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viernes, 15 de febrero de 2013

Bruckner. Sinfonía nº 8. Wand. Orquesta Sinfónica de la NDR de Hamburgo. 1990.


Mis queridos amigos. No es por un deseo peculiar de lanzar un nuevo debate (que sea al menos tan ameno y constructivo como el producido por nuestro amigo Alejandro a raíz de la entrada de la Séptima de Bruckner por Böhm y que ha suscitado pasiones, y la verdad sea dicha un enorme conjunto de sabias opiniones, de corazón de muchos de nuestros amigos) sobre las interpretaciones y recreaciones de las obras sinfónicas de nuestro bien amado y querido Bruckner, pero no he podido resistir la tentación de dejar esta noche este disco, absolutamente sensacional, genial, mágico y maravilloso con la soberbia interpretación del maestro Wand en Tokio al frente de su NDR Sinfonieorchester de Hamburgo de la monnumental y colosal Octava Sinfonía de Bruckner.

Y lo quería dejar hoy como paso previo a la próxima entrada de la misma obra por Böhm que muy amablemente ha puesto a mi disposición, y por tanto a la de todos, nuestro amigo Manuel José. No con deseos de establecer comparaciones, no, pero sí con la sana intención de que puedan disfrutar de dos verdaderas joyas de la fonografía de esta obra. Y además para permitirme una pequeña licencia querido Alejandro. Voy a ampliar tu abanico de descripciones de directores brucknerianos con uno más, el agnóstico transformado en místico. Este es Wand en esta magistral recreación de la partitura bruckneriana en este concierto de Tokio.


Genial, cálido, exquisito, de discurso elegante sin perder la firmeza y la tensión, incluso dureza de la obra. De fraseo elegantísimo, con unas cuerdas llevadas de manera magistral en su interpretación, salpicada de coloridas intervenciones de maderas y vientos, con metales poderosos y señoriales, percusión arrebatadora y por encima de todo ello una mano que con pulso suave pero no blando maneja el concepto global de la Octava de manera portentosa.

Ni siquiera en su "bestial" interpretación con los músicos berlineses logro captar este fuego y esta pasión que Wand nos entrega y aún no siendo orquestas comparables, nada tienen que envidiar a la Filarmónica de Berlín. Diría más, están a un nivel sorprendente, en su sentido literal, por su sonoridad amplia, detallada, matizada, delicada y minuciosa en los más íntimos detalles. Su conjunción es mágica; las bellísimas arpas del tercer movimiento, ese Adagio sublime, resultan como soplos de belleza y lirismo que te atrapan en un vilo mientras las cuerdas van desarrollando su tenso y profundo juego musical a ritmo pausado, que permite respirar la emoción y profundidad de sus gestos sonoros.

Wand podrá ser agnóstico querido Alejandro pero acaba creyendo en Bruckner. ¡De qué otra forma podría ser! Es imposible resistirse a la belleza de esta música y no podrías más que rendirte a ella y decir, querido maestro, tenías razón, esto es sencillamente gloria bendita. Arte celestial, sublime ejemplo de inspiración y de una capacidad puesta al servicio de algo superior. Podré ser agnóstico o aséptico pero hoy no. Hoy toca ser sencillamente un ser humano entregado a las delicias de un placer superior que es tu música. Y te voy a dar todo, como diría San Ignacio, todo mi ser y me entendimiento, para que lo que has escrito tenga esa vida que es imposible dejar de ver, de sentir y de vivir.


Te voy a entregar estas preciosas cuerdas para que sean la base de un sencillo barquito musical que te voy a aderezar con unos preciosos sonidos de las maderas y de los vientos-metales que serán los poquitos adornos que llevará ese barquito querido Bruckner.

Pero además te voy a dar la energía incesante de mis percusiones y de mis metales para que se pueda impulsar ese barquito mi terco maestro Bruckner. Y un poquito más te voy a dar, te voy a entregar mi sabiduría, porque soy sabio maestro, al menos en tus cosas, pero hoy esa sabiduría la voy a poner a tu servicio, para que sientas esos timbres, veas esos colores, palpite tu alma con esos ritmos que te voy a dejar.

Hoy querido y obstinado maestro Bruckner voy a ser un poquito místico y sencillamente voy a hacer que ese barquito musical sea tu trono en el que te sientas verdadero rey y llegues allí donde seguro, tu fe, tu educación y tu profunda creencia quiere llegar y desea que esté esta tu ofrenda musical. Yo hoy voy a ser el maestro que creyendo profundamente en tu música te de un ejemplo de cuanta belleza puede tener. Y querido Bruckner. Lo he logrado, estoy seguro, completamente seguro.

Y el maestro Bruckner sonrió y asintió emocionado al escuchar su música que subía en un humilde barquito de artesanía. ¡Querido Wand, sí, tienes razón, lo has logrado! Los últimos compases de esa increíble recreación que has realizado han acabado de acercarme ese bello barquito en el que me siento feliz, no como rey, sino como hombre y músico. 


Amigos míos, disfruten de una verdadera obra de arte realizada con pasión, técnica, sabiduría, madurez, sentimiento y conocimiento. Una joya, una joya en mayúsculas.

Gracias querido Wand, agnóstico transformado en místico para la mayor gloria del venerado maestro y para el goce de todos aquellos que con visiones de uno u otro tipo sencillamente amamos a Bruckner.

Y recuerden queridos amigos, Bruckner sonrió.

Bruckner
Sinfonía nº 8

Günter Wand
NDR Sinfonieorchester de Hamburgo
Versión mixta de 1887/90 en Edición de Robert Haas de 1939

Grabación
Tokio, Suntory Hall, 3 de noviembre de 1990









miércoles, 13 de febrero de 2013

Ferdinand Rebay. Sonatas para Flauta y Guitarra. Flauta, María José Belotto. Guitarra Gonzalo Noqué. 2011.


Queridos amigos hace ya unos meses dejamos en este espacio un disco realmente sorprendente. estaba dedicado a obras para Clarinete y Guitarra del compositor austriaco Ferdinand Rebay, un desconocido para mí. Y digo sorprendente porque la alegría y belleza que me transmitió la escucha del disco resultaron realmente significativas, hacía mucho tiempo que la escucha de una música nueva para mis oídos no me producía tanta emoción y disfrute.

Hoy quiero dejarles un disco de semejantes características, un disco precioso, lleno de música sencilla y bella, emotiva, bonita, agradable de escuchar y hermosa, muy hermosa. Está integrado por las Sonatas para Flauta y Guitarra de Rebay un conjunto de obras realmente elegantes, delicadas, de carácter neoclásico y romántico, de gran belleza armónica y de colorido. 

Rebay, y citamos parte de la entrada antes referida, "...nació en Viena en 1880 y fue, entre otras actividades, profesor de música, compositor, director de coro y pianista. Perteneció al coro de la Abadía de Heiligenkreuz, estudió con Josef Wöss y Eusebius Mandyczewski y composición en el Conservatorio de Viena con Fuchs. Realizó reducciones al piano de las óperas de Korngold, fue director de los Wiener Chorvereins (1904–20) y de la Wiener Schubertbundes (1915–20). También fue profesor de piano en la Academia Musical de Viena de 1921 a 1946 a excepción de un periodo en la Segunda Guerra Mundial en el que no se le renovó el contrato." 


Es un compositor que llena un espacio muy importante dentro del repertorio de guitarra al llenar de forma principal el espacio de la música romántica centroeuropea y además poco a poco será conocido como una figura de relevancia en la vida musical austriaca. Muchos documentos guardados en el Konzerthaus de Viena nos muestran a un activo participante en la actividad musical de su época con más de cien conciertos en distitas facetas, compositor, solista o director. Su música fiel a un estilo que no tuvo demasiada cabida en la época en que vivió poco a poco será descubierta y valorada en la medida justa.

Las dos sonatas para guitarra que nos deja el disco fueron compuestas en 1942 en una etapa de agitada y animada acividad compositiva de Rebay y centrada fundamentalmente en las obras de cámara a duo de guitarra y coincidiendo además con la creación de obras para flauta de otros autores tales como prokofiev, Dutilleux o Martin.

La Primera Sonata es de un carácter marcadamente neoclásico. Fue compuesta en enero de 1942 y dedicada a su sobrina Gertha (una de las personas que llevó a Rebay a interesarse por la guitarra). Realmente prodigiosa en su concepción es de una hermosura que impacta por la belleza sonora y por el precioso juego musical que establece entre los dos instrumentos. En su segundo movimiento es un ejemplo precioso de tema con variaciones y con cierto aire barroco y en el tercer movimiento Rebay nos sorprende con un movimiento alegre, juguetón, casi beethoveniano, vivaz y cantable que finaliza de forma mágica y ensoñadora. Realmente bonita.

La Segunda Sonata tiene fecha de 31 de julio de 1942 y está dedicada a Josef Niedermayr miembro de la Filarmónica de Viena y flautista de la misma entre 1921 a 1962. Esta obra es claramente de inspiración y deseo romántica. Arrebatadora, lírica, ampliamente melódica, de profunda emotividad sin dejar de lado pinceladas de frescura, vitalidad y juegos preciosos de tema y variaciones en su movimiento final que van desde la serenidad, pasando por la elegancia y finura y terminando en una majestuosa forma de marcha, épica y monumental.

Son dos obras realmente hermosas que nos permiten apreciar una combinación de instrumentos realmente bella, una música escrita con técnica y amor y que en su escucha nos deleita con su bella armonía, delicadeza y pasión. Merecen la pena.

La interpretación de los dos jóvenes músicos españoles es realmente magistral. Elegantes, finos, delicados, de técnica precisa y encantador sonido. No puedo decir más. Increíbles.



Que disfruten queridos amigos y que puedan relajarse un poquito con la serenidad y hermosura de estas dos obras de arte. Con todo el cariño del mundo.


Ferdinand Rebay
Sonatas para Flauta y Guitarra
María José Belotto, flauta
Gonzalo Noqué, guitarra
Grabación, Canadá, 6 al 8 de julio de 2011, Iglesia de San Juan Crisóstomo, Newmarket, Ontario









lunes, 11 de febrero de 2013

Bruckner. Sinfonía nº 7. Karl Böhm. Orquesta Filarmónica de Viena. 1976.


Querido amigos para esta noche propongo un disco mágico, realmente único y lleno de sorpresas. LA bellísima interpretación del maestro Böhm de la Sinfonía nº 7 de Bruckner al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena. Una interpretación llena de belleza y que emana sabiduría interpretativa en cada compás. Pocos directores se han acercado de forma tan hermosa a esta muy famosa obra de Bruckner, pocos.

En este espacio ya hemos dejado muestras del arte de Böhm dirigiendo a Bruckner con dos ejemplos que pueden considerarse están en la cumbre de las interpretaciones de esas obras. Sus aproximaciones realizadas para Decca de las Sinfonías nº 3 y nº 4 son excelsas, mágicas y bellas donde las haya.

Ya en aquellas entradas comentaba que: "La maestría de Böhm, formado en las fuentes clásica de la dirección, y su dominio de la obra de Mozart o Strauss está intachablemente traspasada a la lectura de la obra de Bruckner." Y añadíamos "...logra extraer de todo el conjunto de la orquesta un empaste, una unidad y un sonido increíblemente bello así como de todos y cada uno de los solistas de la misma un virtuosismo y unos matices sonoros espectaculares. Es como si realizara una disección artística de la obra, una disección de artesano no una autopsia sino una taxidermia preciosa y llena de vida."



Repetiría las mismas palabras a pesar de parecer pesado. Pero es cierto queridos amigos, Böhm logra una traducción de los pentagramas de Bruckner realmente asombrosa y llena de delicadeza, cuajada de detalles, amplia y seductora, con recreación en los matices y en el discurso global de la obra acentuando los más bellos detalles que puedan existir en ella y exprimiendo todo su valor musical y emocional. No hay opulencia marcada, existe la justa para dar la intensidad que la partitura requiere; no sobrecarga los oídos con un volumen estridente y chirriante; es lo contrario, manipula el mismo con suavidad de terciopelo, acariciando cada nota, cada frase, cada tema con un aceite mágico que pareciera dar vida y alma a la música; escuchen como simple muestra el maravilloso Adagio (sin desdeñar para nada el sublime y mágico inicio del primer movimiento), sencillamente sobrecogedor y realmente impresionante. Y en el Scherzo nos muestra un Böhm ágil, fresco, dinámico y poderoso. Nada de enlentecimientos gratuitos, desarrolla la música a ritmo sensacional, sacando a relucir la brillantez de los instrumentistas vieneses de forma prodigiosa (señores, unos instrumentistas para quitase el sombrero, realmente únicos). Música juguetona, vivaz, ágil y preciosa en una estructura proverbialmente bella. Como decíamos entonces sobre el maestro "logra un sonido contundente, masivo, catedralicio, pero no sólo eso, es delicado, sutil, elegante, cantabile. Es un sonido justo a cada momento y si es fascinante escuchar el desarrollo y crecimiento progresivo de los temas de cada movimiento, su enorme majestuosidad, su dinamismo y su belleza, también lo es apreciar la delicadeza instrumental de sus pasajes más ligeros, juguetones o sencillos". Plenamente aplicable al soberbio scherzo. Y rendirmos ante el majestuoso y bellísimo desarrollo del cuarto movimiento, lleno de fuerza, intensidad, armonía, delicadeza y majestuosidad.

En definitiva una interpretación realmente digna de tener en cuenta, de las más bellas que puedan escuchar. Digno homenaje a un maestro que supo dar a Bruckner un sentido ligeramente distinto al de todos sus contemporáneos, su propio sentido y al que llenó de honda expresividad, sentimiento intenso y sabiduría en el manejo de la orquesta. Una recreación maravillosa.

Böhm interpreta la Versión de 1885 en la Edición de Nowak que mantiene la mayor parte de los cambios de la edición de 1885 de Gutmann, incluyendo la percusión en el tiempo lento y en su caso sin omitir el golpe de platillo del movimiento lento.

De forma muy resumida y para aclarar un poquito esto de las ediciones de la Séptima y en cuanto a las tres ediciones de la Versión de 1885:

Edición Gutmann (publicada en 1885)

Tras el estreno en 1884 se hicieron algunos cambios, antes de esta publicación. Está aceptado que Nikisch, Franz Schalk y Ferdinand Löwe influyeron significativamente en esta edición, pero es discutible hasta qué punto tales cambios fueron autorizados por Bruckner. Fundamentalmente, estas modificaciones se refieren a tempo y orquestación.

Edición Haas (publicada en 1944)

Robert Haas intentó eliminar las influencias de Nikisch, Schalk y Löwe, para recuperar el concepto original de Bruckner. Para ello, utilizó material procedente del autógrafo de 1883, aunque este ya incluye cambios posteriores. El cambio más evidente en esta edición es la ausencia de platillos, triángulo y timbales en el clímax del movimiento lento: Haas argumentó que Bruckner había decidido posteriormente eliminar la percusión en este punto, lo cual ha sido ampliamente discutido.

Edición Nowak (publicada en 1954)

Leopold Nowak mantuvo la mayor parte de los cambios de la edición de 1885, incluyendo la percusión en el tiempo lento. Incluyó las indicaciones de tiempo de la edición de Gutmann, pero poniéndolas entre corchetes. Aunque se incluyen en la partitura impresa, algunos directores omiten el golpe de platillos en el tiempo lento, siguiendo los criterios de Haas.

Que la disfruten.

En breve la Octava por Böhm. Otro ejemplo de lo que es hacer bella la música. Esta Séptima es un pequeño regalito en especial a Manuel José que nos habrá permitido tener en breve esa maravillosa octava de DG.



Bruckner
Sinfonía nº 7

Karl Böhm
Orquesta Filarmónica de Viena
Versión de 1885 en Edición de Leopold Nowak de 1954

Grabación, Viena, septiembre de 1976











domingo, 10 de febrero de 2013

Ravel. Bolero. Chabrier. España. Borodin. Danzas Polovtsianas. Rimsky-Korsakov. Capricho Español. Tchaikovsky, Obertura 1812. Igor Markevitch. Orquesta Sinfónica de la RTVE. Royal Concertgebouw Orchestra. Orquesta Sinfónica de Londres.


Queridos amigos esta noche dejamos un precioso disco, un disco para el simple placer musical, para la alegría y la sonrisa ante la escucha de una música animada, vitalista, rítmica, colorida y rica. 

Es uno de esos discos de saldo quede vez en cuando encuentras por los cajones de las tiendas y que esconde verdaderas joyas musicales. Una de ellas es la siempre maravillosa dirección de ese gran músico que fue Markevitch, otras, quizá la mayor de todas, la sorprendente interpretación del Bolero de Ravel que realiza la, desgraciadamente, nunca bien valorada Orquesta Sinfónica de la RTVE y tercera la, y ya no debe ser sorpresa, maravillosa sonoridad que posee esa orquesta genial que es el Concertgebouw. No nos olvidamos de la Sinfónica de Londres, maravillosa, pero es que las otras dos están en otro nivel.

La ejecución que realiza Markevitch al frente de su orquesta la Sinfónica de la RTVE (fundador y 17 años de relación que la llevaron a lo más alto, sin miedo alguno a decirlo) es de lujo, una verdadera joya musical, por prestación de conjunto, por maestría y arte de sus solistas, por su sensibilidad tímbrica, su ritmo arrollador y su colorido instrumental.

(Nota de 12 de febrero de 2012. Gracias a los comentarios de nuestro amigo Alejandro, modifico la palabra titular por relación. Como bien me apunta Alejandro, Markevitch no fue oficialmente titular de la orquesta, tarea que desempeñaron inicialmente por oposición Ros-Marbá y García Asensio, pero mantuvo una relación con la misma hasta poco antes de su fallecimiento dando su último concierto con ella en diciembre de 1982). Muchas gracias Alejandro.)

Será pasión de español, pero para mi gusto una de las mejores interpretaciones del Bolero que jamás se hayan grabado. Soberbia, bonita, magnífica. Siempre que la escucho me llena de frescura, de emociones, me seduce y me maravilla. Y lo mismo podemos decir de su España de Chabrier, fresca, vitalista, con estilo, sin amaneramientos, con ejecución preciosa y precisa. Otra joya de esta pareja de verdaderos monstruos de la música.

Qué pena que no hayamos sido capaces de exportar adecuadamente uno de los instrumentos musicales de mayor valor que ha tenido España, una orquestas sensacional con maestros solistas de una calidad altísima, que tuvo el honor de interpretar bajo las indicaciones de las mejores batutas de cada época y que contribuyó de forma impagable a dar a conocer el concierto musical y la música clásica al gran público de España. 


El resto de piezas no le van a la zaga queridos amigos. Un interpretación brillantísima de las Danzas Polovtsianas de Borodin y una recreación dinámica, ágil, sin grandilocuencias de la preciosa Obertura 1812, en ambos casos al frente de ese instrumento prodigioso que es la Royal Concertgebouw Orchestra, un maravilloso conjunto con unas excepcionales voces instrumentales individuales que en su globalidad ofrecen unos de los más bellos sonidos que puedan escuchar a una orquesta clásica.

El Capricho Español de ese enorme orquestador que fue Rimsky queda en los atriles de otra de las orquesta predilectas de Markevitch, la Sinfónica de Londres, que ni que decir tiene que responde de manera excepcional a los requisitos de esta partitura tan brillante, difícil, dinámica, colorista y vital.

Espero que disfruten de todas estas piezas aunque les pediría especial atención a las interpretaciones de la Orquesta Sinfónica de la RTVE. Para quitarse el sombrero.

Gracias querido Markevitch por tu música, tu labor y tu entrega. Aquí, en España, no se te olvida.




Bolero y otras Obras Orquestales
Varios Compositores
Igor Markevitch
Varias Orquestas

Ravel, Bolero
Orquesta Sinfónica de la RTVE, octubre de 1966
Chabrier, España
Orquesta Sinfónica de la RTVE, octubre de 1966
Borodin, Danzas Polovtsianas del Príncipe Igor
Royal Concertgebouw Orchestra, Netherlands Radio Chorus, septiembre de 1964
Rimsky-Korsakov, Capricho Español
Orquesta Sinfónica de Londres, octubre de 1962
Tchaikovsky, Obertura 1812
Royal Concertgebouw Orchestra, septiembre de 1964







Bernhard Henrik Crusell. Conciertos para Clarinete. Gérard Korsten. Uppsala Chamber Orchestra. 1996.


Queridos amigos dejamos esta noche un precioso disco dedicado a los conciertos para Clarinete del compositor finlandés Bernhard Henrik Crusell uno de esos músicos tenidos por "segundas espadas" de la composición musical pero verdadero artista y muy particularmente en sus composiciones para su instrumento del cual fue un auténtico virtuoso y al que ayudó en su progresión técnica como indicaremos más adelante.

Crusell fue famoso, primero por su virtuosismo y después, como indicábamos, por haber escrito música principalmente para su instrumento, en este caso, el clarinete, que, tras estudiar en Berlín con el pionero Franz Tausch, contribuyó a mejorar de forma significativa siguiendo posteriormente en París donde tomó también contacto con otro artista importante como Jean-Xavier Lefevre, que llegó a dar al clarinete su sexta llave.


Crusell en sus mejores etapas llegó a tocar un clarinete que tenía de ocho a once llaves fabricado en Dresde por Grenser y Wiesner de manera específica para él. De su etapa alemana se afianza en él la máxima del maestro Tausch: primar la belleza del sonido del instrumento sobre la técnica.

Comenzó a estudiar composición inicialmente en la Banda de Música Militar de Sveaborg uno de cuyos miembros lo acogió en su familia y facilitó su traslado posterior a Suecia en donde logró el puesto de clarinetista principal de la Real Orquesta de la Corte y pudo proseguir de forma seria esos estudios iniciales a partir de 1790 y lo hizo con Vogler, Böritz, Berton y Gossec entre otros maestros.

Su ámbito de formación y actuación básicamente estuvo entre Suecia, Francia, Alemania con alguna salida a Rusia e Inglaterra. En cualquiera de estos lugares el éxito obtenido como intérprete fue siempre notorio. Sus composiciones más destacadas fueron para el clarinete pero escribió también para muchos otros instrumentos y abundante música vocal amén de ser un reputado traductor al sueco de las óperas más célebres del repertorio de la época (era un experto lingüista).

Los tres Conciertos para Clarinete de Crusell fueron editados en Leipzig entre 1811 y 1829 y nos dan muestra de unas obras de relativa dificultad instrumental, pero que precisan de gran belleza sonora, limpieza de ataque, afinación y agilidad y sutileza en su interpretación. Es una música de gran belleza, bien hecha y desarrollada, con estructuras sonatísticas, unos muy animados movimientos extremos y melodiosos andantes que son verdaderamente bellos y reconfortantes. Particularmente bellos resultan el Andante de su Segundo Concierto, el tercer movimiento Alla Polacca del nº 3 y el precioso Adagio del nº 1. 


Unas composiciones en el estilo de aquellas otras fenomenales que hicieran Winter, Krommer, Spohr y ya en un nivel algo mayor Weber y Mozart (hay que recordar que fue Crusell quien introdujo en su país el bellísimo concierto mozartiano).

El Concierto nº 1 fue dedicado al Conde Gustav Trolle-Bonde parece que fue escrito en algún momento entre 1803 y 1805 y fue publicado en Leipzig en 1811 es de una simple belleza que por ella sóla te entusiasma amén de jugar con las posibilidades expresivas del instrumento y de tener un desarrollo de temas de enorme impacto sensual y delicadeza.

El Concierto nº 2 ha sido fechado en 1815 y fue dedicado a Alejandro I, Zar de Rusia, publicándose cuando el permiso necesario fue concedido, en 1818. En su elaboración se presta especial atención a la explotación de los recursos del instrumento y al virtuosismo del intérprete y se añade un tono de patetismo y dramatismo de gran profundidad al que sigue un bello andante de ricos cambios dinámicos y expresivos y un final en forma de Rondó de gran belleza y encanto.

El Concierto nº 3 fue publicado en 1828 y dedicado al príncipe heredero Óscar de Suecia y Noruega. Se trata de una composición anterior al Concierto nº 2 y al parecer data del año 1807. Es un concierto muy imaginativo, de gran brillantez y hermosas cadencias solistas de dificultad grande y de enorme capacidad de expresividad. Finaliza con un precioso y rítmico movimiento Alla Polacca de una enorme vitalidad y brillantez.

Las interpretaciones que nos deja el disco son realmente bellas. El sonido y la técnica del clarineteista Per Billman son realmente sensacionales y dota a su interpretación de la gracia, finura, sonoridad y belleza que precisan estos bellos pentagramas (como curiosidad indicar que Billman ocupó justo 190 años después el puesto de clarinetista principal que tenía Crusell en la Real Orquesta de la Corte).


La Orquesta de Cámara de Uppsala se nos muestra como una agrupación con la flexibilidad, la maleabilidad y el carácter propio para interpretar esta pequeñas obras de arte todo ello acompañado además por la ágil, sincera y fresca dirección de Gérard Korsten que dota a esta música de un significado sencillo: simplemente belleza musical.


Espero que disfruten de esta hermosa música y que les acompañe en sus momentos de descanso y paz. Es realmente reconfortante.


Bernhard Henrik Crusell
Conciertos para Clarinete
Uppsala Chamber Orchestra
Gérard Korsten, director
Per Billman, clarinete
Grabación, Ytterjärna Kulturhus, Järna, Sweden, 24 al 26 de septiembre de 1996