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domingo, 23 de octubre de 2011

Bicentenario del Nacimiento de Liszt. Un pequeño Homenaje. Sinfonía Fausto. Leonard Bernstein. Orquesta Sinfónica de Boston. 1976.


Queridos amigos, sirva esta entrada para rendir un humilde homenajes a uno de los más grandes músicos de la historia, el maestro húngaro Franz Liszt, del que ayer se celebraba el bicentenario de su nacimiento.

Húngaro de nacimiento pero de formación básicamente austriaca en inicio y luego cosmopolita, Liszt puede ser tenido por uno de los más grandes pianistas de la historia, un renovador crucial de la música y un ejemplo para muchísimos otros compositores a los que allanó el camino y en los que sembró un germen musical nuevo. 

De vida francamente "movida" tanto en lo musical como en lo personal fue un ejemplo de estrella musical de su época. Sobre los años 1857 a 1862 un conjunto de circunstancias y acontecimientos le hicieron dar un giro a su vida y buscar el recogimiento de la Iglesia. Si bien nunca fue sacerdote ordenado sí que ingresó en la Orden Franciscana siendo denominado con humor y respeto como Abbé Liszt.

Su contribución a la música, con sus poemas sinfónicos, sus modificaciones a las armonías, los brillantísimos desarrollos temáticos y sus experimentos sobre la forma musical, es de un valor incalculable y muchos como Wagner, Grieg, Berlioz, Saint-Säens, Borodin o Hans von Bulow deben muchísimo al maestro Liszt.


La obra que dejamos hoy es la preciosa Sinfonía Fausto. Es una de las obras de Liszt que más me llenan y me impactan. La Sinfonía Fausto es una sinfonía coral inspirada en la obra de Johann Wolfgang von Goethe, Fausto. La obra fue estrenada el 5 de septiembre de 1857 con motivo de la inauguración del monumento a Goethe y Schiller.

De su elaboración se identifican algunos fragmentos que datan de 1840 aunque su escritura principal es del verano de 1854 en Weimar. Fue revisada en los siguientes años, con el añadido de unos compases para metal y un Chorus Mysticus añadido al final, en las que las palabras de Fausto (Parte II) son cantadas por un coro masculino y un solista tenor en la mitad del movimiento. También se hicieron otros cambios menores y mayores. En 1880, Liszt añadió diez compases más al segundo movimiento. La composición de la plantilla orquestal es muy amplia con apoyo del coro y del tenor solista.

El primer movimiento, grandioso y monumental, resume y presenta toda la base de la obra, es una síntesis de la misma. Con un juego genial de transformaciones y modificaciones se estructura un monumento musical grandioso, pujante y poderoso. En él vemos al Fausto soñador y buscador de la verdad, al Fausto insaciable en su búsqueda de los apetitos terrenales y al mismo Fausto gozando de los deleites dolorosos del héroe. Un movimiento impactante e impresionante de belleza musical.

El segundo movimiento de la obra presenta un maravilloso dibujo a través de preciosas flautas y clarinetes, oboes místicos, violas virginales y dulcísimas y diálogos bellísimos entre violines y clarinetes como muestra del juego de amor entre Gretchen y Fausto. Los temas del primer movimiento se reintroducen progresivamente hasta que se funden en un amor y una paz serena con el amor de Gretchen.

El tercer movimiento es realmente impactante. Mefistófeles es distorsionado, es como una nueva metamorfosis de los temas del primer movimiento, como su recapitulación pero francamente modificada y vuelta del revés. Su cromatismo y su rítmica son muy notables, francamente notables. El Chorus Mysticus, tranquilo y positivo, canta el pasaje del Fausto de Goethe:

Alemán
Castellano
Alles Vergänglicheist nur ein Gleichnis;
das Unzulängliche,
hier wird's Ereignis;
das Unbeschreibliche,
hier ist es getan;
das Ewigweibliche
zieht uns hinan.
Todo lo transitorio
es sólo un símil;
lo inalcanzable
devendrá suceso;
lo indescriptible,
esta aquí consumado;
el Eterno Femenino
llevándonos arriba.
El tenor solista inicia entonces un crescendo del murmullo del coro y cantando las dos últimas líneas del texto, impulsando el poder de la salvación a través de la Femineidad Eterna. La obra finaliza con un soberbio e impresionante clímax del coro y la orquesta, respaldados por unos acordes geniales y mantenidos por el órgano.

La aproximación que hoy dejamos corresponde a una interpretación realmente fabulosa, impulsiva, teatral, emotiva y sentida realizada en el verano de 1976 por el maestro Bernstein que sentía una admiración enorme por esta obra de Liszt. y que contó con la soberbia Sinfónica de Boston para su trabajo. 



Las grabaciones se realizaron en la excepcional sala Symphony Hall de Boston y en paralelo con algunas representaciones en vivo que se estaban realizando de la misma obra (los técnicos participantes en las sesiones piensan incluso que algunas tomas de esas representaciones fueron incluidas en las matrices definitivas del dico comercial). Corresponde este disco a la segunda colaboración de Bernstein con la casa alemana DG tras la grabación de Carmen. Y a decir de los propios técnicos y productores de la casa alemana fue la grabación que acabó de estrechar definitivamente los lazos entre ambas partes, lazos que por otra arte Lenny estaba deseoso de que se unieran de forma definitiva.

La grabación presentó algunas dificultades técnicas fundamentalmente en el balance sonoro. La Symphony Hall de Boston, como la Musikverein de Viena, tiene una alta reverberación cuando está vacía y se tuvieron que compensar muy bien los diferentes atriles. Bernstein conserva los compases añadidos al final del segundo movimiento y realiza el corte tradicional en el retorno del lento inicial del primer movimiento. Con todo ello la belleza musical final es extraordinaria.

La pasión y la energía lograda por Bernstein y la Sinfónica de Boston son inconmensurables, de una altura y de una energía dificilísimas de igualar. La pasión, la tragedia, la incertidumbre, la lucha, el esfuerzo y la victoria son reflejadas de manera inigualable a la largo del desarrollo de esta interpretación. Creo que es una de las más grandes interpretaciones del maestro Bernstein, delicado, finísimo en los detalles, muy intenso, con pasión controlada, con entrega profunda al significado humano y sobrehumano de la obra. Un logro excepcional. Logro que se debe en gran parte a la preciosa musicalidad y a la altísima calidad de la centuria de Boston (bellísimas cuerdas y maderas, metales de una sonoridad celestial, sedosidad de terciopelo) para la que la obra de Liszt no es nueva y sobre la que tiene una gran tradición fundada en Koussevitzky y en el propio Lenny.

Esero que disfruten de esta maravillosa sinfonía de Liszt, una gran obra, una obra profunda en lo musical y en el sentimiento humano. 

Una obra afrontada con amor y con comprensión profunda por un Bernstein inspirado y una Sinfónica de Boston bellísima y de altísimo nivel, como en sus mejores ocasiones. Una excepcional interpretación, una bellísima obra.

Felicidades maestro Liszt y gracias por toda su labor.


Liszt
Sinfonía Fausto
Bernstein
Orquesta Sinfónica de Boston
Kenneth Riegel, tenor
Tanglewood Festival Chorus
Grabación: Boston Symphony Hall, 27 de julio de 1976