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martes, 22 de octubre de 2013

Schubert. Lieder. Schwarzkopf. Fischer. 1952.


Mis queridos amigos, en la noche de hoy dejar este bello disco no es más que un verdadero placer. Un disco de serie económica, con sonido precioso, con canciones aún más preciosas y con el talento de dos verdaderos artistas en todo su más amplio sentido dedicados en cuerpo y alma al talento incuestionable de aquel que quizá sea el mejor compositor de lieder que haya existido: Schubert.

Schwarzkopf, la cantante que con mayor sentido ha sido capaz de cantar los lieder de los compositores más variados ha tenido también la capacidad, que no es poca, de acompañarse siempre de unos pianistas que han entregado su arte a la expresión y recreación de la esencia de los lieder. todos y cada uno de ellos son excepcionales virtuosos del piano pero aún más maravillosos encantadores de sonidos y palabras, verdaderos maestros en la creación de la atmósfera justa y necesaria para cada autor y cada canción. 

Ahí tenemos las portentosas colaboraciones con Gerald Moore, Geoffrey Parsons, Walter Gieseking, Furtwängler y el señorial, mágico y humanista Fischer.

Un Fischer que nos ofrece su piano masculino, fuerte, sonoro, intenso y cincelado para dar su lugar a una Schwarzkopf que sencillamente se presenta, y es muchísimo, verdadera. Saca a relucir su enorme talento, su versatilidad, su maravillosa dicción, su paladear exquisito de cada frase, su entonación apropiada al sentimiento que quiere expresar. Y ambos nos dejan maravillados con la variabilidad de humor y sentido capaz de proyectar Schubert, sirviendo al maestro en su tarea. 


La pureza casi trascendente de Schwarzkopf, sus palabras a veces apagadas hasta casi lo imposible, sus silencios "audibles", su timbre puro y maravilloso, su dulzura, delicadeza y frescura nos llevan a un universo imaginario realmente increíble en el que podemos saborear la alegría, la pujanza, lo amargo, lo dulce, lo inocente y lo dramático. Un recorrido por unas canciones del gran Schubert sencillamente mágico.

No queda más que recomendar encarecidamente que escuchen este disco, verdadera joyita musical y testimonio de algo que difícilmente se podrá jamás igualar.

Que sirva para deleitar el alma, alegrar un poquito el corazón, experimentar sentimientos y gozar del placer que sólo la música es capaz de proporcionar, el placer de sentir de manera individual cualquier sensación posible. Y siempre será una sensación irrepetible y única en cada persona.




Schubert
Lieder
Schwarzkopf, soprano
Fischer, piano
Grabación, Londres, Abbey Road Studio nº 1, del 4 al 7 de octubre de 1952