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martes, 17 de septiembre de 2013

Liszt. Los Preludios. Ravel. Concierto para Piano para la Mano Izquierda. Brahms. Sinfonía nº 1. Celibidache. Orquesta Sinfónica de Viena. 1952.


Mis queridos amigos, hace días ya que quería dejar el disco que hoy, al fin, puedo proponeros para una escucha que presumo realmente maravillosa. Es difícil resistirse ante una grabación del maestro Celibidache y este disco no va a ser algo fuera de la norma: es sencillamente un monumento musical y artístico. Y lo es por la belleza propia de las obras ofrecidas, por los intérpretes de las mismas (Casadesus, Sinfónica de Viena, Celibidache) y por la preciosa grabación que se ofrece, con ese sonido tan bello, monoaural pero de enorme calidad, evocador de un pasado realmente irrepetible.

No voy a extenderme mucho en los comentarios acerca de las obras presentadas pero sí quería hacer una mención especial a la Sinfonía de Brahms. Me parece una de las más hermosas grabaciones que haya tenido el placer de escuchar. Y no es dejar de lado a las otras dos excelsas interpretaciones ofrecidas, unos Preludios absolutamente soberbios y un precioso e impactante Concierto de Ravel, pero no puedo más que manifestar mi enorme sorpresa y el placer absoluto que me ha producido la obra de nuestro querido "barbudo".

El disco nos deja un bello ejemplo de la colaboración estrecha por aquellos años del joven maestro con la, no se me ofenda nadie, segunda orquesta vienesa y según la información del propio disco es quizá el único testimonio grabado de dicha colaboración. Una colaboración que se establece fundamentalmente a partir de la "salida" de escena de Celibidache de las actividades musicales enmarcadas en lo que podíamos denominar "ámbito" Karajan. Y una colaboración en la que se programaron amén de obras clásicas una gran variedad de composiciones modernas de la época (Hindemith, Shostakovich, Stephan, Uhl o Ravel). La grabación procede de las fuentes de la Radio austriaca RWR fundada tras la ocupación aliada posterior a la II Guerra Mundial y tiene una calidad como antes les decía enorme (cada día me apasionan más las grabaciones antiguas, tienen un algo especial que las hace verdaderas delicias sonoras).


Los Preludios de Liszt puede considerarse quizá como el más valorado y conocido de los poemas sinfónicos compuestos por Franz Liszt. Su composición data de 1848 durante su periodo en Weimar y fue dirigida por el propio Liszt el día de su estreno el 23 de febrero de 1854 en un concierto en el Hoftheater de Weimar. Es una obra realmente impactante por su enorme fuerza, su poder de seducción, su intensidad y su capacidad de emocionar. En la interpretación ofrecida por el maestro Celibidache podrán apreciar todas esas cualidades y realmente sentir la enorme fuerza de la música de Liszt.

Como podrán de la misma manera disfrutar de la maravillosa composición que es ese Concierto para la Mano Izquierda de Ravel, verdadero prodigio rítmico, sonoro y musical ejemplo de la habilidad compositiva de Ravel, de su forma mágica de sorprender con sus sonoridades y de jugar con los contrastes entre orquesta y piano. Un juego de virtuosismo solista, de enfrentamientos musicales orquesta-solista, de variedad rítmica, de contrastes emocionales. Una verdadera maravilla que además en esta ocasión está servida de la mano de uno de los mayores intérpretes de la obra, el genial Robert Casadesus, quizá el pianista que mejor supo comprender y de dar valor a esta preciosa composición de su compatriota.

Casadesus

La obra fue estrenada en Viena el 5 de enero de 1932, con Paul Wittgenstein (el destinatario del concierto) en el piano y Robert Heger dirigiendo a la Sinfónica de Viena y la primera interpretación en Francia tuvo lugar el 17 de enero de 1933 con la Orquesta Sinfónica de París, Wittgenstein al piano y Roger Désormiere en la dirección. Más adelante tuvo lugar un podemos decir "nuevo estreno" francés el 19 de marzo de 1937 en presencia de Ravel siendo solista Jacques Février y director Charles Munch

Es comentario general que las relaciones entre Ravel y Wittgenstein se enrarecieron a consecuencia de cambios que el propio pianista introdujo en sus interpretaciones de la obra y que parece ser que se suavizaron algo con una vuelta atrás del mismo sobre dichos cambios aunque también se indica en algunos lugares que Ravel no estuvo contento con la calidad interpretativa de Wittgenstein. Sea como fuera la realidad es que estamos ante una verdadera obra de arte, realmente deliciosa, intensa y bella.

Wittgenstein

Y llegados a este punto retomamos los comentarios iniciales de esta entrada. Brahms y su Primera Sinfonía. Celibidache en la dirección. Reconozco mi debilidad por el maestro rumano. A partir de aquí juzguen ustedes la recreación de esta inconmensurable obra. A mi modesto entender como les indicaba antes es una de las más hermosas que haya tenido el placer de degustar.

Una inmensa belleza por todos los poros de la interpretación. Frescura, emotividad, discurso bien organizado, exposición precisa, exacta pero libre de ataduras y manierismos. Una paleta de colores bellísima, una pulcritud en las matizaciones realmente sorprendente, un juego instrumental precioso que parece exprimido con la suavidad de quien está creando un néctar para dioses. Detalles de construcción que se paladean conforme van surgiendo de la orquesta vienesa que, es justo hacerlo, suena realmente preciosa.

No tengo palabras que tengan capacidad de expresarles la emoción que me produce su escucha. Simplemente les ruego que disfruten de su escucha, que se entreguen a la belleza de esta maravillosa música de Brahms, una de las más hermosas sinfonías jamás compuesta, y que se dejen llevar de la mano de un maestro que cuando está "de dulce" produce verdaderas ambrosías musicales.

Que disfruten del disco mis queridos amigos.


Liszt - Ravel - Brahms - Celibidache - Orquesta Sinfónica de Viena

Liszt, Los Preludios
Ravel, Concierto para la Mano Izquierda
Brahms, Sinfonía nº 1

Sergiu Celibidache
Orquesta Sinfónica de Viena
Robert Casadesus, piano

Grabación
Viena, Konzerthaus, Grosser Saal, 30 de octubre de 1952