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jueves, 14 de noviembre de 2013

Felicidades Maestro Copland. 14 de noviembre de 1900. Copland. Sinfonía nº 3. Sinfonía para Órgano y Orquesta. Bernstein, Orquesta Filarmónica de New York. 1966. 1967.


Mis queridos amigos, esta noche tengo el placer, verdadero placer, de dejar para disfrute general un precioso disco con el que aprovechamos para rendir un pequeño homenaje a uno de los mayores músicos del pasado siglo XX, mi bien querido, respetado y adorado Aaron Copland.

Copland representó para mí en mis inicios a la apreciación de la música clásica una verdadera piedra de toque para mis sentidos y mis capacidades de escucha. En esa aventura de la que ya se van a cumplir bastantes años, su música ha estado asociada casi siempre a su buen discípulo y amigo Leonard Bernstein cosa que logró que mi acercamiento al entendimiento y disfrute de la misma fuera bastante más fácil de lo esperado. Cuando no era Lenny el que interpretaba sus obras me remitía siempre a las interpretaciones del propio Copland que aún no siendo de la misma profundidad emocional ni del mismo valor técnico eran de un enorme atractivo musical.

Siempre he mantenido esa asociación y quizá he perdido la posibilidad de escuchar otras aproximaciones a la música de ese gran revolucionario norteamericano que fue Copland. Poco a poco aprendí a disfrutar de su música de cámara y fundamentalmente de su piano, un pianos realmente hermoso, bello y difícil, pero por encima de todo dotado de un enorme poder de seducción.

Y algo semejante pasa con las obras presentadas en este soberbio disco, un disco realmente referente en la discografía de Copland (bastante más fresco, vital, desgarrado y libre que el posterior que el mismo Lenny grabó para DG). Un Copland al que muchos califican de Gran Padre de la música norteamericana, yo quizá no me atrevo a tanto pues en su época destacaba o empezaba a despuntar una pléyade de figuras inquietas, radicales, como las de Roy Harris, William Schuman, Peter Mennin, David Diamond, Walter Piston o el propio Lenny. Figuras todas ellas que pretendían crear un nuevo y propio lenguaje musical americano. Quizá de entre todas ellas la de Copland destaca por su inquietud permanente desde sus años parisinos, su disconformidad con la "simplificación" que se hacía con la música en el ámbito francés, la complacencia con la que se trataban las enormes posibilidades de la polirritmia del jazz o su concepción profunda de una música que debía cambiar para aprovechar todas las posibilidades que se habrían en su país alejado de las corrientes algo anquilosadas de las leyes francesas, alemanas o italianas en la música.


Con todo ello en mente es en el año de 1924 cuando Nadia Boulanger,que había sido su maestra durante un período de dos años en Francia, quien le pide que escriba una obra para órgano y orquesta que debía ser
estrenada en su próxima gira por América del Norte. Copland a su regreso a EEUU se pone a trabajar duro en una composición en la que tiene una difícil tarea y unas elevadas complejidades. Se enfrenta a un camino tortuoso y difícil de recorrer. No conocía ni había escuchado escuchado su propia forma de orquestar, ni tampoco, como confiesa, conocía el órgano más allá de una forma superficial. No había trabajado las grandes formas sinfónicas ni se había enfrentado a la rígida disciplina de una composición de tal envergadura. Copland eligió quizá el camino más difícil: adoptar el papel de "enfant terrible" de la música nacional. A pesar de todo ello su composición que se estrenó el 11 de enero de 1925 con la misma Nadia Boulanger al órgano acompañada por la Orquesta Filarmónica de Nueva York bajo la dirección de Walter Damrosch fue calificada por el mismo director como algo "demencial" (en tono sarcástico, vino a decir que quien compone algo así con 23 años en un periodo de cinco años más podrá cometer un crimen) y tuvo una acogida que podemos calificar de "sorprendente" para el público de aquella época. Pero como indicaba para el mismo Copland seguía siendo una obra demasiado clásica y atada a las normas imperantes. En el año 1928 era revisada y transformada en su Sinfonía nº 1 con la eliminación de la parte de órgano.

En cualquier caso y sirviendo estas notas como simples pinceladas de lo que la mente de Copland tenía en su recámara, debemos decir que resulta una composición chocante pero manteniendo un tono europeo que resulta realmente bello y en la que ya se pueden vislumbrar las ideas ulteriores de Copland en cuanto a la generación de su propio lenguaje y de un lenguaje más propiamente americano.


La Sinfonía nº 3 de Copland tiene su génesis en el encargo realizado por la Fundación Koussevitzky en el año 1946. Copland ya ha madurado bastante su lenguaje y nos da una muestra realmente impresionante de una composición que aglutina las grandes fuentes folclóricas americanas, los ballets musicales del propio compositor, los secretos del jazz, los preciosos juegos de citaciones de microtemas, las referencias a Mahler o Shostakovich en amplitud temática y en la elaboración general de la obra como un monumento único, amplio, poderoso y brillante. Un tono general de de heroísmo, magnificiencia, dignidad, majestuosidad y una pizca de revolución y agitación recorren la obra. Una obra amplia, colosal en instrumentación en la que vamos descubriendo diversos y bellos temas sabiamente armonizados y enlazados (precioso tema retomado y modificado el de su Fanfarría para un Hombre corriente), temas y ánimos que van desde lo feliz y animado del folclore a lo ensoñador y delicado de los pasajes más "europeos" pasando por la majestuosidad y la ruptura de la misma con estridencias sorprendentes. Una obra realmente sensacional, sorprendente, revolucionaria e impactante. Una verdadera obra de arte que se estrenó el 18 de octubre de 1946 , por la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la dirección de su titular Serge Koussevitzky.


Queridos amigos, quizá esta entrada les pueda parecer extraña y diferente pero no es más que la pasión y la maravillosa concepción y opinión que tengo de las obras presentadas, obras que siempre me han procurado un placer, difícil sí pero enorme, un estado de serenidad y de pasmosa tranquilidad tras su escucha y que siempre me han maravillado por la ejecución primorosa de Bernstein, su orquesta, una maravillosa Filarmónica de New York, y por esa intervención realmente mágica del órgano de Power Biggs.

Un disco realmente maravilloso al que siempre le tendré un particular cariño por su fácil manera de hacerme ver una música diferente de manera clara, sencilla y preciosa. Permítanme finalizar esta entrada con esta foto que ella sirva para reflejar, creo que de manera preciosa, una relación realmente maravillosa entre dos grandes genios de la música.

Va por Aaron, va por Lenny, va por su obra y su labor. Gracias a ambos. 



Copland
Sinfonía nº 3
Sinf. para Órgano y Orquesta

Leonard Bernstein
Orquesta Filarmónica de New York
E. Power Biggs, órgano

Grabaciones:

Sinfonía nº 3, 16 y 17 de febrero de 1966, Philharmonic Hall, now Avery Fisher Hall, Lincoln Center, New York

Sinfonía para Órgano y Orquesta, 3 de enero de 1967, Philharmonic Hall, now Avery Fisher Hall, Lincoln Center, New York












miércoles, 13 de noviembre de 2013

Bruckner. Sinfonía nº 7. Stanislaw Skrowaczewski. Saarbrücken Radio Symphony Orchestra. 1991.


Mis queridos amigos, en esta noche una entrada preciosa y cortita en comentarios. Un paso más hacia la culminación de la Integral Sinfónica de Bruckner por el maestro Skrowaczewski. 

En esta ocasión una de sus sinfonías más ampliamente grabadas, interpretadas y conocidas. Y no por ello cada interpretación nueva que escuchamos deja de sorprendernos. Hay algo especial en la música de nuestro amado Bruckner que ofrece esa posibilidad de permanente sorpresa durante la escucha de su música y que permite que todas las recreaciones que de ella se hacen nos aporten algo nuevo, algún detalle, algún movimiento o pasaje, una melodía, un sonido, una estructura que antes no habíamos percibido o sencillamente un placer general en la audición completa.

Y este último caso es el que a mí particularmente me sucede con la interpretación de esta Séptima por Skrowaczewski. No podría destacarles nada en particular pero sí ese todo final cuando la obra termina y quedas plenamente satisfecho de un recorrido maravilloso por una música realmente increíble. Me recuerda muchísimo a la aproximación de Jochum a esta obra. Sencillez, claridad, nada de estridencias, flujo maravilloso de ideas musicales expuestas con una exquisitez sorprendente. Es como si simplemente se dedicara a traducir lo que el maestro dejó escrito y se dejara llevar por esa escritura; matizo aquí y allá, destaco algo por aquí, potencio esta frase o pasaje, pero al final simplemente pretendo que todo fluya en una unidad formal y espiritual única. Y realmente lo consigue. 


Quizá es en esta interpretación en la que la comparación con las grandes formaciones orquestales habituadas a Bruckner se deja notar un poquito para la Orquesta de Saarbrücken o quizá sea una percepción mía simplemente derivada de la sencilla fluidez con la que interpreta la obra. Hay calidez, sentimiento, las melodías y las sonoridades de Bruckner quedan expuestas de una manera preciosa y limpia y el ritmo del flujo musical resulta de enorme belleza. Y logra al igual que Jochum, Barenboim, Böhm o Karajan dejar en mí una sensación de serenidad y de paz verdaderamente agradable. Sin grandes brillos hay frescura, dinámico y poderío cuando se precisa. Nada de enlentecimientos gratuitos o pesados, la música se desarrolla a un ritmo sensacional, sorprendente y continuado.

En suma que sin que pueda destacarles nada concreto el disfrute que me proporciona es de un nivel altísimo. Algo tiene de especial esta recreación de Skrowaczewski, algo que la hace diferente a las demás y digna de admirarse y conocerse. De verdad, un verdadero prodigio de belleza, serenidad, tranquilidad y hermosura.


La Séptima de Bruckner fue escrita entre 1881 y 1883, y revisada en 1885. Está dedicada al rey Luis II de Baviera. El estreno tuvo lugar en la ópera de Leipzig, en 1884, fue dirigido por Arthur Nikisch, y constituyó el mayor éxito de toda la carrera de Bruckner.

Skrowaczewski interpreta la Versión de 1885 en la Edición de Nowak que mantiene la mayor parte de los cambios de la edición de 1885 de Gutmann, incluyendo la percusión en el tiempo lento y en su caso sin omitir el golpe de platillo del movimiento lento. 

De forma muy resumida y para aclarar un poquito esto de las ediciones de la Séptima y en cuanto a las tres ediciones de la Versión de 1885, dejamos de nuevo estos comentarios publicados ya en anteriores entradas:

Edición Gutmann (publicada en 1885).
Tras el estreno en 1884 se hicieron algunos cambios, antes de esta publicación. Está aceptado que Nikisch, Franz Schalk y Ferdinand Löwe influyeron significativamente en esta edición, pero es discutible hasta qué punto tales cambios fueron autorizados por Bruckner. Fundamentalmente, estas modificaciones se refieren a tempo y orquestación.

Edición Haas (publicada en 1944).Robert Haas intentó eliminar las influencias de Nikisch, Schalk y Löwe, para recuperar el concepto original de Bruckner. Para ello, utilizó material procedente del autógrafo de 1883, aunque este ya incluye cambios posteriores. El cambio más evidente en esta edición es la ausencia de platillos, triángulo y timbales en el clímax del movimiento lento: Haas argumentó que Bruckner había decidido posteriormente eliminar la percusión en este punto, lo cual ha sido ampliamente discutido.

Edición Nowak (publicada en 1954).Leopold Nowak mantuvo la mayor parte de los cambios de la edición de 1885, incluyendo la percusión en el tiempo lento. Incluyó las indicaciones de tiempo de la edición de Gutmann, pero poniéndolas entre corchetes. Aunque se incluyen en la partitura impresa, algunos directores omiten el golpe de platillos en el tiempo lento, siguiendo los criterios de Haas.

Espero de todo corazón que disfruten de este hermoso disco. Un disco que nos acerca de manera muy bella a una forma de entender y plasmar Bruckner realmente preciosa. Una muestra de un estilo directorial fino, sencillo, pausado, sabio y directo. Una preciosa muestra del arte de Stanislaw Skrowaczewski.


Bruckner Sinfonía nº 7
Versión de 1885 en Edición de Leopold Nowak de 1954
Stanislaw Skrowaczewski
Saarbrücken Radio Symphony Orchestra 
Kongresshalle Saarbrücken
27 al 29 de septiembre de 1991






jueves, 7 de noviembre de 2013

Bach. Sonatas para Violín y Piano. Sonatas para Viola da Gamba y Piano. Gould. Laredo. Rose. 1973. 1974. 1975. 1976.


Mis queridos amigos, dejamos en el día de hoy este precioso doble disco dedicado a las Sonatas para Violín y Clave (Piano) y Viola da Gamba (Violonchelo) y Clave (Piano) del maestro Bach grabadas por un excepcional grupo de músicos.

Encabezar la lista de dichos músicos por mi querido Gould sería lo más fácil, pero después de la escucha del disco y en total justicia creo que los tres participantes están a un nivel tal que merecen todos ellos ser los que la encabecen. Gould magistral y diferente como es habitual, Laredo con una maravillosa sonoridad y una pulcritud en su interpretación digna de admirar y Rose con una magistral recreación de unas partituras preciosas y con un violonchelo bellísimo que parece cantar al cielo. Los tres nos ofrecen un recorrido que nos deleita en el simple placer de la escucha musical y nos brindan la oportunidad de conocer y disfrutar de una aproximación a Bach diferente y, que me perdonen los puristas, muy hermosa.

Dado mi profundo desconocimiento de la teoría musical sólo puedo dejaros algunas pequeñas notas referentes a estas composiciones. 


Las Sonatas para Violín y Clave de J. S. Bach compuestas sobre el año 1717 son consideradas por muchos expertos como la primera música de cámara moderna. El maestro escribió completamente las partes del clave, en lugar de hacer uso de un simple bajo cifrado de acompañamiento para ser elaborado por el intérprete, como era habitual hasta entonces. Amplía la escritura y la hace más compleja y da a todas las voces la misma importancia de manera que el clave no se limita a la simple tarea de acompañar al violín, sino que sus voces tienen el mismo protagonismo que la voz del violín, los empareja en importancia y valor musical. El clave deja de estar limitado a un mero continuo y pasa a participar de manera activa junto al violín en la construcción y desarrollo de la obra.

De la misma manera puede hablarse para las Sonatas para Viola da Gamba y Clave con fechas de composición entre 1720-1721 (aunque se habla de fechas posteriores entorno a 1735).

En ambas composiciones el papel armonizador del clave es potenciado, se exploran las posibilidades expresivas de los instrumentos participantes, se desarrollan las partes del clave como apoyo y también como parte principal de la composición y dota al instrumento de cuerda de matices nunca vistos hasta entonces impulsando su papel de instrumento melódico hasta límites extraordinarios.

En cualquier caso y como indicaba antes no puedo dar demasiados detalles técnicos de estas preciosas composiciones por lo que me limitaré a recomendar encarecidamente su escucha que, al menos a mí así lo hace, proporciona verdaderos momentos sublimes de belleza, conmueven de verdad, producen sensaciones indescriptibles y logran dar una calma, una serenidad y una paz interior sorprendentes. Y lo hace en primer lugar por la belleza propia de la composición, no cabe duda, y en segundo lugar por la maravillosa interpretación que se nos ofrece en esta grabación. Interpretación "moderna" con instrumentos "modernos". Nada tradicional.

El violín de Jaime Laredo, extraordinario violinista y violista boliviano, es maravilloso, de sonoridad limpia, cristalino, técnicamente perfecto y capaz de combinar con las "extravagancias" de Gould de manera perfecta, sin dar lugar a una interpretación doblemente recargada.


Rose por su parte nos da muestras de su enorme talento como intérprete solista, algo de lo que no podemos dudar recordando sus sublimes registros con Istomin y Stern y su talento como instrumentista principal en Cleveland o en New York. Rose sentía admiración por Gould, se sentía cómodo interpretando música con él, lo admiraba y admiraba su forma de afrontar sin reparo alguno las obras que interpretaba.


Y nuestro querido Gould, brillante. Puede gustar o no, ya lo hemos indicado en otras ocasiones, pero no deja indiferente. En estas aproximaciones a Bach su atrevimiento quizá es mayor que el mostrado en sus grabaciones de juventud. Pero es su concepción, su concepción, su traducción y su reinvención de la obra del maestro. Y los resultados finales son sencillamente preciosos.

Espero que disfruten de estos discos y se aproximen a ellos con libertad de pensamiento, sin prejuicios. Disfrutarán de manera extraordinaria de una música simplemente magistral y hermosa.


Bach

Sonatas para Violín y Piano, BWV 1014-1019
Sonatas para Viola da Gamba y Piano, BWV 1027-1029
Glenn Gould, piano
Jaime Laredo, violín
Leonard Rose, violonchelo

Grabaciones:

Eaton´s Auditorium, Toronto, Canadá

BWV 1014, 1015, 1 al 3 de febrero de 1975
BWV 1016, 23-24 de noviembre de 1975 y 9 al 11 de enero de 1976
BWV 1017, 23-24 de noviembre de 1975 
BWV 1018, 1019, 9 al 11 de enero de 1976
BWV 1027, 28 y 29 de mayo de 1974
BWV 1028, 1029, 16 al 19 de diciembre de 1973











Mp3 (Obra completa)

FLAC (Obra completa, muy pesada)



lunes, 4 de noviembre de 2013

Bruckner. Sinfonía nº 6. Stanislaw Skrowaczewski. Saarbrücken Radio Symphony Orchestra. 1997.


Mis queridos amigos, hoy un pasito más en la ya prometida hace demasiado tiempo integral sinfónica de Bruckner por el  maestro Skrowaczewski.

Y lo hacemos con una de sus obras, alguna vez lo hemos comentado anteriormente, menos conocidas y valoradas. Algo injusto realmente pues está llena de belleza, majestuosidad, juegos tonales preciosos, motivos rítmicos sorprendentes (maravilloso ritmo bruckneriano que aquí más quizá que en ninguna otra de sus obras se convierte en el verdadero motor de la obra), temas de enorme belleza, instrumentación delicadamente resaltada en muchos de sus pasajes dentro de un todo uniforme y bellísimo por su simplicidad. En todo ello encontramos motivos más que suficientes para disfrutar de esta hermosa composición, una composición que se nos presenta en general enmarcada por la impresionante Quinta y el grupo de sinfonías finales haciendo que se pierda esta verdadera joya en el bosque denso y bello del corpus sinfónico de Bruckner.


Como comentábamos en una anterior entrada dedicada a esta misma obra por el maestro Karajan, la Sinfonía nº 6 de Anton Bruckner fue compuesta entre el 24 de septiembre de 1879 y el 3 de septiembre de 1881 y dedicada a su mecenas, el Dr. Anton Van Ölzelt-Newin. No tuvo revisiones por Bruckner y las diferencias entre las ediciones Nowak y Haas son inapreciables. Es posible que su aparente sencillez compositiva no llame tanto la atención a diferencia de las grandiosas y complejas estructuras del resto de sus obras (Quinta, Séptima, Octava). Es sin embargo una obra ricamente expresiva con temas de enorme belleza, plena de lirismo, sensualidad y sutileza. Una obra con una orquestación fina y delicada y con una estructura que quizá en su forma clásica encierre su belleza.

En esta ocasión la interpretación que dejamos corresponde al sabio maestro Skrowaczewski que ya en las entregas anteriores nos ha demostrado de manera sobrada su capacidad y afinidad bruckneriana. Y de nuevo acompañado por una orquesta que realmente suena de forma estupenda, bellísima en su colorido orquestal, en sus cuerdas vibrantes que logran formar un tejido musical de base maravilloso sobre el que asentar la construcción monumental de Bruckner, en sus metales sin estridencias pero nítidos, profundos y de densa sonoridad. Una orquesta que se adapta de forma estupenda a la "delicadeza" de esta hermosísima Sexta Sinfonía de Bruckner, compacta, empastada, sedosa y majestuosa, delicada e intensa según momentos. Todo ello ayuda de manera extraordinaria a la preciosa visión humana, luminosa, vitalista y amplia del maestro Skrowaczewski que nos deja una aproximación de gran altura y de merecida escucha, una recreación realmente maravillosa de esta difícil y esquiva Sexta Sinfonía que se nos ofrece por el maestro con un gran gusto y perfecta estructuración desde lo profundo de su propia complejidad motívica, rítmica y compositiva.



Bruckner Sinfonía nº 6 
Stanislaw Skrowaczewski
Saarbrücken Radio Symphony Orchestra 
Kongresshalle Saarbrücken
3 y 4 de marzo de 1997
Versión de 1881 en Edición de Leopold Nowak de 1952







viernes, 1 de noviembre de 2013

Día de todos los Santos. Don Giovanni. Mozart. Fricsay. Radio-Symphonie-Orchester Berlin. 1958.


Mis queridos amigos, nada mejor para la celebración de este Día de Todos los Santos que dejar para disfrute de todos los amigos esta excepcional recreación, genial en lo musical y en lo teatral, del Don Giovanni de Mozart, una de la óperas que siempre ha despertado en mí las más variadas sensaciones y que nunca ha dejado de sorprenderme.

Sirva además como homenaje en este día especial de nuestra cultura y en cierto modo como apoyo a la cada vez mayor recuperación de la tradición histórica de la representación del Don Juan Tenorio en esta fecha en muchos pueblos y ciudades de nuestra España. Tradición recuperada que cada vez da más valor cultural, y otros valores añadidos nada desdeñables, a los lugares en los que se lleva a cabo.

Fiesta y tradición unidas de la mano de la literatura y de la música en dos manifestaciones de tan altísimo nivel como son las dos citadas un poquito más arriba. Y ambas que sirvan como recuerdo a todos aquellos que seguro están en un lugar acorde a su vida. Por todos aquellos que ya nos dejaron y que en paz y santidad descansan.

En cuanto al disco dejado, estoy convencido que es conocido por muchos de nuestros amigos. Una referencia ya clásica de la discografía de la ópera, de la música en general y muy particularmente referencia entre las grabaciones del Don Giovanni (con Furtwängler, para mí gusto, la que quizá mejor representa su espíritu) y también una de las mejores grabaciones dejadas por el gran Fricsay.

El disco no tiene desperdicio alguno.

Grabación realmente maravillosa, de enorme claridad, presencia, espacialidad y brillo, un ejemplo más de la excepcional acústica de ese estudio que era la Jesus-Christus Kirche. Un estéreo maravilloso.

Elenco de cantantes realmente soberbio, de una canto precioso, preciso, bellísimo y con una entrega y compenetración con "su" maestro realmente sin parangón. Cantan de manera deliciosa y teatralizan su canto con su voz, sus gestos, su entonación y con un juego vocal flexible y adaptado a cada momento de la obra y su necesidad expresiva. Recuerdo que cuando escuché este disco hace ya algunos añitos venía ya maravillado con la escucha de la Gran Misa de Mozart de Fricsay en el que participaban algunos de los cantantes que repiten en este Don Giovanni. Y tras la primera escucha completa no pude más que quedar en un estado de conmoción intenso, profundo. Es tal la belleza de estas voces, su dicción, su teatralización, su juego musical, su implicación con la grabación y la idea del maestro Fricsay que tu corazón queda sobrecogido, realmente sobrecogido. Todos ellos son ejemplos de un arte difícil como pocos y ejemplo de artistas que será casi imposible igualar. Un verdadero monumento se merecen todos y cada uno de ellos.





Orquesta, la siempre bien amada y querida por Fricsay, la Radio-Symphonie-Orchester Berlin delicada, por momentos angelical, de sonoridad nítida, transmitiendo frescura a raudales, con preciosismo instrumental bellísimo y funcionando como una máquina musical de compacidad absoluta.

Y un director, un verdadero maestro y amante de Mozart, un Fricsay que con mano mágica lleva a buen puerto una partitura repleta de dificultades musicales, vocales y teatrales, que maneja la música de Mozart con una sutileza y frescura digna de admiración, con un tempo rápido y un ritmo realmente preciso y muy adecuado a la teatralidad que impone en esta su visión de la magna y variadísima obra que es el Don Giovanni de Mozart. Realmente maravilloso, en segundo plano, sin más tarea, que no es poca, que la de poner énfasis en la música y en las palabras de la ópera, de sacarles su máxima expresividad y sentido, su mayor belleza y significado. Un artista en toda ley.



Mis queridos amigos, una verdadera joya musical que les dejo con todo el cariño del mundo. Merece la pena que al menos una vez la escuchen. Creo que quedarán prendados de ella.


Don Giovanni
Ferenc Fricsay
Radio-Symphonie-Rochester Berlin
RIAS- Kammerchor, Dir. Günther Arndt
Don Giovanni, Dietrich Fischer-Dieskau
Il Commendatore, Walter Kreppel
Donna Anna, Sena Jurinac
Don Ottavio, Ernst Haefliger
Donna Elvira, María Stader
Leporello, Karl Christian Kohn
Masetto, Ivan Sardi
Zerlina, Irmgard  Seefried
Grabación: Berlín Jesus-Christus Kirche, septiembre y octubre de 1958







Mp3 



FLAC