Datos Personales

Mi foto
Sevilla, Andalucía, Spain
Contacto: correo electrónico que encabeza el blog. Se aconseja Chrome para la mejor visualización.

domingo, 30 de octubre de 2011

Tchaikovsky. Sinfonía nº 4. Temirkanov. Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. 1992.


Queridos amigos, dejamos esta noche un bellísimo disco. La Cuarta Sinfonía del genio Tchaikovsky en las portentosas manos del maestro Temirkanov dirigiendo a una orquesta sensacional.

Reconozco mi admiración, digamos incluso veneración, por el director caucásico. Desde que lo escuché al frente de la Sinfónica de Sevilla he procurado escuchar el máximo número posible de discos del mismo. En concreto sus aproximaciones al maestro Tchaikovsky me parecen formidables.

La hermosísima Sinfonía nº 4, inicio de su trilogía final sinfónica con ese nexo común de unión en el destino, fue iniciada por Tchaikovsky en 1877 en una época de fuerte lucha interna del compositor entre lo externo y aparente y su interior y sus deseos. El matrimonio de "conveniencia" con una de sus estudiantes, Antonia Milioukova, fue un verdadero desastre. No sirvió como elemento apaciguador de los rumores que tanto le atormentaban, a él y a su familia. Su interior superaba a la necesidad de aparentar. El daño en los sentimientos y en el alma de Tchaikovsky fue profundo y de larga duración, muy larga.


En estas circunstancias nuestro querido Tchaikovsky abre su corazón de forma completa a su protectora, Nadejda von Meck. En la correspondencia entre ambos se detallan los matices y las formas generales de la obra que compone, sus sentimientos y su significado. Es el germen del tema del destino usado posteriormente en sus siguientes sinfonías el que marca la obra: el destino, la lucha interna, el deseo, la fatalidad. Todo un mundo de intensas sensaciones se plasma en el desarrollo de la obra. Y lo hace de forma soberbia en un inmenso cuadro melódico de largos temas maravillosamente trazados y genialmente contrastados en todo su devenir. La obra se impregna además de un alma con matices rusos, fundamentalmente en ese soberbio movimiento final. Su forma de estructurar y matizar los temas es sensacional y quizá sólo posible para un músico con el carácter y el corazón de Tchaikovsky, un músico, como al principio indicaba, dotado de un talento melódico único y una capacidad de acompañar esos temas con unos detalles en permanente modificación y evolución (sensacionales los dos movimientos centrales y único el final).

En el disco que dejamos hoy, todos estos detalles se pueden paladear y sentir de una forma especial. Temirkanov usa unos tempos amplios, completamente diferentes, por ejemplo, a su predecesor Mravinsky, y los emplea en matizar soberbiamente los detalles melódicos, los temas y su desarrollo, los timbres de la orquesta, los colores. Quizá pueda sonar en ocasiones "lento" pero es tanta la belleza que extrae de la Filarmónica de San Petersburgo que sencillamente la saboreas y te recreas en su belleza. No hay exceso de dulzura en la interpretación, digamos que no empalaga, simplemente impresiona por su perfección sonora, su capacidad de mantener la vida intensísima que encierra la obra, su pasión y su dureza. Su sonoridad sigue siendo muy semejante a la que obtenía Mravinsky, muy dura y a veces seca y cortante, pero es una delicia escuchar esas maravillosas cuerdas y esos metales de la renombrada filarmónica. Sencillamente magistral.

Espero que disfruten de esta preciosa obra, fruto del genio de Tchaikovsky, de su corazón y de sus pensamientos; de su sensibilidad exquisita y de su sufrimiento. Desde mi punto de vista, una de las más bonitas interpretaciones y recreaciones de esta preciosa sinfonía.



Tchaikovsky
Sinfonía nº 4

Temirkanov
Orquesta Filarmónica de San Petersburgo

Grabaciones
8, 9 y 11 de abril de 1992 (junto a las Sinfonías nº 5 y nº 6)
Gran Sala de la Filarmónica, San Petersburgo








Visitar también Sinfonías nº 5 y nº 6


domingo, 23 de octubre de 2011

Bicentenario del Nacimiento de Liszt. Un pequeño Homenaje. Sinfonía Fausto. Leonard Bernstein. Orquesta Sinfónica de Boston. 1976.


Queridos amigos, sirva esta entrada para rendir un humilde homenajes a uno de los más grandes músicos de la historia, el maestro húngaro Franz Liszt, del que ayer se celebraba el bicentenario de su nacimiento.

Húngaro de nacimiento pero de formación básicamente austriaca en inicio y luego cosmopolita, Liszt puede ser tenido por uno de los más grandes pianistas de la historia, un renovador crucial de la música y un ejemplo para muchísimos otros compositores a los que allanó el camino y en los que sembró un germen musical nuevo. 

De vida francamente "movida" tanto en lo musical como en lo personal fue un ejemplo de estrella musical de su época. Sobre los años 1857 a 1862 un conjunto de circunstancias y acontecimientos le hicieron dar un giro a su vida y buscar el recogimiento de la Iglesia. Si bien nunca fue sacerdote ordenado sí que ingresó en la Orden Franciscana siendo denominado con humor y respeto como Abbé Liszt.

Su contribución a la música, con sus poemas sinfónicos, sus modificaciones a las armonías, los brillantísimos desarrollos temáticos y sus experimentos sobre la forma musical, es de un valor incalculable y muchos como Wagner, Grieg, Berlioz, Saint-Säens, Borodin o Hans von Bulow deben muchísimo al maestro Liszt.


La obra que dejamos hoy es la preciosa Sinfonía Fausto. Es una de las obras de Liszt que más me llenan y me impactan. La Sinfonía Fausto es una sinfonía coral inspirada en la obra de Johann Wolfgang von Goethe, Fausto. La obra fue estrenada el 5 de septiembre de 1857 con motivo de la inauguración del monumento a Goethe y Schiller.

De su elaboración se identifican algunos fragmentos que datan de 1840 aunque su escritura principal es del verano de 1854 en Weimar. Fue revisada en los siguientes años, con el añadido de unos compases para metal y un Chorus Mysticus añadido al final, en las que las palabras de Fausto (Parte II) son cantadas por un coro masculino y un solista tenor en la mitad del movimiento. También se hicieron otros cambios menores y mayores. En 1880, Liszt añadió diez compases más al segundo movimiento. La composición de la plantilla orquestal es muy amplia con apoyo del coro y del tenor solista.

El primer movimiento, grandioso y monumental, resume y presenta toda la base de la obra, es una síntesis de la misma. Con un juego genial de transformaciones y modificaciones se estructura un monumento musical grandioso, pujante y poderoso. En él vemos al Fausto soñador y buscador de la verdad, al Fausto insaciable en su búsqueda de los apetitos terrenales y al mismo Fausto gozando de los deleites dolorosos del héroe. Un movimiento impactante e impresionante de belleza musical.

El segundo movimiento de la obra presenta un maravilloso dibujo a través de preciosas flautas y clarinetes, oboes místicos, violas virginales y dulcísimas y diálogos bellísimos entre violines y clarinetes como muestra del juego de amor entre Gretchen y Fausto. Los temas del primer movimiento se reintroducen progresivamente hasta que se funden en un amor y una paz serena con el amor de Gretchen.

El tercer movimiento es realmente impactante. Mefistófeles es distorsionado, es como una nueva metamorfosis de los temas del primer movimiento, como su recapitulación pero francamente modificada y vuelta del revés. Su cromatismo y su rítmica son muy notables, francamente notables. El Chorus Mysticus, tranquilo y positivo, canta el pasaje del Fausto de Goethe:

Alemán
Castellano
Alles Vergänglicheist nur ein Gleichnis;
das Unzulängliche,
hier wird's Ereignis;
das Unbeschreibliche,
hier ist es getan;
das Ewigweibliche
zieht uns hinan.
Todo lo transitorio
es sólo un símil;
lo inalcanzable
devendrá suceso;
lo indescriptible,
esta aquí consumado;
el Eterno Femenino
llevándonos arriba.
El tenor solista inicia entonces un crescendo del murmullo del coro y cantando las dos últimas líneas del texto, impulsando el poder de la salvación a través de la Femineidad Eterna. La obra finaliza con un soberbio e impresionante clímax del coro y la orquesta, respaldados por unos acordes geniales y mantenidos por el órgano.

La aproximación que hoy dejamos corresponde a una interpretación realmente fabulosa, impulsiva, teatral, emotiva y sentida realizada en el verano de 1976 por el maestro Bernstein que sentía una admiración enorme por esta obra de Liszt. y que contó con la soberbia Sinfónica de Boston para su trabajo. 



Las grabaciones se realizaron en la excepcional sala Symphony Hall de Boston y en paralelo con algunas representaciones en vivo que se estaban realizando de la misma obra (los técnicos participantes en las sesiones piensan incluso que algunas tomas de esas representaciones fueron incluidas en las matrices definitivas del dico comercial). Corresponde este disco a la segunda colaboración de Bernstein con la casa alemana DG tras la grabación de Carmen. Y a decir de los propios técnicos y productores de la casa alemana fue la grabación que acabó de estrechar definitivamente los lazos entre ambas partes, lazos que por otra arte Lenny estaba deseoso de que se unieran de forma definitiva.

La grabación presentó algunas dificultades técnicas fundamentalmente en el balance sonoro. La Symphony Hall de Boston, como la Musikverein de Viena, tiene una alta reverberación cuando está vacía y se tuvieron que compensar muy bien los diferentes atriles. Bernstein conserva los compases añadidos al final del segundo movimiento y realiza el corte tradicional en el retorno del lento inicial del primer movimiento. Con todo ello la belleza musical final es extraordinaria.

La pasión y la energía lograda por Bernstein y la Sinfónica de Boston son inconmensurables, de una altura y de una energía dificilísimas de igualar. La pasión, la tragedia, la incertidumbre, la lucha, el esfuerzo y la victoria son reflejadas de manera inigualable a la largo del desarrollo de esta interpretación. Creo que es una de las más grandes interpretaciones del maestro Bernstein, delicado, finísimo en los detalles, muy intenso, con pasión controlada, con entrega profunda al significado humano y sobrehumano de la obra. Un logro excepcional. Logro que se debe en gran parte a la preciosa musicalidad y a la altísima calidad de la centuria de Boston (bellísimas cuerdas y maderas, metales de una sonoridad celestial, sedosidad de terciopelo) para la que la obra de Liszt no es nueva y sobre la que tiene una gran tradición fundada en Koussevitzky y en el propio Lenny.

Esero que disfruten de esta maravillosa sinfonía de Liszt, una gran obra, una obra profunda en lo musical y en el sentimiento humano. 

Una obra afrontada con amor y con comprensión profunda por un Bernstein inspirado y una Sinfónica de Boston bellísima y de altísimo nivel, como en sus mejores ocasiones. Una excepcional interpretación, una bellísima obra.

Felicidades maestro Liszt y gracias por toda su labor.


Liszt
Sinfonía Fausto
Bernstein
Orquesta Sinfónica de Boston
Kenneth Riegel, tenor
Tanglewood Festival Chorus
Grabación: Boston Symphony Hall, 27 de julio de 1976












sábado, 22 de octubre de 2011

Strauss. Don Juan. Tod und Verklärung. Respighi. Pini di Roma. Celibidache. Orquesta Sinfónica de la SWR Stuttgart. 1976. 1982. 1976.


Queridos amigos, dejamos hoy un estupendo disco, un disco de la etapa de Celibidache al frente de la Orquesta Sinfónica de la SWR Stuttgart, etapa en que ya parece superado su "destierro a galeras" y comienza a hacer magia con orquestas de más nivel. 

El disco nos presenta dos de los más conocidos y maravillosos poemas sinfónicos del gran Strauss: Don Juan y Muerte y Transfiguración. Dos obras de excepcional orquestación, de maravilloso planteamiento y desarrollo, de instrumentación finísima, de colorido orquestal insuperable y de profundidad emotiva extraordinaria.


Don Juan es un poema sinfónico para gran orquesta escrito por Strauss en 1888 y que fue estrenado el 11 de noviembre de 1889 en Weimar con la orquesta de la ópera de esa ciudad dirigida por Strauss, quien entonces era Kapellmeister de la corte. La obra está basada en el poema Don Juan de Nikolaus Lenau. La obra es fruto del talento de un joven de 24 años que maneja de forma extraordinaria la masa orquestal, la paleta tímbrica, el colorido, la gradación sonora. Fue un éxito inmediato y un gran empuje para el compositor.

Muerte y Transfiguración (Tod und Verklärung, Op. 24) es uno de los más geniales poemas sinfónicos que compuso Richard Strauss y uno de los más conocidos y apreciados por el público. Obra también de juventud, entre 1888 y 1889, el estreno de Muerte y Transfiguración tuvo lugar en Eisenach en 1890. Strauss pidió  a su amigo, el poeta Alexander von Ritter, que escribiese un breve poema basado en la siguiente temática: del padecimiento terrenal hacia la bienaventuranza. El programa se dividió en cuatro partes cada una de las cuales se corresponde con las cuatro secciones en las que se divide la composición musical que es interpretada de manera continua, sin intercalar pausas.

Muerte y Transfiguración es un fascinante devenir musical sobre la vida y la muerte, un paseo por los sentimientos humanos, por el recuerdo de una vida. Una pintura maravillosa del fin del hombre tras su recorrido vital donde alcanza la magia y la paz del descanso y del lugar de los ideales que se cumplen. Es fascinante por su enorme musicalidad, por su maravillosa forma de traducir las pasiones y los sentimientos. Sus temas de referencia son sencillamente soberbios, su colorido, su tímbrica, su sonoridad y su opulencia no son sino maravillosas herramientas al servicio del sentimiento. Particularmente es mi preferido.

Celibidache se muestra como un encantador mago de la batuta. Con las dos obras de Strauss es capaz de desarrollar un universo sonoro único, impresionantemente bello. Mantiene un discurso perfectamente estudiado para su perfecto desarrollo, logra una ejecución brillantísima y cargada de matices. En Muerte y Transfiguración, pocas veces he escuchado una música tan descriptiva y tan humanamente bella. Un verdadero prodigio de interpretación.


La maravillosa obra de Respighi, Pinos de Roma, se interpretó por vez primera el 14 de diciembre de 1924 y poco después Toscanini aseguró su estreno norteamericano. Es una maravillosa obra musical, ejemplo perfecto de modulación tímbrica y sonora, de orquestación suntuosa y a la par delicada.

En ella Celibidache se luce. Es capaz de lograr una conjunción con la orquesta increíble. Extrae de los músicos un sonido bellísimo y unos matices instrumentales y orquestales increíblemente bonitos. Las diversas transiciones musicales están hilvanadas por Celibidache de manera perfecta y en el juego, dificilísimo, de las intensidades crecientes y acumulativas está genial, intenso, vivo, poderoso, extraordinariamente poderoso. La riqueza instrumental de la partitura, su color, su timbre, su cromatismo, su sonoridad exquisita y delicada, su impulsividad y su energía son puestas de manifiesto por Celibidache mediante un juego perfecto de dirección, maestría y dominio de la orquesta. Sólo nos falta imaginar a la centuria musical y a su director vestidos con las ropas de las legiones romanas para tener una imagen real del sentimiento que logran.

Espero que disfruten de este bellísimo disco, un disco con muchísima calidad. 

Un celibidache maestro de maestros, verdaderamente genial y expresivo que acompaña a la Orquesta Sinfónica de la SWR Stuttgart que, sin llegar a ser una de las más grandes, da un verdadero ejemplo de virtuosismo, de entrega, de ejecución vivida con intensidad y emoción. No tiene desperdicio.



Strauss
Don Juan*
Tod und Verklärung**
Respighi
Pini di Roma
Celibidache
Orquesta Sinfónica de la SWR Stuttgart
Grabaciones: Stuttgart, Liederhalle
Strauss: 22 de junio de 1976* y 11 de noviembre de 1982**
Respighi: 20 de junio de 1976









martes, 18 de octubre de 2011

Bruckner. Sinfonía nº 8. Rafael Kubelik. Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. 1977.


Queridos amigos, volvemos a la actividad. 

Quiero dejarles hoy un precioso disco con origen en la preciosa Edición 60 Jahre de la Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks. Concretamente el CD dedicado a Kubelik con una maravillosa aproximación a la soberbia y monumental Octava Sinfonía. Dentro de los CD de la citada Edición, es uno de los más bellos (impresionante también el disco de Jochum dedicado al maestro Furtwängler) y quizá representativo de una de sus etapas doradas.

Desde la creación de la orquesta por el maestro Jochum en 1949, la fama que ha ido adquiriendo con los años está más que justificada. Giras internacionales, conciertos nacionales, conciertos de abono, han sido testigos de la plasticidad dinámica y la versatilidad de la agrupación. Su repertorio es amplísimo y su gusto por la música moderna, legendario. La lista de sus directores titulares tiene en los nombres de Jochum, Kubelik, Davis, Maazel y actualmente Jansons a unos excepcionales maestros que han conformado su estilo, matizado sus detalles y su técnica, variado y ampliado su repertorio y en suma estructurado el alma de esta grandísima formación musical (sin olvidar, desde luego, a los numerosos y geniales maestros invitados que también han tenido un papel básico en su configuración musical).

Kubelik, maestro único y muy particular, contribuyó de manera muy notable a la impronta de esta formación. Mantuvo la tradición bruckneriana de la misma iniciada por Jochum y sin dejarla de lado inició una fecunda labor de "implantación" de una tradición mahleriana y un gusto particular por la música nueva. Desde luego no olvidó con la orquesta a sus autores predilectos, Dvorak, Smetana, Janacek o Martinu. 

En cuanto a la música bruckneriana siempre mantuvo programas de sus obras, bien de carácter espiritual o sacro o bien de sus excepcionales sinfonías, en particular de las nº 3, nº 4, nº 8 y nº 9. Todas ellas tratadas con admiración y gusto, un gusto exquisito por la sonoridad bruckneriana como un todo musical, con excepcional unidad estilística y de forma de todas ellas.

Compositor, director y sencillamente músico, su vida jalonada de profundas decepciones políticas y humanas marcaron en gran parte su carácter y su forma muy especial de abordar a las formaciones orquestales. La relación con ellas solía ser fácil, directa y fecunda. Fue uno de los grandes que fue elevado al espacio de los predilectos de los filarmónicos vieneses, uno de los más queridos por los berlineses y uno de los más amados por los bávaros.


En el disco que hoy dejamos para su escucha, no apreciarán un aire celibidachiano, una construcción al estilo Wand, una sonoridad hercúlea y perfecta a lo Karajan, una rabia intensa y aparentemente sin control al estilo de Furtwängler o los perfectos y maravillosos discursos de Jochum. 

Escucharán a Kubelik; Kubelik con su excepcional forma de compactar las cuerdas orquestales; su forma maravillosa de llevar de la mano al grupo, en una genial y maravillosa nube orquestal; su particular y fantástica forma de dar juego a los instrumentistas y en definitiva a un Kubelik que tras dominar toda la puesta en escena de la obra nos conduce en su sucesión a un final maravilloso que culmina una impresionante obra sin dar lugar a un exceso de grandiosidad. Un desarrollo que puede paladearse; una música traducida de manera que te permite deleitarte en la maravillosa forma constructiva de la misma y en su perfecta sucesión de pasajes imbricados sabiamente por Bruckner.

Me parece una interpretación para paladear con tiempo, sin prisas, para maravillarse con sus distintos pasajes, con sus transiciones, con sus instrumentos y con su evolución. La forma de presentarla y mantenerla se presta a ello y nos hace disfrutar de una música bellísima, sencillamente natural y humana. Una preciosidad de interpretación, repito, para deleitarse con ella.

Espero que disfruten de esta preciosidad.

Bruckner
Sinfonía nº 8

Rafael Kubelik
Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera
Versión de 1887/90 en Edición de Robert Haas de 1939

Grabación
Herkulessaal der Residenz, 12 de mayo de 1977, Munich










miércoles, 12 de octubre de 2011

12 de octubre de 2011. Día del Pilar. ¡Felicidades a todas las Pilares!


Queridos amigos. Hace tiempo ya que tengo abandonado el espacio por múltiples razones pero de verdad espero en breve retomar la actividad con novedades y discos interesantes.

Hoy sin embargo es un día muy especial. Es el día del Pilar, fiesta en España y festividad de todas las Pilares, un nombre muy español. Es además el santo de mi tita.

En homenaje a todas ellas, y en especial a mi tita Pilar, les dejo este precioso disco de Alfredo Kraus. Estoy seguro les encantará. Es una verdadera delicia.

Que lo disfruten. Va con todo el cariño del mundo.

Kraus
Canciones
Gran Orquesta de Cámara de Madrid
Director: J. Luis Lloret
Supervisión musical del maestro Daniel Montorio

01. Amapola - Jose María Lacalle (3:36)
02. Princesita - José Padilla (3:09)
03. Granada - Agustín Lara (4:32)
04. Júrame - María Grever (4:20)
05. Flor roja como los Labios - Jacinto Guerrero (4:37)
06. Estrellita - Manuel M. Ponce (4:11)
07. Aquellos ojos verdes - Nilo Menéndez - Adolfo Utrera (3:21)
08. Aquí está quien lo tiene tó - Arniches - Quintana - Serrano (2:41)
09. Valencia - José Padilla (2:56)
10. Ay, Ay, Ay - Osmán Pérez Freire (4:08)
11. El Trust de los Tenorios - José Serrano (2:30)
12. Te quiero dijiste - María Grever (2:43)
13. Canta Mendigo Errante - José Serrano (4:12)
14. Ramona - Mabel Wayne (3:26)






Visitar también Día del Pilar 2012 aquí.