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viernes, 11 de noviembre de 2011

Shostakovich. Sinfonía nº 13 "Babi-Yar". Shchedrin. Concierto nº 2 para Orquesta. Temirkanov. State Academy Symphony Orchestra of USSR. USSR State Symphony Orchestra. 1983. 1976.


Queridos amigos, en atención a la petición de nuestro compañero Appassionato dejamos hoy esta hermosísima grabación de la Sinfonía nº 13 de Shostakovich dirigida por el maestro Temirkanov al frente de la State Academy Symphony Orchestra of USSR.

La preciosa, aunque de difícil audición, Sinfonía nº 13 de Shostakovich es un monumento musical que inicia una etapa compositiva del autor más centrada en los aspectos profundos de los sentimientos y de los conflictos humanos. Debe su nombre a un tétrico lugar a las afueras de Kiev en el que fueron asesinado miles de judíos a manos de los nazis, fundamentalmente en los días 29 y 30 de septiembre de 1941. En el mismo lugar acontecieron también diversas masacres de poblaciones rusas, rumanos, ucranianos, gitanos de diversas nacionalidades, etc. En total se estima que el número de víctimas oscila entre 100000 a 150000 personas. Una verdadera atrocidad.


Monumento sinfónico contra el antisemitismo, no sólo de ideología nazi sino también estalinista, la obra fue compuesta en 1962 y orquestada para bajo solista, coro masculino y gran orquesta, usando poemas de Yevgeny Yevtushenko, poeta socialmente comprometido y hasta entonces sin demasiados problemas (con el estreno de la sinfonía los dirigentes comunistas obligaron a Yevgeny Yevtushenko a cambiar detalles del texto de su poema como por ejemplo las referencias a la política antisemita del gobierno). Está dividida en cinco movimientos a lo largo de los que se exponen y a la par se denuncian diferentes aspectos del estilo de vida soviético. Fue estrenada el 18 de diciembre de 1962 de la mano de Kirill Kondrashin (después de que Mravinsky se negara a ser el director del estreno lo que originó un alejamiento del compositor) al frente de la Orquesta Filarmónica de Moscú y con los miembros del Coro del Estado Republicano y del Gnessin Institute siendo el solista Vitali Gromadsky.

La obra amén de sus vinculaciones y avatares políticos es bellísima. Dura, musicalmente digamos que "poco agradable" pero de una enorme intensidad de espíritu y cargada de matices emotivos. Con referencias musicales propias y de Bartok o Mahler, en su devenir se puede admirar la excepcional composición instrumental de Shostakovich con unos pasajes de tuba, de flauta, de fagot, o de metales excepcionalmente bellos sin dejar de citar la preciosa partitura vocal y coral. Toda la obra está marcada por el tono satírico y burlesco pero sin abandonar su sentimiento profundo de tristeza y de acritud.


Temirkanov realiza una aproximación excelsa. Llena de matices y técnicamente sensacional, se ve arropado por la magnífica voz del bajo Georgy Seleznev con una dicción perfecta y una modulación de gestos y de matices sensacionales. La Orquesta resulta aplastantemente bella, increíble en sus prestaciones técnicas, no deja de sorprender con la calidad individual de sus solistas y por la sensacional y bellísima sensación sonora y emotiva que deja tras la escucha de la obra.

El disco se complementa con una preciosa obra de Shchedrin, un precioso Concierto para Orquesta nº 2, obra encargada por Leonard Bernstein para la celebración del 125 aniversario de la Orquesta Filarmónica de New York. Una obra inquietante y profunda, con enorme color instrumental, con fuerza, garra e impulsividad, de gran lucimiento orquestal y de una belleza sonora espectacular.



Que disfruten del disco.
Estimado Appassionato, espero que te guste.



Shostakovich*
Sinfonía nº 13, Babi-Yar
State Academy Symphony Orchestra of USSR

Shchedrin**
Concierto para Orquesta nº 2
USSR State Symphony Orchestra

Temirkanov
Georgy Seleznev, bajo

Grabaciones
16 de junio de 1983*
25 de febrero de 1976**





lunes, 7 de noviembre de 2011

Shostakovich. Sinfonía nº 10. Tchaikovsky. Melodrama de la Suite La Doncella de Nieve. Rimsky-Korsakov. La Legenda de la Invisible Ciudad de Kitezh. Evgeny Svetlanov. USSR State Symphony Orchestra. 1968.


Queridos amigos. Tras una pequeña avería informática del equipo con la consiguiente reinstalación (como decía en un comentario al amigo Jose, las cosas de Windows) volvemos a retomar la actividad. Y no he podido resistir la tentación de saltarme un poquito el orden que tenía pensado, continuar con la Sexta de Tchaikovsky y Temirkanov, ante el encuentro maravilloso que he tenido el placer de disfrutar en este maravilloso testimonio discográfico que dejamos hoy. 

Es una de esas ocasiones en las que un disco te cautiva desde su primer minuto (y en esta ocasión con más intensidad aún por detalles extramusicales que a continuación comentaremos). Un disco excepcional, soberbio, creo que irrepetible, una verdadera joya musical e histórica. Pocas veces una primera audición de un disco me ha impactado tanto como la de este registro.

Estamos en Londres, en los PROMS del año 1968. Lugar, el Royal Albert Hall; fecha el 21 de agosto de 1968, el día posterior a la invasión de Checoslovaquia, en la noche del 20 al 21 del citado mes, por el ejército soviético y algunos de sus aliados del Pacto de Varsovia. La orquesta, la excecpcional USSR State Symphony Orchestra, fundada en su día por el maestro Gauk, y embajadora de la Unión Soviética por aquellos años. Las obras programadas, ironías del destino, de los compositores Dvorak y Shostakovich. Su director el excepcional maestro Svetlanov y Rostropovich al chelo.

La situación es de una tensión enorme, se palpa a flor de piel. Dos culturas completamente diferentes, dos músicos de países, que no ideas, enfrentados. Los comisarios políticos en el escenario, tras la orquesta, atentos a "lo que pueda pasar" en una además actuación que se retransmitía en directo. Los miembros de la orquesta desconcertados y atónitos ante lo que ha sucedido el día anterior y ante la reacción del público al que se muestran, sencillamente como músicos. El concierto tiene tintes dramáticos, la reacción inicial de cierta parte del público es airada frente a la orquesta con gritos de "volved a casa" que se contraponen a aquellos otros que les indican silencio e intentan hacerlos callar. Se inician intentos de sabotear la representación, con conatos de protestas airadas. La primera parte del concierto que incluye también la Obertura de Russian y Ludmilla junto a la obra de Dvorak, se desarrolla en este ambiente agrio y tenso. 

Tras el descanso, comienza la segunda parte del concierto con la misma tensión que en la primera. Y esa tensión queda reflejada en esta grabación, en ese minuto inicial de la obra de Shostakovich, minuto absolutamente conmovedor y estremecedor, impactante, donde se escuchan los gritos enfrentados del público y se inicia, sin atender a los mismos, la ejecución de la obra por un Svetlanov que a lo largo del desarrollo de la misma se va "inflamando" y llenando de una energía vitalista enorme. Un Svetlanov que se deja llevar por las circunstancias emocionales del momento por la magia del directo y en este caso de un directo cargado con una emoción y un sentimiento que tuvieron que ser demoledores.


Y quizá por todas estas circunstancias, surge una magia especial en la interpretación. Magia que emana en primer lugar de un director excepcional, que expresa todos los matices de la excepcional obra de Shostakovich con una energía y una pasión desbordada. Un Svetlanov que está magistral, con una dirección fina, matizada, atenta a los detalles emotivos de la obra, electrizante en muchos de sus pasajes (¡qué maravilloso segundo movimiento!), con una intensidad y una pujanza pocas veces vista.

Y los músicos de esa excepcional agrupación que es la USSR State Symphony Orchestra no dejan atrás a su director. Están soberbios, maravillosos. Unas maderas sencillamente espectaculares y bellísimas; unos metales que dan un punto de intensidad único; unas cuerdas que parecen estar movidas por una energía superior por un impulso fuera de lo común. 

En su movimiento final, sencillamente se desborda toda la energía acumulada. El movimiento se desarrolla con una dinámica única, creciente, maravillosa. Es la explosión final del público la que da aún más valor a una interpretación irrepetible y la que hace ver el valor de la música. Lo que se inicia con una tensión que corta el ambiente termina con una demostración de fervor y de alegría emocional que no puede más que explotar. La música por encima de cualquier otro condicionante o de cualquiera otra circunstancia ajena a la misma. La música como belleza, sentimiento y emoción.

El disco se completa con tres piezas adicionales que fueron interpretadas en los días sucesivos, 22 y 23 de agosto, en otros conciertos ofrecidos en el mismo escenario. Un Tchaikovsky conmovedor y bellísimo y un Rimsky pleno de fervor, de pasión y de vitalidad.

Sencillamente un disco excepcional, una joya discográfica, una maravilla emocional que creo hay que escuchar. Un tributo al arte, al arte por el arte, un homenaje a la pasión y a la entrega, por encima de cualquier cosa, de unos profesionales que están más allá de cualquier condicionante exterior. Una muestra de un Svetlanov (uno de los más grandes e impulsivos de los directores de su país y de su generación) y de una USSR Symphony Orchestra en un momento de gracia suprema.



Que lo disfruten. Verdaderamente estoy convencido que será un disco que les va a gustar y que van a sentir la misma emoción que yo he tenido el placer de experimentar con su audición.

Shostakovich
Sinfonía nº 10
Tchaikovsky*
Melodrama de la Suite La Doncella de Nieve
Rimsky-Korsakov**
The Legend of the Invisible City of Kitezh
Svetlanov
USSR State Symphony Orchestra
Conciertos BBC PROMS de 1968
Royal Albert Hall, 21, 22* y 30 de agosto de 1968**









martes, 1 de noviembre de 2011

Tchaikovsky. Sinfonía nº 5. Temirkanov. Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. 1992.


Queridos amigos, continuamos en el día de hoy con la entrega de una maravillosa, pausada e intensa entrega de la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, de nuevo de la mano de Temirkanov y la fantástica Orquesta Filarmónica de San Petersburgo.

En la entrega anterior correspondiente a la cuarta Sinfonía, dejaba entrever mi pasión por el maestro ruso. En esta ocasión y en la siguiente (la Sexta) no puedo más que aseverar la afirmación realizada. Me parece un músico excepcional, increíble, apasionante.

La Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, creo no caer en desatino alguno si lo comento, es una de las obras sinfónicas más bellas, apasionantes, emotivas y directas al corazón que jamás se hayan escrito. Un conjunto impresionantemente bello de armonías y temas melódicos genialmente estructurados por el maestro ruso e integrados en un marco global soberbio de belleza y de formas compositivas únicas; independientemente de las posibles críticas de los más técnicos y entendidos, una obra de arte.

Compuesta por Tchaikovsky tras el periodo dramático de su existencia en el que tuvo lugar su fracasado matrimonio de conveniencia con su alumna Antonia Milioukova, es la segunda de sus tres grandes sinfonías finales, esa trilogía sinfónica maravillosa que muestra a un ser humano de poderosos sentimientos sentimentales y sexuales permanentemente contrariados, a un hombre extremadamente delicado e hipersensible, fácilmente vulnerable a los ataques de un destino insospechado que se ceba en su ser, pero a la par un hombre de gran coraje y persistencia, un gran luchador. 


Al igual que en la Sinfonía nº 4 del maestro, el tema de la fatalidad del destino es representado en su Quinta Sinfonía. Si bien es algo menos aparente, mejor dicho, algo menos dramático y quizá más dulcificado, el tema persigue el devenir de la obra musical, permanente, persistente y siniestro. 

Que su primer movimiento, algo que calificaría como descomunalmente bello en la historia de la música, manifieste cierta reasignación del maestro ante ese Destino insondable, no quita valor emocional al mismo, es más, es una forma de superación humana y sentimental del hecho problemático traducida en una música intensísima, plácidamente emotiva, como un mar embravecido con olas de un ritmo machaconamente continuado, un ir y venir de sentimientos permanente. Aceptación, resignación, espiritualidad. Sus maravillosas maderas iniciales, esos clarinetes soberbios, sus fagotes acompañándolos posteriormente y sus cuerdas sedosas y briosas son ejemplos únicos de expresión de lucha, serenidad y ansia de paz. 

Todo este juego de sentimientos enfrentados, tiene su continuidad en un segundo movimiento excepcional. Un movimiento lleno de contrastes, mucho más intenso y vivo que el primer movimiento, está repleto de tensión emocional creciente, una tensión maravillosa, bellísima, dolorosamente percibida y sentida. Una tensión que rompe finalmente esa Providencia que se presentaba en el primer movimiento, finalizando en un sutil y bellísimo cara a cara entre Destino y Amor, entre Resignación y Destino. Es un movimiento repleto de matices sentimentales encontrados, de una tensión adorablemente mantenida por el maestro. Una pequeña joya musical.

El tercer movimiento está inspirado en el ballet, en su dulzura y danzabilidad, en su elegancia y belleza. Quizá como forma de escape de sus tensiones acumuladas, Tchaikovsky puede expresar a través de los gestos y guiños musicales del ballet todos sus sentimientos encontrados y plasmar de forma franca su sensualidad, su dulzura, su nostalgia, su amor. Pero todo ello finalmente es roto de nuevo por la Providencia, esa fatalidad que corta toda posible huida y todo escape. ¡Ilusión finalmente, sólo ilusión!

La obra finaliza en uno de los movimientos más intensos y bellos jamás escritos para una sinfonía. Este cuarto movimiento con sus temas principales desarrollados soberbiamente y principalmente por ese fantástico tema de la Providencia absorbiendo toda la energía vital del mismo, desde su inicio explosivo pasando por su desarrollo hasta su final creciente y triunfal. Ese tema es tan genial y bello que es imposible resistirse a su poder, a su fuerza a su valor emocional. Y el colorido, algo exagerado según muchos, los timbres orquestales, los detalles finísimos en los instrumentos y el genial acompañamiento instrumental de los metales hacen de este final un todo pleno de energía vital, energía que te llena, energía que no quieres dejar escapar, que deseas no acabe. Es la más pura expresión de la emoción contenida en toda la obra. Un momento irrepetible, intensísimo y bellísimo.


Temirkanov y sus músicos de San Petersburgo realizan una de las más bellas interpretaciones que haya escuchado. Su técnica y la de la orquesta es excelsa. Los músicos logran unas cotas de belleza y de calidad realmente altas, sus cuerdas son manejadas a la necesidad expresiva del momento; sus metales resultan el punto justo de intensos para no sobrepasar el límite de lo excesivo; sus maderas dan unos puntos de belleza sensacionales. 

Temirkanov transita a los largo de la obra por su esencia emocional, se empapa de sentimiento, de sensibilidad, de sensualidad y de lucha, rabia y determinación. Exprime los tiempos de cada movimiento para poder extraer todo el jugo posible de la partitura y de las calidades de su orquesta. Sencillamente pienso que ambos están geniales, persuasivos, conmovedores y plenamente inmersos en la lucha de Tchaikovsky. 

Un monumento de interpretación que merece la pena conocer y paladear.

Tchaikovsky
Sinfonía nº 5

Temirkanov
Orquesta Filarmónica de San Petersburgo

Grabaciones
8, 9 y 11 de abril de 1992 (junto a las Sinfonías nº 4 y nº 6)
Gran Sala de la Filarmónica, San Petersburgo 









Visitar también Sinfonías nº 4 y nº 6


domingo, 30 de octubre de 2011

Tchaikovsky. Sinfonía nº 4. Temirkanov. Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. 1992.


Queridos amigos, dejamos esta noche un bellísimo disco. La Cuarta Sinfonía del genio Tchaikovsky en las portentosas manos del maestro Temirkanov dirigiendo a una orquesta sensacional.

Reconozco mi admiración, digamos incluso veneración, por el director caucásico. Desde que lo escuché al frente de la Sinfónica de Sevilla he procurado escuchar el máximo número posible de discos del mismo. En concreto sus aproximaciones al maestro Tchaikovsky me parecen formidables.

La hermosísima Sinfonía nº 4, inicio de su trilogía final sinfónica con ese nexo común de unión en el destino, fue iniciada por Tchaikovsky en 1877 en una época de fuerte lucha interna del compositor entre lo externo y aparente y su interior y sus deseos. El matrimonio de "conveniencia" con una de sus estudiantes, Antonia Milioukova, fue un verdadero desastre. No sirvió como elemento apaciguador de los rumores que tanto le atormentaban, a él y a su familia. Su interior superaba a la necesidad de aparentar. El daño en los sentimientos y en el alma de Tchaikovsky fue profundo y de larga duración, muy larga.


En estas circunstancias nuestro querido Tchaikovsky abre su corazón de forma completa a su protectora, Nadejda von Meck. En la correspondencia entre ambos se detallan los matices y las formas generales de la obra que compone, sus sentimientos y su significado. Es el germen del tema del destino usado posteriormente en sus siguientes sinfonías el que marca la obra: el destino, la lucha interna, el deseo, la fatalidad. Todo un mundo de intensas sensaciones se plasma en el desarrollo de la obra. Y lo hace de forma soberbia en un inmenso cuadro melódico de largos temas maravillosamente trazados y genialmente contrastados en todo su devenir. La obra se impregna además de un alma con matices rusos, fundamentalmente en ese soberbio movimiento final. Su forma de estructurar y matizar los temas es sensacional y quizá sólo posible para un músico con el carácter y el corazón de Tchaikovsky, un músico, como al principio indicaba, dotado de un talento melódico único y una capacidad de acompañar esos temas con unos detalles en permanente modificación y evolución (sensacionales los dos movimientos centrales y único el final).

En el disco que dejamos hoy, todos estos detalles se pueden paladear y sentir de una forma especial. Temirkanov usa unos tempos amplios, completamente diferentes, por ejemplo, a su predecesor Mravinsky, y los emplea en matizar soberbiamente los detalles melódicos, los temas y su desarrollo, los timbres de la orquesta, los colores. Quizá pueda sonar en ocasiones "lento" pero es tanta la belleza que extrae de la Filarmónica de San Petersburgo que sencillamente la saboreas y te recreas en su belleza. No hay exceso de dulzura en la interpretación, digamos que no empalaga, simplemente impresiona por su perfección sonora, su capacidad de mantener la vida intensísima que encierra la obra, su pasión y su dureza. Su sonoridad sigue siendo muy semejante a la que obtenía Mravinsky, muy dura y a veces seca y cortante, pero es una delicia escuchar esas maravillosas cuerdas y esos metales de la renombrada filarmónica. Sencillamente magistral.

Espero que disfruten de esta preciosa obra, fruto del genio de Tchaikovsky, de su corazón y de sus pensamientos; de su sensibilidad exquisita y de su sufrimiento. Desde mi punto de vista, una de las más bonitas interpretaciones y recreaciones de esta preciosa sinfonía.



Tchaikovsky
Sinfonía nº 4

Temirkanov
Orquesta Filarmónica de San Petersburgo

Grabaciones
8, 9 y 11 de abril de 1992 (junto a las Sinfonías nº 5 y nº 6)
Gran Sala de la Filarmónica, San Petersburgo








Visitar también Sinfonías nº 5 y nº 6


domingo, 23 de octubre de 2011

Bicentenario del Nacimiento de Liszt. Un pequeño Homenaje. Sinfonía Fausto. Leonard Bernstein. Orquesta Sinfónica de Boston. 1976.


Queridos amigos, sirva esta entrada para rendir un humilde homenajes a uno de los más grandes músicos de la historia, el maestro húngaro Franz Liszt, del que ayer se celebraba el bicentenario de su nacimiento.

Húngaro de nacimiento pero de formación básicamente austriaca en inicio y luego cosmopolita, Liszt puede ser tenido por uno de los más grandes pianistas de la historia, un renovador crucial de la música y un ejemplo para muchísimos otros compositores a los que allanó el camino y en los que sembró un germen musical nuevo. 

De vida francamente "movida" tanto en lo musical como en lo personal fue un ejemplo de estrella musical de su época. Sobre los años 1857 a 1862 un conjunto de circunstancias y acontecimientos le hicieron dar un giro a su vida y buscar el recogimiento de la Iglesia. Si bien nunca fue sacerdote ordenado sí que ingresó en la Orden Franciscana siendo denominado con humor y respeto como Abbé Liszt.

Su contribución a la música, con sus poemas sinfónicos, sus modificaciones a las armonías, los brillantísimos desarrollos temáticos y sus experimentos sobre la forma musical, es de un valor incalculable y muchos como Wagner, Grieg, Berlioz, Saint-Säens, Borodin o Hans von Bulow deben muchísimo al maestro Liszt.


La obra que dejamos hoy es la preciosa Sinfonía Fausto. Es una de las obras de Liszt que más me llenan y me impactan. La Sinfonía Fausto es una sinfonía coral inspirada en la obra de Johann Wolfgang von Goethe, Fausto. La obra fue estrenada el 5 de septiembre de 1857 con motivo de la inauguración del monumento a Goethe y Schiller.

De su elaboración se identifican algunos fragmentos que datan de 1840 aunque su escritura principal es del verano de 1854 en Weimar. Fue revisada en los siguientes años, con el añadido de unos compases para metal y un Chorus Mysticus añadido al final, en las que las palabras de Fausto (Parte II) son cantadas por un coro masculino y un solista tenor en la mitad del movimiento. También se hicieron otros cambios menores y mayores. En 1880, Liszt añadió diez compases más al segundo movimiento. La composición de la plantilla orquestal es muy amplia con apoyo del coro y del tenor solista.

El primer movimiento, grandioso y monumental, resume y presenta toda la base de la obra, es una síntesis de la misma. Con un juego genial de transformaciones y modificaciones se estructura un monumento musical grandioso, pujante y poderoso. En él vemos al Fausto soñador y buscador de la verdad, al Fausto insaciable en su búsqueda de los apetitos terrenales y al mismo Fausto gozando de los deleites dolorosos del héroe. Un movimiento impactante e impresionante de belleza musical.

El segundo movimiento de la obra presenta un maravilloso dibujo a través de preciosas flautas y clarinetes, oboes místicos, violas virginales y dulcísimas y diálogos bellísimos entre violines y clarinetes como muestra del juego de amor entre Gretchen y Fausto. Los temas del primer movimiento se reintroducen progresivamente hasta que se funden en un amor y una paz serena con el amor de Gretchen.

El tercer movimiento es realmente impactante. Mefistófeles es distorsionado, es como una nueva metamorfosis de los temas del primer movimiento, como su recapitulación pero francamente modificada y vuelta del revés. Su cromatismo y su rítmica son muy notables, francamente notables. El Chorus Mysticus, tranquilo y positivo, canta el pasaje del Fausto de Goethe:

Alemán
Castellano
Alles Vergänglicheist nur ein Gleichnis;
das Unzulängliche,
hier wird's Ereignis;
das Unbeschreibliche,
hier ist es getan;
das Ewigweibliche
zieht uns hinan.
Todo lo transitorio
es sólo un símil;
lo inalcanzable
devendrá suceso;
lo indescriptible,
esta aquí consumado;
el Eterno Femenino
llevándonos arriba.
El tenor solista inicia entonces un crescendo del murmullo del coro y cantando las dos últimas líneas del texto, impulsando el poder de la salvación a través de la Femineidad Eterna. La obra finaliza con un soberbio e impresionante clímax del coro y la orquesta, respaldados por unos acordes geniales y mantenidos por el órgano.

La aproximación que hoy dejamos corresponde a una interpretación realmente fabulosa, impulsiva, teatral, emotiva y sentida realizada en el verano de 1976 por el maestro Bernstein que sentía una admiración enorme por esta obra de Liszt. y que contó con la soberbia Sinfónica de Boston para su trabajo. 



Las grabaciones se realizaron en la excepcional sala Symphony Hall de Boston y en paralelo con algunas representaciones en vivo que se estaban realizando de la misma obra (los técnicos participantes en las sesiones piensan incluso que algunas tomas de esas representaciones fueron incluidas en las matrices definitivas del dico comercial). Corresponde este disco a la segunda colaboración de Bernstein con la casa alemana DG tras la grabación de Carmen. Y a decir de los propios técnicos y productores de la casa alemana fue la grabación que acabó de estrechar definitivamente los lazos entre ambas partes, lazos que por otra arte Lenny estaba deseoso de que se unieran de forma definitiva.

La grabación presentó algunas dificultades técnicas fundamentalmente en el balance sonoro. La Symphony Hall de Boston, como la Musikverein de Viena, tiene una alta reverberación cuando está vacía y se tuvieron que compensar muy bien los diferentes atriles. Bernstein conserva los compases añadidos al final del segundo movimiento y realiza el corte tradicional en el retorno del lento inicial del primer movimiento. Con todo ello la belleza musical final es extraordinaria.

La pasión y la energía lograda por Bernstein y la Sinfónica de Boston son inconmensurables, de una altura y de una energía dificilísimas de igualar. La pasión, la tragedia, la incertidumbre, la lucha, el esfuerzo y la victoria son reflejadas de manera inigualable a la largo del desarrollo de esta interpretación. Creo que es una de las más grandes interpretaciones del maestro Bernstein, delicado, finísimo en los detalles, muy intenso, con pasión controlada, con entrega profunda al significado humano y sobrehumano de la obra. Un logro excepcional. Logro que se debe en gran parte a la preciosa musicalidad y a la altísima calidad de la centuria de Boston (bellísimas cuerdas y maderas, metales de una sonoridad celestial, sedosidad de terciopelo) para la que la obra de Liszt no es nueva y sobre la que tiene una gran tradición fundada en Koussevitzky y en el propio Lenny.

Esero que disfruten de esta maravillosa sinfonía de Liszt, una gran obra, una obra profunda en lo musical y en el sentimiento humano. 

Una obra afrontada con amor y con comprensión profunda por un Bernstein inspirado y una Sinfónica de Boston bellísima y de altísimo nivel, como en sus mejores ocasiones. Una excepcional interpretación, una bellísima obra.

Felicidades maestro Liszt y gracias por toda su labor.


Liszt
Sinfonía Fausto
Bernstein
Orquesta Sinfónica de Boston
Kenneth Riegel, tenor
Tanglewood Festival Chorus
Grabación: Boston Symphony Hall, 27 de julio de 1976