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lunes, 28 de marzo de 2011

Tchaikovsky. Concierto para Violín. Variaciones Rococó. Kirill Kondrashin. David Oistrakh, Violín. USSR Symphony Orchestra. Gennady Rozhdestvensky. Mstislav Rostropovich, Violonchelo. Orquesta Filarmónica de Leningrado. 1957. 1963.


Queridos amigos, dejamos esta noche un precioso CD con dos de las obras más bellas de Tchaikovsky, su precioso Concierto para Violín y la no menos bella obra, las Variaciones sobre un Tema Rococó. Los intérpretes, los excepcionales directores Kirill Kondrashin y Gennady Rodhdestensky junto a unos solistas de envergadura, David Oistrakh al violín y Mstislav Rostropovich al chelo. En las dos grabaciones están presentes unas orquestas de primer nivel, con amplia experiencia en la interpretación de Tchaikovsky, alcanzando un altísimo nivel en estas grabaciones en concreto.

Poco puedo añadir para intentar transmitir con palabras la enorme belleza que encierran ambas obras. El Concierto para Violín de Tchaikovsky es una de las obras musicales más bellas y emotivas jamás escritas y en particular, dentro de las páginas escritas para el instrumento, creo, sinceramente, que es de las más grandes y logradas. Hay pocos conciertos para violín que reunan belleza, sonoridad maravillosa, melodía, técnica y emotividad de manera tan perfecta como lo hace este de Tchaikovsky.


La aproximación al Concierto para Violín que realiza Oistrakh es simplemente maravillosa, sencillamente apabullante en su técnica, con una calidez sonora que pocos han podido igualar y con una capacidad de traducir esas notas, imprimiendo carácter y emoción, fuera del alcance de la gran mayoría de violinistas. En el acompañamiento orquestal tenemos al genial maestro Kondrashin que logra imprimir a la orquesta calidez, sensualidad, fuerza y de obtener de ella unas prestaciones técnicas soberbias y una sonoridad orquestal sensacional.


En conjunto me atrevería a decir que es una de las interpretaciones de este concierto más bellas que jamás haya escuchado. Me llena de placer su audición, disfruto enormemente descubriendo matices nuevos en ella, me encanta ese violín sedoso y cálido de Oistrakh, me impresiona la calidez y belleza de la orquesta y me sigue pareciendo soberbia la dirección de Kondrashin.

Muy semejantes palabras podría emplear para describirles la interpretación de esa sensacional obra maestra que es Las Variaciones Rococó. Obra preciosista y sencillamente maravillosa del violonchelo, encuentra en Rozhdestvensky y en Rostropovich dos pilares geniales para su transcripción.


Las Variaciones Rococó fueron compuestas en el año 1876 poco después de la Fantasía Sinfónica Francesca da Rimini. Fue dedicada al profesor del conservatorio de Moscú Wilhelm Fitzenhagen quien también fue el responsable del estreno el 30 de noviembre de 1877. La obra tiene un corte clásico marcado que tras una introducción orquestal y un tema inicial expuesto por el chelo se desarrolla a través de variaciones separadas por intervenciones solistas e interludios orquestales bellísimos.


En su conjunto resulta de una gran belleza sonora, emotiva y expresiva. Rostropovich muestra su maravillosa capacidad de expresión musical y su técnica es, sencillamente, impresionante. Sus matices y sonoridades son de una calidez soberbia y su musicalidad preciosa. Rozhdestvensky acompaña de manera fantástica y junto a ese instrumento prodigioso que es la Filarmónica de Leningrado hacen de esta interpretación una verdadera joya.

Espero que disfruten de este precioso CD. Es un verdadero festín sonoro y emocional.

Tchaikovsky
Concierto para Violín*
Variaciones Rococó**
Kirill Kondrashin, David Oistrakh, Violín. USSR Symphony Orchestra*
Gennady Rozhdestvensky, Mstislav Rostropovich, Violonchelo. Orquesta Filarmónica de Leningrado**
1957* y 1963**






jueves, 17 de marzo de 2011

Richard Strauss. Also sprach Zarathustra. Till Eulenspiegels. Danza de los Siete Velos. Don Juan. Herbert von Karajan. Orquesta Filarmónica de Viena. 1959. 1960.


Queridos amigos. Uno de los más grandes discos que he tenido la oportunidad de escuchar es el que precisamente quiero presentaros. Varios poemas sinfónicos del maravilloso Richard Strauss en unas interpretaciones increíblemente perfectas de Karajan y ese instrumento musical, normalmernte excepcional, y en algunas ocasiones extraordinariamente insuperable, la Orquesta Filarmónica de Viena.

Las grabaciones Decca son un maravilloso vehículo técnico capaz de transmitir de una forma soberbia lo grabado y sobre todo el espíritu de lo que se había grabado.

Strauss y Karajan, aparte del pasado dudoso en el aspecto político, compartían formas de ver el arte musical; la inconmensurable y amplísima paleta orquestal de Strauss venía como anillo al dedo al ímpetu y al afán, casi obsesivo, por la precisión y la perfección sonora de Karajan. Es maravilloso la forma de engastar de manera excepcional las piezas orquestales de Strauss, cómo las dota de una riqueza sonora no sólo espectacular, sino absolutamente llena de profundidad emotiva y cómo logra una enorme precisión en la dinámica de la obra.


La Orquesta Filarmónica de Viena mantuvo estrechos lazos con ambos directores. Strauss dejó antes esa relación idílica cansado de las querellas y luchas internas de los vieneses. La relación de Karajan fue un constante ir y venir entre el profundo amor hasta el hastío aunque fue duradera en el tiempo justo hasta el punto de ser su última orquesta. En los años de las grabaciones presentes, Karajan (siempre un apasionado de la calidad técnica) eligió Decca para asegurar que sus ideas se plasmaran con la mejor orquesta y desde luego con los mejores técnicos de sonido. ¡Qué menos para dirigir a Strauss!

Y los esfuerzos de la casa Decca fueron enormes hasta lograr disponer de lo necesario para realizar una grabación portentosa. El órgano, que no existía en la Sofiensaal, se trajo de una capilla militar próxima y se modificó para adaptarlo al sonido de la orquesta (se necesitaron 8 horas de la noche para acoplar las grabaciones). Los resultados finales son maravillosos. Puntillismo en la búsqueda de cada mínimo detalle con largas frases musicales de continuidad asombrosa que impiden que se desintegre la obra en una serie disparatada de incidentes musicales. Enorme belleza de los metales vieneses, poderosos y enérgicos; belleza monumental de unos violines y cuerdas absolutamente elegantes. Todo lo indicado es aplicable al conjunto de las obras grabadas; cuando se necesita tensión emocional está; cuando necesitas sensualidad, impudor y pasión aparece; en el Don Juan se combinan perfectamente la dimensión y el carácter sinfónico con un valor descriptivo sin par.


Y todo ello grabado de forma espectacular, dirigido de manera portentosa por un Karajan enérgico, lleno de vitalidad, técnico sin dudar pero muy, muy humano. Unas sonoridades de los vieneses sencillamente bellísimas, poderosas o delicadas, con matices burlones o trágicos, etc. Todo está perfectamente logrado en uno de los discos más bonitos que se hayan grabado de Strauss. Y repito, Karajan impresionantemente sabio en la dirección. Es un placer y un honor tener la posibilidad de disfrutar de esta grabación.

Espero que puedan saborear esta impresionante forma de arte, esta música poderosísima y evocadora de sentimientos como pocas hay.

Richard Strauss
Also sprach Zarathustra*
Till Eulenspiegels**
Danza de los Siete Velos**
Don Juan**

Herbert von Karajan
Orquesta Filarmónica de Viena

Grabación
Sofiensaal, Viena. Marzo de 1959* y junio de 1960**










miércoles, 16 de marzo de 2011

Respighi. Fontane di Roma, Pini di Roma, Feste romane. Eugene Ormandy. Philadelphia Orchestra. 1958. 1957. 1960.


Hoy, queridos amigos, tras varios días apartado un poquito de estos lares musicales y del correo electrónico, saturadillo de mensajes que no he podido atender, cosa que lamento mucho, intentamos  volver a una situación de algo más de paz, tranquilidad, sosiego y alegría. Nos hemos traslado, por motivos de salud, a la casa de mi tita para así estar con ella y tenerla más controladita y cuidada.
De paso he estado realizando un pequeño "robo o rescate" de algunos discos que estaban en su casa y entre los que he encontrado algunos muy interesantes y de los que casi no tenía memoria de su existencia.

Entre ellos apareció este excepcional CD de Ormandy con la interpretación, francamente maravillosa, de tres de las obras más famosas y ricas de Respighi, ese precioso tríptico musical que son las obras, Pini di Roma, Fontane di Roma y Feste romane.

Tengo alguna que otra interpretación de las mismas obras por otros directores como Bernstein, Karajan (impresionantemente bello) y sobre todo la de Celibidache, como siempre distinto, espectacular y maravilloso en los tránsitos y ritmos de las piezas. Pero la reescucha del CD de Ormandy me ha llevado a una época de admiración por el sonido de las orquestas americanas, de respeto profundo a unos directores que realizaban una enorme y nunca bien ponderada tarea de difusión musical. Una época en la que Mitropoulos, Reiner, Szell, Bernstein, dominaban el panorama musical norteamericano y con sus más y sus menos eran las grandes figuras de la música americana y mundial, apoyados por las excepcionales casas discográficas americanas que consiguieron expandir la cultura musical por su nación y llevar muchas influencias a otras naciones y culturas.

Ormandy era un de esos grandes, grandísimos directores. En la misma CBS la lucha era titánica con Bernstein y algo menos entre este último y el gran Szell. Menudo papelón le tocaba a la CBS. Luego cada uno fue líder, verdaderos maestros moldeadores del alma de sus respectivas orquestas.

Szell consiguió un instrumento único e irrepetible, llevando a la Cleveland Orchestra a la mayor altura, equiparable a cualquier orquesta mundial. Ormandy compactó a los excepcionales e irrepetibles músicos solistas de su agrupación y realizó un trabajo increíble con la Philadelphia Orchestra. Y Bernstein "vivió en y con New York" elevándola a una orquesta de fama internacional, con ampliación de repertorio, nuevos talentos, labores educativas magistrales y además consiguiendo una orquesta flexible, bella, precisa y apta para todo, muy en la línea de su admirado y querido Mitropoulos.

En esta caso concreto el disco presentado de Ormandy con las grabaciones de Respighi me parece un ejemplo único y genial de la enorme calidad de la Orquesta de Philadelphia y de la forma tan sencilla, brillante, precisa y bellísima que Ormandy tiene de conducirla.



Las obras se prestan al lucimiento, individual, grupal y de conjunto. Riquísimas en color, brillo, timbre, sonoridad espacial maravillosa, juegos instrumentales soberbios y orquesta poderosa, compactada, fina, precisa en ejecución y con un impresionante gusto musical en la interpretación.

Respighi, músico de amplia formación externa, tenía una perfecta capacidad de integración de los lenguajes musicales modernos y conocía la importancia del rescate y uso de las músicas tradicionales que supo integrar de manera maravillosa en sus obras.

El primer poema sinfónico, Fontane di Roma, intenta exponer las sensaciones experimentadas con la observación de cuatro de las fuentes principales de Roma. Los motivos pastorales, la alegría y felicidad de los sones de Triton, los aspectos triunfales e imponentes de Trevi se finalizan en la maravillosa paz de Medici con leve tristeza y nostalgia, con un final de jornada dulce y sereno que se integra suavemente en la noche. Tuvo su primera interpretación por Antonio Guardieri el 11 de marzo de 1917 en el Augusto de Roma y pocos meses después por Toscanini en Milán el 11 de febrero de 1918.

Los Pini di Roma se interpretaron por vez primera el 14 de diciembre de 1924 y poco después Toscanini aseguró su estreno norteamericano. Se alternan las descripciones alegres, marchas militares, los bailes de la primera parte (Borghese) con las sombras propias de las entradas a las catacumbas con sus aires misteriosos y los perfiles bellísimos del Gianicolo hasta ese paso final de la Vía Appia, vigoroso, reflejo de pasados gloriosos y dominadores; marcha impresionante de tensión creciente e impactante. Juegos instrumentales poderosos y bellísimos, tan bien tratados que es un verdedero placer escucharlos.


En New York, el 21 de febrero de 1929, Toscanini hizo la presentación del tercer poema sinfónico del ciclo romano del autor, el bellísimo Feste romane. Belleza pura, reflejo claro de evocaciones festivas expresadas e instrumentadas para el logro del máximo color y sonoridad orquestal.

En conjunto tenemos unas obras que sinceramente son un placer para los sentidos y para el corazón que se llenan de belleza, musicalidad, ritmo y energía. Y creo que Ormandy es capaz de transmitir todo lo que se necesita. Está expléndido, inconmensurable, de una energía desbordada, con dirección precisa que arranca de la orquesta unas prestaciones  impresionantes (Karajan aparte) y logra unas transiciones y construcciones crecientes en intensidad, absolutamente electrizantes y de un cuidado técnico y musical soberbio.

Les dejo este pequeño disco, grande en contenido y música, de un enorme compositor y de un increíble director que encontró en la Philadelphia Orquesta al instrumento más apropiado que podía llegar a soñar.

Que lo disfruten.






Respighi
Fontane di Roma
Pini di Roma
Feste romane

Eugene Ormandy
Philadelphia Orchestra

Grabaciones
Philadelphia

Broadwood Hotel
Pini di Roma, 23 de marzo de 1958
Fontane di Roma, 14 de abril de 1957

Academy of Music 
Feste Romane, 13 y 20 de noviembre de 1960, 29 de enero de 1961









martes, 8 de marzo de 2011

Bruckner. Sinfonía nº 9. Leonard Bernstein. Orquesta Filamónica de Viena. 1990.


Volvemos a la obra de Bruckner y en esta ocassión en unas manos poco habituales a la hora de interpretar al maestro austriaco. Leonard Bernstein en sus últimos meses de vida volvió con sus músicos vieneses para ofrecer una aproximación fascinante, arrolladora, soberbia, de una emoción latente absolutamente vigorosa. Un Bruckner creo llevado de las manos de un alma atormentada para servir de vehículo transmisor de otra alma absolutamente entregada a su paz definitiva. De un músico que anheló aquello que por su perseverancia y humildad con conocimiento logró: ser un enorme compositor. Uno se dispersó, otro se concentró y ambos alcanzaron sus deseos; uno a regañadientes otro con absoluta aceptación de la tarea cumplida.


La Novena de Bruckner nos deja la expresión clara de la convicción profunda y personal de Bruckner; en ella se entrelazan de forma maravillosa elementos renovadores con numerosas citaciones y recuerdos de las anteriores obras; una obra visionaria y moderna a la par que globalizante. Es la cumbre estilística del compositor y ya se vislumbra en ella nuevas épocas musicales que se harán realidad a principios del siglo XX. Hay un trazo maravilloso de concepto temporal, del aspecto espiritual del compositor, sonoridades modernistas en un conjunto armónico tradicional. Una verdadera fusión de intenciones genialmente elaborada y que no deja de asombrarte en cada escucha.

Tras algunas aproximaciones edulcoradas se ha de esperar al trabajo de Orel en 1932 para poder escuchar la música original de la obra. Unión perfecta entre el pasado, aceptado y puesto en valor con las osadas iniciaciones al modernismo, serialismo o tonalidad llevada a sus últimos extremos.

Si bien esto podría ser una forma de ver la obra desde un punto de vista puramente técnico, lo que más impacta de ella es su elaboración soberbia, la perfecta integración de sus temas, la belleza monumental de la construcción técnica y la impresionante sonoridad bruckneriana llevada a su expresión más bella. Una definitiva despedida por todo, todo lo alto, con una obra única, irrepetible y sensacionalmente emotiva.

Bernstein, aún no siendo un experto en Bruckner, sea quizá por la edad, por la unión mágica con los vieneses, o por otras circunstancias, se entrega al máximo en un derroche de intensidad, lirismo, profundidad de lenguaje y belleza pura; bálsamo musical perfecto para las almas indecisas en lucha y en su etapa final. El mensaje definitivo está pleno de amor y pasión. Venceremos siempre, tarde o temprano y alcanzaremos nuestra paz.

La orquesta de Viena absolutamente excepcional, bellísima en color, calidad, timbre, rica en matices; suavidad elegante, energía vigorosa y compenetración absoluta con el director. Y el mensaje de Lenny está flotando en el aire: era un artista con todas la de la ley ese Bruckner.

Por favor ámenla y disfrútenla como una muestra de amor sincero.


Bruckner
Sinfonía nº 9
Orquesta Filarmónica de Viena
Leonard Bernstein
Musikverein Grosser Saal, febrero y marzo de 1990 (entre otras se realizaron además las tomas para la grabación del DVD)
Versión de 1894 Versión Original en Edición de Leopold Nowak de 1951








domingo, 6 de marzo de 2011

Beethoven. Sinfonía nº 9. Furtwängler. Orquesta Filarmónica de Viena. 1953.


Queridos amigos, fin de una semana difícil y comienzo de otra que espero sea mejor. Y qué mejor manera de empezarla que con este excepcional disco. Otra aproximación a la Novena de Beethoven en manos de Furtwängler y la extraordinaria Filarmónica de Viena.

Es quizá junto al registro de Lucerna una de la Novenas más impresionantemente bellas que se hayan registado. Cada una con sus matices y detalles propios. Algo mejor sonido en el registro de Lucerna y una vivacidad sorprendente en el vienés.

La Sinfonía nº 9 de Beethoven está ligada en la historia a la orquesta vienesa. La, en su tiempo, denominada Orquesta de la Ópera de la Corte Real e Imperial fue la orquesta que tuvo el honor de estrenar esta obra el 7 de mayo de 1824 en el Teatro de la Corte Real e Imperial de Viena. Este conjunto musical es en la actualidad la Orquesta Filarmónica de Viena.


La interpretación del estreno fue oficialmente dirigida por el maestro de capilla Michael Umlauf que compartió escenario con Beethoven. El éxito fue ipresionante. Fue además una de las últimas apariciones públicas del compositor.

En años posteriores el director Otto Nicolai incluyó en los programas de conciertos filarmónicos la obra, interpretándose de nuevo en Viena el 19 de marzo de 1843 y repitiendo la ejecución en el aniversario de la muerte de Beethoven el 26 de marzo.

En los numerosos años de vida de la orquesta vienesa se ha mantenido el lazo de unión con la obra de Beethoven. A lo largo de su historia, sus diferentes Directores Titulares tales como Eckert (fundador de los ciclos de abono de los conciertos filarmónicos vieneses), Dessoff (en su etapa tuvo lugar la presentación del coro vienés de la Gesellschaft der Musikfreunde), Richter, Mahler, Weingartner, etc. han representado con frecuencia la obra.

Asociación particularmente importante es la de Furtwängler. Desde 1927 las interpretaciones de la Novena por Furtwängler y la Filarmónica de Viena han sido muy numerosas: 52 ocasiones han visto esta asociación casi mágica entre ambas "instituciones". Inluso tras su obligada renuncia a la dirección de Viena, impuesta desde Berlín, la asociación prosiguió manteniendo lazos mediante colaboraciones en los Conciertos Nicolai amén de las apariciones en otros escenarios.

Esta grabación recoje la penúltima interpretación de Furtwängler con la orquesta vienesa en el marco de los conciertos vieneses. El registro proviene de los archivos de la radio Rojo-Blanco-Rojo de Austria y de la propia orquesta.


Sencillamente asistimos a una genial, maravillosa y coberbia interpretación. Absolutamente llena de energía y de vitalidad. Una de las interpretaciones de Furtwängler que reflejan quizá con mayor claridad su concepto vital de esta obra. Ritmo, belleza instrumental, claridad expositiva, vitalidad, control aparentemente "anárquico" de la obra (admiren ese final de aspecto caótico y alocado), fuerza interna, tensión y emotividad. Todo queda reflejado en este registro.

Resulta arrollador el ímpetu que se transmite desde el inicio y que se mantiene a lo largo de toda la obra. Independientemente de la calidad sonora que no es de lo mejor, la interpretación inmediatamente te atrapa por la belleza y la energía que se transmite de ella. Podrá gustar más o menos pero para mí resulta un referente en esta obra, una interpretación que me impacta y emociona, que me llena de alegría, energía y fuerza. Sigo admirando ese loco control de Furtwängler, esa dimensión imposible de describir con palabras que hace de la música algo especial; me sigue maravillando, sin saber los motivos exactos, las emociones que es capaz de transmitir aún sin tener esa perfección técnica que en años posteriores se ha ido imponiendo.

Espero que les guste.

Disfruten de una arte supremo de la dirección orquestal, un arte más allá de lo técnico: sencillamente humano.

Beethoven
Sinfonía nº 9

Furtwängler
Irmgard Seefried, soprano
Rosette Anday, alto
Anton Dermota, tenor
Paul Schöffler, bajo

Grabación
Viena. Wiener Singakademie. Musikverein, Grosser Saal. 30 de mayo de 1953