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lunes, 8 de agosto de 2011

Schumann. Sinfonía nº 2. Chopin. Chopiniana. Dimitri Mitropoulos. Orquesta Sinfónica de Minneapolis. 1940. 1945.


Queridos amigos esta tarde dejamos un precioso disco grabado por el gran Mitropoulos al frente de la Sinfónica de Minneapolis en los años 40 del pasado siglo XX. Las obras, una impresionante Sinfonía nº 2 de Schumann y una adaptación de piezas de Chopin, La Chopiniana.

He de reconocerles que tras varios años sin escuchar el disco, su nueva audición me ha revelado aspectos increíblemente bellos de la Sinfonía nº 2 de Schumann; hacía tiempo que no disfrutaba tanto con esta sinfonía. 


Por ejemplo, el inicio de la obra. Es sencillamente bellísimo, con una calma pasmosa sin caer en la pesadez, enérgico e impulsivo, dejando respirar de forma sorprendente a los instrumentos, con una espectacular, preciosa e impactante acumulación de energía que se va expandiendo en el desarrollo del mismo. Sencillamente magistral.

El Scherzo es enormemente animado y rítmico, sin prisas; da la sensación de ser algo más rápido de lo que se escucha en versiones más modernas de la obra aunque en la realidad su tiempo viene a ser prácticamente idéntico. Quizá sea una sensación de aceleración, pero simplemente es eso, una sensación, no hay pérdida de detalles musicales ni orquestales, detalles que están mágicamente expuestos a lo largo de su desarrollo por Mitropoulos. Un movimiento precioso y un ejemplo maravilloso del control del tiempo y del ritmo.

Su Adagio resulta extraordinariamente conmovedor. Delicadamente matizado y expuesto, es tal la claridad de las texturas orquestales dejadas por Mitropoulos que disfrutas de una manera sensacional de los bellísimos instrumentos solistas. La masa de cuerdas está soberbia, con una calidez y una sedosidad preciosas. La carga emocional se percibe desde el inicio del mismo movimiento y fluye, mágicamente conducida por las manos del director, como el agua de un lento y delicado manantial en el que cada onda del agua es un impacto emocional directo a tu corazón. Bellísimos clarinetes, oboes soberbios, trompas hermosísimas. Todos y cada uno de ellos contribuyen a la profundísima emoción acumulada en este increíble movimiento.

El Allegro final es la expresión definitiva de la energía y la belleza encerrada en el resto de la obra. Magnífico ejemplo del control orquestal y del tiempo musical; de nuevo belleza instrumental increíble, magia en el secreto de revelar detalles, desarrollo controlado de forma suprema dando a cada instrumento y a cada grupo orquestal el punto adecuado de tiempo e intensidad. Con una preciosa inflexión a medio movimiento que marca el inicio de la escalada musical en busca de un final soberbio, marcado a fuego, intensísimo, desgajado con el corazón, conmovedor, intenso, ascendente hacia una luz musical de una belleza deslumbrante. Sencillamente maravilloso. Una obra de arte.


Destacar la maravillosa prestación de la Orquesta Sinfónica de Minneapolis. Es un gusto escuchar grabaciones de 60 ó 70 años que tengan un sonido tan bueno y tan bello; un placer sonoro escuchar las geniales orquestas en aquellos años. ¿Quizá tuvieran menos técnica que las actuales? Posiblemente. ¡Pero qué bonitas sonaban! Un dulce musical sin par. Un placer para los sentidos.

La Chopiniana presentada en el disco es un perfecto acompañamiento al mismo. Un adaptación orquestal sensacional de Dimitri Rogal-Lewitzsky de algunas de las piezas más bonitas de Chopin. Resulta una obra encantadora de escuchar, preciosa orquestación para sacar a relucir detalles musicales bellísimos de las piezas de Chopin. Por ejemplo es un placer escuchar el Estudio nº 12 y el Nocturno nº 13, bellísimos, conmovedores, preciosos; o la Mazurka nº 25, ¡encantadora!, o el precioso y saltarín Vals brillante nº 14 sin dejar de lado la famosísima Polonesa nº 6. En suma una obra preciosa de este compositor ruso y profesor del Conservatorio Tchaikovsky. 



Espero que disfruten de este precioso disco, un bellísimo ejemplo del arte directorial de Mitropoulos, de la calidad de una Orquesta, la de Minneapolis, y de una época de la interpretación musical irrepetible.


Schumann
Sinfonía nº 2

Chopin 
Chopiniana (orquestación, Dimitri Rogal-Lewitzsky)

Dimitri Mitropoulos
Orquesta Sinfónica de Minneapolis

Grabaciones: 
Schumann, 3 de diciembre de 1940
Chopin, 2 de septiembre de 1945