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viernes, 22 de noviembre de 2013

¡Feliz Día de Santa Cecilia! Beethoven. Integral Sinfónica. Jochum. DG. 1952 a 1961.


Mis queridos amigos, hoy Día de Santa Cecilia celebramos la festividad de la Música. Un día precioso para felicitarnos todos, ni más ni menos (que es mucho) por poder celebrar algo tan hermoso y que a todos nos llena de vida y energía, celebrar nuestra afición y nuestra pasión, celebrar la Música. 

Con ella podemos sentir todo, podemos imaginar todo, podemos expresar todo. Algo tan etéreo y complejo que cuando recibe vida es capaz de entregarnos todo. Variada y universal, de todos y para todos. 

Gracias a todos aquellos que nos han dado música, a los que trabajan en ella y a los que disfrutan con ella. Todos ellos son parte de este precioso tesoro del que podemos gozar. 

Espero que esta entrega sirva para que disfrutemos hoy un poquito más de nuestra vida, una vida que para los que amamos la música estaría incompleta sin ella.

Feliz Día de Santa Cecilia. Por la Música, para todos y por todos.

Que disfruten de esta hermosísima entrega, un pequeño regalo que merece la pena saborear con paciencia y atención. Un músico, Beethoven, que quizá sea el más reconocido de todos los que hayan existido, unas obras que las mires por donde las mires siempre te sorprenden y te dan nuevas y diferentes sensaciones y emociones. Un director, Jochum, que quizá represente como pocos la pasión por un arte al que entregó su vida.

Realmente memorable y sensacional. Un todo en el que se pueden experimentar todas las sensaciones posibles, una música que tiene siempre un lugar y un momento en nuestro corazón y en nuestra vida, un monumento musical y humano con el que siempre nos podemos reconfortar y reconciliar con nosotros mismos y con lo que nos rodea. Belleza, sensibilidad, dulzura, energía, ímpetu, serenidad, fuerza, tristeza, humor, lamento, esperanza, confianza. 

Disfruten de todos sus detalles, matices y sensaciones y háganlas suyas cuando y como les apetezca. Siempre las tendrán ahí, junto a sus corazones y pensamientos.

Dedicado en especial y con todo mi amor a un músico muy especial que sabe dar y entregar todo a través de este arte al que quiere y con el que "quiere". Un músico que por encima de cualquiera otra cosa tiene dentro de él todo lo que la Música le ha dado y que entrega de manera permanente y que además seguirá, poco a poco como las cosas buenas, entregando de manera cada vez más desinteresada, libre, sencilla y de manera inapreciable para él e indescriptible para todos los que le rodean, le quieren, le respetan y le aman de corazón.

Para él, que en la fuerza arrolladora de la juventud no reposada aún en el tiempo se impulsa con descaro y atrevimiento; para él que impulsado por sus ideales es capaz de plantar cara a cualquier entidad, poder o situación que se presente; para él que una vez pasado lo anterior se siente lanzado por la energía incontenible de una madurez por llegar y que sigue adelante en el viaje de sensaciones poderosas de su ya fuerte personalidad; para él que descansa apaciblemente con la conciencia tranquila de la labor cumplida, para él que merece el reposo y la serenidad de un espíritu atormentado o cansado; para él, que con renovados bríos se lanza de nuevo a defender su posición y a demostrar que la vida sigue siendo preciosa y merecedora de las mayores festividades y alabanzas; para él, que ya libre se siente capaz de dar de nuevo todo lo que simplemente le apetece, porque sí y por supuesto para él que da a los demás su ser, su amor, su entrega, su corazón, su confianza y su interior con el pleno y cierto conocimiento de decir la verdad y con fe ciega, a veces obnubilada por su profundo ser interior, en aquello que le rodea y con lo que convive, eso que se llama Humanidad y que no son más que personas.




Beethoven
Intergal Sinfónica
Oberturas

Eugen Jochum
Grabaciones DG

Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera (OSRB)
Coro Sinfónico de la Radio de Baviera (CRB)
Orquesta Filarmónica de Berlín (OFB)

Clara Ebers, soprano
Gertrude Pitzinger, contralto
Walther Ludwig, tenor
Ferdinand Frantz, bajo

Grabaciones:

1: OSRB, Münchner, Herkules-Saal, 3 y 5 de abril de 1959
2: OFB, Berlín, Jesus-Christus-Kirche, 27, 28 y 31 de enero de 1958
3: OFB, mono, Berlín, Jesus-Christus-Kirche, del 1 al 5 y 7 de febrero de 1954
4: OFB, Berlín, Jesus-Christus-Kirche, 26, 30 y 31 de enero de 1961
5: OSRB, Münchner, Herkules-Saal, del 25 al 27 de abril de 1959
6: OFB, mono, Berlín, Jesus-Christus-Kirche, 9, 10, 12, 13 y 16 de noviembre de 1954
7: OFB, mono, Berlín, Jesus-Christus-Kirche, del 12 al 14 de noviembre de 1952
8: OFB, Berlín, Jesus-Christus-Kirche, 30 de abril, 2 y 5 de mayo de 1958
9: OS y Coro RB, mono, Münchner, Himmelfahrtskirche, 24 al 26 y 29 de noviembre y 1 y 2 de diciembre de 1952


Fidelio: OSRB, Münchner, Herkules-Saal, 27 de abril de 1959
Leonore II: OFB, Berlín, Jesus-Christus-Kirche, 25 y 26 de enero de 1961
Die Ruinen von Aten: OSRB, Münchner, Herkules-Saal, 3 de octubre de 1958
Die Geschöpfe des Prometheus: OSRB, Münchner, Herkules-Saal, 3 de octubre de 1958














Mp3


FLAC



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martes, 19 de noviembre de 2013

Felicidades Maestro Ormandy. 18 de noviembre de 1899. Brahms. Sinfonía nº 4. Strauss. Don Juan. Webern. Im Sommerwind. Dmitri Kabalevsky. Obertura Colas Breugnon. Rachmaninov. Sinfonía nº 2. Sibelius. Lemminkäinen's Return. Ormandy. Philadelphia Orchestra. Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. 1967. 1959. 1963. 1965. 1973. 1978.


Mis queridos amigos, esta noche es especial. Una noche en la que sencillamente quiero rendir homenaje, un humilde pero sentido homenajes, a uno de los más grandes directores del pasado siglo XX y de la historia de la música en general: Eugene Ormandy.

Un señor músico que me enseñó a apreciar la belleza del sonido, a disfrutar con la inmediatez de sus interpretaciones, a gozar del placer sencillo de una audición fresca, viva y dinámica. Un director dotado de un extraordinario sentido del equilibrio musical, de un talento innato para la transmisión de sensaciones a través de sus recreaciones musicales. Recreaciones siempre vívidas, impactantes, llenas de energía, de fuerza y de vitalidad sin dejar de lado la precisión, la extraordinaria atención al detalle instrumental para lograr un conjunto empastado, unificado, de una sóla voz.

Educado en esa fuente extraordinaria de músicos que fue el conservatorio de Budapest, Ormandy emigró muy joven a EEUU donde tras sus trabajos iniciales como violinista, su paso por la dirección de la Capitol Theater Orchestra (agrupación dedicada a poner música a as películas mudas) y su enorme trabajo en la Orquesta Sinfónica de Minneapolis en la que permaneció hasta 1936 pasa a ocupar el puesto de director, de la Orquesta de Filadelfia, en principio compartiendo tarea con otro de los grandes, Leopold Stokowski, y posteriormente nombrado único director titular de la misma hasta el año 1980. 44 años de dedicación a una formación a la que, si bien gozaba ya de un peculiar y preciso sonido "Stokowski", dotó de su peculiar forma de interpretar la música: precisión, viveza, franqueza, agilidad, sencillez, calidez y brillantez. Con "su" orquesta ya había comenzado a trabajar desde 1930 en que dirigió los conciertos de verano de la Orquesta y al año siguiente, 1931, tuvo la oportunidad de reemplazar en tres ocasiones al director italiano Arturo Toscanini al frente de la citada agrupación hasta que poco después pasa como decíamos a acompañar a Stokowski en las tareas de la agrupación.


Ormandy fue gran director sinfónico, un elegante, preciso y sensible acompañante en los conciertos con solista. Logró mantener estrecha colaboración con artistas de la talla de los pianistas Arthur Rubinstein, Emil Gilels, Van Cliburn, Robert Casadesus y Rudolf Serkin; los violinistas David Oistrakh, Isaac Stern y Itzhak Perlman y los violonchelistas Leonard Rose y Emanuel Feuermann, entre otros muchos. Siempre les conducía con finura, saber estar, decisión, plasticidad y adaptabilidad al concepto musical propio de cada uno de ellos sin dejar de tener en mente la obra interpretada.

Director franco e impulsivo, combinaba virtuosismo y perfeccionismo en sus recreaciones musicales y siempre las dotaba de un impulso enormemente atractivo, un impulso que se siente en sus grabaciones de inmediato. Y en la muestra que se recogen en este doble disco podemos admirar muchas de estas virtudes.


Un Brahms desprovisto de exceso de peso, ligero y fresco, de interpretación perfecta, fascinante y profundo. Nunca en el sentido de los grandes maestros germanos, franceses o austriacos pero muy en la línea de los "compatriotas" europeos exiliados en USA. Un Brahms lírica, relativamente ligero, bien articulado con enorme flexibilidad y dotado de un intenso poder de convencimiento.

Un Strauss realmente para quitarse el sombrero, extraordinario, de dinámica intensísima, con una tensión asombrosa, de enorme expresividad y por supuesto de una brillantez musical realmente incomparable (no dejen de apreciar la maravillosa dirección que Ormandy hace a los extraordinarios músicos bávaros).


Igualmente podemos decir que incomparable y bellísima resulta la preciosa obra, llena de matices postrománticos e impresionistas de un Webern desconocido, maestro extraordinario que crea una orquestación de enorme poder de seducción en una obra de "fácil" audición (hablamos de Webern). Realmente impresionante, bella, riquísima de matices, sonoridades y colores. Una verdadera maravilla. 

Igualmente sensacional se nos deja la oportunidad de escuchar esa pequeña obertura del maestro Kabalevsky, obra espectacular, impresionante, sencillamente bella que en la época tuvo escasa repercusión quitando las interpretaciones locales y las de los maestros Toscanini o Reiner.

Y finaliza esta pequeña recopilación de obras con dos verdaderas joyas. La preciosa, sublime y mágica recreación de la partitura completa sin revisiones de la Segunda Sinfonía de Rachmaninov, un tesoro, una verdadera caja de sorpresas, una interpretación llena de poder, de enorme capacidad de seducción, pasión a raudales, magia y sensibilidad.

Mismos calificativos y palabras podemos hacer extensivas a la maravillosa recreación de la pequeña obra de Sibelius, un compositor por el que Ormandy, al igual que por Rachmaninov sentía pasión y debilidad. Una interpretación sibeliana fantástica, bellísima, preciosa.

Mis queridos amigos, poco más puedo añadirles para que puedan valorar este doble disco. Disfruten de él, es una maravilla, un tesoro que nos muestra una mínima parte del arte del gran maestro Ormandy. Ese maestro que me enseñó a disfrutar de la música sin prejuicios, con libertad de espíritu y con sencillez y humildad. A disfrutar por el mero placer de escuchar algo bello y directamente tocado desde y para el corazón. Realmente creo que van a disfrutar enormemente.

Muchas gracias maestro Ormandy. Permanecerá siempre en mis recuerdos como alguien que dotó a la música de vida y que hizo la misma más placentera.



Great Conductors - Ormandy

CD 1

Brahms, Sinfonía nº 4, Philadelphia Orchestra. Grabación, Town Hall, Philadelhia, 25 de octubre de 1967.

Strauss, Don Juan, Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. Grabación en vivo en la Kongressaal, Deutsches Museum, Munich, 12 de junio de 1959.

Webern, Im Sommerwind, Idilio para gran orquesta, Philadelphia Orchestra. Primera grabación mundial realizada en Town Hall, Philadelhia, 17 de febrero de 1963.

CD2

Dmitri Kabalevsky, Obertura Colas Breugnon, Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. Grabación en vivo en el Studio P1 de la Radio de Baviera, Munich, 15 de noviembre de 1965.

Rachmaninov, Sinfonía nº 2, Philadelphia Orchestra. Grabación, Scottish Rite Cathedral, Philadelphia, 18 y 19 de diciembre de 1973.

Sibelius, Lemminkäinen's Return, Philadelphia Orchestra. Grabación, The Old Met, Philadelphia, 20 de febrero de 1978.








CD 1



CD 2




jueves, 14 de noviembre de 2013

Felicidades Maestro Copland. 14 de noviembre de 1900. Copland. Sinfonía nº 3. Sinfonía para Órgano y Orquesta. Bernstein, Orquesta Filarmónica de New York. 1966. 1967.


Mis queridos amigos, esta noche tengo el placer, verdadero placer, de dejar para disfrute general un precioso disco con el que aprovechamos para rendir un pequeño homenaje a uno de los mayores músicos del pasado siglo XX, mi bien querido, respetado y adorado Aaron Copland.

Copland representó para mí en mis inicios a la apreciación de la música clásica una verdadera piedra de toque para mis sentidos y mis capacidades de escucha. En esa aventura de la que ya se van a cumplir bastantes años, su música ha estado asociada casi siempre a su buen discípulo y amigo Leonard Bernstein cosa que logró que mi acercamiento al entendimiento y disfrute de la misma fuera bastante más fácil de lo esperado. Cuando no era Lenny el que interpretaba sus obras me remitía siempre a las interpretaciones del propio Copland que aún no siendo de la misma profundidad emocional ni del mismo valor técnico eran de un enorme atractivo musical.

Siempre he mantenido esa asociación y quizá he perdido la posibilidad de escuchar otras aproximaciones a la música de ese gran revolucionario norteamericano que fue Copland. Poco a poco aprendí a disfrutar de su música de cámara y fundamentalmente de su piano, un pianos realmente hermoso, bello y difícil, pero por encima de todo dotado de un enorme poder de seducción.

Y algo semejante pasa con las obras presentadas en este soberbio disco, un disco realmente referente en la discografía de Copland (bastante más fresco, vital, desgarrado y libre que el posterior que el mismo Lenny grabó para DG). Un Copland al que muchos califican de Gran Padre de la música norteamericana, yo quizá no me atrevo a tanto pues en su época destacaba o empezaba a despuntar una pléyade de figuras inquietas, radicales, como las de Roy Harris, William Schuman, Peter Mennin, David Diamond, Walter Piston o el propio Lenny. Figuras todas ellas que pretendían crear un nuevo y propio lenguaje musical americano. Quizá de entre todas ellas la de Copland destaca por su inquietud permanente desde sus años parisinos, su disconformidad con la "simplificación" que se hacía con la música en el ámbito francés, la complacencia con la que se trataban las enormes posibilidades de la polirritmia del jazz o su concepción profunda de una música que debía cambiar para aprovechar todas las posibilidades que se habrían en su país alejado de las corrientes algo anquilosadas de las leyes francesas, alemanas o italianas en la música.


Con todo ello en mente es en el año de 1924 cuando Nadia Boulanger,que había sido su maestra durante un período de dos años en Francia, quien le pide que escriba una obra para órgano y orquesta que debía ser
estrenada en su próxima gira por América del Norte. Copland a su regreso a EEUU se pone a trabajar duro en una composición en la que tiene una difícil tarea y unas elevadas complejidades. Se enfrenta a un camino tortuoso y difícil de recorrer. No conocía ni había escuchado escuchado su propia forma de orquestar, ni tampoco, como confiesa, conocía el órgano más allá de una forma superficial. No había trabajado las grandes formas sinfónicas ni se había enfrentado a la rígida disciplina de una composición de tal envergadura. Copland eligió quizá el camino más difícil: adoptar el papel de "enfant terrible" de la música nacional. A pesar de todo ello su composición que se estrenó el 11 de enero de 1925 con la misma Nadia Boulanger al órgano acompañada por la Orquesta Filarmónica de Nueva York bajo la dirección de Walter Damrosch fue calificada por el mismo director como algo "demencial" (en tono sarcástico, vino a decir que quien compone algo así con 23 años en un periodo de cinco años más podrá cometer un crimen) y tuvo una acogida que podemos calificar de "sorprendente" para el público de aquella época. Pero como indicaba para el mismo Copland seguía siendo una obra demasiado clásica y atada a las normas imperantes. En el año 1928 era revisada y transformada en su Sinfonía nº 1 con la eliminación de la parte de órgano.

En cualquier caso y sirviendo estas notas como simples pinceladas de lo que la mente de Copland tenía en su recámara, debemos decir que resulta una composición chocante pero manteniendo un tono europeo que resulta realmente bello y en la que ya se pueden vislumbrar las ideas ulteriores de Copland en cuanto a la generación de su propio lenguaje y de un lenguaje más propiamente americano.


La Sinfonía nº 3 de Copland tiene su génesis en el encargo realizado por la Fundación Koussevitzky en el año 1946. Copland ya ha madurado bastante su lenguaje y nos da una muestra realmente impresionante de una composición que aglutina las grandes fuentes folclóricas americanas, los ballets musicales del propio compositor, los secretos del jazz, los preciosos juegos de citaciones de microtemas, las referencias a Mahler o Shostakovich en amplitud temática y en la elaboración general de la obra como un monumento único, amplio, poderoso y brillante. Un tono general de de heroísmo, magnificiencia, dignidad, majestuosidad y una pizca de revolución y agitación recorren la obra. Una obra amplia, colosal en instrumentación en la que vamos descubriendo diversos y bellos temas sabiamente armonizados y enlazados (precioso tema retomado y modificado el de su Fanfarría para un Hombre corriente), temas y ánimos que van desde lo feliz y animado del folclore a lo ensoñador y delicado de los pasajes más "europeos" pasando por la majestuosidad y la ruptura de la misma con estridencias sorprendentes. Una obra realmente sensacional, sorprendente, revolucionaria e impactante. Una verdadera obra de arte que se estrenó el 18 de octubre de 1946 , por la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la dirección de su titular Serge Koussevitzky.


Queridos amigos, quizá esta entrada les pueda parecer extraña y diferente pero no es más que la pasión y la maravillosa concepción y opinión que tengo de las obras presentadas, obras que siempre me han procurado un placer, difícil sí pero enorme, un estado de serenidad y de pasmosa tranquilidad tras su escucha y que siempre me han maravillado por la ejecución primorosa de Bernstein, su orquesta, una maravillosa Filarmónica de New York, y por esa intervención realmente mágica del órgano de Power Biggs.

Un disco realmente maravilloso al que siempre le tendré un particular cariño por su fácil manera de hacerme ver una música diferente de manera clara, sencilla y preciosa. Permítanme finalizar esta entrada con esta foto que ella sirva para reflejar, creo que de manera preciosa, una relación realmente maravillosa entre dos grandes genios de la música.

Va por Aaron, va por Lenny, va por su obra y su labor. Gracias a ambos. 



Copland
Sinfonía nº 3
Sinf. para Órgano y Orquesta

Leonard Bernstein
Orquesta Filarmónica de New York
E. Power Biggs, órgano

Grabaciones:

Sinfonía nº 3, 16 y 17 de febrero de 1966, Philharmonic Hall, now Avery Fisher Hall, Lincoln Center, New York

Sinfonía para Órgano y Orquesta, 3 de enero de 1967, Philharmonic Hall, now Avery Fisher Hall, Lincoln Center, New York












miércoles, 13 de noviembre de 2013

Bruckner. Sinfonía nº 7. Stanislaw Skrowaczewski. Saarbrücken Radio Symphony Orchestra. 1991.


Mis queridos amigos, en esta noche una entrada preciosa y cortita en comentarios. Un paso más hacia la culminación de la Integral Sinfónica de Bruckner por el maestro Skrowaczewski. 

En esta ocasión una de sus sinfonías más ampliamente grabadas, interpretadas y conocidas. Y no por ello cada interpretación nueva que escuchamos deja de sorprendernos. Hay algo especial en la música de nuestro amado Bruckner que ofrece esa posibilidad de permanente sorpresa durante la escucha de su música y que permite que todas las recreaciones que de ella se hacen nos aporten algo nuevo, algún detalle, algún movimiento o pasaje, una melodía, un sonido, una estructura que antes no habíamos percibido o sencillamente un placer general en la audición completa.

Y este último caso es el que a mí particularmente me sucede con la interpretación de esta Séptima por Skrowaczewski. No podría destacarles nada en particular pero sí ese todo final cuando la obra termina y quedas plenamente satisfecho de un recorrido maravilloso por una música realmente increíble. Me recuerda muchísimo a la aproximación de Jochum a esta obra. Sencillez, claridad, nada de estridencias, flujo maravilloso de ideas musicales expuestas con una exquisitez sorprendente. Es como si simplemente se dedicara a traducir lo que el maestro dejó escrito y se dejara llevar por esa escritura; matizo aquí y allá, destaco algo por aquí, potencio esta frase o pasaje, pero al final simplemente pretendo que todo fluya en una unidad formal y espiritual única. Y realmente lo consigue. 


Quizá es en esta interpretación en la que la comparación con las grandes formaciones orquestales habituadas a Bruckner se deja notar un poquito para la Orquesta de Saarbrücken o quizá sea una percepción mía simplemente derivada de la sencilla fluidez con la que interpreta la obra. Hay calidez, sentimiento, las melodías y las sonoridades de Bruckner quedan expuestas de una manera preciosa y limpia y el ritmo del flujo musical resulta de enorme belleza. Y logra al igual que Jochum, Barenboim, Böhm o Karajan dejar en mí una sensación de serenidad y de paz verdaderamente agradable. Sin grandes brillos hay frescura, dinámico y poderío cuando se precisa. Nada de enlentecimientos gratuitos o pesados, la música se desarrolla a un ritmo sensacional, sorprendente y continuado.

En suma que sin que pueda destacarles nada concreto el disfrute que me proporciona es de un nivel altísimo. Algo tiene de especial esta recreación de Skrowaczewski, algo que la hace diferente a las demás y digna de admirarse y conocerse. De verdad, un verdadero prodigio de belleza, serenidad, tranquilidad y hermosura.


La Séptima de Bruckner fue escrita entre 1881 y 1883, y revisada en 1885. Está dedicada al rey Luis II de Baviera. El estreno tuvo lugar en la ópera de Leipzig, en 1884, fue dirigido por Arthur Nikisch, y constituyó el mayor éxito de toda la carrera de Bruckner.

Skrowaczewski interpreta la Versión de 1885 en la Edición de Nowak que mantiene la mayor parte de los cambios de la edición de 1885 de Gutmann, incluyendo la percusión en el tiempo lento y en su caso sin omitir el golpe de platillo del movimiento lento. 

De forma muy resumida y para aclarar un poquito esto de las ediciones de la Séptima y en cuanto a las tres ediciones de la Versión de 1885, dejamos de nuevo estos comentarios publicados ya en anteriores entradas:

Edición Gutmann (publicada en 1885).
Tras el estreno en 1884 se hicieron algunos cambios, antes de esta publicación. Está aceptado que Nikisch, Franz Schalk y Ferdinand Löwe influyeron significativamente en esta edición, pero es discutible hasta qué punto tales cambios fueron autorizados por Bruckner. Fundamentalmente, estas modificaciones se refieren a tempo y orquestación.

Edición Haas (publicada en 1944).Robert Haas intentó eliminar las influencias de Nikisch, Schalk y Löwe, para recuperar el concepto original de Bruckner. Para ello, utilizó material procedente del autógrafo de 1883, aunque este ya incluye cambios posteriores. El cambio más evidente en esta edición es la ausencia de platillos, triángulo y timbales en el clímax del movimiento lento: Haas argumentó que Bruckner había decidido posteriormente eliminar la percusión en este punto, lo cual ha sido ampliamente discutido.

Edición Nowak (publicada en 1954).Leopold Nowak mantuvo la mayor parte de los cambios de la edición de 1885, incluyendo la percusión en el tiempo lento. Incluyó las indicaciones de tiempo de la edición de Gutmann, pero poniéndolas entre corchetes. Aunque se incluyen en la partitura impresa, algunos directores omiten el golpe de platillos en el tiempo lento, siguiendo los criterios de Haas.

Espero de todo corazón que disfruten de este hermoso disco. Un disco que nos acerca de manera muy bella a una forma de entender y plasmar Bruckner realmente preciosa. Una muestra de un estilo directorial fino, sencillo, pausado, sabio y directo. Una preciosa muestra del arte de Stanislaw Skrowaczewski.


Bruckner Sinfonía nº 7
Versión de 1885 en Edición de Leopold Nowak de 1954
Stanislaw Skrowaczewski
Saarbrücken Radio Symphony Orchestra 
Kongresshalle Saarbrücken
27 al 29 de septiembre de 1991






jueves, 7 de noviembre de 2013

Bach. Sonatas para Violín y Piano. Sonatas para Viola da Gamba y Piano. Gould. Laredo. Rose. 1973. 1974. 1975. 1976.


Mis queridos amigos, dejamos en el día de hoy este precioso doble disco dedicado a las Sonatas para Violín y Clave (Piano) y Viola da Gamba (Violonchelo) y Clave (Piano) del maestro Bach grabadas por un excepcional grupo de músicos.

Encabezar la lista de dichos músicos por mi querido Gould sería lo más fácil, pero después de la escucha del disco y en total justicia creo que los tres participantes están a un nivel tal que merecen todos ellos ser los que la encabecen. Gould magistral y diferente como es habitual, Laredo con una maravillosa sonoridad y una pulcritud en su interpretación digna de admirar y Rose con una magistral recreación de unas partituras preciosas y con un violonchelo bellísimo que parece cantar al cielo. Los tres nos ofrecen un recorrido que nos deleita en el simple placer de la escucha musical y nos brindan la oportunidad de conocer y disfrutar de una aproximación a Bach diferente y, que me perdonen los puristas, muy hermosa.

Dado mi profundo desconocimiento de la teoría musical sólo puedo dejaros algunas pequeñas notas referentes a estas composiciones. 


Las Sonatas para Violín y Clave de J. S. Bach compuestas sobre el año 1717 son consideradas por muchos expertos como la primera música de cámara moderna. El maestro escribió completamente las partes del clave, en lugar de hacer uso de un simple bajo cifrado de acompañamiento para ser elaborado por el intérprete, como era habitual hasta entonces. Amplía la escritura y la hace más compleja y da a todas las voces la misma importancia de manera que el clave no se limita a la simple tarea de acompañar al violín, sino que sus voces tienen el mismo protagonismo que la voz del violín, los empareja en importancia y valor musical. El clave deja de estar limitado a un mero continuo y pasa a participar de manera activa junto al violín en la construcción y desarrollo de la obra.

De la misma manera puede hablarse para las Sonatas para Viola da Gamba y Clave con fechas de composición entre 1720-1721 (aunque se habla de fechas posteriores entorno a 1735).

En ambas composiciones el papel armonizador del clave es potenciado, se exploran las posibilidades expresivas de los instrumentos participantes, se desarrollan las partes del clave como apoyo y también como parte principal de la composición y dota al instrumento de cuerda de matices nunca vistos hasta entonces impulsando su papel de instrumento melódico hasta límites extraordinarios.

En cualquier caso y como indicaba antes no puedo dar demasiados detalles técnicos de estas preciosas composiciones por lo que me limitaré a recomendar encarecidamente su escucha que, al menos a mí así lo hace, proporciona verdaderos momentos sublimes de belleza, conmueven de verdad, producen sensaciones indescriptibles y logran dar una calma, una serenidad y una paz interior sorprendentes. Y lo hace en primer lugar por la belleza propia de la composición, no cabe duda, y en segundo lugar por la maravillosa interpretación que se nos ofrece en esta grabación. Interpretación "moderna" con instrumentos "modernos". Nada tradicional.

El violín de Jaime Laredo, extraordinario violinista y violista boliviano, es maravilloso, de sonoridad limpia, cristalino, técnicamente perfecto y capaz de combinar con las "extravagancias" de Gould de manera perfecta, sin dar lugar a una interpretación doblemente recargada.


Rose por su parte nos da muestras de su enorme talento como intérprete solista, algo de lo que no podemos dudar recordando sus sublimes registros con Istomin y Stern y su talento como instrumentista principal en Cleveland o en New York. Rose sentía admiración por Gould, se sentía cómodo interpretando música con él, lo admiraba y admiraba su forma de afrontar sin reparo alguno las obras que interpretaba.


Y nuestro querido Gould, brillante. Puede gustar o no, ya lo hemos indicado en otras ocasiones, pero no deja indiferente. En estas aproximaciones a Bach su atrevimiento quizá es mayor que el mostrado en sus grabaciones de juventud. Pero es su concepción, su concepción, su traducción y su reinvención de la obra del maestro. Y los resultados finales son sencillamente preciosos.

Espero que disfruten de estos discos y se aproximen a ellos con libertad de pensamiento, sin prejuicios. Disfrutarán de manera extraordinaria de una música simplemente magistral y hermosa.


Bach

Sonatas para Violín y Piano, BWV 1014-1019
Sonatas para Viola da Gamba y Piano, BWV 1027-1029
Glenn Gould, piano
Jaime Laredo, violín
Leonard Rose, violonchelo

Grabaciones:

Eaton´s Auditorium, Toronto, Canadá

BWV 1014, 1015, 1 al 3 de febrero de 1975
BWV 1016, 23-24 de noviembre de 1975 y 9 al 11 de enero de 1976
BWV 1017, 23-24 de noviembre de 1975 
BWV 1018, 1019, 9 al 11 de enero de 1976
BWV 1027, 28 y 29 de mayo de 1974
BWV 1028, 1029, 16 al 19 de diciembre de 1973











Mp3 (Obra completa)

FLAC (Obra completa, muy pesada)