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viernes, 6 de mayo de 2011

Brahms. Ein Deutsches Requiem. Wilhelm Furtwängler. Orquesta y Coro Filarmónicos de Estocolmo. 1948.




Poco después de iniciada la escritura de esta entada, fallecía un gran ser humano, Severiano Ballesteros. Quiero dedicar esta música a Seve. De todo corazón y con el máximo de los respetos. Dedicada a alguien excepcional.

Severiano Ballesteros. Descansa en paz.


Queridos amigos, penúltimo disco de la serie de grabaciones realizadas por Furtwängler para EMI de las grandes obras sinfónicas de Brahms. En esta ocasión esa maravillosa y monumental obra, llena de espiritualidad y profundidad sentimental, que es el Réquiem Alemán.

El Réquiem fue iniciado por Brahms en el año 1861 realizando la tarea fundamental y la finalización del mismo a partir del año 1866, coincidiendo con la muerte de su madre y de su querido y estimado Schumann. La obra se aleja en sus intenciones de lo que es una composición puramente sacra como misa de difuntos y de las connotaciones litúrgicas. De  igual forma su fundamento es más luterano que católico eludiendo en sus textos las citas habituales de las misas católicas de réquiem a un Dios que castiga, a la vida eterna, al juicio final, etc. Se coloca más en un punto medio entre oratorio y cantata con un profundo mensaje de optimismo, de esperanza, de compasión y de misericordia; una profundísima reflexión sobre la vida y la muerte usando textos bíblicos para ello y que fueron elegidos por el propio compositor a partir de las traducciones luteranas del Antiguo y Nuevo Testamento. Es una visión ligeramente diferente de la tradicional católica y se enfoca más en el dolor y los lamentos de aquellos cuyos seres queridos se han ido, que en la relación entre el destino y la muerte.


La obra tuvo un primer estreno parcial, interpretándose los tres rimeros movimientos, en Viena (con repetidos fallos del timbalista que según algunos dicen eran intencionados al ser partidario de Wagner) el 1 de diciembre de 1867 dirigido por Johann Herberck. Un segundo estreno, parcial también con seis movimientos, tuvo lugar el Viernes Santo, 10 de abril de 1868, en la Catedral de Bremen dirigido por el propio Brahms y alcanzando gran éxito. Su estreno como obra completa con los siete movimientos finales tuvo lugar en Leipzig, con la Orquesta y Coro de la Gewandhaus y Carl Reinecke en la dirección, el 18 de febrero de 1869 y se corroboró el éxito anteriormente obtenido.

Si bien, como antes indicaba, la obra de Brahms se aleja de lo tradicional en un Réquiem en el seno del catolicismo, es indudable que el fondo de la misma está pleno de esperanza y fe en un más allá de bienestar y gloria en el Señor. Se aleja de los matices pesimistas propios de las misas de difuntos habituales para ahondar más en la esperanza de un futuro en Dios.

Toda la obra es una verdadera maravilla musical. El reflejo de los sentimientos a través de la música es maravilloso; desde un inicio genial y sublime con la aceptación de la muerte con dolor pero con esperanza pasando a través de los diferentes movimientos por episodios de dolor profundo, tragedia, petición de amparo y comprensión, aceptación de la muerte con la esperanza de consuelo y anhelo de la felicidad deseada y fe en la nueva vida hasta llegar a ese final hermosísimo de paz y serenidad increíblemente retratada por Brahms, toda la obra está repleta de un melodismo sencillamente soberbio, emotivo e intensamente sosegador. Transmite paz, benevolencia, humanidad, serenidad y amor por todos y cada uno de sus costados. Es simplemente un placer poder escuchar una música tan maravillosa.

Textos






Furtwängler dirige en esta interpretación a la maravillosa Orquesta Filarmónica de Estocolmo. No es una de las rutilantes orquestas que se consideran hoy pero en aquellos años de postguerra era un instrumento maravilloso. La toma de sonido, si bien tiene algunas carencias y ese típico frito de los discos antiguos resulta más que suficiente para apreciar la calidez humana de la interpretación ofrecida y de la preciosa y emotiva dirección que realiza Futwängler.


Kerstin Lindberg-Torlind como soprano y Bernhard Sönnerstedt como barítono están sencillamente maravillosos, con una canto que surge de lo más profundo del alma y con una calidez enorme en sus intervenciones. Quizá le falte a ambos un poco de belleza vocal y en algunos puntos se hecha de menos a una Grümmer o a un Dieskau pero rápidamente olvidas tus propios prejuicios y tus costumbres auditivas (¡qué caprichoso y comodón es nuestro oído)! y si te dejas llevar al momento histórico del concierto sus actuaciones resultan conmovedoras y perfectas, bellísimas.


Kerstin Lindberg-Torlind

Bernhard Sönnerstedt


Les dejo para su disfrute este hermosísimo disco. Una nueva muestra de la visión de la obra de Brahms por el maestro Furtwängler. Una visión maravillososa y sencillamente humana del momento musical. Ojalá disfruten de ella. Merece la pena escucharla.

Brahms
Ein deutches Requiem/Un Réquiem Alemán

Wilhelm Furtwängler
Orquesta y Coro Filarmónicos de Estocolmo
Kerstin Lindberg-Torlind, soprano
Bernhard Sönnerstedt, barítono

Grabación: en vivo el 19 de noviembre de 1948, Konserthus, Estocolmo




Mp3

FLAC

Textos

Brahms. Sinfonía nº 4. Wilhelm Furtwängler. Orquesta Filarmónica de Berlín. 1948.


Continuamos con las obras sinfónicas de Brahms dirigidas por Furtwängler para el sello EMI. En esta ocasión dejamos el disco con la interpretación soberbia y extraordinaria de la Cuarta Sinfonía, obra muy querida por el gran director alemán y una de las que mejores acercamientos tuvo por parte del mismo. 

La Sinfonía nº 4 de Brahms fue compuesta en los veranos de los años 1884 y 1885 durante las vacaciones estivales del compositor en Mürzzuschlag teniendo su estreno, en manos del propio compositor, el 24 de octubre de 1885 en Meiningen. Hans Richter fue el encargado de la dirección en su estreno en Viena un poco menos de un año después.


Obra final en su catálogo sinfónico es la más sombría de las cuatro sinfonías del maestro, una especie de despedida formal del mismo, un canto de cisne con marcado carácter serio y trágico en todo su desarrollo. Quizá la más austera y estricta de las cuatro presenta sin embargo una belleza profunda, monumental, sobrecogedora. Es una obra maestra de perfección en cuanto a la estructura musical, maravillosa y genial; un ejemplo sencillamente prodigioso de la forma compositiva de Brahms, de su capacidad de desarrollar los temas básicos y sencillos con una elaboración estupenda y bellísima de melodías encantadoras y contrapunto excepcional. La combinación de pasajes solistas es increíblemente bella y tiene algunos de los momentos más bellos del sinfonismo (maravillosas trompas, maderas y cuerdas por ejemplo en su segundo movimiento, increíblemente bello). Su tercer movimiento siempre se ha considerado como el único Scherzo de la composición sinfónica de Brahms, con un magnífico ritmo de marcha y un color musical genial y bellísimo algo diferente a los presentados habitualmente en el romanticismo germánico. Su cuarto movimiento es una maravillosa síntesis y ejemplo de perfección en el manejo de las variaciones musicales con las que Brahms elabora un monumental e increíblemente perfecto discurso musical, arrebatador y incontenible, basado en la Passacaglia barroca y desarrollado perfectamente en 30 variaciones y una coda final. Una obra maestra desde su impactante inicio en las bellísimas maderas hasta su conclusión final con la repetición del tema inicial. Uno de los finales más difíciles que puedan existir y que logran llevar a tu corazón unas impresiones y sensaciones indescriptibles. Soberbio.


La interpretación de Furtwängler y los músicos berlineses es sencillamente magistral. No tiene desperdicio, Es de una intensidad opresiva y de una perfección constructiva única. Te llenas de vida, de sentimiento, de emoción. Te trasladas a un mundo sensitivo absolutamente increíble. Los instrumentistas de la Filarmónica de Berlín están arrebatadores como lo está el maestro Furtwängler. La capacidad de transmitir el alma de esta obra de madurez de Brahms creo que no ha sido igualada por director alguno (me deben perdonar la aseveración los admiradores de Szell, de Giulini, de Jochum, de Bernstein, de Kempe, de Karajan, etc.). Sencillamente esta obra pertenece al espíritu de Furtwängler, a su grandeza humana, a su capacidad de transmitir sensaciones ocultas y resulta imposible apartarse de su discurso musical que plantea un recorrido perfecto por la musicalidad, el sentimiento profundo, el sentido y la belleza de las notas del maestro Brahms.


Una grabación maravillosa, de una obra increíble, por una director en estado de gracia y por unos músicos dignos de admiración. Una perfecta puesta en escena y en valor de una obra difícil como pocas y bella como ninguna. Una gran alegría que tengamos este testimonio maravilloso. Estoy convencido que en su escucha van a poder saborear momentos mágicos de expresividad, de dulzura, de intensidad dramática, de dinamismo, de continuidad expresiva, de sentimiento y de calidad musical y humana. 

Por favor disfrútenla. Creo que merece la pena. Sus corazones se lo agradecerán.

Una magnífica ocasión para celebrar el venidero cumpleaños del maestro Brahms para el próximo día 7 y que lo haremos con las dos obras que faltan, el Requiem y el Concierto para Violín junto con el Doble Concierto.





Brahms
Sinfonía nº 4
Wilhelm Furtwängler
Orquesta Filarmónica de Berlín
Grabación: 24 de octubre de 1948. Berlín, Titania Palast. Vivo