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miércoles, 20 de julio de 2011

J. S. Bach. Variaciones Goldberg BWV 988. Fugas BWV 883 y 878. Glenn Gould. 1955. 1957.


Queridos amigos, dejamos esta noche un disco absolutamente maravilloso, un disco legendario dentro de las grabaciones discográficas. La aproximación deliciosa de Glenn Gould a las preciosas Variaciones Goldberg de J. S. Bach realizadas en el año 1955.

Grandes cosas se han dicho de esta grabación y también cosas negativas. No entro en esas controversias que jamás alcanzaría a aclarar, más aún tratándose de un arte tan particular como es la música en el que cada persona tiene una apreciación del mismo muy particular y perfectamente válida. Para mi gusto es un disco encantador, bellísimo, lleno de alma, de belleza, de poesía musical, de sorpresas deliciosas.

El disco presentado es el primero de una larga serie de grabaciones realizadas por Gould para el sello Columbia. Gould había realizado su presentación americana en enero de 1955 en Washington y en New York. Un joven pianista de 22 años, de gran fama en su Canadá natal, realizaba su presentación con un programa digamos que poco habitual (Gibbons, Sweelinck, Bach, Webern, Beethoven y Berg). Para una gran parte de la crítica norteamericana esta presentación pasó desapercibida oportunidad que aprovechó el excepcional director del Departamento de Clásica de la Columbia, David Oppenheim, que por casualidad e invitado por un amigo asistió al concierto de ese "hombre que al piano produce un efecto casi hipnótico". Fue el inicio de una colaboración mantenida por muchísimos años y con excepcionales frutos artísticos; un fichaje estrella.


Gould eligió para su primera grabación Las Variaciones Goldberg una obra que no agradaba en demasía al productor Oppenheim y que era escasamente abordada tanto por los pianistas como por los clavecinistas de la época. Finalmente el típico carácter de Gould se impuso y las sesiones de grabación tuvieron lugar entre el 10 y el 16 de junio del año 1955. El inicio de una relación comercial y artística excepcional, con altibajos, muchas controversias y sobre todo mucho, mucho arte en el trabajo resultante.

Las grabaciones se realizaban en una antigua iglesia presbiteriana, los estudio Columbia de la 30th Street de New York. Gould entró en los estudios de una guisa y con una serie de abalorios personales que no hicieron sino asentar la opinión sobre el carácter extravagante del pianista. Las mismas excentricidades fueron hábilmente publicitadas por Columbia para comenzar a generar el mito Gould. Un mito que era pura realidad. Un mito que nació antes de la presentación del disco, disco por otra parte originalmente publicado con una excepcional colección de fotografías de Gould, una para cada una de las variaciones (una portada sensacional). Ni que decir tiene que en su salida comercial el disco tuvo un éxito impresionante.

Los motivos son en parte los ya expuestos, una sensacional obra de publicidad abierta y subliminal por parte de Columbia y por otro y principalmente por la calidad soberbia de la música que interpretaba Gould. Una forma de interpretar diferente a lo anteriormente escuchado, enormemente temperamental e impulsiva, su escaso legato, su escaso uso del pedal, su forma cristalina, limpia y brillante de aproximarse al gran músico entre los grandes, Bach,.

Las interpretaciones de Gould, gustan o te repelen. Si te gustan te embelesan y te atrapan en su belleza, en su virtuosismo claro y cristalino, en su interiorismo y en su profundidad interpretativa. Sus sonidos son tan hermosos que no puedes más que cerrar tus ojos y dejar que esas precisas, ágiles y frescas notas te invadan y se apoderen de tu corazón, de tu pensamiento, de tu alma, de todos tus sentidos.

Yo soy uno de esos oyentes que desde su escucha inicial me embeleso con ella. Me lleva a un estado de profunda paz y alegría; a un estado en el que me encuentro sencillamente bien, maravillosamente sumido en un estado de amor y profundamente relajado. Enamorado de la música, del mundo, de las personas. Es mi bálsamo espiritual, mi preciosa sábana de sonidos en la que dejo caer mis lágrimas de alegría y con la que me envuelvo a modo de capa protectora con la que me aislo de todo lo feo y negativo del mundo. Es mi pequeño disco de cabecera. En el CD se acoplan con dos Fugas del Clave bien Temperado que son sencillamente prodigiosas.


Espero que disfruten de este maravilloso y soberbio disco de un genio de la música y del piano: Glenn Gould. Un hombre apasionante, un músico de excepción.


J. S. Bach
Variaciones Goldberg

Glenn Gould

Grabación de 1955. 10, 14 y 16 de junio de 1955, 30th Street Studio, New York
El Clave bien Temperado, Fuga BWV 883 y 878
Grabaciones del 29 al 31 de julio y 1 de agosto de 1957, 30th Street Studio, New York











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lunes, 18 de julio de 2011

Música Norteamericana I. Copland. Barber. Schuman. Bernstein. Leonard Bernstein. Orquesta Filarmónica de Los Ángeles. 1982.


Queridos amigos, dejamos esta tarde un bonito disco con algunas obras musicales populares de compositores norteamericanos tales como Copland, Barber, Schuman y Bernstein.

Las grabaciones son realizadas por DG y Bernstein dirigiendo a una fantástica Orquesta Filarmónica de Los Ángeles. Un disco que muestra la parte más popular de los citados compositores con la preciosa suite Primavera en los Apalaches de Copland (una obra que contiene uno de los pasajes más bellos y emotivos jamás compuestos), el ampliamente conocido Adagio de Barber y dos oberturas festivas de Schuman y el propio Bernstein.

La Primavera en los Apalaches de Copland fue compuesta inicialmente como música para ballet dedicada a la coreógrafa y bailarina Martha Graham (una enamorada de la música de Copland y verdadera impulsora de la misma) en una distribución para 13 instrumentos terminada en México en 1943, aunque habitualmente se ha interpretado como suite orquestal cuya composición es un poco posterior, en 1945. 


Describe la vida y la celebración de los pioneros americanos en las colinas de Pennsylvania; es un regalo y un homenaje a los hombres y mujeres que supieron extender su presencia y afianzar su voluntad a través de su forma de ser, de vivir y de pensar. Los verdaderos héroes norteamericanos del siglo XIX (y quizá un reflejo también de la situación de muchos músicos norteamericanos contemporáneos de Copland y su lucha por hacerse reconocer y afianzar su lenguaje y su valor).

Copland no tenía problemas en la elaboración de música para ballet pues ya en años anteriores había compuesto música para varios como Grogh (“Un ballet de vampiros” de 1922); Hear Ye! Hear Ye!, ballet en un acto de 1934; Billy the Kid (1938) escrito para el Ballet Caravan de Lincoln Kirstein y Rodeo (1942) para Agnes de Mille. Sus formas compositivas y sus interioridades eran bien dominadas por Copland.

El estreno de Primavera en los Apalaches en su versión de ballet fue el punto final de un festival en honor de Elizabeth Sprague Coolidge (la comisionadora de la obra a través de su fundación dentro de la Biblioteca del Congreso) en su cumpleaños número ochenta y como continuación de tres días previos del Décimo Festival de Música de Cámara en la Biblioteca del Congreso (30 de octubre de 1944). La obra alcanzó un éxito enorme, ganó el Pulitzer, la crítica y el público auparon a Copland a lo más alto y se reconoció la fantástica capacidad compositiva en los más variados estilos que era capaz de manejar Copland. 


La Suite Sinfónica finalizada en el año 1945 se compone de ocho partes que se ejecutan sin interrupción: muy lentamente, rápido, moderato, muy rápido, aún más rápido, muy lentamente, tranquilo y fluyendo libremente y moderato. El estreno de la Suite orquestal de la Primavera en los Apalaches tuvo lugar el 4 de octubre de 1945 dirigida por Arthur Rodzinski y la Filarmónica de Nueva York. Pocos días después fue interpretada por la Sinfónica de Boston y algo más tarde el discípulo de Copland, Leonard Bernstein, la estrenó en Europa (Londres) en 1946 mostrando hacia el autor una admiración sin par por la belleza de la música y los logros compositivos la misma, por su fantástica muestra de serenidad, calma, paz y armonía.

La obra es sencillamente una belleza musical, una de las músicas más bonitas, sencillas, armoniosas, tranquilas, serenas y preciosas que se hayan compuesto. Un logro sencillamente genial de tranquilidad y serenidad mezclado en parte con algo de tristeza. Los resultados finales no pueden sino dejarte sencillamente emocionado y con un estado de paz interior difícil de describir. La obra tuvo un impacto muy significativo sobre la generación de músicos norteamericanos contemporáneos de Copland y sobre las futuras generaciones.


La Obertura para un Festival Americano de William Schuman fue una obra compuesta con el fin de estrenarse en 1939 en New York con motivo de un festival musical dedicado a la música americana. La entrada al público se aseguraba gratuita y la orquesta encargada sería la Orquesta Sinfónica de Boston. Finalmente no pudo ser tal y como estaba planeado ya que por motivos sindicales no se permitió a la citada formación su intervención (no estaban sindicados) y fue la ciudad de Boston la que, montando su propio festival, aseguró el estreno de la obra de Schuman con Koussevitzky en la dirección. 


Obra fresca y dinámica basada en principio en unas breves notas de una canción popular de los barrios de la infancia de Schumann, es un ejemplo precioso de dinamismo, desarrollo musical precioso, fugas, variaciones, síncopas y otras artes musicales algo ajenas al simple populismo musical. Una preciosidad con un marcado acento en los metales, unas maderas francamente bellas y unas cuerdas sencillamente impresionante. Una bellísima obra de un gran músico que gracias a su hermana abandonó los estudios de la Escuela de Negocios por los de música y que fue una de las grandes figuras musicales e institucionales de Norteamérica.

El famoso Adagio de Barber sigue siendo a pesar de sus numerosísimas interpretaciones y versiones una de las obras más bonitas, melodiosas y sencillamente emotivas que se puedan escuchar. Su origen a partir de una demanda general realizada en octubre de 1937 por Toscanini para ampliar el repertorio de su Orquesta de la NBC es bien conocido. El director recibió dos obras de parte de Barber, la transcripción orquestal para cuerdas del segundo movimiento de su cuarteto Op. 11 y el primer Essay para Orquesta. Fueron devueltas a Barber en la primavera de 1938 sin comentario alguno. Algunos meses más tarde retenidas en la memoria de Toscanini fueron estrenadas ante un reducido grupo de invitados al estudio de grabación de la radio el 5 de noviembre de 1938 y transmitida vía radiofónica. 

Desde su estreno se ha convertido en una obra emblemática en diversas ceremonias para personalidades amén de formar parte de numerosas escenas del cine (impresionante su sentido y oportunidad en Platoon o en la fenomenal y sensacional El Hombre Elefante de David Lynch) y ser la música interpretada por Bernstein y la Filarmónica de New York para conmemorar el fallecimiento del propio Barber (curiosidades de la vida entendiendo la evidente poca empatía personal que manifestaron en vida).


Finalmente la maravillosa y sensacional Obertura Candide del propio Bernstein, obertura de la ópera que en general y a pesar de sus varias adaptaciones y revisiones no alcanzó un éxito pleno. La obertura fue estrenada en concierto de la Filarmónica de Nueva York al año del fallido estreno de la ópera completa, concretamente el 26 de enero de 1957. Chispeante y enérgica, la Obertura se inicia con una fanfarria que se escucha otras tres veces en la pieza y que muestra a modo de resumen la frenética actividad de la obra. 

La Obertura Candide se ha paseado por los atriles de la mayor parte de las orquestas pero es la Filarmónica de New York la que guarda una especial relación de cariño y afecto con ella. Se interpretó sin director en el podio en un concierto a la memoria de Bernstein, fallecido en 1990, y desde entonces se ha convertido en una tradición de la Filarmónica que, siempre sin director en el podio, la ha tocado en no menos de 20 ocasiones en estos últimos años. Un precioso homenaje a quien fue uno de sus máximos valedores nacionales e internacionales. 



Espero que disfruten sin más de la preciosa y bonita música recogida en este precioso disco. 
Un disco con unas interpretaciones francamente soberbias de Lenny, preciosistas, detalladas, frescas, emotivas, ricas en matices, coloridas y que se ven acompañadas por una Filarmónica de Los Ángeles entregada al maestro, preciosista, muy fina, perfecta en su ejecución instrumental y con una sonoridad bellísima.

Espero en breve continuar con música semejante de grandes compositores norteamericanos.


Música Norteamericana

Leonard Bernstein
Orquesta Filarmónica de Los Ángeles
Copland, Primavera en los Apalaches
Barber, Adagio
Schuman, American Festival Overture
Bernstein, Candide Overture
Grabación, San Francisco, Davies Symphony Hall, 24 de julio de 1982










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miércoles, 13 de julio de 2011

Grieg. Schumann. Conciertos para Piano. Eugene Ormandy. Philadelphia Orchestra. Philippe Entremont, (Grieg). Rudolf Serkin, (Schumann). 1958. 1964.


Queridos amigos, dejamos hoy uno de esos discos sencillamente maravillosos, encantadores y bellos que tienes la suerte de paladear y saborear. Unas preciosas interpretaciones de dos de los conciertos para piano más ampliamente grabados (y normalmente acoplados juntos en los CD) y más bonitos de los que se puede tener el placer de escuchar: los conciertos de Grieg y de Schumann.

En este CD se presentan en las preciosas y bellas interpretaciones dirigidas por el gran Eugene Ormandy a dos excepcionales pianistas, Entremont en el caso de Grieg y el genial Serkin en el de Schumann. 

Edvar Grieg tiene una formación musical enmarcada en gran parte en la tradición musical alemana. Siempre tuvo un gran amor y respeto por la obra de Schumann desde la audición que siendo estudiante el Leipzig pudo gozar del mismo compositor e influenciado por su maestro Wenzel que inculcó en el joven Grieg ese amor por la música de Schumann. 


En el año 1868 con tan sólo 25 años escribió un excepcional Concierto para Piano (hay esbozos posteriores de un segundo inacabado). Un concierto muy en línea con las formas del concierto de Schumann pero quizá con una mayor brillantez y lirismo y con muchos matices de Chopin y de un futuro Rachmaninov. En su primer movimiento se puede disfrutar de la maestría compositiva de Grieg y de su fantástica escritura tanto para el piano, bellísimos pasajes, como para los instrumentos acompañantes tales como los chelos, el precioso clarinete, las flautas o las trompas. Sabiamente concertados con un lírico y precioso piano constituye uno de los movimientos más bellos jamás escritos. Su segundo movimiento es de una fantástica y serena belleza, sencillamente magistral y hermosísimo. De un lirismo encantador y soñador tiene un genial juego con las cuerdas de la orquesta que encandila desde su primera escucha. Su tercer movimiento es una maravillosa muestra de lirismo encantador y energía desbordante; danzable, alegre, hermoso, suave, va acumulando energía e impulso para finalizar de forma totalmente brillante e intensa.

La ejecución de este concierto en manos de Ormandy y Entremont nos permite disfrutar del mismo con una intensidad y belleza maravillosas. El juego orquestal de la Philadelphia Orchestra es como siempre impresionante, preciso, bellísimo. Entremont da muestras de una calidad pianística soberbia, una nitidez sonora cristalina y pulcra, limpia, muy sonora y bella. Y Ormandy, como es habitual, sencillamente magistral, sabio acompañante de un piano que deja respirar y expresarse con una brillantez y sensibilidad inigualables.


En relación al excepcional concierto de Schumann poco podemos añadir que ayude a darle más valor del que encierra. Es una obra maestra del piano. Schumann, habiendo abandonado por necesidad física su sueño de alcanzar una posición entre los grandes virtuosos del piano había cambiado también su concepción de la música instrumental para el mismo. Quería modificar la forma tradicional del concierto según los clásicos, Mozart o Beethoven. Y su trabajo se centró fundamentalmente en darle un papel relevante a las posibilidades sonoras y musicales del piano acompañándolo de una orquesta muy participativa, variada, que aportara todo su valor como conjunto musical y como individualidades que la forman. 

El concierto fue escrito en una etapa de gran trabajo de Schumann en la obra sinfónica, Primera y cuarta Sinfonías, Obertura, Scherzo y Final, aportando así un enriquecedor conocimiento de las formas compositivas sinfónicas. Inicialmente compuesto en 1841 quedó como un sólo movimiento bautizado como Fantasía. En 1845 fue completado hasta su forma definitiva. El estreno de  la obra tuvo lugar el 1 de enero de 1846 en Leipzig con la esposa del compositor, Clara, como solista. El concierto de Schumann es de una belleza sin par, una maravillosa combinación de maestría intrumental y colorido asignada al piano junto a una orquestación fabulosa, brillantísima; un juego musical desarrollado de forma perfecta a lo largo de sus tres movimientos (o dos según las grabaciones) que asume una forma sinfónica global marcada por numerosísimos cambios de tempos, de expresividad y de tensiones emocionales que logran en su conjunto una belleza musical sencillamente genial, con unos temas bellísimos, una combinación de vitalidad, ritmo, gracia, musicalidad, emotividad y colorido sin par.

En la interpretación presentada, asistimos nuevamente a una demostración de maestría por parte de Ormandy y la Philadelphia Orchestra. Es asombroso cómo logra transitar a lo largo de todo el concierto sin que decaiga la intensidad, cómo logra dar el sentido adecuado a cada fragmento y de qué manera tan fantástica deja respirar al excepcional y brillante piano del fenomenal Serkin. Una interpretación sencillamente preciosa.

El CD se acompaña de una fantástica interpretación, de nuevo por Ormandy y Serkin, del precioso Konzertstück Op. 92, una pieza al estilo de la homónima de Weber. Un mini concierto para piano sencillamente precioso, cargado de emotividad, de romanticismo, de belleza, de serenidad y de alegría desbordante. La obra fue compuesta en 1849 y estrenada también por su esposa Clara. Basta con escuchar su precioso inicio de piano y trompa para hacerse una idea de la belleza que encierra la pieza. Un encanto.

Espero que disfruten de este CD cargado de belleza.






Grieg, Schumann, Conciertos para Piano
Eugene Ormandy
Philadelphia Orchestra
Philippe Entremont, piano (Grieg)
Rudolf Serkin, piano, (Schumann)
Gabaciones:
Grieg, Broadwood Hotel, Philadelphia, 1 de febrero de 1958
Schumann, Town Hall, Philadelphia, 17 de marzo de 1964, Concierto y 16 de marzo de 1964, Konzertstück op.92












martes, 12 de julio de 2011

Beethoven. Concierto para Piano nº 5 . Fantasía Coral. Klemperer. Barenboim. New Philharmonia Orchestra. 1967. 1968.


Queridos amigos, última entrada de la excepcional integral de los Conciertos para Piano de Beethoven realizada por esos dos genios que son Barenboim y Klemperer. 

Esta última entrada nos deja un excepcional y nunca suficientemente ponderado Concierto para Piano nº 5 y una interpretación maravillosa e irresistiblemente bella de la Fantasía Coral (ya antes referenciada).

El Concierto para Piano nº 5, obra excepcional e impresionante, fue compuesto entre los años 1809 y 1811 en Viena y está dedicado a Rodolfo de Austriaestrenándose el 28 de noviembre de 1811 en la Gewandhaus de Leipzig y en el año 1812 en Viena por Carl Czerny. Sus tres movimientos, Allegro, Adagio un poco mosso y Rondo - Allegro ma non troppo son la suma de la belleza máxima de Beethoven al piano. En ellos se auna la excepcional sonoridad del piano de beethoven, la dificultad técnica, la energía incontenible, el excepcional dinamismo, el melodismo sin par, la maravillosa conjunción entre orquesta y solista. Es un final de la serie de conciertos para piano que culmina de forma brillantísima la misma. El insuperable segundo movimiento es uno de los momentos gloriosos de toda la música.

La preciosa y bellísima Fantasía Coral es una obra a la que tengo un especial cariño. Con ella entré en el mundo del piano de Beethoven. Rápidamente quedé atrapado en su sencilla belleza, en su impetuosidad, en su lirismo, en su dinamismo, en su fuerza. Y desde su primera escucha la tengo como una de las obras más bonitas, emotivas y bellas que haya escuchado. 

La Fantasía Coral se estrenó el 22 de diciembre de 1808, en un magno concierto que fue además la última aparición pública de Beethoven como solista y en el que se interpretaron otras grandes obras del Maestro de Bonn y que según las crónicas no fue "demasiado" bueno (falta de preparación del material, anarquía habitual del maestro, prisas, etc.).

La obra desarrollada a través de varias secciones es una maravillosa muestra de combinación instrumental, de melodismo, de diálogo musical y vocal y de desarrollo por variaciones genialmente compuesto y con un final arrebatador, impetuoso e imponente.

En el caso concreto de las aproximaciones que comentamos hoy de Barenboim y Klemperer simplemente decir que son insuperables. De una frescura y claridad excepcionales; cargadas de intensidad emotiva, con una sonoridad del piano increíble, un acompañamiento de la New Philharmonia sin tachas, con ejecución intensísima y perfecta y con un Klemperer habilísimamente plegado a un Barenboim finísimo, juvenil y dinámico pero muy profundo. Los dos consiguen un resultado impactante, una emoción única, una intensidad sin par, una belleza que te llena plenamente tus sentidos.


Sinceramente pienso que es una de las más grandes joyas fonográficas existentes. Una grabación única, irrepetible de dos genios poderosos en sus conceptos musicales, en los extremos de sus ciclos vitales, juventud y veteranía, pero juntos en el término medio de la más perfecta adecuación al sentido de ambas obras. Genial, increíble y sencillamente espectacular.

Espero que saboreen este bombón musical. Es enormemente sabroso y delicado.


Fantasía Coral

Schmeichelnd hold und lieblich klingen
unsere Lebens Harmonien,
und dem Schönheitssinn entschwingen
Blumen sich, die ewig blühn. 

Fried' un Freude gleiten freundlich 
wie der Wellen Wechselspiel,
was sich drängte rauh und feindlich,
ordnet sich zu Hochgefühl.

Wenn der Töne Zauber walten
und des Wortes Weihe spricht,  
muß sich Herrliches gestalten, 
Nacht und Stürme werden Licht.

Äuß're Ruhe, inn're Wonne
herrschen für den Glücklichen.
Doch der Künste Frühlingssonne
läßt uns beiden Licht entstehn.

Großes, das ins Herz gedrungen,
blüht dann neu und schön empor,
hat ein Geist sich aufgeschwungen,
hallt ihm stets ein Geisterchor.

Nehmt denn hin, ihr schönen Seelen,
froh die Gaben schöner Kunst.
Wenn sich Lieb' und Kraft vermählen,
lohnt den Menschen Göttergunst.


Textos:  

   Galante, bello y precioso es el sonido
   de la armonía en nuestra vida,
   y el sentido de la belleza genera
   flores que florecerán eternamente.

   Paz y alegría flotan amablemente
   como el movimiento de las olas,
   que se precipitan brutales y fogosas
   como transformadas con gran excitación.

   Cuando el sonido mágico predomina
   y las palabras producen devoción,
   las maravillas deben tomar forma,
   la noche y la tempestad cambian a luz.

   Sin inquietudes, en la cúspide,
   son felices los gobernantes humanos.
   Pero el sol primaveral
   nos da su luz desde el nacimiento.

   Fuertemente inculcada en el corazón,
   se precipita de nuevo la belleza.
   Cuando el espíritu late con fuerza,
   un coro de espíritus resuena eternamente.

   Así pues, amados espíritus, 
   aceptad alegres el don de la belleza.
   Cuando el amor y la fuerza fueron unidos,
   el regalo al hombre fue la gracia divina.



Beethoven
Concierto para Piano nº 5
Fantasía Coral 

Otto Klemperer
Daniel Barenboim
New Philharmonia Orchestra
John Alldis Choir, Dir. John Alldis

Grabaciones
Abbey Road Studios, Londres, octubre y noviembre de 1967 y junio de 1968













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miércoles, 6 de julio de 2011

Brahms. Integral de las Sinfonías. George Szell. Cleveland Orchestra. 1964 a 1967.


Queridos amigos, dejamos esta noche un conjunto de discos de los más apreciados que poseo. La excepcional aproximación a la integral sinfónica de Brahms por George Szell y su fenomenal Orquesta de Cleveland.

De entre el conjunto de integrales de Brahms que he podido escuchar (me fata por terminar las audiciones de las de Giulini) esta junto a la de Furtwängler es la más bella de todas ellas. Cierto y verdad es que tiene algunos altibajos y que en su conjunto no es la más perfecta ni la más plena del habitual carácter que se imprime a las obras sinfónicas de Brahms caracterizado por el lirismo, la poesía y en muchas ocasiones la dulzura empalagosa. Pero igualmente cierto es que tiene una intensidad dramática y una perfección técnica excepcional. Carente un punto de emotividad, esta es suplida por una enorme intensidad musical, una claridad de detalles increíble, una fuerza sobresaliente y una perfección en su desarrollo digna de admirar. Todas las obras están elaboradas de forma maravillosa, sin fisuras en su desarrollo, expuestas con enorme claridad, con una ejecución asombrosa de los músicos de Cleveland y consiguiendo una sonoridad musical que inmediatamente suena a Brahms.


No son quizá las obras más adecuadas al carácter de Szell, pero en esto de la música todo es relativo y un director caracterizado por su perfección, su obsesión por la claridad, su puntillismo en los detalles, su siempre referida "frialdad" sorprende en unas obras tenidas por ser opuestas a ese carácter. 

La Primera Sinfonía es desde mi punto de vista la más lograda junto con la Cuarta. Detallada, clara, intensa, siempre tensa, sin altibajos es un bellísimo logro de Szell. Un puntito sobria y dura pero maravillosamente traducida, sin sobresaltos y sin exceso de sentimentalismo es capaz de emocionar cuando te acostumbras a su audición, logrando con cada una de ellas apreciar más y más detalles insospechadamente bellos.

La Segunda Sinfonía es quizá a menos lograda, dentro de un altísimo nivel en esta integral. Perfectamente traducida es quizá la más carente de sentimiento, la más difícil de digerir si estás acostumbrado a otras traducciones. Muy sobria y dura, destaca por una ejecución orquestal impresionante y por un detalladísimo desarrollo de todos sus movimientos, algo "desapasionados" pero enormemente bellos.

En la Tercera Sinfonía, encontramos un Szell soberbio, musical, lírico, sobrio pero sin caer en la sequedad. Enormemente expresivo, con mucha poesía en sus trazos generales, con sensibilidad, con magia y un gusto exquisito en su elaboración es una de las cumbres del ciclo. Bellísima, preciosa.

La Cuarta Sinfonía vuelve a elevar el nivel. Una de las obras de Brahms más complicadas, es traducida por Szell y sus músicos de Cleveland con enorme intensidad, se dan la mano la sobriedad mezclada con emotividad en el punto justo para lograr una de las interpretaciones más bellas de esta sensacional y complicada obra (maravilloso último movimiento).

La integral se completa con unas maravillosas Variaciones Haydn, bellísimas, intensas, preciosas y dos Oberturas, la Obertura Trágica, algo seca y a veces un punto carente de intensidad, y una preciosa Obertura para un Festival Académico. Igualmente se incluye una pequeña selección de las Danzas Húngaras por Ormandy, un precioso complemento para este estuche maravilloso.


En su conjunto debo reconocer que me parece una integral increíblemente bella, direfente a las restantes, quizá un poco inferior a los excepcionales logros de Szell con Beethoven o con los propios Conciertos para Piano de Brahms pero ejemplo de una forma soberbia y única de traducir a Brahms. La prestación orquestal de los músicos de Cleveland es simplemente insuperable; precisos, matizados, coloridos, con una sonoridad preciosa y con una calidad interpretativa fuera de toda duda.

Una integral para disfrutar, apreciar, saborear y mantener en el corazón. 
Otro gran trabajo de Szell. Espero que lo disfruten. 

Brahms 
Integral de las Sinfonías
George Szell
Cleveland Orchestra.
Disco 1:
Sinfonía nº 1 - 7 de octubre de 1966
Variaciones Haydn - 24 de octubre de 1964
5 Danzas Húngaras - 13 de abril de 1957. Ormandy, Philadelphia Orchestra
Disco 2:
Sinfonía nº 2 - 6 de enero de 1967
Sinfonía nº 3 - 16 y 17 de otubre de 1964
Disco 3:
Sinfonía nº 4 - 8 y 9 de abril de 1966
Oberura para un Festival Académico - 28 de octubre de 1966
Obertura Trágica - 28 de octubre de 1966

(La carátula del estuche no tiene precisión por la dificultad de escaneo, he colocado una foto de internet).


CD 1:

Sinfonía nº 1. Variaciones Haydn. 5 Danzas Húngaras.






CD 2:

Sinfonía nº 2. Sinfonía nº 3.






CD 3:

Sinfonía nº 4. Obertura para un Festival Académico. Obertura Trágica. 






Mp3:


FLAC: