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domingo, 31 de julio de 2011

Beethoven. Mendelssohn. Conciertos para Violín. Wilhelm Furtwängler. Yehudi Menuhin. Philharmonia Orchestra. Orquesta Filarmónica de Berlín. 1953. 1952.


Queridos amigos, dejamos esta noche un disco excepcional en lo referente no sólo ya a lo musical sino también a lo histórico y humano. Una unión de nuevo perfecta entre dos de los más grandes músicos del siglo XX y además dos de las más grandes personalidades humanas del citado periodo.

De todos es conocida la época trágica de posguerra que tuvo de vivir Furtwängler, un músico humanista que tan sólo permaneció fiel a lo que su formación y su condición humana le indicaba era lo correcto. Hacer música como ejemplo de vida y como obligación y deber, fueses en la etapa que fuese. Su proceso de desnazificación fue quizá el más injusto de todos los llevados a cabo en el ámbito musical. 

Lucerna se constituyó tras la II Guerra Mundial en el centro de la esperanza europea de la reconciliación y del olvido. Tomó en relevo del Salzburgo destrozado por los nazis. Lucerna era el lugar apropiado para su relevo, para unir voluntades de paz, de confraternidad, de amor, de ilusiones, de conciliaciones.

Menuhin judío de origen neoyorkino fue la persona que quizá estuvo más cerca de Furtwängler en aquellos malos y difíciles años. Defensor del maestro alemán y seguidor incluso a escondidas de los conciertos de Furtwängler en Berlín, tendió sin tipo alguno de rencor la mano a quién consideraba uno de los grandes, un humanista y un músico sin par. 

Unas primeras reuniones tuvieron lugar en el hotel suizo Tres Coronas en el Lago Ginebra, reuniones cara a cara, de dos personalidades de semejante formación, humanismo, cultura y educación. Estas primeras reuniones dieron lugar a los conciertos de Menuhin y Furtwängler en Lucerna con un impresionante Concierto para Violín de Beethoven; las apariciones en Salzburgo con el concierto de Brahms y en Berlín nuevamente con el de Beethoven (tras el que Menuhin llegó a decir que no interpretaría más el concierto de Beethoven con otro director, añadiendo sabiamente "...aunque eso se imposible y tendré que hacerlo, siempre feliz, con otros directores, lo de Furtwängler es único".

Bellísimas palabras del violinista americano que le dan la talla moral y humana que merece y una labor la suya de restitución de la figura de Furtwängler sin par, imposible de apreciar y de agradecer lo suficiente.


Los presentes conciertos se planificaron nuevamente para su grabación en estudio con la EMI. Beethoven  en Londres con la excepcional Philharmonia y un año antes Mendelssohn con la Orquesta Filarmónica de Berlín en un gesto maravilloso para la restitución de la imagen, del valor, del hombre y del nombre de Mendelssohn, que poco antes de la guerra fue dilapidado y eliminado de la historia musical alemana.

El resultado de estas dos grabaciones históricas por todos los aspectos es sencillamente soberbio. 

Quizá el más bello Concierto para Violín de Beethoven jamás grabado. Un concierto de emoción a flor de piel, con un Menuhin entregadísimo, con una técnica de todos sabida fuera de duda, pero a la que se añade una belleza sonora y un implicación emotiva sin par. Una interpretación donde pone el alma, pone su vida en las notas y ¡Dios, qué notas logra!. Notas de una belleza pasmosa, sencillamente hermosas, con un alma que parece emerger de todas y cada una de ellas. Y una Philharmonia que en manos de Furtwängler logra un nivel musical y emotivo sensacional. Que excepcional manejo de las masas y grupos musicales, que maravillosa forma de acompañar en un plano retrasado al virtuoso y cálido violín de Menuhin, Una verdadera maravilla musical, una joya de interpretación, un momento único de la historia de la grabación. Dos voluntades y dos pensamientos semejantes entregados simplemente a la humanidad. 

Y en el Concierto para Violín de Mendelssohn podemos encontrar más de lo dicho. Dos verdaderos titanes musicales, con una comprensión perfecta el uno del otro y del destino y fin de esa hermosísima música de Mendelssohn. Un acompañamiento mágico, un violín sublime, sedoso, encantador, de una sonoridad mágica, casi celestial. Soberbia.

En ambos casos nos encontramos con una forma completamente diferente a cualquier otra de ver la música, la historia, la vida. La vida es música, la música es vida. Nosotros somos sus traductores, traductores de un cosmos vital que supera cualquier condición humana. Es la música como ejemplo del arte sublime, el bálsamo de cualquier mal, el centro de unión de todas las almas deseosas de paz y amor.

Espero que disfruten de este disco único y maravilloso. Gracias a la fonografía se ha conservado el arte inigualable de dos grande seres humanos.


Beethoven*
Mendelssohn**
Conciertos para Violín

Wilhelm Furtwängler
Yehudi Menuhin
Philharmonia Orchestra*
Orquesta Filarmónica de Berlín**

Grabaciones
London, Kingsway Hall, 7 y 8 de abril de 1953*
Berlín, Jesus Christus Kirche, 25 y 26 de mayo de 1952**