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martes, 24 de enero de 2012

Cumpleaños y Segundo Aniversario de Sentidos. Bruckner. Sinfonia nº 9. Jochum. Münchner Philharmoniker. 1983. Wagner. Preludio de Tristan e Isolda. 1979.

 

Queridos amigos, tal día como hoy, 24 de enero de 2012, cumple este humilde espacio 2 añitos de existencia. Un espacio creado en un principio con la idea de compartir mis emociones y mis sentimientos obtenidos a través de la audición de la Música (particularmente de la Música Clásica). Un espacio que se inició muy tímidamente pero con gran sinceridad por mi parte en la forma de entregarme y abrirme al mundo; un espacio pensado para todos; un lugar donde he ido dejando algunos de las mejores grabaciones que tengo el honor de poder disfrutar y que, desde luego, ha sido un verdadero placer llevar adelante. 

Y todo ello ha sido posible por el apoyo de todos ustedes, apoyo hacia las selecciones ofrecidas y modestamente hacia mi persona. Sin sus correos y sin sus comentarios, esta pequeña aventura no hubiera tenido sentido y hubiera desaparecido en poco tiempo. Perdonen si suena a falsa modestia, no lo es, de verdad. Es la expresión sincera de lo que estoy sintiendo en el momento de escribir estas líneas. 

Y no es presunción lo que expreso a continuación. Haber conseguido visitantes de 152 países, 766.000 páginas vistas en total, conseguir que 165 personas hayan decidido seguir y sufrir de forma pública el espacio y otras tantas de forma privada, lograr que algunas entadas hayan tenido casi 2000 visitas, mantener correspondencia con muchos de ustedes, no son más que fríos números que me hacen sentir un orgullo enorme por la labor que entre todos hemos ido realizando y por edificio cultural final conseguido. Ha presidido este espacio la honradez, he intentado dejar constancia de todos aquellos otros maravillosos espacios dedicados a la música, a la literatura, a los espacios personales, a las ideas. De todos ellos he dejado sus correspondientes enlaces para facilitar la difusión de su labor inestimable en la misma dirección que la llevada por nuestro querido Sentidos. 

No es este el momento más brillante que vive la red en relación al disfrute libre de la cultura y a la difusión de las obras de arte musicales que por su interés histórico, por su rareza, por su valor musical o por simplemente estar fuera del alcance de la gran mayoría del público amante de la música, deben ser conocidas por todos. Es una obligación moral y un deseo profundo que siempre he tenido. Compartir es una de los mayores placeres que tengo. Compartir sin pedir, difundir el arte, aportar un poquito de mí mismo, fomentar que las personas puedan sentir emociones inigualables por cualquier otra expresión artística.

Hacer ver que hay tesoros increíbles que hicieron posible personas profundamente amantes de la Música, de la técnica de sonido, de la producción musical, de la dirección orquestal, etc. Personas con un poso humano imposible hoy en día. Y esos tesoros no deben quedar ocultos, deben ser públicos y libres. No se debe privar a las personas de su disfrute. Nunca, desde ningún punto de vista es tolerable. Y ese ha ido siendo, cada día más mi interés alentado y espoleado por idénticos ejemplos de tesoros que descubría en los comentados espacios amigos. No es presentable que todas las maravillas que los amigos de la red poseen queden en la privacidad tanto más cuanto que no hay otra vía de acceso fácil para la generalidad de las personas.


Hoy para celebrar este cumpleaños, que sinceramente y de todo corazón espero no sea el último, quiero dejar un ejemplo más del poder de la Música. quizá uno de los ejemplos más logrados y maravillosos jamás escritos. La Novena Sinfonía de Anton Bruckner, una de las obras más carismáticas de todo el universo musical, una de las músicas más profundas, humanas y cargadas de connotaciones espirituales que jamás se hayan escrito. Y en esta ocasión de la mano de uno de los más grandes, sólidos, fieles, profundos y emocionales traductores de esta música: Jochum. 

Eugen Jochum, uno de los grandes de la dirección orquestal, uno de los magos de la música de Bruckner, uno de sus más fieles defensores y uno de los más delicados orfebres de su oro y plata musical. En esta ocasión excepcional, Jochum se pone al frente de su muy querida y añorada Filarmónica de Munich, la orquesta de su inicio como director musical, por entonces la orquesta maleada con las excepcionales manos de Celibidache. Y a fé de dios que consigue hacerlo olvidar. Son dos formas, ambas increíblemente bellas, de entender y de traducir al maestro Bruckner. Ambas desde el amor; una más peculiar y maniática y otra más artesanal y derivada de la devoción.


En esta interpretación, la serenidad de los años vividos, el conocimiento profundo de la obra, que pasa a ser tenida por Jochum como una de las grandes del maestro austriaco, hacen que la profunda sensación de solemnidad, la magnífica nobleza de su musicalidad sea ya apreciable desde el mismo momento del inicio de la interpretación. Un inicio intensísimo, de una profunda belleza sonora y de un empaque maravilloso. tod la interpretación está perfectamente elaborada, con un manejo y una conducción soberbia sin altibajos, solemnemente, con unas cuerdas y metales acompasados que funcionan como verdaderas velas que impulsan el devenir de la obra. Dramatismo, intensidad, profundísimos en intensidad cambios de tempo que manejados de manera sutil suenan a gloria. El devenir de toda la obra es sinceramente bellisimo pasando por un segundo movimiento de una intensidad trágica sin par  hasta finalizar en un último movimiento manejado con maestría que deja ver la profunda emoción y la intensa motricidad impulsora y fuerza del mismo. Un final intenso, profundo y bello, delicadísimo en su desarrollo y magníficamente sostenido por unas cuerdas hermosísimas.

Una interpretación plena de magia y encanto, soberbia, con intensidad y con belleza. Una Filarmónica de Munich que no es la Celibidache, una orquesta fluída, sedosa, bella, suave, dulce, poderosamente emotiva y perfecta en su ejecución técnica. 

Una obra maravillosa de un creador para los demás y principalmente para el "Ser Superior" llevada de la mano de un devoto servidor de su obra para su difusión y conocimiento del todos. A ellos nos entregamos.


Nada desdeñable, auqneu no hemos dicho nada de ella es la bellísima inetrpretación del Preludio de Tristán e Isolda. Furtwängler en la trastienda de esta preciosa aproximación a la muestra más bella de Amor sin barreras ni trabas. Disfrútenla también.

Seguimos en la brecha mientras sigan existiendo obras como esta.

Mi más sincero agradecimiento a todos ustedes, a todos los amantes de la Música, del Arte y de la Libertad.


Bruckner
Sinfonía nº 9
Versión original de 1894 en Edición de Leopold Nowak de 1951

Wagner
Preludio de Tristan e Isolda Preludio

Jochum
Münchner Philharmoniker 

Grabaciones: München, Herkulessaal der Residenz
8 de julio de 1973, Bruckner
8 de noviembre de 1979, Wagner





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