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lunes, 2 de diciembre de 2013

Inolvidable Callas. ¡Muchas Felicidades! Arias Líricas y de Coloratura. Callas. Serafin. Philharmonia Orchestra. 1954.


Mis queridos amigos, hoy es un día especial para todos los amantes de la música. Y con razón. Hace 90 años nacía la que quizá haya sido la cantante de ópera más famosa, alabada, querida y adorada de toda la historia: María Callas, la Divina. No podemos más que recordar y rendir un humilde homenaje a su figura en este día tan especial, el día en que alguien muy especial vino a nacer para luego quedar para siempre en la memoria universal.

Pocas palabras voy a dejar en esta entrada. Sólo me gustaría que escucharan y saborearan el precioso disco que dejamos (dificilísima elección). Un verdadero lujo de belleza musical y vocal, teatralidad y expresividad. Emotivo y bellísimo. 

Gracias María. Vivirás siempre en el corazón de todos aquellos a los que has hecho disfrutar de la pasión y de la belleza de la música.

Por siempre, María.




Callas, Arias Líricas y de Coloratura

Maria Callas, soprano
Philharmonia Orchestra
Tullio Serafin

Grabaciones:

17, 18, 20 y 21 de septiembre de 1954, Watford Town Hall, Londres

Francesco Cilea, Adriana Lecouvreur:
1. Acto 1º, Ecco: respiro appena. Io son l'umile ancella.
2. Acto 4º, Poveri fiori.
Umberto Giordiano, Andrea Chénier:
3. Acto 3º, La mamma morta.
Alfredo Catalani, La Wally:
4. Acto 1º, Ebbern? ne andrò lontana.
Arrigo Boito, Mefistofele:
5. Acto 3º, L'altra notte in fondo al mare.
Gioachino Rossini, Il barbiere di Siviglia:
6. Acto 1º, Una voce poco fa.
Giacomo Meyerbeer, Dinorah:
7. Acto 2º, Ombra leggiera.
Léo Delibes, Lakmé:
8. Acto 2º, Dov'è l'indiana bruna?
Giuseppe Verdi, I vespri siciliani:
9. Acto 5º, Mercé, dilette amiche.











sábado, 6 de octubre de 2012

Fritz Wunderlich. 26 de septiembre de 1930 - 17 de septiembre de 1966. Nuestro más Cariñoso Homenaje. Último Recital. Schubert. Schumann. Edinburgh. Extras de Salzburgo. Beethoven. Schubert. 1966. 1965.


Querido Fritz, mi muy querido y añorado Fritz. Te debía este pequeño homenaje. Había pasado ya septiembre ese mes a la vez alegre en que podíamos celebrar tu cumpleaños y a la vez triste, demasiado triste, que no lo permitiría más. Un pequeño retraso por mi parte que no se justifica y que aún así no va a impedir que todos nuestros amigos disfruten de este hermosísimo testimonio de tu arte. 

Un arte supremo, un don de Dios que aprovechaste y entregaste a corazón abierto y aparte de ello un logro de tu personalidad y de tu esfuerzo el haberlo llevado a las cotas más altas que se podían imaginar para alguien que andaba en la treintena.

Muchas cosas hiciste en ese corto periodo de tiempo en que estuviste aquí junto a nosotros. Llegaste de la mano de tus padres; de tu profesora, invidente ella pero no sorda desde luego, que te impulsó hacia el terreno del canto; de tus amigos de profesión (que bello gesto verdad esa confabulación entre Josef Traxel que fingió enfermar y que estaba confabulado con el primer reemplazo, el enorme Wolfgang Windgassen, para darte la oportunidad de estrenarte en Sttutgart y nada menos que con tu amado Mozart); de muchos y muy buenos músicos que te ayudaron en tus bajos momentos (Giesen, maravilloso y honorable, Karajan, único y conocedor de la excelencia, Hermann Prey, humilde y humano, y otros muchos).


Por supuesto no podemos olvidar a esa "Señora" en palabras marcadas y en mayúscula inicial, esa gran Señora que fue tu mujer, Eva Jungnitsch, y no sólo tu mujer sino tu referencia absoluta en la vida como lo fue tu familia. ¡Ah! importante como tu decías, no debemos olvidar tu tierra, tus amigos, tus reuniones de caza, charla, canto, alegrías y placer humano que tanta vida te dieron y que pe permitían llevar de manera más soportable el ritmo del éxito, del trabajo, del esfuerzo que por aquellos años tenías.


Todos ellos pusieron un poquito de ellos mismos para que esa gran persona, ese gran ser humano, alcanzara el nivel que esa voz prodigiosa y ese talento artístico global creciera. Tu decías que te quedaba poco para llegar al nivel de madurez deseado..."los cuarenta, los cuarenta..." pero no pudiste llegar. Tampoco te hizo falta. Giesen te decía "...ya está Fritz, ya está...". Dejaste un legado que pocos han podido dejar. y no sólo en fríos términos numéricos que no me importan. Dejaste un legado de amor, de entrega, de pasión, de belleza, de sutileza y encantadora magia musical.

Nos dejaste tu ser, porque tus interpretaciones tenían un poquito de ti en ellas. Y eso, querido Fritz, se nota cuando uno te escucha años después a través de los discos, testimonio de ello. Fíjate si se nota que sueles tener esa difícil habilidad de transmitir sentimientos, todos y cada uno de ellos, en esos discos a través de esa voz tan maravillosa, tan modulada, tan bien manejada, tan increíblemente bien transmitida y tan generosamente llena de expresividad y corazón. Y siempre, siempre logras que o bien sonriendo o bien emocionándonos de una manera profunda sepamos que sigues aquí. Y seguirás para siempre.


Gracias Fritz, las mereces, estas y muchas más. tu regalo es un regalo no sólo sonoro, es mucho más es un regalo de tu propia vida y de tu propia alma. Y eso es un regalo impagable. Tu aparente juvenil entrega es nuestra alegría y bálsamo para muchas penas; tu profunda pasión es un camino abierto por el que podemos llegar a experimentar las mayores y más intensas emociones que la música puede proporcionar; tu fuerza y tu entrega es acicate para nuestra ilusión y entrega. Sencillamente no sólo eras bueno sino que encandilabas a todos. Y sigues haciéndolo Fritz.

Descansa en Paz


Al escuchar este disco que nos deja el último recital de Wunderlich, yo al menos no puedo evitar llorar de emoción. Me traslado al momento mágico del concierto y me siento en el cielo del placer musical. Me quedo atrapado en la belleza, riqueza y expresividad del mismo. Una joya de la música, una verdadera joya.


Wunderlich
The last Concert

Fritz Wunderlich, tenor
Hubert Giesen, piano

Grabaciones
Edimburgo, Usher Hall, 4 de septiembre de 1966, último recital en vida
Extras en Salzburgo, 19 de agosto de 1965












domingo, 9 de septiembre de 2012

Glenn Gould. Recital de Salzburgo de 1959. Obras de Jan Pieterszoon Sweelinck, Arnold Schönberg, Mozart y Johann Sebastian Bach. 1959.


Queridos amigos, esta noche damos un ligero cambio de tercio al estilo de música que venimos aportando en los últimos días y nos alejamos un poco de las grandes obras sinfónicas para recrearnos en el bellísimo y particular piano de Glenn Gould. Un poco de bálsamo y de serenidad después de los avatares de los últimos días, nunca viene mal.

Y lo hacemos con un disco precioso. La interpretación ofrecida por el pianista canadiense, tras más de una anulación y algún que otro contratiempo,  en el Mozarteum de Salzburgo en el verano de 1959. El programa preparado para la ocasión es un verdadero clásico del artista canadiense con obras queridas y amadas por él: Sweelinck, Arnold Schönberg, Mozart y Johann Sebastian Bach.

Un programa musical que, para ser sincero, he de decir que Gould borda con hilo de oro. Unas interpretaciones frescas, plenas de naturalidad, de enorme brillantez estilística, de sensualidad y de sentimiento desbordantes acompañadas de un temperamento artístico controlado mágicamente por la técnica y el deseo musical de Gould.

Su piano claro y perfilado, a veces monocromático, sutil, como pulsado dedo a dedo, resalta la belleza de la música elegida. 

Una Fantasía del compositor holandés Sweelinck genial, maravillosa, fresca, con un habilísimo manejo del teclado que es capaz de dar la profundidad de voz y sonido que la Fantasía requiere. Una Fantasía que te transmite un profundo sentimiento de recogimiento y que si cierras los oídos sientes como viajas en el tiempo hasta la gran época previa al barroco ya establecido, a la época de los grandes organistas holandeses, a una época en la que el maestro Sweelinck dominada la fuga y el contrapunto. Una sonata preciosa, de una enorme delicadeza y de un profundo sentido humano.


La Suite para Piano de Schönberg es un deliciosa muestra de cómo puede acercarse al oyente una obra de una dificultad para el sentido auditivo humano de calibre ciertamente considerable. Gould consigue que por sus dedos fluyan unas notas que aún conservando su extraña sonoridad general resulten de un atractivo importante al que la escucha. Incluso se enamora uno de su sutileza, de su bella simplicidad (es un decir), de sus acordes, de su ritmo o de su preciosa y milimétrica majestuosidad jugada con un arte sensacional de variaciones e intercambios que resultan sorprendentes pero nunca objeto de rechazo automático de nuestro oído.


Como sorprendente es su preciosa interpretación de la Sonata KV 330 de Mozart. Una sonata de enorme belleza, frescura, sensibilidad, ligereza y lirismo. Una sonata tocada a punta de dedos por unas manos ágiles y frescas de Gould, como limpiando la pátina de polvo de años de tradición. Gustará o no pero desde luego es musicalmente una gozada escucharla así. Obra compuesta por Mozart durante el verano de 1778 en su estancia en París y coincidiendo, antes o después no está del todo clarificado, con el fallecimiento de su madre es una obra todavía llena de algunos detalles por estudiar sobre las partes que faltan de sus dos últimos movimientos (reemplazando los fragmentos que faltan con ideas previas del maestro). Las manos de Gould dan a esta hermosa y sencilla sonata un aire celestial, de levedad casi etérea, de sencilla y limpia pulsación al teclado son capaces de ofrecer un sonido mágico y encantador. Deliciosa de verdad.


Y para finalizar el disco, nos debemos quitar el sombrero queridos amigos. Gould y las Variaciones Goldberg del genio Bach. Una asociación histórica de la música grabada. Maldecida por unos y venerada por otros entre los que me encuentro. Simplemente ninguna otra interpretación de esta obra consigue alterar mi espíritu de la forma que lo hace Gould. Será poco académico, tendrá errores aquí y allá, su piano quizá no suene como "hubiera querido Bach" (u otras personas), pero poco importa.cuando empiezas a escuchar las notas iniciales del Aria, todo, todo, se olvida y desconectas en automático de cualquier pensamiento. Rápidamente quedas atrapado en la red maravillosa de sonidos preparada por Bach y tejida por las delicadas manos y el pensamiento libre de un gran pianista, Gould. Poco puedo añadir más. Simplemente se debe escuchar y disfrutar de ella, es más incluso, es necesario gozar de los sonidos parásitos que se cuelan en la grabación: los dedos, la silla, los sonidos guturales de Gould y cosa importantísima, disfrutar del silencio, un silencio estremecedor y que ofrece un escenario impactante para el mejor disfrute de esta hermosura de la música.


En definitiva queridos amigos, les dejo con un monumento musical en su conjunto, una parte de la historia de Salzburgo y un poquito de la esencia de Gould. Hay discos que reconfortan el alma humana y este es uno de ellos. Me gustaría compartir con todos un simple deseo: disfruten de la hermosura de la Música.




Glenn Gould
Recital de Salzburgo de 1959

Obras de:
Jan Pieterszoon Sweelinck, Fantasía
Arnold Schönberg, Suite para Piano op. 25
Wolfgang Amadeus Mozart, Sonata para Piano nº 10 KV 330
Johann Sebastian Bach, Variaciones Goldberg 

Grabación
ORF Radio, 25 de agosto de 1959, Salzburgo, Mozarteum









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