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sábado, 6 de julio de 2013

Recordando a Otto Klemperer. Bruckner. Sinfonía nº 6. New Philharmonia Orchestra. 1964.


Estimados amigos, rendimos esta noche un merecido homenaje a la memoria del gran director Otto Klemperer que fallecía un día tal como hoy del año 1973 en Zurich. 

Klemperer fue un hombre de amplísima cultura, de talla humana excepcional, de humor ácido y sarcástico y cuya vida y carrera estuvo marcada, al igual que la de oros muchos contemporáneos suyos, por los avatares históricos de la primera mitad del siglo XX. Nuestro querido maestro profundo conocedor y acérrimo defensor de la cultura alemana sufrió de manera muy particular los citados avatares. Su reconciliación con el pasado tardó mucho, quizá demasiado. Pero jamás perdió ese amor de juventud por lo que era su universo personal e histórico del que su separación forzada le dañó en lo más hondo de su ser.

Maestro de enorme repertorio fue en su juventud un punto fundamental para la difusión de la música moderna y de vanguardia de principios de siglo, música que amaba y respetaba y que impulsó de forma notable. Con la edad esa pasión se fue ocultando poco a poco dando paso a una mayor concentración del maestro en el gran repertorio clásico y romántico austro-germánico y a una forma menos fogosa e impulsiva de acercamiento a la interpretación de las mismas que contrasta con el ardiente, impulsivo y vitalista Klemperer de la juventud (no es desde luego el único director que ha tenido esa evolución, entiendo que la edad y las vivencias van haciendo reposar los ánimos de todos y confieren una visión diferente de universo conceptual, intelectual y emocional).


En el disco que hoy dejamos tenemos un ejemplo claro de lo que hemos comentado. La maravillosa y sorprendente interpretación de Klemperer de la hermosa y escueta Sexta Sinfonía de Bruckner nos deja ver la excepcional visión que de la partitura tiene el maestro. Una visión que transforma una obra de dimensiones moderadas para lo acostumbrado en Bruckner en una magistral obra de gran sinfonismo. Su acercamiento casi camerístico a la partitura es de una asombrosa genialidad; los matices que extrae de los instrumentistas son tan bellos que en muchos momentos te dejas embelesar tanto por ellos que te evades del fluir global sinfónico. Pero es sólo un instante, un pequeño despiste que rápidamente se retorna en asombro cuando sin percibirlo te vuelves a ver inmerso en la magna concepción estructural de la sinfonía y de manera particular cuando vas apreciando en su devenir su majestuosidad clásica, cuando te vas asombrando que con la plantilla instrumental propia de Beethoven se lleguen a producir sonidos tan embriagadores, majestuosos y magnos sin que por otra parte esos mismos sonidos dejen de sonar limpios, clarificados, con texturas suaves y con líneas de expresión sencillamente magistrales. 

La Sexta Sinfonía fue compuesta entre el 24 de septiembre de 1879 y el 3 de septiembre de 1881. Un estreno inicial de los dos movimientos centrales por el director Wilhelm Jahn y la Filarmónica de Viena y finalmente estrenada completa el 26 de febrero de 1899 (Bruckner ya fallecido) por Gustav Mahler dirigiendo una edición muy retocada en dinámica, estructura, tempos, etc. por el discípulo de Bruckner Cyrill Hynais. Finalmente Viena tuvo la suerte de ver el estreno de la edición original de la obra preparada por otro de los discípulos del maestro, August Göllerich, acontecimiento que tuvo lugar el 13 de diciembre de 1901.

Obra de enorme belleza en ella podemos admirar la excepcional capacidad compositiva de Bruckner, en su variedad y en su formalismo; motivos de ritmo asombroso, flujos incesantes de dinamismo musical; maravillosos temas entremezclados de carácter en general menos grandilocuente que en sus futuras obras; maravillosas intervenciones de las cuerdas y de los instrumentos solistas como las trompas o los oboes; adagio que es un verdadero remanso de calma y belleza combinado con un Scherzo luminoso y vitalista y un fina cuya resolución es un verdadero placer para nuestros oídos, calmo y reflexivo va adquiriendo cada vez mayor majestuosidad e intensidad con bellísimas intervenciones de maderas y trompas con yuxtaposiciones de temas previos y tonalidades y con la afirmación final surgida casi de la nada como una conclusión, si quieren no tan impactante como la de la Séptima u Octava, pero desde luego nada desmerecedora de una maestría para la sorpresa del gran Bruckner.


Espero que puedan disfrutar de verdad de esta hermosa recreación de una obra quizá poco valorada en el conjunto del repertorio de Bruckner, una recreación realmente soberbia, de enorme belleza, de un pulso vigoroso y de una maestría de trazos asombrosa. Una interpretación que toma además más valor en la maravillosa aportación de la New Philharmonia Orchestra que logra dar un color y unos matices realmente bellos principalmente en la parte instrumental y en los pasajes solistas sin que, ni mucho menos, defraude en el conjunto de la ejecución como agrupación sinfónica en la que destaca su sonido abierto, quizá no tan profundo como el de las orquestas alemanas, claro y nítido con unas cuerdas realmente magistrales y unos pasajes conmovedores en sus atriles en la ejecución del Adagio o del Scherzo. Maravillosa.

Muchas gracias querido Klemperer por mostrar como los años hacen madurar los conceptos. Muchas gracias por tanta buena música que nos regalaste y muchas gracias por tu contribución al universo bruckneriano al que dotas de un matiz especial: el matiz de un clásico.




Bruckner
Sinfonía nº 6
Otto Klemperer
New Philharmonia Orchestra
Grabación:
Kingsway Hall, Londres, noviembre de 1964
Versión de 1881 en Edición de Robert Haas de 1935