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domingo, 29 de septiembre de 2013

Disfrutando de una Obra de Arte. West Side Story. Original Broadway Cast. Danzas Sinfónicas. Leonard Bernstein. Orquesta Filarmónica de New York. 1957. 1961.


Mis queridos amigos estaba estos días repasando algunas de las páginas favoritas de Facebook y leyendo los comentarios de una buena amiga en ellos me percaté de un detalle que mi memoria no había retenido, cosa ya de la edad y de una cabecita más preocupada de lo habitual. Este detalle que creo merece una entrada en nuestro espacio no era otro que las celebraciones por el cumpleaños de un estreno musical que marcó el antes y después de la vida de muchos de los que en él participaron y me atrevería a decir que en la historia de los musicales de Broadway. 

Un 26 de septiembre de 1957 se estrenaba en el Winter Theater de New York uno de los mejores musicales de la historia: West Side Story. Un musical en el que sus creadores pusieron toda su sabiduría y su buen hacer. Lenny como compositor aporta la frescura de una música hasta entonces no escuchada de esa manera, el precioso libreto de Arthur Laurents y las no menos preciosas canciones de Stephen Sondheim arropan a una excelente producción del director y coreógrafo Jerome Robbins. La dirección musical está a cargo del maravilloso Max Goberman que eleva a un grado de excelencia la bellísima partitura de Bernstein bien arropada por una orquestación de lujo de Sid Ramin e Irwin Kostal. ¡Qué nombres queridos amigos! historia pura de una parte de la música del siglo XX que hizo un poquito más feliz la vida de muchos.

Estos son los mimbres básicos sobre los que se monta una de las producciones musicales de mayor transcendencia de la historia de Broadway marcada por esa conjunción que de vez en cuando se produce de canciones bellísimas, música difícil y genial, impulsividad, amor, lirismo, danzabilidad y ritmo. En palabras del propio Lenny un año antes de ver materializada su obra "...un recorrer el camino entre ópera y Broadway, entre el realismo y la poesía, el ballet y el simplemente bailar, lo abstracto y lo real....todo va por ese camino, camino que a veces es estrecho, muy estrecho y en el que hay que andar con mucho tiento para diferenciarlo...". Un camino que nos va a unir lo popular y lo culto, la danza, la ópera, el drama, la comedia, el amor, el romance, la tragedia y la felicidad. 

La idea de West Side Story viene de bastantes años atrás, de 1949, cuando Robbins, que ya había colaborado con Lenny en la creación de Fancy Free, luego On the Town, le sugiere crear una versión moderna del Romeo y Julieta. Pronto se une el dramaturgo Laurents para formar el equipo que iba a desafiar al convencionalismo de Broadway y que de triunfar cambiaría para siempre la esencia del mismo. 

La puesta en marcha del proyecto se retrasó debido a los compromisos de los tres autores hasta que en 1955 se retoma con la variante de transformar los dos bandos inicialmente concebidos, judíos y católicos, en dos más acordes a la realidad de la ciudad elegida, la cosmopolita New York. Serían norteamericanos y latinos. Lenny ve el cielo abierto: pulsación, vitalidad, frescura, ritmos y algo muy importante, la realidad misma de la ciudad y de su sociedad.

En pocos meses se incorpora al equipo el letrista Sondheim en una de sus iniciales intervenciones en el mundo del musical. El cuarteto avanza rápidamente en los trabajos de manera que se puede realizar un primer ensayo en julio de 1957 preparatorio del pre-estreno posterior de Washington del que se esperaba muchísimo como piedra de toque para valorar la obra y pulir detalles finales.


Sondheim, Laurents a la izquierda con Bernstein y Robbins a la derecha
enmarcando a los productores Hal Prince y Robert Griffith (sentado)

Algo de gran importancia a la hora de montar la obra fue la decisión clara, por parte de los paderes de la criatura, de confiar la actuación a jóvenes intérpretes dejando de lado las "tablas" que tendrían cantantes más cualificados pero que posiblemente harían perder el toque mágico de juventud, descaro, sencillez y verosimilitud en una obra que nace en la calle, que se vive en la calle y que a ella va dirigida (algo que por desgracia no se hizo en la, por otra parte excelente, grabación de estudio de 1985 de DG, en la que esa frescura no está presente, quizá debido a la no muy adecuada elección del reparto de cantantes).

En esta grabación realizada solamente 3 días después del estreno y con el elenco original de las representaciones del teatro se puede vivir la magia de la realidad, la chispa de los diálogos, la emoción de las pasiones, la bajeza y la altura de los sentimientos, la vitalidad de la juventud. Y el mensaje caló de forma directa en el auditorio como los creadores esperaban. 


La obra tuvo un pre-estreno como indicábamos arriba el 19 de agosto de 1957 en Washington siendo su estreno formal el 26 de diciembre de 1957 en el Winter Garden Theater de New York siendo un extraordinario éxito que ni los más osados soñaban siendo además punto de inflexión en la carrera de muchos de los participantes en la creación de esta joya de musical.


¡Éxito!

Breves palabras para describir someramente la génesis de una de las obras musicales más bellas que jamás se hayan escrito. Y breves también para intentar remarcar la importancia política y social que en su momento tuvo la misma. Pero como pasa en esto de la música, muchas veces las palabras sobran o mejor dicho simplemente sirven para animar un poquito a la escucha de la obra musical.

Y les animo a ello, a que disfruten de una hermosa música, una música alegre, genial, llena de encanto, de melodía, de ritmo, de energía, de fuerza y de vitalidad.

Una excepcional obra que verán complementada con la preciosa interpretación de la Suite Sinfónica de West Side Story de la mano de su creador al frente de una deliciosa Orquesta Filarmónica de New York.

Amigos míos: a disfrutar de la música.







West Side Story
Original Broadway Cast Recording 1957
Dirección Musical, Max Goberman
Grabación, Columbia 30th Street Studio, New York City, 29 de septiembre de 1957
Danzas Sinfónicas de West Side Story
Leonard Bernstein
Orquesta Filarmónica de New York
Grabación, Manhattan Center, New York City, 6 de marzo de 1961












martes, 24 de septiembre de 2013

Feliz Cumpleaños mi querido Maestro Gould. Brahms. Concierto para Piano nº 1. Leonard Bernstein. Orquesta Filarmónica de New York. 1962.


Mis queridos amigos hoy quisiera celebrar con todos vosotros el cumpleaños de un enorme artista, un músico que me ha hecho disfrutar como pocos de la música, del piano en particular, de Bach y un poquito más allá de sus concepciones acerca del acto musical en sí mismo. 

Y que mejor manera de hacerlo que con este disco, un disco ya histórico en la fonografía, un disco del que mucho se ha hablado y que en su momento levantó muchas controversias. Hoy con el paso de los años se ve en la distancia como un acto musical más, poco habitual entonces, pero que no pasa de ser el reflejo de un momento histórico curioso y ejemplo de la bondad de la música al hermanar personalidades, puntos de vista, ideas y concepciones dispares permitiendo que a través de ella se pueda lanzar una visión armonizada de un acto cualquiera, en este caso un acto interpretativo musical.

Muchas críticas generó en su momento la alocución previa al concierto de Bernstein, generalmente críticas torticeras y malintencionadas que no supieron entender el valor del fenómeno musical al que asistieron. Qué cosa más bella el acoplamiento, el respeto, el placer de colaborar, la capacidad de adaptación de dos personalidades, intensas personalidades, musicales cuyo fin final fue ofrecer al público lo que consideraron era un deber por la fuerza, la variedad de matices, las elecciones de fraseo, las articulaciones y los detalles que un pianista quiso "imponer" (en el mejor sentido positivo de esta palabra) en la total creencia que era la idea adecuada al momento interpretativo que ofrecería. Y qué enorme gesto de personalidad el de Lenny al adaptar su también intensa personalidad y su concepción de la obra a una exploración nueva que se le ofrecía por alguien a quien respetaba y admiraba y del que siempre aprendía.


Un verdadero manjar musical, con todas las reservas que se puedan encontrar en una interpretación realmente poco "ortodoxa" del magno concierto brahmsiano, una delicia que permite apreciar el arte inconmensurable de un pianista como pocos han existido y el de un director que pese a todas las críticas supo hacer una "Música" adecuada a cada momento. Y en aquel momento que deberíamos escuchar sin reparos previos, con alma abierta y oídos nuevos, en aquel momento había fascinación por la aproximación novedosa de Gould, había expectación por sentir las ideas que aportaría Gould a su Brahms, porque como el propio Lenny decía cada interpretación de Gould era un momento que emanaba frescura, que convencía poderosamente y del que se aprendía más y más cuanto más te acercabas a él.


Y en este Gould nos vamos a encontrar con un Brahms que se calificó por mucho tiempo de lento pero un Brahms espectacular, realmente de una técnica insuperable, de una enorme fuerza imaginativa, pleno de detalles líricos y encantadores, intuitivo y fresco, enmarcado todo él por una idea de unidad global de la interpretación impulsada desde el piano. Una concepción que es fielmente seguida por una batuta plegada a la idea y a la intención innovadora de Gould y que sabiamente conduce a la orquesta por los caminos pensados en la mente siempre inquieta de Gould. Hay tempis lentos pero intensos y sabiamente puestos de manifiesto en beneficio del desarrollo global, hay seguridad, intensidad y pasión, hay matización técnica y colorido precioso.


Espero que puedan disfrutar de este precioso disco que encierra un maravilloso concierto, espero que aprecien el talento de Lenny y de la Orquesta de New York y espero de todo corazón que disfruten de ese piano tan bello, particular y sincero de Gould.

Felicidades Glenn. 
Seguirás siendo por siempre un genio.



Brahms
Concierto Piano nº 1
Leonard Bernstein
Glenn Gould
Orquesta Filarmónica de New York
Grabación, Carnegie Hall, 6 de abril de 1962, grabación de la emisión de radio de la Orquesta Filarmónica de New York











sábado, 21 de septiembre de 2013

Beethoven. Sinfonía nº 9. Ode an die Freiheit "Libertad". Bernstein. Varias Orquestas y Coros. 25 de diciembre de 1989.


Mis queridos amigos hoy la entrada va a ser muy cortita.

Sencillamente tenía el placer de escuchar el precioso disco con la grabación de un momento histórico y musical ojalá irrepetible que no es sino la soberbia grabación de la Novena Sinfonía de Beethoven en manos de mi querido Bernstein con ocasión de las celebraciones por la caída del muro de Berlín. 

Tenía ganas de Beethoven, tenía ganas de sentir pasión, belleza, fuerza, emoción, energía.

Tenía ganas de vida.

El Muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Bernstein aceptó el hermoso ofrecimiento de Justus Frantz para dar dos conciertos a ambos lados del muro con la Novena Sinfonía de Beethoven como obra elegida.


Se interpretaron con instrumentistas y cantantes de varios países diferentes que formaron parte de los dos bandos enfrentados en la II Guerra Mundial y en los sucesivos años de postguerra (manía muy propia del ser humano esta de establecer diferencias y separaciones). A los miembros de la Orquesta de la Radio de Baviera se le sumaron miembros de la Staatskapelle Dresden, la Orquesta del Teatro Kirov de Leningrado, la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Nueva York y la Orquesta de París. Los coros eran los de la Radio de Baviera, la Radio de Berlín DDR y el Coro de Niños de la Filarmónica de Dresde. Los solistas eran June Anderson (soprano, americana), Sarah Walker (mezzo, británica), Klaus König (tenor, alemán) y Jan-Hendrik Rootering (bajo, holandés).

El primero de los dos conciertos, que se celebró en Berlín del Oeste, terminó a la medianoche 23 de diciembre, en el mismo momento que el Muro de Berlín se convirtió en algo permanente y totalmente abierto, y el segundo tuvo lugar dos días después, en la mañana de Navidad, en el este de Berlín.

Es este concierto del día de Navidad de 1989 en el Schauspielhaus del antiguo Berlín Este el recogido en este disco y fue transmitido a todo el mundo (al igual que el de la noche del 23) y disfrutado por la multitud de personas, felices y realmente libres, que se agolpaban en la plaza exterior del Schauspielhaus y a la largo y ancho de ambos lados de Berlín (hermosísimo el recuerdo de la Puerta de Brandemburgo).


Un momento único e irrepetible de reconciliación, paz, alegría, júbilo y esperanza. Precioso detalle el de Bernstein de cambiar la palabra de Schiller "Freude" ("Alegría") por "Freiheit" ("Libertad") de manera que el excepcional y majestuoso cuarto movimiento de la sinfonía se convirtió en un "Himno a la Libertad".

Un Bernstein que da lo máximo de su pasión, un Bernstein ya enfermo y muy cansado pero un Bernstein que adoraba esta música y sabía el significado que el acto que recreaba tenía para la humanidad. Un Bernstein que nos conduce de manera pausada a través de la hermosa música de Beethoven, insuflando en ella su pasión y su alma, dándole un significado aún más humano del que ya posee. Lento y cansado sí, pero sabio y emotivo como nunca.


Nada más quiero añadir. Simplemente disfruten de la hermosura y del profundo sentimiento que está en esta irrepetible obra.

Que Beethoven les llene de alegría, amor, humanidad y libertad.


Beethoven
Sinfonía nº 9
Ode an die Freiheit 

Leonard Bernstein
June Anderson, soprano
Sarah Walker, mezzosoprano
Klaus König, tenor
Jan-Hendrik Rootering, bajo

Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera
Miembros de las Orquestas del Teatro Kirov de Leningrado, Staatskapelle Dresden, Sinfónica de Londres, Filarmónica de New York y Orquesta de París

Coro de la Radio de Baviera
Miembros del Coro de la Radio de Berlín DDR
Kinderchor der Philharmonie de Dresden
Director: Wolfgang Seeliger

Grabación en vivo del 25 de diciembre de 1989, Schauspielhaus, Berlín, DDR










martes, 17 de septiembre de 2013

Liszt. Los Preludios. Ravel. Concierto para Piano para la Mano Izquierda. Brahms. Sinfonía nº 1. Celibidache. Orquesta Sinfónica de Viena. 1952.


Mis queridos amigos, hace días ya que quería dejar el disco que hoy, al fin, puedo proponeros para una escucha que presumo realmente maravillosa. Es difícil resistirse ante una grabación del maestro Celibidache y este disco no va a ser algo fuera de la norma: es sencillamente un monumento musical y artístico. Y lo es por la belleza propia de las obras ofrecidas, por los intérpretes de las mismas (Casadesus, Sinfónica de Viena, Celibidache) y por la preciosa grabación que se ofrece, con ese sonido tan bello, monoaural pero de enorme calidad, evocador de un pasado realmente irrepetible.

No voy a extenderme mucho en los comentarios acerca de las obras presentadas pero sí quería hacer una mención especial a la Sinfonía de Brahms. Me parece una de las más hermosas grabaciones que haya tenido el placer de escuchar. Y no es dejar de lado a las otras dos excelsas interpretaciones ofrecidas, unos Preludios absolutamente soberbios y un precioso e impactante Concierto de Ravel, pero no puedo más que manifestar mi enorme sorpresa y el placer absoluto que me ha producido la obra de nuestro querido "barbudo".

El disco nos deja un bello ejemplo de la colaboración estrecha por aquellos años del joven maestro con la, no se me ofenda nadie, segunda orquesta vienesa y según la información del propio disco es quizá el único testimonio grabado de dicha colaboración. Una colaboración que se establece fundamentalmente a partir de la "salida" de escena de Celibidache de las actividades musicales enmarcadas en lo que podíamos denominar "ámbito" Karajan. Y una colaboración en la que se programaron amén de obras clásicas una gran variedad de composiciones modernas de la época (Hindemith, Shostakovich, Stephan, Uhl o Ravel). La grabación procede de las fuentes de la Radio austriaca RWR fundada tras la ocupación aliada posterior a la II Guerra Mundial y tiene una calidad como antes les decía enorme (cada día me apasionan más las grabaciones antiguas, tienen un algo especial que las hace verdaderas delicias sonoras).


Los Preludios de Liszt puede considerarse quizá como el más valorado y conocido de los poemas sinfónicos compuestos por Franz Liszt. Su composición data de 1848 durante su periodo en Weimar y fue dirigida por el propio Liszt el día de su estreno el 23 de febrero de 1854 en un concierto en el Hoftheater de Weimar. Es una obra realmente impactante por su enorme fuerza, su poder de seducción, su intensidad y su capacidad de emocionar. En la interpretación ofrecida por el maestro Celibidache podrán apreciar todas esas cualidades y realmente sentir la enorme fuerza de la música de Liszt.

Como podrán de la misma manera disfrutar de la maravillosa composición que es ese Concierto para la Mano Izquierda de Ravel, verdadero prodigio rítmico, sonoro y musical ejemplo de la habilidad compositiva de Ravel, de su forma mágica de sorprender con sus sonoridades y de jugar con los contrastes entre orquesta y piano. Un juego de virtuosismo solista, de enfrentamientos musicales orquesta-solista, de variedad rítmica, de contrastes emocionales. Una verdadera maravilla que además en esta ocasión está servida de la mano de uno de los mayores intérpretes de la obra, el genial Robert Casadesus, quizá el pianista que mejor supo comprender y de dar valor a esta preciosa composición de su compatriota.

Casadesus

La obra fue estrenada en Viena el 5 de enero de 1932, con Paul Wittgenstein (el destinatario del concierto) en el piano y Robert Heger dirigiendo a la Sinfónica de Viena y la primera interpretación en Francia tuvo lugar el 17 de enero de 1933 con la Orquesta Sinfónica de París, Wittgenstein al piano y Roger Désormiere en la dirección. Más adelante tuvo lugar un podemos decir "nuevo estreno" francés el 19 de marzo de 1937 en presencia de Ravel siendo solista Jacques Février y director Charles Munch

Es comentario general que las relaciones entre Ravel y Wittgenstein se enrarecieron a consecuencia de cambios que el propio pianista introdujo en sus interpretaciones de la obra y que parece ser que se suavizaron algo con una vuelta atrás del mismo sobre dichos cambios aunque también se indica en algunos lugares que Ravel no estuvo contento con la calidad interpretativa de Wittgenstein. Sea como fuera la realidad es que estamos ante una verdadera obra de arte, realmente deliciosa, intensa y bella.

Wittgenstein

Y llegados a este punto retomamos los comentarios iniciales de esta entrada. Brahms y su Primera Sinfonía. Celibidache en la dirección. Reconozco mi debilidad por el maestro rumano. A partir de aquí juzguen ustedes la recreación de esta inconmensurable obra. A mi modesto entender como les indicaba antes es una de las más hermosas que haya tenido el placer de degustar.

Una inmensa belleza por todos los poros de la interpretación. Frescura, emotividad, discurso bien organizado, exposición precisa, exacta pero libre de ataduras y manierismos. Una paleta de colores bellísima, una pulcritud en las matizaciones realmente sorprendente, un juego instrumental precioso que parece exprimido con la suavidad de quien está creando un néctar para dioses. Detalles de construcción que se paladean conforme van surgiendo de la orquesta vienesa que, es justo hacerlo, suena realmente preciosa.

No tengo palabras que tengan capacidad de expresarles la emoción que me produce su escucha. Simplemente les ruego que disfruten de su escucha, que se entreguen a la belleza de esta maravillosa música de Brahms, una de las más hermosas sinfonías jamás compuesta, y que se dejen llevar de la mano de un maestro que cuando está "de dulce" produce verdaderas ambrosías musicales.

Que disfruten del disco mis queridos amigos.


Liszt - Ravel - Brahms - Celibidache - Orquesta Sinfónica de Viena

Liszt, Los Preludios
Ravel, Concierto para la Mano Izquierda
Brahms, Sinfonía nº 1

Sergiu Celibidache
Orquesta Sinfónica de Viena
Robert Casadesus, piano

Grabación
Viena, Konzerthaus, Grosser Saal, 30 de octubre de 1952










domingo, 8 de septiembre de 2013

Dvorak. Sinfonías nº 7 y nº 9. Rafael Kubelik. Orquesta Filarmónica de Viena. 1956. ¡Felicidades Maestro Dvořák!



Queridos amigos dejamos esta noche este hermoso disco para celebrar el aniversario del nacimiento del gran músico Antonín Dvořák un día como el de hoy del año 1841. Y lo hacemos con la satisfacción que su reciente audición me ha producido y que me gustaría compartir con todos ustedes.

Un disco realmente soberbio, de una calidad musical extraordinaria, de un sonido precioso y con la participación de dos personalidades de una altura incuestionable: Rafael Kubelík y la siempre ensalzada (y con justicia) Orquesta Filarmónica de Viena.

La Sinfonía nº 7 de Dvořák es una de las más hermosas obras sinfónicas del compositor checo. Una obra turbulenta, agitada, llena de vitalidad y energía. Realizada por encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres con motivo de la designación del maestro como miembro de honor de la misma fue estrenada el 22 de abril de 1885 en una brillante representación en el St James’s Hall de Londres dirigida por el propio compositor.

Es una obra de extraordinaria belleza y plagada de significado personal para el propio compositor (el citado nombramiento, su pasión por el ferrocarril, la pasión y la fuerza del pueblo checo y del propio autor en sus ideales de cambio y lucha, las circunstancias familiares negativas de sus últimos años, etc. Todas esas sensaciones y vivencias quedan reflejadas en la obra, en su impactante fuerza y dinamismo, en su energía, en su sensibilidad y contundencia sonora. Una verdadera obra de arte.




La Sinfonía nº 9, la más conocida de Dvořák, es de todos conocido representa la obra sinfónica del maestro de forma universal. Y no es para menos. De un encanto y de una belleza sonora realmente sensacionales no podemos más que rendirnos ante ella. La obra fue compuesta por Dvořák entre el 10 de enero y el 24 de mayo de 1893 y se estrenó el 15 de diciembre del mismo año en el Carnegie Hall de Nueva York bajo la batuta de Anton Seidl dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de la ciudad. El éxito fue inmediato y espectacular.

Según palabras del propio autor: "...he escrito temas originales que incorporan las peculiaridades de la música indígena y usando estos temas como sujetos, los he desarrollado con todos los recursos del ritmo, el contrapunto y el color orquestal modernos". Independientemente de su valor como obra que intenta reflejar los matices de una naciente música norteamericana, en la que el compositor estaba muy interesado, es necesario considerarla como obra que no deja de lado los orígenes europeos del compositor teniendo mucho en común con los valores musicales de la música tradicional de Bohemia.

Espero mis queridos amigos que disfruten de estas dos preciosas sinfonías realmente bellas en las manos de Rafael Kubelík dirigiendo a una Filarmónica de Viena que vuelve a sorprender por su precioso sonido, la belleza de sus cuerdas, la encantadora sonoridad de sus maderas, su precisión global, su energía y su plasticidad. Todo ello llevado de manera realmente fantástica por una batuta ágil, precisa, nada ñoña, fresca, rica en matices, de portentoso dinamismo y de energía que sale del alma. No podía ser menos si hablamos de la mano de Kubelík.

Y un detalle final, detalle de enorme valor, ¡qué sonido más extraordinario! Sencillamente bellísimo.




Dvořák
Sinfonías nº 7 y nº 9

Rafael Kubelik
Orquesta Filarmónica de Viena

Grabación:
Viena, Sofiensaal, 1 y 3 de octubre de 1956