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miércoles, 12 de febrero de 2014

Schumann. Integral Sinfónica. Herbert von Karajan. Orquesta Filarmónica de Berlín. Orquesta Filarmónica de Viena. 1971. 1987.


Mis queridos amigos, en la noche de hoy dejamos un bellísimo conjunto de discos que ansiaba tener hace años pero que por un motivo u otro no lograba. Finalmente están en mi poder y debo decir que para nada me he arrepentido de la espera. Un excepcional estuche que incluye la grabación por Karajan y su orquesta berlinesa de la Integral Sinfónica de Schumann y que además en esta reedición se acompaña de la Obertura, Scherzo y Final (genial) y de una sorprendente, delicadísima, portentosa y con sabor casi a despedida del maestro de una cuarta Sinfonía en vivo con la Filarmónica de Viena.

De estas grabaciones había escuchado todo tipo de comentarios. Desde los que la denostan hasta lo más profundo de sus comentarios hasta aquellos otros que siendo menos críticos la dejan en un término medio, como un sí pero bueno no es para tanto. Debo indicarles que no he podido hacer una escucha detenida de todos los discos, ha sido una primera audición, relajada, sin prestar demasiada atención a los detalles, un poco como de pasada, de fondo. Pero he aquí que aún de esa manera poco concentrada se descubre ante mí un concepto sinfónico de Schumann distinto a lo que tenía acostumbrado a mis oídos. Y resulta que es un concepto absolutamente brillante, de un contenido musical de altísimo valor, de una traducción de las partituras de Schumann alejada de las visiones excepcionales de Szell o Kubelik, próximas al concepto sonoro del Karajan más impresionante y espectacular que puedan escuchar (su Strauss por ejemplo) pero con una capacidad de conmover, difícil a la primera, de impactar, de impresionar y de plasmar la música que diría es extraordinaria.


Nos encontramos en primer lugar con unas grabaciones realmente impresionantes, con una Filarmónica de Berlín espectacular y bella, precisa a más no poder, riquísima en matices y de un sonido poderoso, compacto, abrumador e impactante. Por otro lado nos topamos con un Karajan que, habrá que seguir insistiendo, era un verdadero maestro en la dirección orquestal. Un Karajan que nos expone una Primera Sinfonía de un poder sonoro y de una belleza fuera de toda duda. Que nos deja una Segunda Sinfonía alejada quizá un punto de su contenido dramático y espiritual, quizá la que menos lograda esté, y sea esto un decir dentro de lo que se puede considerar un enorme ciclo sinfónico. En las diversas críticas especializadas no se suele hablar muy bien de ella pero a mí me ha parecido preciosa, profunda, cargada de tensión y de emoción. Una tercera Sinfonía que particularmente me ha costado mucho llegar a asimilar bien, de hecho todavía necesito varias audiciones más para asimilar el bellísimo y deslumbrante primer movimiento de la misma, el trazado delicado y cristalino de su movimiento central, la pulcritud y sencilla transparencia de su cuarto movimiento y principalmente su enorme, refinado, vitalista y diáfano final. Una tercera que me sorprende muy, muy gratamente pero que como les digo todavía debo valorar con mucho mas atención. Y terminando con el ciclo berlinés nos encontramos con una Cuarta Sinfonía soberbia, a la altura de las mejores, con contrastes de una belleza sorprendente, elaborada de manera maravillosa, riquísima en su capacidad expresiva, dramática y de enorme profundidad.

Sean estas unas primeras aproximaciones a mis sentimientos iniciales que quedan ademas impactados por la sencilla naturalidad y belleza de la Obertura, Scherzo y Final de Berlín.


Pienso que el mundo sonoro tan particular de Schumann en encuentra en Karajan a un intérprete "no tan malo" como he leído. Ciertamente quizá no llegue a alcanzar los logros de los bellísimo ciclos de Kubelik o de Szell, pero dejan una visión diferente, una visión en la que la construcción sinfónica detallada está elevada al grado de maestría y en la que el universo sonoro encuentra en la orquesta berlinesa un motor realmente excepcional y quizá irrepetible. Unas recreaciones en las que el matizado de los motivos motores de las obras es de un detalle e intensidad digna de reconocer, en las que se aprecia el valor que Karajan da al formalismo sinfónico de Schumann y a su particular forma de elaborar el concepto sinfónico.

El estucha se completa con una interpretación en vivo con la Filarmónica de Viena. Como todo directo tiene sus pequeñas imperfecciones, comparando con el ciclo de estudio de Berlín se pueden apreciar más aún, pero es tal el grado de implicación y compenetración entre el maestro y los músicos vieneses que me atrevería a acercarla al grado de sublime, con un estilo de desarrollo y de énfasis muy similar al que nos dejó Furtwängler en su señera recreación para DG a mediados de los 50. Una interpretación conducida con verdadera pasión, deleitándose en la belleza instrumental, remarcando la preciosa construcción formal de la obra y dando una sensación de interpretación viva y relajada que al final logra producir un placer extraordinario.


Resumiendo y sin llegar a ser pesado les recomendaría una atención especial a estas interpretaciones, que las disfruten con sosiego y tranquilidad y que luego las valoren según sus gustos e impresiones. A mí, me ha convencido. Un Schumann maravilloso, diferente, opulento y cristalino a la par; sonido inmejorable, orquestas aún más increíbles. Verdadera joya. Y si además tienen el placer de escuchar ese vivo con los vieneses seguro que disfrutarán un poquito más. 

Un Schumann en el que, repetimos, la articulación de las diversas partes y el todo; el fraseo elegante, las transiciones de movimientos, la perfecta atención a las dinámicas de una orquestación poderosa y densa; el detalle a los episodios y su relación interna y externa está logrado por Karajan de forma realmente sobresaliente; con equilibrio, con profundidad de visión, con excepcional juego sonoro, tímbrico, rítmico y dinámico. Maravilloso ciclo musical.

Que disfruten de unas obras realmente preciosas, obras para el corazón, para el alma y para el pensamiento y obras que expuestas desde el pensamiento llegan a tocar el corazón y a llenar el alma. Grande querido Karajan, muy grande.

Si en algún momento tu mente se dispersa en vanas desesperaciones, si tu corazón despliega una energía que te consume hasta tus  más pequeñas reservas de fuerza, si sientes que tu vida es un cierto estado de desasosiego incomprensible...quizá en esta música puedas encontrar la serenidad, la fuerza, la paz y la ilusión que andas buscando. 



Schumann
Integral de las Sinfonías
Herbert von Karajan
Orquesta Filarmónica de Berlín
Orquesta Filarmónica de Viena, directo*

Grabaciones:

Berlín
Jesus-Christus-Kirche
Sinfonías nº 1, nº 2, nº 3 y nº 4; Obertura, Scherzo y Final
nº 1 y nº 4; 4 y 8 de enero y 15 de febrero de 1971
nº 3; 6 y 7 de enero de 1971
nº 2; 16 y 17 de febrero de 1971
Obertura; 16 y 17 de febrero de 1971

Viena
Musikverein Grosser Saal
Sinfonía nº 4*
Vivo, 24 de mayo de 1987







CD 1








CD 2







CD 3









lunes, 10 de febrero de 2014

Beethoven. Música de Escena de Egmont. Szell. Orquesta Filarmónica de Viena. Pilar Lorengar. Klaus-Jürgen Wussow. 1969.


Queridos amigos actualizamos esta hermosísima entrada del año 2010. Merece la pena.

Os dejo con un excepcional CD, un hito fonográfico de calidad inmensa. La grabación de la Música de Escena completa de Egmont de Beethoven. La dirección de una espectacular Orquesta Filarmónica de Viena está a cargo de un finísimo, fuerte, rico, rítmico, preciso y emotivo Szell. Y se integran en el registro dos artistas de excepción: un narrador intensísimo de Wussow y una encantadoramente dulce y sutil Lorengar. Si le unimos una grabación espectacular de Decca y la misma historia de Goethe, tenemos un conjunto preparado para dar sorpresas, emociones fuertes y alegrías profundas al corazón y al alma.


El disco fue un enorme éxito en la época de su publicación, en  el año 1970. Suponía una forma de dar vida a una obra excepcional de Beethoven con continuidad, manteniendo el drama, conjuntando las piezas en una aproximación intensa, emotiva y cálida.

Los primeros pasos de la obra escénica de Goethe no tuvieron el éxito esperado. Con ocasión de la creación vienesa de la obra, Beethoven recibe el encargo del Director del Teatro Imperial de modificarla con una obertura y nueve números musicales. Beethoven, espoleado por el mensaje idealista de la pieza toma el trabajo con enorme entusiasmo, minuciosidad y laboriosidad. A pesar de ello, el estreno de la obra, quizá por una ejecución mediocre, no tuvo gran éxito. La partitura, la obra, no tuvo continuidad sobreviviendo de ella, como pieza de concierto, la magnífica Obertura.

Beethoven

Sin embargo he aquí que aparecen dos personajes que tuvieron la habilidad de reconocer el valor musical de la obra. Mosengeil, funcionario de Meiningen, tuvo  la idea de condensar la obra de Goethe en un todo poético que sirviera de marco a la música de Beethoven. De esta manera pudo presentarse, con enorme éxito, en la Gewandhaus de Leipzig en 1821. En el año 1834, Grillparzer, gran poeta austríaco, tuvo el valor de realizar un trabajo semejante de adaptación, tomando como base el previamente realizado por Mosengeil, para unas representaciones vienesas (sobre este trabajo se basa el registro de Szell).

Goethe

La Obertura es de enorme potencia dramática, intensa como pocas y es un resumen de la esencia del drama presentado (la opresión española, la resistencia holandesa, la muerte, la victoria, el triunfo de la libertad sobre la tiranía). En el texto que la continua se hace un elogio de Goethe y Beethoven, espíritus hermanos e imágenes del héroe Egmont e introduce brevemente el primer acto dando paso a la excecional Aria de Clärchen donde imagina qué maravilloso sería ser un hombre para poder seguir a su amado Egmont al combate.

Al aria le sigue un Entreacto I de inicio maravillosamente meditativo y que conduce a un final poderoso reflejo de la escena entre Egmont y Guillermo de Orange, de objetivos comunes frente a los españoles, pero de caracteres diferentes a la hora de plantear dicho objetivo.

Se pasa a un Entreacto II donde se reflejan las potenciales y nefastas consecuencias de las ideas de Egmont que a pesar de ser nobles son bastante temerarias. La música es bellísima, serena y emotivamente evocadora con unas maderas y cuerdas preciosas. En la obra original continua una escena donde la regente Margarita de Parma (la cara más dulce del reinado español) indica su incapacidad para poder frenar el rigor y dureza del Duque de Alba, escena omitida en lo musical y que tan sólo se introduce levemente par dar lugar a la segunda y maravillosa Aria de Clärchen en su escena con Egmont. El canto y la dulzura de Lorengar son absolutamente expresivos y conmovedores.

La segunda aria se continua con una música excepcional del Entreacto III, traductor de emociones enormes y de expresividad sinceras, reflejo de las fuerzas que se enfrentan en la obra, el amor, la pasión, la inquietud, la opresión del pueblo. En la obra literaria terminaría con el arresto de Egmont. La melodía del Entreacto III es bellísima y ese oboe suena y seduce de manera penetrante, la marcha es cautivadora e incitante a la rebelión.

Tras las palabras finales del Entreacto III comienza un bellísimo Entreacto IV, pleno reflejo de emociones: pasiones, valor, arrojo, fuerza, amor. Clärchen, tras intentar vanamente levantar al pueblo en ayuda de Egmont, se envenena...¡qué preciosa melodía de oboe y que fin más pausado!

Beethoven escribe una de sus piezas más ensoñadoras que podamos escuchar para acompañar a esa escena de la muerte de Clärchen (Clärchens Tod). Canto fúnebre precioso, delicado, sútil y enormemente profundo. De una belleza indescriptible. Si lo acompañan con su imaginación con el desvanecimiento de las luces acompañando a las palabras del narrador, pueden imaginar la emoción que podría esperarse en una representación escénica (en las que así se hacía).

La pieza final de la obra con Egmont aguardando en prisión su ejecución es un melodrama profundamente elaborado. De la obra de Goethe se conservan las últimas palabras de Egmont y se añade por Grillparzer un recitativo descriptor del sueño de Egmont. La música es bellísima, traductora de los pensamientos de Egmont previos al sueño y reposo. Aparecen la Libertad (las imágenes de Clärchen), la muerte de Clärchen, su muerte y la victoria póstuma con la Libertad coronando de laureles la misma. Los tambores despiertan el sueño, los soldados acuden a recoger a Egmont para la ejecución, la tensión va in crescendo, de una manera enormemente opresiva, muy intensa, desasosegadora. Una evocación final a la Libertad precede al avance final de Egmont hacia sus verdugos y resuena entonces, todavía con las palabras finales en tu mente, la magistral Sinfonía de la Victoria de Beethoven, conclusión final de un obra dramático-musical excepcional, emotiva, dura y bellísima.

Pilar Lorengar

Klaus-Jürgen Wussow


Les aseguro amigos que mientras escribo estas líneas con la música de fondo, en un intento de transmitirles un relato coherente de las palabras y la música, la emoción es intensa y  poderosa.

Espero que disfruten esas misma emociones cuando la escuchen. 


Beethoven
Egmont, Música de Escena

George Szell
Orquesta Filarmónica de Viena
Pilar Lorengar, soprano
Klaus-Jürgen Wussow, narrador

Grabación
Viena, Sofiensaal, 11 al 15 de diciembre de 1969







Mp3

FLAC

domingo, 9 de febrero de 2014

Bruckner. Sinfonía nº 9. Schuricht. Orquesta Filarmónica de Viena. 1961.


Mis queridos amigos dejamos esta noche de fin de domingo un enorme, impresionante, maravillo disco. El soberbio registro del maestro Carl Schuricht realizado con los filarmónicos vieneses de la Novena Sinfonía de Bruckner.

Una de las obras más impresionantes que se pueda tener el placer de escuchar y más aún si lo que se escucha es un estremecedor, sincero, poético, bello y claro manifiesto de sinceridad interpretativa de esta obra; un testimonio de cómo hacer verdaderamente sencillo, asequible, hermoso e inmediato una música de una profundidad espiritual sin parangón. 

Y el viejo maestro Schuricht lo consigue ya desde los primeros compases, esos impresionantes sonidos iniciales de este monumento musical, que son traducidos de una manera tan viva como intensa y vital de forma que ya quedas impregnado nada más iniciar de un sonido embriagador, impactante, profundo y hermoso. Evidentemente la dirección y la idea de la obra de Schuricht es parte fundamental del resultado final de la recreación de la obra pero debo indicar de manera vehemente quizá la enorme aportación, inconmensurable, soberbia, excelsa, rica y preciosista de una Orquesta Filarmónica de Viena que o bien estaba en estado de gracia o bien la gracia de la Música les impregnó durante su trabajo en esta grabación. Pocas veces he escuchado a esta orquesta con un grado tal de belleza como en este disco, con un algo especial, un alma o un ángel sonoro realmente sobrecogedor.


Si unimos la perfecta, fácil y sabia construcción que el maestro alemán realiza de la imponente partitura de Bruckner con la intervención mágica y sencillamente maravillosa de la orquesta vienesa nos encontramos ante uno de los más bellos registros realizados jamás de esta obra, comparable a cualquiera. 

Un discurso musical fácil, sin exabruptos, lineal, con los matices justos marcados en su intensidad y sentido. Un devenir mágicamente recreado con verdaderas manos de orfebre y de amante de la belleza y el sentido de la obra musical.

Un primer movimiento realmente impresionante, de un poder y de una energía incomparables; podemos decir casi estresante, sobrecogedor de alma, corazón y sentido; realizado pareciera de una vez, sin fisuras, hilando a la perfección la mágica estructura sonora del mismo. Sencillo, directo, libre, sobrecogedor, sobrehumano.

Un segundo movimiento que es tocado de forma realmente bella, con un equilibrio maravilloso de sonoridades, un juego perfectamente equilibrado de los diferentes bloques sonoros que unidos de forma especialmente bella nos deja ante nosotros un Scherzo poderoso sin llegar a ser pesado, intenso y profundo sin dejar de lado los preciosistas matices instrumentales (preciosas maderas y metales de los vieneses), contundente, de ritmo endiablado, con magia sonora. Una verdadera delicia.

Y mis queridos amigos un tercer movimiento que es pura hermosura, ejemplo perfecto de intensidad y profundidad, exposición perfecta de sentimiento y deseo. Un verdadero monumento sonoro que bien refleja la entrega permanente de nuestro amado Bruckner a su Dios, ad maiorem Dei gloriam, un reflejo musical del más profundo deseo de paz y reposo, de creencia firme y profunda en Él.

Un juego realmente impactante de temas sabiamente manejados por Bruckner, expresivos de dolor, resignación, entrega y al lado de confianza plena y ferviente deseo de paz infinita. Un movimiento repleto de juegos instrumentales en las cuerdas, impresionantes, las maderas y los bellísimos metales. Una delicia que conduce a un mundo sonoro realmente sobrecogedor, impactante y a la par serenamente bello. Un fin entregado por y quién en este arte de la composición a Dios confió y entregó todo con la seguridad y el convencimiento de ser su misión, su tarea y su esperanza, con total generosidad, amor y fe.


Queridos amigos espero que disfruten de este testimonio realmente impresionante de una obra única, excelsa y maravillosa. Un monumento musical por parte del maestro Schuricht y por los músicos de una Orquesta Filarmónica de Viena excelsa.

Una joya.

Anton Bruckner. Ad maiorem Dei gloriam.

Bruckner
Sinfonía nº 9
Carl Schuricht 
Orquesta Filarmónica de Viena
Grabación, del 20 al 22 de noviembre de 1961, Viena, Musikerein Grosser Saal.
Versión Original de 1894 en Edición de Leopold Nowak de 1951










sábado, 8 de febrero de 2014

Conciertos para Violín de Beethoven y Sibelius. Walter. Francescatti. OS Columbia. Ormandy. D. Oistrakh. Philadelphia Orchestra. 1961. 1959. Grieg. Schumann. Conciertos para Piano. Eugene Ormandy. Philadelphia Orchestra. Philippe Entremont, (Grieg). Rudolf Serkin, (Schumann). 1958. 1964. Dvorák. Concierto para Violín. Concierto para Violonchelo. Eugene Ormandy. Philadelphia Orchestra. Isaac Stern, violín; Leonard Rose, chelo. 1965. 1963.


Queridos amigos, dejamos esta noche la actualización de un maravilloso conjunto de discos previamente comentados en este espacio y que merecían la correspondiente renovación.

Un conjunto de obras orquestales variadas de diversos compositores, orquestas, directores e intérpretes.

Creo que disfrutarán muchísimo de ellos. Con los excepcionales Conciertos para Violín de Beethoven y Sibelius; con esos dos formidables conciertos de Dvorák y por supuesto de los hermosísimos conciertos de Grieg y de Schumann. Todos ellos en verdaderas obras maestras de la interpretación, en una época dorada de las grabaciones en los EEUU donde se reunían los más variados e indescriptibles intérpretes de la época. Una época gloriosa de la grabación sonora de la CBS irrepetible.

Grabaciones de gran calidad técnica y de aún mayor calidad interpretativa. Maravillosos discos, la verdad.










Contenido:

Beethoven
Violin Concerto in D major, Op. 61
Columbia Symphony Orchestra
Zino Francescatti 
Bruno Walter 
Grabación, 23 al 26 de enero de 1961, Hollywood, Legion Hall

Jean Sibelius 
Violin Concerto in D minor, Op. 47 
Philadelphia Orchestra 
David Oistrakh 
Eugene Ormandy 
Grabación, 21 de diciembre de 1959

Grieg, Schumann, Conciertos para Piano
Eugene Ormandy
Philadelphia Orchestra
Philippe Entremont, piano (Grieg)
Rudolf Serkin, piano, (Schumann)
Gabaciones:
Grieg, Broadwood Hotel, Philadelphia, 1 de febrero de 1958
Schumann, Town Hall, Philadelphia, 17 de marzo de 1964, Concierto y 16 de marzo de 1964, Konzertstück op.92

Dvorák
Conciertos para Violín* y Violonchelo**
Eugene Ormandy
Philadelphia Orchestra
Isaac Stern, violín
Leonard Rose, violonchelo
Grabaciones: 22 de marzo de 1965* y  24 de noviembre de 1963**

martes, 4 de febrero de 2014

Stravinsky. Petrushka. La Consagración. Monteux. Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París. Julius Katchen, piano. 1956.


Mis queridos amigos, esta noche me apetecía escuchar algo de música de Stravinski. Ciertamente lo hago casi siempre sobre sus grandes composiciones de ballets, las dos representadas en este hermoso disco y The Firebird.

Había escuchado hace un par de días las tres obras en las formidables recreaciones de Leonard Bernstein con la Filarmónica de New York y en el día de ayer el presente CD de Pierre Monteux. Ambos intérpretes nos dejan aproximaciones de una belleza sobrecogedora pero hoy me decanté por dejar el disco de Monteux. Varias razones. La primera es un disco realmente bellísimo, preciosista, colorista, pictórico, sugerente. La segunda, de Monteux, un enorme maestro del que no tengo abundante discografía, habíamos dejado en Sentidos pocos testimonios. Las interpretaciones de Bernstein y de Boulez esperarán un poquito y podremos dar el merecido valor a este disco del maestro francés.

He escuchado, aunque no lo poseo, un disco con la Sinfónica de Boston que me resultó realmente soberbio. Este con los músicos de la orquesta parisina no le va a la zaga pero nos presenta la música de Stravinsky en tarro de esencia pura, como si se hubiera conservado la música desde su primera recreación hasta la fecha de la grabación en un baño de aceite que la preserva de novedades, modificaciones estilísticas y manías de la edad. Hay una fidelidad enorme a la esencia de las primeras interpretaciones como queriendo remarcar el valor de lo que aquellas supusieron.

Monteux aprovechando la belleza particular de la orquesta francesa nos devuelve un Stravinsky totalmente original, vivo, vitalista, luminoso; en ocasiones teatral y en ocasiones violento pero siempre luminoso, clarificado y genialmente expuesto, con detalles incesantes en su devenir, juegos maravillosos de sonoridades y ritmos impresionantes.


Quizá la orquesta francesa no alcance el nivel de la americana pero su disposicion instrumental, su tímbrica, su tradición, su esencia, se deja vislumbrar bajo las preciosas notas stravinskianas. Una verdadera delicia, un logro monumental de un maestro que estrenó ambas obras y que pudo vivir el éxito de Petrushka y aguantó el temporal con la Consagración. Obras que permanecieron unidas por siempre a Monteux, que las trató siempre con el mayor de los respetos y que las recreó siempre tras minucioso trabajo de preparación previo. 

Sonido realmente bueno, con encanto, que nos permitirá saborear dos piezas ya universales del repertorio sinfónico algo que le debemos en una parte muy importante al amor que por ellas sentía el maestro parisino.

Espero que disfruten de esta maravillosa y siempre sorprendente música de Stravinsky en unas interpretaciones de rancio sabor, de pulcritud extrema, de claridad y de expresividad manifiesta.


Stravinsky
Petrushka (1911)*
La Consagración

Pierre Monteux 
Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París
Julius Katchen, piano*

Grabaciones:
Petrushka (1911), La Consagración, París, Salle Wagram, 6-7 y 9-10 de noviembre de 1956

PD: para Petrushka en el disco se indica 1957 y para La Consagración en alguna discografía se indica diciembre de 1954. De la discografía consultada la más real me parece la que les dejo, pero si alguien conoce on exactitud las fechas se agradecería.