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sábado, 28 de enero de 2012

Tchaikovsky. Sinfonía nº 4. Szell. Orquesta Sinfónica de Londres. 1962.


Queridos amigos, dejamos hoy una maravillosa entrada. Una interpretación grandiosa, vital, poderosa y enérgica de la preciosa Sinfonía nº 4 de Tchaikovsky de la mano de George Szell dirigiendo a una portentosa Orquesta Sinfónica de Londres.

Es una de las aproximaciones más bellas que haya tenido la ocasión de escuchar, muy próxima en su concepción y en su brillantez y enfoque a la del gran Ataúlfo Argenta con la Suisse Romande en el 1957. ¡Qué maravilla es la Música que permite vincular dos carácteres tan diferentes para que en un momento dado puedan tener coincidencias tan amplias!

La Orquesta Sinfónica de Londres es una de las más grandes formaciones europeas y mundiales, muy, pero que muy cerca de las grandes centurias tradicionales europeas, léase Viena, Berlín, Amsterdam o Baviera y con un carácter diferente al de las grandes orquestas norteamericanas pero con mucho de su billantez. Perfecta y válida para cualquier repertorio y con una tradición histórica amplísima ha contado siempre entre sus directores titulares e invitados con los mejores de la historia. Y Szell es uno de los grandes.

En esta conjunción con Szell se pueden saborear todas sus exquisiteces. Cuerdas soberbias y maravillosas, metales ricos, tímbricos y coloridos (escuchen el movimiento final), maderas presisas y dulces, empaste, armonía. El resultado de la unión de una orquesta con estas características y las manos de un señor llamado Szell puede tener dos resultados: una, arredrarse la orquesta y ser una catástrofe musical y otra crecerse la orquesta, empastarse e identificarse con el director. Y es esta segunda opción lo que en esta ocasión sucede. La Sinfónica de Londres se crece y responde a las exigencias rítmicas, tímbricas, de intensidad y de frenético impulso del maestro húngaro. Un maestro por otro lado particularmente afectuoso con la preciosa partitura de Tchaikovsky a la que trata con mano férrea pero dejando que todas sus bellezas, sus maravillosas melodías y sus geniales combinaciones instrumentales salgan a relucir. 


No se puede decir, no, que estemos ante el habitual Szell, rígido y extremadamente preciso. No, no es el caso. Todo lo contrario, nos encontramos con un Szell lírico, que maneja un primer movimiento de forma genial, con un tempo rápido pero amplio para poder dejar que se aprecie y se muestre toda su belleza. 

Un Szell que inicia un segundo movimiento con una magistral belleza en las maderas y las cuerdas, con su tempo batiente perfecto en un fondo suave y acompasador, con expresividad y amor en las bellísimas cuerdas londinenses y con una perfección tal que su parte final resulta demoledora en su profunda y sensible belleza. 

Un Szell que marca un pizzicato ostinato genial, perfecto, con sonoridad amplia e incluso expansiva, para nada corta en las cuerdas y creando un ambiente de maravillosa danzabilidad y musicalidad eslava jugando perfectamente con el ritmo y los instrumentos. 

Y finalmente un Szell que se desboca y se transforma en el Szell tradicional que todos estamos acostumbrados a escuchar. Desarrolla un movimiento final hermosísimo, iniciado con unos metales expansivos y con la intensidad tímbrica, de color y y sonora  propias del maestro. Energía, ímpetu, precisión, potencia, ritmo creciente e impulsivo; energía acumulativa, expansividad. Un movimiento final realmente espectacular por su conducción, por la belleza de la ejecución de la Sinfónica de Londres, amén de por su belleza propia. 

Es el Szell más esperado por todos, el Szell músico libre que en ocasiones de desata, se quita la máscara y saca la varita mágica de la sabiduría directorial para decir: Tchaikovsky también es mío; puedo ofrecer su alma, su sentimiento profundo, su emoción y la belleza de su música como el que mejor pueda hacerlo y que dice "si no lo creen, vuelvan a escuchar los minutos finales que acaban de escuchar, vuelvan, vuelvan y ya me dirán". Absoluta maravilla musical.



Es un disco maravilloso, verdaderamente hermoso. Una mezcla muy bonita de dulzura, energía, pasión, vitalidad y profundidad. Un disco interpretado con una claridad pasmosa, sin rigideces ni sequedades, sin excesos de sentimentalismo pero sin dejar de lado ese lado humano y de sentimientos personales inherentes a la obra de Tchaikovsky. Un disco ejecutado además con un sentimiento y una técnica equilibrados.

Un disco que en definitiva, creo que merece la pena saborear.


Tchaikovsky
Sinfonía nº 4
George Szell
Orquesta Sinfónica de Londres
Grabación: 11 y 13 de septiembre de 1962. Walthamstow Assembly Hall, Londres
(Otras fuentes citan el 19 y 21 de septiembre de 1962 coincidiendo con unos conciertos en directo de Szell y la Sinfónica)