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miércoles, 16 de marzo de 2011

Respighi. Fontane di Roma, Pini di Roma, Feste romane. Eugene Ormandy. Philadelphia Orchestra. 1958. 1957. 1960.


Hoy, queridos amigos, tras varios días apartado un poquito de estos lares musicales y del correo electrónico, saturadillo de mensajes que no he podido atender, cosa que lamento mucho, intentamos  volver a una situación de algo más de paz, tranquilidad, sosiego y alegría. Nos hemos traslado, por motivos de salud, a la casa de mi tita para así estar con ella y tenerla más controladita y cuidada.
De paso he estado realizando un pequeño "robo o rescate" de algunos discos que estaban en su casa y entre los que he encontrado algunos muy interesantes y de los que casi no tenía memoria de su existencia.

Entre ellos apareció este excepcional CD de Ormandy con la interpretación, francamente maravillosa, de tres de las obras más famosas y ricas de Respighi, ese precioso tríptico musical que son las obras, Pini di Roma, Fontane di Roma y Feste romane.

Tengo alguna que otra interpretación de las mismas obras por otros directores como Bernstein, Karajan (impresionantemente bello) y sobre todo la de Celibidache, como siempre distinto, espectacular y maravilloso en los tránsitos y ritmos de las piezas. Pero la reescucha del CD de Ormandy me ha llevado a una época de admiración por el sonido de las orquestas americanas, de respeto profundo a unos directores que realizaban una enorme y nunca bien ponderada tarea de difusión musical. Una época en la que Mitropoulos, Reiner, Szell, Bernstein, dominaban el panorama musical norteamericano y con sus más y sus menos eran las grandes figuras de la música americana y mundial, apoyados por las excepcionales casas discográficas americanas que consiguieron expandir la cultura musical por su nación y llevar muchas influencias a otras naciones y culturas.

Ormandy era un de esos grandes, grandísimos directores. En la misma CBS la lucha era titánica con Bernstein y algo menos entre este último y el gran Szell. Menudo papelón le tocaba a la CBS. Luego cada uno fue líder, verdaderos maestros moldeadores del alma de sus respectivas orquestas.

Szell consiguió un instrumento único e irrepetible, llevando a la Cleveland Orchestra a la mayor altura, equiparable a cualquier orquesta mundial. Ormandy compactó a los excepcionales e irrepetibles músicos solistas de su agrupación y realizó un trabajo increíble con la Philadelphia Orchestra. Y Bernstein "vivió en y con New York" elevándola a una orquesta de fama internacional, con ampliación de repertorio, nuevos talentos, labores educativas magistrales y además consiguiendo una orquesta flexible, bella, precisa y apta para todo, muy en la línea de su admirado y querido Mitropoulos.

En esta caso concreto el disco presentado de Ormandy con las grabaciones de Respighi me parece un ejemplo único y genial de la enorme calidad de la Orquesta de Philadelphia y de la forma tan sencilla, brillante, precisa y bellísima que Ormandy tiene de conducirla.



Las obras se prestan al lucimiento, individual, grupal y de conjunto. Riquísimas en color, brillo, timbre, sonoridad espacial maravillosa, juegos instrumentales soberbios y orquesta poderosa, compactada, fina, precisa en ejecución y con un impresionante gusto musical en la interpretación.

Respighi, músico de amplia formación externa, tenía una perfecta capacidad de integración de los lenguajes musicales modernos y conocía la importancia del rescate y uso de las músicas tradicionales que supo integrar de manera maravillosa en sus obras.

El primer poema sinfónico, Fontane di Roma, intenta exponer las sensaciones experimentadas con la observación de cuatro de las fuentes principales de Roma. Los motivos pastorales, la alegría y felicidad de los sones de Triton, los aspectos triunfales e imponentes de Trevi se finalizan en la maravillosa paz de Medici con leve tristeza y nostalgia, con un final de jornada dulce y sereno que se integra suavemente en la noche. Tuvo su primera interpretación por Antonio Guardieri el 11 de marzo de 1917 en el Augusto de Roma y pocos meses después por Toscanini en Milán el 11 de febrero de 1918.

Los Pini di Roma se interpretaron por vez primera el 14 de diciembre de 1924 y poco después Toscanini aseguró su estreno norteamericano. Se alternan las descripciones alegres, marchas militares, los bailes de la primera parte (Borghese) con las sombras propias de las entradas a las catacumbas con sus aires misteriosos y los perfiles bellísimos del Gianicolo hasta ese paso final de la Vía Appia, vigoroso, reflejo de pasados gloriosos y dominadores; marcha impresionante de tensión creciente e impactante. Juegos instrumentales poderosos y bellísimos, tan bien tratados que es un verdedero placer escucharlos.


En New York, el 21 de febrero de 1929, Toscanini hizo la presentación del tercer poema sinfónico del ciclo romano del autor, el bellísimo Feste romane. Belleza pura, reflejo claro de evocaciones festivas expresadas e instrumentadas para el logro del máximo color y sonoridad orquestal.

En conjunto tenemos unas obras que sinceramente son un placer para los sentidos y para el corazón que se llenan de belleza, musicalidad, ritmo y energía. Y creo que Ormandy es capaz de transmitir todo lo que se necesita. Está expléndido, inconmensurable, de una energía desbordada, con dirección precisa que arranca de la orquesta unas prestaciones  impresionantes (Karajan aparte) y logra unas transiciones y construcciones crecientes en intensidad, absolutamente electrizantes y de un cuidado técnico y musical soberbio.

Les dejo este pequeño disco, grande en contenido y música, de un enorme compositor y de un increíble director que encontró en la Philadelphia Orquesta al instrumento más apropiado que podía llegar a soñar.

Que lo disfruten.






Respighi
Fontane di Roma
Pini di Roma
Feste romane

Eugene Ormandy
Philadelphia Orchestra

Grabaciones
Philadelphia

Broadwood Hotel
Pini di Roma, 23 de marzo de 1958
Fontane di Roma, 14 de abril de 1957

Academy of Music 
Feste Romane, 13 y 20 de noviembre de 1960, 29 de enero de 1961