Navidad, en el este de Berlín.

Es este concierto del día de Navidad de 1989 en el Schauspielhaus del antiguo Berlín Este el recogido en este disco y fue transmitido a todo el mundo (al igual que el de la noche del 23) y disfrutado por la multitud de personas, felices y realmente libres, que se agolpaban en la plaza exterior del Schauspielhaus y a la largo y ancho de ambos lados de Berlín (hermosísimo el recuerdo de la Puerta de Brandemburgo).


Un momento único e irrepetible de reconciliación, paz, alegría, júbilo y esperanza. Precioso detalle el de Bernstein de cambiar la palabra de Schiller "Freude" ("Alegría") por "Freiheit" ("Libertad") de manera que el excepcional y majestuoso cuarto movimiento de la sinfonía se convirtió en un "Himno a la Libertad".

Un Bernstein que da lo máximo de su pasión, un Bernstein ya enfermo y muy cansado pero un Bernstein que adoraba esta música y sabía el significado que el acto que recreaba tenía para la humanidad. Un Bernstein que nos conduce de manera pausada a través de la hermosa música de Beethoven, insuflando en ella su pasión y su alma, dándole un significado aún más humano del que ya posee. Lento y cansado sí, pero sabio y emotivo como nunca.


Nada más quiero añadir. Simplemente disfruten de la hermosura y del profundo sentimiento que está en esta irrepetible obra.

Que Beethoven les llene de alegría, amor, humanidad y libertad.


Beethoven
Sinfonía nº 9
Ode an die Freiheit 

Leonard Bernstein
June Anderson, soprano
Sarah Walker, mezzosoprano
Klaus König, tenor
Jan-Hendrik Rootering, bajo

Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera
Miembros de las Orquestas del Teatro Kirov de Leningrado, Staatskapelle Dresden, Sinfónica de Londres, Filarmónica de New York y Orquesta de París

Coro de la Radio de Baviera
Miembros del Coro de la Radio de Berlín DDR
Kinderchor der Philharmonie de Dresden
Director: Wolfgang Seeliger

Grabación en vivo del 25 de diciembre de 1989, Schauspielhaus, Berlín, DDR










martes, 17 de septiembre de 2013

Liszt. Los Preludios. Ravel. Concierto para Piano para la Mano Izquierda. Brahms. Sinfonía nº 1. Celibidache. Orquesta Sinfónica de Viena. 1952.


Mis queridos amigos, hace días ya que quería dejar el disco que hoy, al fin, puedo proponeros para una escucha que presumo realmente maravillosa. Es difícil resistirse ante una grabación del maestro Celibidache y este disco no va a ser algo fuera de la norma: es sencillamente un monumento musical y artístico. Y lo es por la belleza propia de las obras ofrecidas, por los intérpretes de las mismas (Casadesus, Sinfónica de Viena, Celibidache) y por la preciosa grabación que se ofrece, con ese sonido tan bello, monoaural pero de enorme calidad, evocador de un pasado realmente irrepetible.

No voy a extenderme mucho en los comentarios acerca de las obras presentadas pero sí quería hacer una mención especial a la Sinfonía de Brahms. Me parece una de las más hermosas grabaciones que haya tenido el placer de escuchar. Y no es dejar de lado a las otras dos excelsas interpretaciones ofrecidas, unos Preludios absolutamente soberbios y un precioso e impactante Concierto de Ravel, pero no puedo más que manifestar mi enorme sorpresa y el placer absoluto que me ha producido la obra de nuestro querido "barbudo".

El disco nos deja un bello ejemplo de la colaboración estrecha por aquellos años del joven maestro con la, no se me ofenda nadie, segunda orquesta vienesa y según la información del propio disco es quizá el único testimonio grabado de dicha colaboración. Una colaboración que se establece fundamentalmente a partir de la "salida" de escena de Celibidache de las actividades musicales enmarcadas en lo que podíamos denominar "ámbito" Karajan. Y una colaboración en la que se programaron amén de obras clásicas una gran variedad de composiciones modernas de la época (Hindemith, Shostakovich, Stephan, Uhl o Ravel). La grabación procede de las fuentes de la Radio austriaca RWR fundada tras la ocupación aliada posterior a la II Guerra Mundial y tiene una calidad como antes les decía enorme (cada día me apasionan más las grabaciones antiguas, tienen un algo especial que las hace verdaderas delicias sonoras).


Los Preludios de Liszt puede considerarse quizá como el más valorado y conocido de los poemas sinfónicos compuestos por Franz Liszt. Su composición data de 1848 durante su periodo en Weimar y fue dirigida por el propio Liszt el día de su estreno el 23 de febrero de 1854 en un concierto en el Hoftheater de Weimar. Es una obra realmente impactante por su enorme fuerza, su poder de seducción, su intensidad y su capacidad de emocionar. En la interpretación ofrecida por el maestro Celibidache podrán apreciar todas esas cualidades y realmente sentir la enorme fuerza de la música de Liszt.

Como podrán de la misma manera disfrutar de la maravillosa composición que es ese Concierto para la Mano Izquierda de Ravel, verdadero prodigio rítmico, sonoro y musical ejemplo de la habilidad compositiva de Ravel, de su forma mágica de sorprender con sus sonoridades y de jugar con los contrastes entre orquesta y piano. Un juego de virtuosismo solista, de enfrentamientos musicales orquesta-solista, de variedad rítmica, de contrastes emocionales. Una verdadera maravilla que además en esta ocasión está servida de la mano de uno de los mayores intérpretes de la obra, el genial Robert Casadesus, quizá el pianista que mejor supo comprender y de dar valor a esta preciosa composición de su compatriota.

Casadesus

La obra fue estrenada en Viena el 5 de enero de 1932, con Paul Wittgenstein (el destinatario del concierto) en el piano y Robert Heger dirigiendo a la Sinfónica de Viena y la primera interpretación en Francia tuvo lugar el 17 de enero de 1933 con la Orquesta Sinfónica de París, Wittgenstein al piano y Roger Désormiere en la dirección. Más adelante tuvo lugar un podemos decir "nuevo estreno" francés el 19 de marzo de 1937 en presencia de Ravel siendo solista Jacques Février y director Charles Munch

Es comentario general que las relaciones entre Ravel y Wittgenstein se enrarecieron a consecuencia de cambios que el propio pianista introdujo en sus interpretaciones de la obra y que parece ser que se suavizaron algo con una vuelta atrás del mismo sobre dichos cambios aunque también se indica en algunos lugares que Ravel no estuvo contento con la calidad interpretativa de Wittgenstein. Sea como fuera la realidad es que estamos ante una verdadera obra de arte, realmente deliciosa, intensa y bella.

Wittgenstein

Y llegados a este punto retomamos los comentarios iniciales de esta entrada. Brahms y su Primera Sinfonía. Celibidache en la dirección. Reconozco mi debilidad por el maestro rumano. A partir de aquí juzguen ustedes la recreación de esta inconmensurable obra. A mi modesto entender como les indicaba antes es una de las más hermosas que haya tenido el placer de degustar.

Una inmensa belleza por todos los poros de la interpretación. Frescura, emotividad, discurso bien organizado, exposición precisa, exacta pero libre de ataduras y manierismos. Una paleta de colores bellísima, una pulcritud en las matizaciones realmente sorprendente, un juego instrumental precioso que parece exprimido con la suavidad de quien está creando un néctar para dioses. Detalles de construcción que se paladean conforme van surgiendo de la orquesta vienesa que, es justo hacerlo, suena realmente preciosa.

No tengo palabras que tengan capacidad de expresarles la emoción que me produce su escucha. Simplemente les ruego que disfruten de su escucha, que se entreguen a la belleza de esta maravillosa música de Brahms, una de las más hermosas sinfonías jamás compuesta, y que se dejen llevar de la mano de un maestro que cuando está "de dulce" produce verdaderas ambrosías musicales.

Que disfruten del disco mis queridos amigos.


Liszt - Ravel - Brahms - Celibidache - Orquesta Sinfónica de Viena

Liszt, Los Preludios
Ravel, Concierto para la Mano Izquierda
Brahms, Sinfonía nº 1

Sergiu Celibidache
Orquesta Sinfónica de Viena
Robert Casadesus, piano

Grabación
Viena, Konzerthaus, Grosser Saal, 30 de octubre de 1952










domingo, 8 de septiembre de 2013

Dvorak. Sinfonías nº 7 y nº 9. Rafael Kubelik. Orquesta Filarmónica de Viena. 1956. ¡Felicidades Maestro Dvořák!



Queridos amigos dejamos esta noche este hermoso disco para celebrar el aniversario del nacimiento del gran músico Antonín Dvořák un día como el de hoy del año 1841. Y lo hacemos con la satisfacción que su reciente audición me ha producido y que me gustaría compartir con todos ustedes.

Un disco realmente soberbio, de una calidad musical extraordinaria, de un sonido precioso y con la participación de dos personalidades de una altura incuestionable: Rafael Kubelík y la siempre ensalzada (y con justicia) Orquesta Filarmónica de Viena.

La Sinfonía nº 7 de Dvořák es una de las más hermosas obras sinfónicas del compositor checo. Una obra turbulenta, agitada, llena de vitalidad y energía. Realizada por encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres con motivo de la designación del maestro como miembro de honor de la misma fue estrenada el 22 de abril de 1885 en una brillante representación en el St James’s Hall de Londres dirigida por el propio compositor.

Es una obra de extraordinaria belleza y plagada de significado personal para el propio compositor (el citado nombramiento, su pasión por el ferrocarril, la pasión y la fuerza del pueblo checo y del propio autor en sus ideales de cambio y lucha, las circunstancias familiares negativas de sus últimos años, etc. Todas esas sensaciones y vivencias quedan reflejadas en la obra, en su impactante fuerza y dinamismo, en su energía, en su sensibilidad y contundencia sonora. Una verdadera obra de arte.




La Sinfonía nº 9, la más conocida de Dvořák, es de todos conocido representa la obra sinfónica del maestro de forma universal. Y no es para menos. De un encanto y de una belleza sonora realmente sensacionales no podemos más que rendirnos ante ella. La obra fue compuesta por Dvořák entre el 10 de enero y el 24 de mayo de 1893 y se estrenó el 15 de diciembre del mismo año en el Carnegie Hall de Nueva York bajo la batuta de Anton Seidl dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de la ciudad. El éxito fue inmediato y espectacular.

Según palabras del propio autor: "...he escrito temas originales que incorporan las peculiaridades de la música indígena y usando estos temas como sujetos, los he desarrollado con todos los recursos del ritmo, el contrapunto y el color orquestal modernos". Independientemente de su valor como obra que intenta reflejar los matices de una naciente música norteamericana, en la que el compositor estaba muy interesado, es necesario considerarla como obra que no deja de lado los orígenes europeos del compositor teniendo mucho en común con los valores musicales de la música tradicional de Bohemia.

Espero mis queridos amigos que disfruten de estas dos preciosas sinfonías realmente bellas en las manos de Rafael Kubelík dirigiendo a una Filarmónica de Viena que vuelve a sorprender por su precioso sonido, la belleza de sus cuerdas, la encantadora sonoridad de sus maderas, su precisión global, su energía y su plasticidad. Todo ello llevado de manera realmente fantástica por una batuta ágil, precisa, nada ñoña, fresca, rica en matices, de portentoso dinamismo y de energía que sale del alma. No podía ser menos si hablamos de la mano de Kubelík.

Y un detalle final, detalle de enorme valor, ¡qué sonido más extraordinario! Sencillamente bellísimo.




Dvořák
Sinfonías nº 7 y nº 9

Rafael Kubelik
Orquesta Filarmónica de Viena

Grabación:
Viena, Sofiensaal, 1 y 3 de octubre de 1956














viernes, 6 de septiembre de 2013

Mahler. Sinfonía nº 9. Gustavo Dudamel. Orquesta Filarmónica de los Ángeles. 2012.


Mis queridos amigos, quiero dejar esta noche para completo disfrute de todos ustedes este maravilloso disco de Gustavo Dudamel con su aproximación a una de las obras musicales más emocionalmente intensas jamás escritas, esa obra magna e inagotable que es la Novena Sinfonía de Mahler.

El artículo va a ser particularmente breve, unas simples pinceladas, un pequeñísimo resumen histórico, una opinión personal más basada en la pasión que en el conocimiento y una sencilla y pobre traslación emocional con destinatario. Me lo permitirán así mis queridos amigos.

He respetado desde el inicio a Gustavo Dudamel. Y la escucha de este disco no hace sino aumentar mi respeto hacia él. Creo es no ya una promesa sino una verdadera figura de carácter internacional y de un prestigio sorprendente a lo que le suma su carácter, su profesionalidad y su enorme talento para hacer música. Su interpretación de esta dificilísima obra de Mahler es de un nivel altísimo, de una calidad superior y de un valor testimonial realmente sorprendente para una interpretación del siglo XXI. Realmente soberbio, mágico, dominante de los secretos íntimos de esta música celestial.

La Novena Sinfonía de Mahler podemos reseñarla de manera muy breve en dos párrafos:

Historia:

Primera Interpretación el 26 de junio de 1912, Viena, Bruno Walter.
Edición de julio de 1912, Universal Edition.


Movimientos:
a. Andante comodo.b. Im Tempo eines gemächlichen Ländlers, (Etwas täppisch und sehr derb).c. Rondo-Burleske (Allegro assai; Sehr trotzig).d. Adagio (sehr langsam; molto adagio).


Pero esto es muy poco, nada, para dar una imagen de su magnitud. Obra trascendente, de enorme vitalidad, cargada de emociones, de sentimientos, de pasiones y revoluciones personales, es el reflejo de un hombre genial y único como músico y como ser humano finalmente convencido y entregado a la vida. 


Mahler juega maravillosamente bien sus cartas y nos brinda un verdadero festín de sorpresas compositivas. 

Un primer movimiento realmente fantástico con una increíble alternancia anímica en su interior salpicado de fases de rotura catastrófica en su devenir y mantenida de forma mágica en una suspensión temporal alucinante.

Un segundo movimiento que es un prodigio de manejo de las danzas musicales en él contenidas, danzas grotescas, valses, danzas campesinas entremezclados y variados de forma sorpresiva pero musicalmente de un atractivo sensacional.

Un tercer movimiento intento de cohesión de un Rondó-Burleske enérgico e impulsivo en el que ya Mahler nos hace perder la precisa cohesión de la orquesta que se va disgregando de manera maravillosa hasta alcanzar la paz en forma de un precioso oasis musical de cortísima duración que se desvanece nuevamente con un continuo ir y venir de recuerdos musicales de los fragmentos anteriores. Ha elaborado algo maravilloso pero algo que parece abocar a la catástrofe sumergiéndose de nuevo en la música tempestuosa del inicio.

Y en contraste absoluto con lo anterior encadenamos ese cuarto movimiento final, esa obra maravillosa de la música universal, esa marcha lenta, a modo de himno, con una tímbrica espeluznante como un reproche a toda la música anterior de la obra. Un movimiento elaborado con una música bellísima en alternancia, en creciente intensidad emocional, apasionada intensidad emocional, y un modo de aturdimiento de los sentidos en ese desvanecimiento sublime e inacabable que lleva a su disolución final...MÁGICA.

Una música mis queridos amigos para conmover el corazón, el pensamiento y los sentimientos. Para pensar firmemente en su valor como bálsamo de nuestro ser más profundo y para dar valor a aquello que realmente lo tiene. El hombre, el mundo, la serenidad de la conciencia tranquila. Todo puede haber sido duro o fácil, bello o desagradable, sereno o agitado. Pero es en ese final cuando la aceptación de todo lo pasado se ha logrado cuando uno se siente plenamente libre por lo vivido y logrado y cuando todo lo demás carece de importancia. La lucha de sentimientos siempre es dura y sacrificada, los conflictos personales y humanos también, pero todos ellos acaban siendo aceptados para vivir en la mayor de la felicidad. Simplemente aquella que uno desea, aquella por la que uno ha sufrido y pese a quién le pese es su felicidad añorada y buscada. 

Gracias Gustavo por esta lección de música y de pasión. Gracias por esa visión tan profundamente humana. Gracias por esa sensibilidad tan exquisita. Realmente has conseguido una recreación, tú recreación, sorprendente, increíble, bellísima. (Un pequeño inciso...¡cómo hubiera disfrutado Lenny de esta interpretación!)


Y finalizo deseando a todos que disfruten a corazón abierto de esta sensacional obra y de la sensacional interpretación de Dudamel y los músicos de la Filarmónica de los Ángeles. No tiene desperdicio.

Y una notita final: dedicada a alguien especial, a una persona simplemente buena. Tu recorrido te llevará a esa paz final en la que sencillamente lo anterior no será sino una ventana abierta a un mundo que cerarrás para abrir una nueva que en suave silencio y sin estridencias te dará la verdadera muestra de los que es el valor del ser humano y tu valor propio y que al igual que ese final de Mahler te permita disolver sin estridencias la belleza de tu propio mundo que no será, no puede ser menos, que el mejor y más bello que exista.



Mahler
Sinfonía nº 9
Gustavo Dudamel
Orquesta Filarmónica de Los Ángeles
Grabación: Walt Disney Concert Hall, Los Ángeles, febrero de 2012