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domingo, 23 de septiembre de 2012

Johann Sebastian Bach. Suites para Violonchelo. Pierre Fournier. 1960.


Queridos amigos, pocas, muy pocas palabras vamos a escribir en esta entrada. En primer lugar porque con total seguridad sobrarían y en segundo y quizá más importante porque no tendría el vocabulario adecuado para expresar lo que esta música y este disco pueden llegar a transmitir.

Me confieso un verdadero inculto musical en la obra del maestro Bach. Siempre he dicho, y me pasa algo muy semejante con Wagner, que no logro comprender su música, y me encantaría. ¡Ya me dirán que no hay que comprender la música! Aceptado, aceptado. No es sólo comprender es que es una música que vive en mi ser en dos formas, o bien la forma musical pura que en muchísimas ocasiones me ha obligado a dejar de escucharla, o bien la forma de música de sentimientos, música que dejo escuchar y que me atrapa de inmediato hasta tener que escucharla una y otra vez. Será mi bipolaridad que contribuye muchísimo a la manera en la que estas notas sientan en mi corazón. Me desesperan o me embelesan. 


Y hay pocas obras del maestro Bach que pueda lograr escuchar completas y más aún dependiendo de quién sea el músico que la interprete. Gould, ya me machacarán los puristas y grandes entendidos, me apasiona. Tiene la habilidad de traducir la música de Bach de manera que siempre de a mi corazón una profunda sístole de sangre musical. Casals es otro genio. Increíble lo que el chelista catalán logra con la música de Bach. Pura armonía y belleza con ese violonchelo que parece sonar a gloria y a vida. Y el tercer músico en discordia es Fournier. 

Fournier, un maravilloso músico, un excepcional instrumentista, un increíble personalidad. Un músico que para las presentes sesiones de grabación en Hannover realizó largas tomas de piezas completas, casi sin modificaciones de remasterización. Le gustaba trabajar las piezas como un todo, empezar a tocar y finalizar. Y vaya si lo hacía bien, sí señor Fournier un genio. Un aristócrata del violonchelo, un señor músico en toda ley, elegantísimo y con una musicalidad extraordinaria. Que sensibilidad derrocha a la hora de tocar estas piezas de Bach, con una exquisitez técnica sorprendente y una delicadeza y sentimiento inigualables.


En muchos momentos de la audición de estas hermosísimas Suites de Bach cierro los ojos y me imagino al señor Fournier en aquella famosa celebración en honor de Casals, fallecido ya. Otoño de 1973, Iglesia de San Miguel de Cuxa, Fournier y las Suites de Bach. Monumental recogimiento entre los presentes, sentimiento que se podía palpar en el aire de la iglesia, las Suites en las manos de Fournier dando el merecido adiós al más grande de los grandes. Final, no hay aplausos, hay silencio, hay quietud, las personas se levantan y de pie rinden homenaje al maestro Casals. Tuvo que ser absolutamente conmovedor.

Lss Suites de Bach fueron compuestas por el maestro en la época en que era maestro de capilla en Cohthen, entre los años 1717 y 1723. Los destinatarios posiblemente alguno de los excelentes violonchelistas de la orquesta de la corte de Coethen. Elaboradas con un trazo global formal semejante, hay diferencias cualitativas entre ellas. La primera serie, de la primera a la tercera, se presenta en general de más fácil comprensión e interpretación mientras que la segunda serie, de la cuarta a la sexta, presenta un mayor grado de dificultad técnica interpretativa (la sexta incluso una cuerda más).


La estructura global de las suites está formada por un preludio, seguido de tres movimientos basados en diferentes danzas de alto y bello estilo: allemande, courante y sarabande. En el quinto movimiento Bach emplea otros tres tipos de danza, de carácter galante, ricas y hermosas: menuet, bourrée y gavotte. Todas las suites finalizan en la forma de una gigue. 

Los preludios son maravillosas ocasiones de dar libertad expresiva a los intérpretes, capacidad de improvisación, posibilidad de no estar encorsetados en la estructura rítmica de las danzas psoteriores. Bach juega con las posibilidades expresivas del instrumento, su paleta de sonidos y colores, su tímbrica. En estos preludios podemos encontrarnos sentimientos trasladados a lo musical de una riqueza extraordinaria. Cromatismo y colorido; melodías melancólicas; tensió y nobleza; ideas melódicas armonizadas y ricamente desarrolldas; el uso de la scordatura en la quinta suite para quizá explorar las capacidades rítmicas del instrumento o su expresividad; el uso de una quinta cuerda para la sexta suite aunque no es obligado va una quinta más alta que la cuerda aguda del violonchelo tradicional, quizá ayude a poner de manifiesto ese genial ejercicio del preludio sexto danzable, rítmico, con cambios muy señalados de fortes y pianos y el uso de notas muy agudas en sus toques afectivos.

El resto de movimientos que componen la estructura de las suites son un perfecto campo de exploración para los instrumentistas. Una forma de dejar libre su mente, su alma, su corazón e interpretar la belleza melódica, de trasponer la vitalidad rítmica del maestro, de jugar con el colorido que les ofrece Bach y de recrearse en las maravillosas combinaciones de estilos elegantemente expuestos por el compositor.

Los registros de estos discos como anticipamos antes se realizaron por Fournier en Hannover, mediante largas tomas sonoras de piezas completas, sin necesidad de hacer correcciones numerosas. Sólo interpretar, registrar y editar. Un verdadero prodigio de la combinación entre el músico y los ingenieros y productores de la grabación. 

Una grabación de verdadero ensueño. Una delicia y un placer para los corazones de todos aquellos que se dejen llevar por la musicalidad misma.

Espero que disfruten de estas hermosísimas melodías, que se llenen de armonía, de paz, de serenidad y de profunda tranquilidad emocional y de espíritu. Si lo hacen, llegan a un estado de placer y de dulce estar verdaderamente irrepetible. En estos momentos resultan muy necesarias para cargar esas baterías de sentimientos un poco apagadas.



Johann Sebastian Bach
Suites para Violonchelo
Pierre Fournier
Grabación, diciembre de 1960, Hannover, Beethovensaal











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