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lunes, 4 de noviembre de 2013

Bruckner. Sinfonía nº 6. Stanislaw Skrowaczewski. Saarbrücken Radio Symphony Orchestra. 1997.


Mis queridos amigos, hoy un pasito más en la ya prometida hace demasiado tiempo integral sinfónica de Bruckner por el  maestro Skrowaczewski.

Y lo hacemos con una de sus obras, alguna vez lo hemos comentado anteriormente, menos conocidas y valoradas. Algo injusto realmente pues está llena de belleza, majestuosidad, juegos tonales preciosos, motivos rítmicos sorprendentes (maravilloso ritmo bruckneriano que aquí más quizá que en ninguna otra de sus obras se convierte en el verdadero motor de la obra), temas de enorme belleza, instrumentación delicadamente resaltada en muchos de sus pasajes dentro de un todo uniforme y bellísimo por su simplicidad. En todo ello encontramos motivos más que suficientes para disfrutar de esta hermosa composición, una composición que se nos presenta en general enmarcada por la impresionante Quinta y el grupo de sinfonías finales haciendo que se pierda esta verdadera joya en el bosque denso y bello del corpus sinfónico de Bruckner.


Como comentábamos en una anterior entrada dedicada a esta misma obra por el maestro Karajan, la Sinfonía nº 6 de Anton Bruckner fue compuesta entre el 24 de septiembre de 1879 y el 3 de septiembre de 1881 y dedicada a su mecenas, el Dr. Anton Van Ölzelt-Newin. No tuvo revisiones por Bruckner y las diferencias entre las ediciones Nowak y Haas son inapreciables. Es posible que su aparente sencillez compositiva no llame tanto la atención a diferencia de las grandiosas y complejas estructuras del resto de sus obras (Quinta, Séptima, Octava). Es sin embargo una obra ricamente expresiva con temas de enorme belleza, plena de lirismo, sensualidad y sutileza. Una obra con una orquestación fina y delicada y con una estructura que quizá en su forma clásica encierre su belleza.

En esta ocasión la interpretación que dejamos corresponde al sabio maestro Skrowaczewski que ya en las entregas anteriores nos ha demostrado de manera sobrada su capacidad y afinidad bruckneriana. Y de nuevo acompañado por una orquesta que realmente suena de forma estupenda, bellísima en su colorido orquestal, en sus cuerdas vibrantes que logran formar un tejido musical de base maravilloso sobre el que asentar la construcción monumental de Bruckner, en sus metales sin estridencias pero nítidos, profundos y de densa sonoridad. Una orquesta que se adapta de forma estupenda a la "delicadeza" de esta hermosísima Sexta Sinfonía de Bruckner, compacta, empastada, sedosa y majestuosa, delicada e intensa según momentos. Todo ello ayuda de manera extraordinaria a la preciosa visión humana, luminosa, vitalista y amplia del maestro Skrowaczewski que nos deja una aproximación de gran altura y de merecida escucha, una recreación realmente maravillosa de esta difícil y esquiva Sexta Sinfonía que se nos ofrece por el maestro con un gran gusto y perfecta estructuración desde lo profundo de su propia complejidad motívica, rítmica y compositiva.



Bruckner Sinfonía nº 6 
Stanislaw Skrowaczewski
Saarbrücken Radio Symphony Orchestra 
Kongresshalle Saarbrücken
3 y 4 de marzo de 1997
Versión de 1881 en Edición de Leopold Nowak de 1952







viernes, 1 de noviembre de 2013

Día de todos los Santos. Don Giovanni. Mozart. Fricsay. Radio-Symphonie-Orchester Berlin. 1958.


Mis queridos amigos, nada mejor para la celebración de este Día de Todos los Santos que dejar para disfrute de todos los amigos esta excepcional recreación, genial en lo musical y en lo teatral, del Don Giovanni de Mozart, una de la óperas que siempre ha despertado en mí las más variadas sensaciones y que nunca ha dejado de sorprenderme.

Sirva además como homenaje en este día especial de nuestra cultura y en cierto modo como apoyo a la cada vez mayor recuperación de la tradición histórica de la representación del Don Juan Tenorio en esta fecha en muchos pueblos y ciudades de nuestra España. Tradición recuperada que cada vez da más valor cultural, y otros valores añadidos nada desdeñables, a los lugares en los que se lleva a cabo.

Fiesta y tradición unidas de la mano de la literatura y de la música en dos manifestaciones de tan altísimo nivel como son las dos citadas un poquito más arriba. Y ambas que sirvan como recuerdo a todos aquellos que seguro están en un lugar acorde a su vida. Por todos aquellos que ya nos dejaron y que en paz y santidad descansan.

En cuanto al disco dejado, estoy convencido que es conocido por muchos de nuestros amigos. Una referencia ya clásica de la discografía de la ópera, de la música en general y muy particularmente referencia entre las grabaciones del Don Giovanni (con Furtwängler, para mí gusto, la que quizá mejor representa su espíritu) y también una de las mejores grabaciones dejadas por el gran Fricsay.

El disco no tiene desperdicio alguno.

Grabación realmente maravillosa, de enorme claridad, presencia, espacialidad y brillo, un ejemplo más de la excepcional acústica de ese estudio que era la Jesus-Christus Kirche. Un estéreo maravilloso.

Elenco de cantantes realmente soberbio, de una canto precioso, preciso, bellísimo y con una entrega y compenetración con "su" maestro realmente sin parangón. Cantan de manera deliciosa y teatralizan su canto con su voz, sus gestos, su entonación y con un juego vocal flexible y adaptado a cada momento de la obra y su necesidad expresiva. Recuerdo que cuando escuché este disco hace ya algunos añitos venía ya maravillado con la escucha de la Gran Misa de Mozart de Fricsay en el que participaban algunos de los cantantes que repiten en este Don Giovanni. Y tras la primera escucha completa no pude más que quedar en un estado de conmoción intenso, profundo. Es tal la belleza de estas voces, su dicción, su teatralización, su juego musical, su implicación con la grabación y la idea del maestro Fricsay que tu corazón queda sobrecogido, realmente sobrecogido. Todos ellos son ejemplos de un arte difícil como pocos y ejemplo de artistas que será casi imposible igualar. Un verdadero monumento se merecen todos y cada uno de ellos.





Orquesta, la siempre bien amada y querida por Fricsay, la Radio-Symphonie-Orchester Berlin delicada, por momentos angelical, de sonoridad nítida, transmitiendo frescura a raudales, con preciosismo instrumental bellísimo y funcionando como una máquina musical de compacidad absoluta.

Y un director, un verdadero maestro y amante de Mozart, un Fricsay que con mano mágica lleva a buen puerto una partitura repleta de dificultades musicales, vocales y teatrales, que maneja la música de Mozart con una sutileza y frescura digna de admiración, con un tempo rápido y un ritmo realmente preciso y muy adecuado a la teatralidad que impone en esta su visión de la magna y variadísima obra que es el Don Giovanni de Mozart. Realmente maravilloso, en segundo plano, sin más tarea, que no es poca, que la de poner énfasis en la música y en las palabras de la ópera, de sacarles su máxima expresividad y sentido, su mayor belleza y significado. Un artista en toda ley.



Mis queridos amigos, una verdadera joya musical que les dejo con todo el cariño del mundo. Merece la pena que al menos una vez la escuchen. Creo que quedarán prendados de ella.


Don Giovanni
Ferenc Fricsay
Radio-Symphonie-Rochester Berlin
RIAS- Kammerchor, Dir. Günther Arndt
Don Giovanni, Dietrich Fischer-Dieskau
Il Commendatore, Walter Kreppel
Donna Anna, Sena Jurinac
Don Ottavio, Ernst Haefliger
Donna Elvira, María Stader
Leporello, Karl Christian Kohn
Masetto, Ivan Sardi
Zerlina, Irmgard  Seefried
Grabación: Berlín Jesus-Christus Kirche, septiembre y octubre de 1958







Mp3 



FLAC






lunes, 28 de octubre de 2013

Tchaikovsky. Sinfonía nº 6. Ormandy. Philadelphia Orchestra. 1960.


Mis queridos amigos, esta noche estaba prevista otra entrada diferente. Dudaba entre las Sonatas para Violín y Piano de Bach y la Gran Misa de Difuntos de Berlioz. Pero visto el comentario, siempre certeros comentarios, de nuestro amigo Jose no puedo más que cambiar ese plan previsto y homenajear a su bien amado, y creo que amado por todos, Tchaikovsky. Mi querido Jose tu admiración por el gran compositor ruso es realmente admirable y sabes que compartimos buenos ratos de charla con él, menos de los que quisiera, pero buenos. Tu recordatorio del estreno de la impresionante obra que esta noche dejamos no puede por más que ser atendido como bien merece y mereces. Más adelante volveremos a la disquisición entre Bach y Berlioz y habrá lugar para ambas.

Tal día como hoy de 1893 la última sinfonía de Tchaikovsky, escrita entre febrero y finales de agosto de 1893, fue interpretada por vez primera con el propio compositor en la dirección en la Sociedad Musical Rusa de San Petersburgo justo nueve días antes de su muerte. Y realmente se merece este pequeño recordatorio.


Rebuscando en las cajas, como siempre en caótico desorden, encontré hace no mucho el disco de Ormandy y el Primer Concierto para Piano de Tchaikovsky y junto a él otros dos pequeños tesoros: Así habló Zarathustra y esta sencilla pero vital y directa Sexta Sinfonía de Tchaikovsly. Y ahí andaba entre los archivos ya preparados cuando el momento ha surgido hoy para procesarla y poder dejarla para gusto de todos los amigos de este espacio.

Y no tomen el calificativo de sencilla como algo despectivo, todo lo contrario. Es una aproximación muy en los tiempos de Mravinski aunque el maestro Ormandy adorna su recreación con algo menos de dureza confiriendo a su "Sexta" una pátina melancólica realmente sobrecogedora en su movimiento final y se recrea en la natural belleza de los motivos de Tchaikovsky para dejarnos una interpretación rápida, muy pulida, limpia que no seca, matizada en sus detalles e impecablemente traducida por los músicos de la Philadelphia Orchestra.

La obra se escucha de manera fácil y de una sóla vez, sin poder dejar de seguirla por su bello pulso impuesto, por las verdaderas maravillas que se escuchan en las cuerdas y maderas de esa fabulosa orquesta y por el devenir sabiamente plasmado en las indicaciones de Ormandy. Un devenir que tiene su culminación en un maravilloso segundo movimiento y en un no menos formidable, quizá menos angustioso que otros, pero formidable y con una indescriptible sensación de "finalidad" del último movimiento.


Una joya que espero sepan apreciar y que puedan disfrutar. Con todo el cariño para nuestro amigo Jose y por supuesto para todos los amantes de la buena música y en particular del maestro Tchaikovsky.

Tchaikovsky 
Sinfonía nº 6 
Eugene Ormandy
Philadelphia Orchestra
Grabación, Philadelphia, 10 de abril de 1960









domingo, 27 de octubre de 2013

Brahms. Ein deutsches Requiem. Herbert von Karajan. Orquesta Filarmónica de Viena. Festival de Salzburgo. 1957.


Mis queridos amigos, quisiera compartir con todos ustedes uno de los más impresionantes testimonios musicales y artísticos del maestro Karajan. Una de esas grabaciones que parecen estar impulsadas por la fuerza motriz de una magia celestial que con su energía impulsa y anima el devenir de ese instante totalmente soberbio en el que se representa una función y que la llena de una impronta especial de majestuosidad, sentimiento, profundidad y humanidad que no siempre es posible lograr.

No sé si el maestro Karajan esa noche estaba impulsado por esa fuerza sobrenatural pero desde luego sí sé que la impresión que produce con su ejecución es de tan alta intensidad que no me queda más que admitirlo. Quizá un Karajan pletórico, dominador de todo el panorama musical europeo (Scala, Salzburgo, Viena, Londres, Berlín; Karajan imponía su criterio en todos esos escenarios) en lo más alto de los estamentos de poder y de capacidad de decisión musical de Europa  y en uno de los momentos más brillantes de sus habilidades y capacidades directoriales (que eran ya excepcionales) hagan el resto sin poder olvidar decirles que hasta su decisión sobre le elección del escenario para la interpretación de una obra compleja, no operística sino coral, el maravilloso Felsenreitschule (la Escuela de Equitación de la Roca) ya el año anterior usado por el no menos mágico y único Mitropoulos en la representación de una obra de calado similar, la Gran Misa de Difuntos de Berlioz, y años atrás como escenario operístico, colabora un poquito más en la preciosa recreación de la magna obra de Brahms.


Precisamente esta elección de escenario levantó muchas críticas en su momento, pero mis queridos amigos parece que los resultados dan la razón a nuestro amado Karajan. Esa sonoridad cerrada, esa atmósfera angustiosa, ese marco cuasi siniestro y dramático acompañan a una sonoridad profunda, realmente intensa y poderosa, una sonoridad en la que los pasajes corales y los momentos de intensa serenidad pueden encontrar una vía expresiva realmente única e incomparable. Realmente acongoja su escucha, e impresiona y te llega a lo más profundo de tu corazón, llevándote ese bello mensaje de carga emocional, ese espíritu reconfortante y esa paz serena del Réquiem de Brahms.

E impresionante resulta también un coro absolutamente increíble, el Singverein der Gesellschaft der Musikfreunde Wien, dirigido por ese mago que fue Reinhold Schmid, un coro de amplios registros, dominador de los timbres, de colores imposibles de numerar, con capacidad de mantener tensión y dulzura, poder y relajación, ataques soberbios y pianos inaudibles. Y añadir un poquito más: una Filarmónica de Viena, que pese a sus más y menos en esos años con la presencia del todopoderoso Karajan, no deja de ser una orquesta incomparable en belleza sonora, en unidad de bloques, en sonido y pericia individual. Una joya de orquesta.


Y dos joyas más mis queridos amigos. Lisa della Casa, soprano de belleza que impresiona y de voz que seduce, de timbre caluroso, que es capaz de dejarnos sin aliento en su manejo de las partes pujantes y en las casi piadosas. Una voz maravillosa que sencillamente es un ángel colocado en el lugar apropiado para dar ese punto de inflexión a la obra de Brahms. Y nuestro bien recordado Dietrich Fischer-Dieskau, barítono, quizá el mejor barítono de toda la historia, que parece profeta en su canto del mensaje de resurrección y que con su declamación perfecta nos lanza el mensaje brahmsiano de la angustia del destino. Quizá pocas veces se hayan unido semejantes transmisores de la verdad de una música como en esta mágica velada dirigida por la mano realmente portentosa de Herbert von Karajan.


En definitiva queridos amigos, les animo a deleitarse con esta hermosa música de Brahms, una música más allá de creencias particulares, una música humana, sencillamente humana. Y no se van a sentir defraudados. Están escuchando tras artistas irrepetibles y dos conjuntos musicales únicos en la historia. Y todos ellos nos dan el más bello mensajes de esperanza que puedan escuchar en una bellísima aceptación de una transición al más allá sin más que serenidad y esperanza.




Brahms
Ein deutsches Requiem

Herbert von Karajan
Orquesta Filarmónica de Viena
Singverein der Gesellschaft der Musikfreunde Wien, Dir. Reinhold Schmid
Lisa della Casa, soprano
Dietrich Fischer-Dieskau, barítono

Grabación
ORF, Festival de Salzburgo, Felsenreitschule, 22 de agosto de 1957

I. Selig sind, die da leid tragen - Ziemlich langsam
II. Denn alles Fleisch es ist wie Gras - Langsam, marschmässig
III. Herr, lehre doch mich, das ein Ende mit mir haben mus - Andante moderato
IV. Wie lieblich sind deine Wohnungen, Herr Zebaoth - Mäsig bewegt
V. Ihr habt nun Traurigkeit - Langsam
VI. Denn wir haben hie keine bleibende Statt - Moderato
VII. Selig sind die Toten, die in dem Herren sterben - Feierlich











martes, 22 de octubre de 2013

Schubert. Lieder. Schwarzkopf. Fischer. 1952.


Mis queridos amigos, en la noche de hoy dejar este bello disco no es más que un verdadero placer. Un disco de serie económica, con sonido precioso, con canciones aún más preciosas y con el talento de dos verdaderos artistas en todo su más amplio sentido dedicados en cuerpo y alma al talento incuestionable de aquel que quizá sea el mejor compositor de lieder que haya existido: Schubert.

Schwarzkopf, la cantante que con mayor sentido ha sido capaz de cantar los lieder de los compositores más variados ha tenido también la capacidad, que no es poca, de acompañarse siempre de unos pianistas que han entregado su arte a la expresión y recreación de la esencia de los lieder. todos y cada uno de ellos son excepcionales virtuosos del piano pero aún más maravillosos encantadores de sonidos y palabras, verdaderos maestros en la creación de la atmósfera justa y necesaria para cada autor y cada canción. 

Ahí tenemos las portentosas colaboraciones con Gerald Moore, Geoffrey Parsons, Walter Gieseking, Furtwängler y el señorial, mágico y humanista Fischer.

Un Fischer que nos ofrece su piano masculino, fuerte, sonoro, intenso y cincelado para dar su lugar a una Schwarzkopf que sencillamente se presenta, y es muchísimo, verdadera. Saca a relucir su enorme talento, su versatilidad, su maravillosa dicción, su paladear exquisito de cada frase, su entonación apropiada al sentimiento que quiere expresar. Y ambos nos dejan maravillados con la variabilidad de humor y sentido capaz de proyectar Schubert, sirviendo al maestro en su tarea. 


La pureza casi trascendente de Schwarzkopf, sus palabras a veces apagadas hasta casi lo imposible, sus silencios "audibles", su timbre puro y maravilloso, su dulzura, delicadeza y frescura nos llevan a un universo imaginario realmente increíble en el que podemos saborear la alegría, la pujanza, lo amargo, lo dulce, lo inocente y lo dramático. Un recorrido por unas canciones del gran Schubert sencillamente mágico.

No queda más que recomendar encarecidamente que escuchen este disco, verdadera joyita musical y testimonio de algo que difícilmente se podrá jamás igualar.

Que sirva para deleitar el alma, alegrar un poquito el corazón, experimentar sentimientos y gozar del placer que sólo la música es capaz de proporcionar, el placer de sentir de manera individual cualquier sensación posible. Y siempre será una sensación irrepetible y única en cada persona.




Schubert
Lieder
Schwarzkopf, soprano
Fischer, piano
Grabación, Londres, Abbey Road Studio nº 1, del 4 al 7 de octubre de 1952