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sábado, 6 de julio de 2013

Recordando a Otto Klemperer. Bruckner. Sinfonía nº 6. New Philharmonia Orchestra. 1964.


Estimados amigos, rendimos esta noche un merecido homenaje a la memoria del gran director Otto Klemperer que fallecía un día tal como hoy del año 1973 en Zurich. 

Klemperer fue un hombre de amplísima cultura, de talla humana excepcional, de humor ácido y sarcástico y cuya vida y carrera estuvo marcada, al igual que la de oros muchos contemporáneos suyos, por los avatares históricos de la primera mitad del siglo XX. Nuestro querido maestro profundo conocedor y acérrimo defensor de la cultura alemana sufrió de manera muy particular los citados avatares. Su reconciliación con el pasado tardó mucho, quizá demasiado. Pero jamás perdió ese amor de juventud por lo que era su universo personal e histórico del que su separación forzada le dañó en lo más hondo de su ser.

Maestro de enorme repertorio fue en su juventud un punto fundamental para la difusión de la música moderna y de vanguardia de principios de siglo, música que amaba y respetaba y que impulsó de forma notable. Con la edad esa pasión se fue ocultando poco a poco dando paso a una mayor concentración del maestro en el gran repertorio clásico y romántico austro-germánico y a una forma menos fogosa e impulsiva de acercamiento a la interpretación de las mismas que contrasta con el ardiente, impulsivo y vitalista Klemperer de la juventud (no es desde luego el único director que ha tenido esa evolución, entiendo que la edad y las vivencias van haciendo reposar los ánimos de todos y confieren una visión diferente de universo conceptual, intelectual y emocional).


En el disco que hoy dejamos tenemos un ejemplo claro de lo que hemos comentado. La maravillosa y sorprendente interpretación de Klemperer de la hermosa y escueta Sexta Sinfonía de Bruckner nos deja ver la excepcional visión que de la partitura tiene el maestro. Una visión que transforma una obra de dimensiones moderadas para lo acostumbrado en Bruckner en una magistral obra de gran sinfonismo. Su acercamiento casi camerístico a la partitura es de una asombrosa genialidad; los matices que extrae de los instrumentistas son tan bellos que en muchos momentos te dejas embelesar tanto por ellos que te evades del fluir global sinfónico. Pero es sólo un instante, un pequeño despiste que rápidamente se retorna en asombro cuando sin percibirlo te vuelves a ver inmerso en la magna concepción estructural de la sinfonía y de manera particular cuando vas apreciando en su devenir su majestuosidad clásica, cuando te vas asombrando que con la plantilla instrumental propia de Beethoven se lleguen a producir sonidos tan embriagadores, majestuosos y magnos sin que por otra parte esos mismos sonidos dejen de sonar limpios, clarificados, con texturas suaves y con líneas de expresión sencillamente magistrales. 

La Sexta Sinfonía fue compuesta entre el 24 de septiembre de 1879 y el 3 de septiembre de 1881. Un estreno inicial de los dos movimientos centrales por el director Wilhelm Jahn y la Filarmónica de Viena y finalmente estrenada completa el 26 de febrero de 1899 (Bruckner ya fallecido) por Gustav Mahler dirigiendo una edición muy retocada en dinámica, estructura, tempos, etc. por el discípulo de Bruckner Cyrill Hynais. Finalmente Viena tuvo la suerte de ver el estreno de la edición original de la obra preparada por otro de los discípulos del maestro, August Göllerich, acontecimiento que tuvo lugar el 13 de diciembre de 1901.

Obra de enorme belleza en ella podemos admirar la excepcional capacidad compositiva de Bruckner, en su variedad y en su formalismo; motivos de ritmo asombroso, flujos incesantes de dinamismo musical; maravillosos temas entremezclados de carácter en general menos grandilocuente que en sus futuras obras; maravillosas intervenciones de las cuerdas y de los instrumentos solistas como las trompas o los oboes; adagio que es un verdadero remanso de calma y belleza combinado con un Scherzo luminoso y vitalista y un fina cuya resolución es un verdadero placer para nuestros oídos, calmo y reflexivo va adquiriendo cada vez mayor majestuosidad e intensidad con bellísimas intervenciones de maderas y trompas con yuxtaposiciones de temas previos y tonalidades y con la afirmación final surgida casi de la nada como una conclusión, si quieren no tan impactante como la de la Séptima u Octava, pero desde luego nada desmerecedora de una maestría para la sorpresa del gran Bruckner.


Espero que puedan disfrutar de verdad de esta hermosa recreación de una obra quizá poco valorada en el conjunto del repertorio de Bruckner, una recreación realmente soberbia, de enorme belleza, de un pulso vigoroso y de una maestría de trazos asombrosa. Una interpretación que toma además más valor en la maravillosa aportación de la New Philharmonia Orchestra que logra dar un color y unos matices realmente bellos principalmente en la parte instrumental y en los pasajes solistas sin que, ni mucho menos, defraude en el conjunto de la ejecución como agrupación sinfónica en la que destaca su sonido abierto, quizá no tan profundo como el de las orquestas alemanas, claro y nítido con unas cuerdas realmente magistrales y unos pasajes conmovedores en sus atriles en la ejecución del Adagio o del Scherzo. Maravillosa.

Muchas gracias querido Klemperer por mostrar como los años hacen madurar los conceptos. Muchas gracias por tanta buena música que nos regalaste y muchas gracias por tu contribución al universo bruckneriano al que dotas de un matiz especial: el matiz de un clásico.




Bruckner
Sinfonía nº 6
Otto Klemperer
New Philharmonia Orchestra
Grabación:
Kingsway Hall, Londres, noviembre de 1964
Versión de 1881 en Edición de Robert Haas de 1935









miércoles, 3 de julio de 2013

Bruckner. Sinfonía nº 8. Günter Wand. Orquesta Filarmónica de Berlín. 2001.


Queridos amigos, en la tarde de hoy dejamos este bellísimo disco con la inconmensurable interpretación de la Octava Sinfonía de Bruckner de la mano del maestro Wand dirigiendo a una no menos que genial y portentosa Orquesta Filarmónica de Berlín.

Con este disco finalizamos las entregas de las grabaciones berlinesas de Wand y Bruckner ya que, al menos por ahora y por desgracia, no tengo su interpretación de la Novena. En breve espero poder tener lista la grabación de la Octava en la catedral de Lübeck y poder ir procesando los registros de su integral para RCA con la WDR (una de los más bonitas, a mi parecer y en su conjunto, a la par que el de Jochum para EMI y el de Skrowaczewski para Arte Nova). 

Wand es un maestro que siente devoción por Bruckner y su trayectoria fonográfica deja testimonio de ello. Unos registros que nos muestran a un perfecto conocedor del fondo de las obras brucknerianas y un servidor de las mismas a través de su visión ligeramente apartada de un falso transcendentalismo religioso sin que por ello deje a sus interpretaciones vacías de espíritu y alma y ni mucho menos de fuerza e intensidad expresivas como reflejo de la profunda fuerza motriz que impulsa la obra bruckneriana.

Y en esta Octava es donde con mayor claridad se pueden observar y saborear esos matices que el viejo Wand quiere dejar expuestos. En esta magna y colosal obra, verdadero monumento sinfónico musical y espiritual emocional es donde el arte de Wand y su concepción del deber como traductor de la música de Bruckner se deja vislumbrar de forma más clara y siempre acompañándose de sus peculiaridades artísticas excelsas como son la pulcritud, la fidelidad al concepto sonoro, el respeto a la monumentalidad a través de los tempos, las proporciones, la proporcionalidad interna, la relación entre movimientos y dentro de los movimientos, la arquitectura musical y sonora.

Con los años las interpretaciones del maestro Wand han ganado en calidez, en profundidad emocional, en luminosidad y en particular en viveza y en dinámica, en esa preciosa frescura que ofrece el mágico devenir del tempo, sus pausas, ceses, diminuendos y crescendos mágicamente articulados por la sabia mano de Wand.

Unas interpretaciones sencillas, que no aturden al auditor, frescas y claras, intensas sin sobrecargas, articuladas de manera tal que dejan ver el monumento arquitectónico del bloque sinfónico y un algo de más: la pasión de un alma entregada a esta música y al deber inexcusable de poner Bruckner al alcance de todo ser humano.


Esta noche he escuchado varias veces este disco, me apetecía saborear el inmenso placer de la magnitud de la Octava. Y creo con sinceridad que sentirán al menos un placer similar cuando la escuchen. Es un verdadero monumento musical y un regalo para el corazón del hombre de hoy. Intensa, penetrante, poderosa interpretación que nos dejará en un estado de calma y serenidad realmente increíble. Es la Octava una de las obras de Bruckner en las que tu sentimiento más profundo se ve tocado, la que quizá te llega a impresionar de forma más intensa y directa, la que te conmueve todo tu ser de manera que es imposible resistir su influjo. Un misterio y una maravilla.

Que disfruten queridos amigos de una de las mayores obras de la historia de la composición sinfónica: la Octava de Bruckner. Interprete y orquesta de máximo nivel. Homenaje a un músico irrepetible, excepcional y a un director que ha logrado cosas de incuestionable belleza a través de su entrega y su arte.

Bruckner
Sinfonía nº 8
Günter Wand
Orquesta Filarmónica de Berlín
Grabación:
19-22 de enero de 2001
Philharmonie de Berlín.
Versión 1887/90 en Edición de Robert Haas de 1939










sábado, 29 de junio de 2013

Schubert. Sinfonías nº 8 y nº 9. Szell. Cleveland Orchestra. 1960. 1957. La Belleza de lo Inacabado y lo Grande. Homenaje a El Cuervo.


Queridos hace unos días en unos comentarios de una entrada anterior nuestro querido amigo Jose nos traía a la memoria el recuerdo de nuestro estimado y recordado Cuervo López. Un 27 de junio de hace tres años nos abandonaba una de las personas que más me impulso a iniciar esta aventura y que más consolidó mi amor por la música de Mahler y mi comprensión general, y creo que de muchos más, del significado enorme de la Música.

Un significado que, me perdonarán por el inciso, en los ensayos y en la interpretación que he tenido el placer de escuchar a la Orquesta de los Conservatorios Macarena-Nerva, en la que participan mis hijos junto a un grupo de excepcionales chavales y padres del Coro, en el concierto que ayer celebraron en su sede habitual del verano, Cortes de la Frontera, se puso plenamente de manifiesto. Es su quinto año pero este ha sido especial. El valor del amor, del cariño, de la comprensión de la emoción transforma la música en algo único. Cuando sonaban las guitarras en Brave no pude menos que recordarte y recordar su fondo humano.

En su honor quisiera dejar este hermoso disco pleno de música celestial, hermosísima y de un valor emocional sin par.

Por Cuervo, en su memoria, para su disfrute y para que siempre pueda seguir gozando allá del placer de la belleza de unos sonidos que amaba.

No te olvidamos querido amigo. Te marchaste con una gran tarea inacabada pero que siempre tendrá el sello de lo grande.

Que disfruten de esta música y tengan un minutito para la memoria de nuestro amigo.


Schubert
Sinfonías nº 8 y nº 9
George Szell
Cleveland Orchestra
Grabaciones:

Sinfonía nº 8, Inacabada, Cleveland, Severance Hall, 12 y 19 de marzo de 1960
Sinfonía nº 9, La Grande, Cleveland, Severance Hall, 1 de noviembre de 1957












miércoles, 26 de junio de 2013

Bartók. Música para Cuerdas, Percusión y Celesta. Divertimento. Dos Retratos. Ferenc Fricsay. RIAS-Symphonie-Orchester Berlín. 1953. 1953. 1952.


Queridos amigos, en la noche de hoy dejamos un disco sensacional. Musica del gran Béla Bartók en las manos de ese gran director y verdadero amante de su música, Ferenc Fricsay.

Creía que este disco ya lo había dejado en Sentidos pero me he dado cuenta que desafortunadamente no ha sido así. Nunca es tarde si la dicha es buena y creo que la dicha es en este caso lo suficientemente buena para perdonar este tremendo olvido. 

Y es que la asociación Bartók-Fricsay como lo es la de Mozart-Fricsay es lo suficientemente significativa como para intuir que estamos ante una de esas conjunciones musicales absolutamente imprescindibles de conocer. 

Fricsay era persona de altos ideales, de una concepción humanística del mundo y de su tarea y por extensión de la música y siempre noble en sus pensamientos y actuaciones era capaz de entender la Música como algo universal en la que todo tenía cabida y una razón de ser, desde lo más simple o popular a lo más complejo o serio. En él tenia lugar un verdadero milagro en lo referente a la expresividad musical y a la vitalidad que de ella emana. Todos los aspectos eran tratados con el mismo valor, la profundidad del pensamiento, las intencionalidades extra-musicales, la gracia de la danza, la alegría y el humor, el sarcasmo y la ironía, la dureza y el dolor y en el campo más directamente técnico el rigor constructivo y formal así como la diversidad y la sorpresa de la improvisación y la libertad de expresión.


En Fricsay la maravilla se hacia realidad en la música de Mozart y en la de Bartók, en otros muchos más también pero quizá en ellos dos de forma mucho más evidente.En sus músicas llenas de una fortísima solidez estructural formal Fricsay era capaz de sacar a relucir todos los detalles que en esa composición en su fondo expresivo y temático estaban presentes. Y lo hacía con una sencillez realmente pasmosa, por su habilidad técnica, su conocimiento de la música de estos dos compositores, su profunda pasión por ellos y por sus ideas musicales, su facilidad de sacar a relucir el precioso mensaje humano de sus composiciones. 

Es una delicia escuchar la forma tan bella, sencilla y directa de expresar en "sus" interpretaciones la fuerza y los valores de la música escrita; es maravilloso transitar con él por los bellos sonidos de Mozart y los complejos ritmos y estructuras de Bartók. Un viaje que te traslada a un mundo de sensaciones que pocos directores han sabido ofrecer.


La Música para Cuerdas, Percusión y Celesta compuesta por encargo de Paul Sacher en 1936 para celebrar el décimo aniversario de su Orquesta de Cámara, la Orquesta de Cámara de Bâle (Basilea), es un ejemplo maravilloso de la forma tan genial de Fricsay de llevar la precisión y exactitud interpretativa de manera que su resultado sea una expresividad sorprendente, esa precisión realmente genial en su primer movimiento con esa fuga dividida y con esas cuerdas separadas en el espacio tan seriamente puesta de manifiesto que corta el aliento por su intensidad. Como lo hace la enorme energía rítmica de su segundo movimiento con ese espíritu formal casi beethoveniano y como también lo hace la sonoridad espacial e irreal del movimiento lento y el final arrebatador y lleno de belleza y sentido con la espectacularidad de la expresión de sentido a través del ritmo de danzas tan sencillamente genial que elabora Bartók. Su estreno tuvo lugar en Basilea el 21 de enero de 1937 por la Orquesta de Cámara de Basilea dirigida por el propio Sacher y se convierte es una de las más geniales partituras del siglo XX.

El Divertimento para Orquesta de Cuerdas de Bartók fue compuesta en 1939 también por encargo de Paul Sacher que para esta ocasión solicitaba una obra más sencilla que la Música para Cuerdas. La obra se escribe para una orquesta de cuerdas que Bartók mantiene en secciones divididas. No compone un típico divertimento musical propio del pasado aunque mantiene algunas de sus principales premisas formales como la alternancia de los tuttis y el concertino aunque remarca de forma mas intensa el ritmo sincopado de la danza al que Fricsay dota ademas de una particular tensión emocional. Como tensión e intensidad confiere a ese segundo movimiento realmente duro, lleno de desesperación y tristeza, de lucha y dolor que solo se relaja en el desarrollo del tercer movimiento donde con sabias variaciones y fragmentos de los movimientos previos Bartok construye un pasaje lleno de esperanza y de confianza en el destino de la humanidad. En toda la composición el precioso juego de las diferentes voces orquestales es absolutamente magistral.


El disco que dejamos se completa con dos piezas de un Bartók juvenil, los Dos Retratos de 1907 a 1911. Un primer movimiento plasmado por Fricsay con una vital alegría y jovialidad y un segundo movimiento Grotesque expresado en términos opuestos pleno de contrastes violentos e intensos repetidos. Dos extremos que según palabras de un crítico serían comparables a decir: demasiado bello para ser real, primer retrato, y demasiado real para ser bello, segundo retrato. En ambos casos una magistral música plena de contrastes, fuerza y energía. Un preludio de la forma de entender la música de Bartók.

Queridos amigos espero que disfruten de este maravilloso disco, que se deleiten con su belleza, que saboreen las esencias de la dirección fresca y directa de Fricsay y que gocen del maravilloso trabajo y exquisita sonoridad de esa maravilla de orquesta que fue "su" RIAS-Symphonie-Orchester Berlín.


Bartók
Música para Cuerdas Percusión y Celesta
Divertimento
Dos Retratos

Ferenc Fricsay
RIAS-Symphonie-Orchester Berlín

Grabaciones:
Berlín, Jesus-Christus-Kirche
Música para Cuerdas, Percusión y Celesta, junio de 1953 
Divertimento, abril de 1953 
Dos Retratos, junio de 1952 







domingo, 23 de junio de 2013

Martinu. Integral Sinfónica. Václav Neumann. Orquesta Filarmónica Checa. La Obra de un un Soñador. 1976. 1977. 1978.


Queridos amigos me gustaría dejar esta mañana este precioso estuche de discos dedicados a la obra sinfónica de uno de los mayores genios musicales del siglo XX, el compositor checo (bohemio de nacimiento) Bohuslav Martinů (en adelante Martinu). Un músico verdaderamente genial y maravilloso, lleno de sorpresas, con un estilo peculiar y personalísimo y realmente agradable de conocer. Y lo hacemos dejando las grabaciones realmente asombrosas y llenas de fuerza, una de las máximas cumbres alcanzadas en la fonografía de la musica sinfónica de Martinu, del gran director Neumann al frente de la siempre fenomenal Orquesta Filarmónica Checa. Ingredientes de calidad que, suele ser la norma, dan un resultado sencillamente asombroso.

Descubrí la música de Martinu de forma totalmente casual. Un sencillo disco de Naxos de esos que sueles comprar por "probar". Quedé fascinado de la vitalidad, variedad, imaginación, frescura y belleza de su música. Con los años pude escuchar algún concierto a la ROSS lo que no hizo sino aumentar mi cariño por la música del compositor checo una música que me sigue maravillando en cada escucha de sus discos y particularmente de los dedicados a su obra sinfónica.

Martinu nace en el pequeño pueblo de Polička, Bohemia, actualmente en la República Checa, sintiendo desde pequeñito una atracción especial hacia la música y los sonidos en general (particularmente por las campanas, cosas de los avatares del destino por su nacimiento, crianza y profesión paterna). Se puede decir que fue un músico de formación autodidacta destacando en la práctica del violín y llegando a ser atril de dicho instrumento en la Filarmónica Checa recibiendo una gran parte de su formación inicial más "académica" de la mano de Josef Suk músico que le anima a seguir con sus estudios formales y a intentar consolidar su propio estilo musical al igual que más adelante haría otra de las grandes influencias de Martinu, el músico francés Albert Roussel durante la estancia de nuestro compositor en París. En la capital gala, Martinu consolida su estilo con influencias de las nuevas tendencias en la música, el jazz, el neoclasicismo y el surrealismo y desarrollando de manera libre su espíritu musical ansioso de expansión, de libertad, de explorar. Las influencias del propio Roussel se suman a las recibidas por Bartok, Prokofiev y Stravinsky sin dejar de lado las fuentes musicales de su origen natal, la música de su tierra que sigue presente en la mente de nuestro compositor.

Martinu tiene que abandonar París a consecuencia de la II Guerra Mundial y emprender una nueva vida mas allá del charco, en los EEUU. Allí se gesta el nacimiento de su producción sinfónica en un periodo que se extiende entre 1942 a 1953. Fueron años duros para Martinu, años de soledad y lejanía de su tierra natal, de dificultades económicas y personales, de tristeza interior y complicada vivencia personal. El ciclo sinfónico de Martinu puede decirse que es un reflejo de su vivencia personal en esta etapa de su vida desarrollada en los EEUU, marcado por sus luces y sombras, sus alegrías y penas. Para una figura de la musica americana como Copland, la presencia en EEUU de Martinu así como la de otros compositores de su generación fue una punto de enorme transcendencia para el desarrollo de los músicos locales norteamericanos, un impacto profundo para el devenir y la formación musical de esos jóvenes compositores que vieron en ellos figuras de enorme valor humano y profesional y de los que recibieron una influencia del todo transcendental.


La Sinfonía nº 1 de Martinu fue el resultado del encargo de esa gran figura de la vida musical americana que fue Serge Koussevitzky y fue dedicada (así se lo solicitó en carta personal a Martinu) a la esposa del director, Natalie Koussevitzky. Estamos ante una obra sinfónica compuesta a los 51 años (¡os suena Brahms!), una obra que no podemos catalogar de obra de madurez pese a ello sino de obra inicial, primeriza, pero llena de valor formal y emocional. Una obra amplia, romántica, serna y trágica a la par, marcada de reseñas formales a los eventos recientes vividos por el compositor a su llega a los EEUU y de recuerdos de lo dejado atrás, su patria, una Europa devastada, el caos, el terror y la lejanía. La obra se estrenó en Cambridge el 12 de noviembre de 1942 por la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la batuta de Koussevitzky. Para músicos de la talla del propio Koussevitzky o de Charles Munch se trata de una obra excepcional.


La Sinfonía nº 2 de Martinu es de un carácter mucho mas intimista y una extensión menor. Casi una obra de cámara con reflejos marcados del carácter de la musica bohemia, sencillamente bella y llena de paz y serenidad, de alegría y calma. Una obra que sorprende por su sencilla manera de atraparte en su belleza y paz, de emocionarte y de hacerte sentir el puro placer de las cosas simplemente bonitas. Fue el resultado del encargo de la comunidad checa residente en Cleveland para celebrar la independencia de la patria checoslovaca y fue estrenada el 28 de octubre de 1943 por la Orquesta de Cleveland bajo la batuta de Erich Leinsdorf.


La Sinfonía nº 3 es el resultado del propio deseo del compositor de rendir homenaje a la Sinfónica de Boston y a su director Serge Koussevitzky. Es una obra de un estilo formalmente clásico, de tono trágico y de carácter severo. Dotada de enorme fuerza emocional y de un espíritu de determinación y lucha, de imposición al destino. Fue estrenada por sus destinatarios, la Orquesta Sinfónica de Boston y Koussevitzky el 12 y 13 de octubre de 1945 en Boston.


La Sinfonía nº 4 destaca por una mágica capacidad de atracción hacia una música sinfónica de concepción moderna y llena de felicidad y vitalidad. Es quizá la más vitalista de las obras sinfónicas de nuestro autor, hecho derivado posiblemente de la alegría de la paz y del fin de las penalidades de la guerra acontecidos durante el desarrollo de la composición, y fue estrenada por la Orquesta de Filadelfia bajo la dirección del maestro Ormandy en la Academia de Música de Filadelfia el 30 de noviembre de 1945. Es una obra en la que el carácter melódico de la música tradicional bohemia es muy marcado recordando la tradición sinfónica de Smetana y Dvorak.


La Sinfonía nº 5, mi preferida, fue compuesta para la Orquesta Filarmónica Checa con ocasión del Festival de la Primavera de Praga. Su estreno norteamericano corrió de la mano del maestro Ansermet. Representa quizá la más representativa de la imaginación de Martinu, de su espíritu innovador y de su espíritu de libertad componiendo una obra casi concertante, bellísima, de enorme ritmo y fuerza motora con sus ritmos combinados y sus tempos lentos y rápidos casi obstinados que producen una sensación de energía inacabable. La obra fue estrenada por Rafael Kubelik en Praga con la Filarmónica Checa a sus órdenes el 28 de mayo de 1947.


Tras la composición de  la Quinta Sinfonía, Martinu sufrió una caída desde un segundo piso, que le privó temporalmente del oído y le produjo pérdidas de memoria ademas se sumió en una depresión profunda y duradera. Jamás regresó a su patria donde le aguardaba un puesto como profesor del Conservatorio de Praga.

Nos tenemos que ir al año 1953 para ver una nueva obra sinfónica del maestro Martinu, una obra que definitivamente asienta para siempre el nombre del mismo entre lo más grandes del siglo XX. Son las Fantasías Sinfónicas bautizadas posteriormente como Sinfonía nº 6. La obra está dedicada al director Charles Munch con motivo del 75 aniversario de la Orquesta Sinfónica de Boston siendo el propio Munch, uno de los mayores admiradores de la música de Martinu, quien la estrenase en Boston el 7 de enero de 1955. Es una obra que choca con las anteriores composiciones del maestro por sus llamativos contrastes, su inquietante dramatismo, su colorido vívido, su torrencial impulso motor sin violencia sino con progresividad, su gradación de intensidad creciente y asombrosa hasta ese coral final deslumbrante la hacen realmente maravillosa. Un magnífico punto final a una tarea monumental y realmente soberbia en el plano de la composición sinfónica del maestro checo.


Y finalizamos este breve recorrido por la obra sinfónica de Martinu con una simple recomendación: disfruten de la belleza de esta música. Es realmente sorprendente, agradable, diversa, emotiva, realista, llena de mensaje y de vida. 

La interpretación ofrecida por Neumann y la portentosa Filarmónica Checa es deslumbrante, mágica, perfecta en su ejecución y llena de emotividad. Única e irrepetible. Maestro y orquesta son unos consumados intérpretes de una música que aman y que llevan en su alma, en su tradición.


Si me permiten quisiera dedicar de manera especial esta entrada a un grupo de personas amantes de la musica en general, de la cultura, plenos de humanidad y calidad personal y muy en particular a nuestro amigo Quinoff. Va por ellos y por él. ¡Que disfrutéis del chico de las campanas!

Martinu
Integral Sinfónica

Václav Neumann
Orquesta Filarmónica Checa

Grabaciones en Praga, Casa de los Artistas, Sala Dvorak

Sinfonía nº 1, del 8 al 15 de febrero de 1977
Sinfonía nº 2, del 17 al 22 de marzo de 1977
Sinfonía nº 3, del 14 al 18 de octubre de 1977
Sinfonía nº 4, del 23 al 26 de agosto de 1977
Sinfonía nº 5, del 26 al 29 de septiembre de 1978
Sinfonía nº 6, del 9 al 14 de enero de 1976












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